¿Qué es la enfermedad de Alzheimer?
La enfermedad de Alzheimer es una enfermedad degenerativa del sistema nervioso central y constituye la principal causa de demencia en personas mayores de 60 años. Y a veces en personas mucho más jóvenes.
En ella se produce una degeneración del tejido cerebral con pérdida de neuronas y una disminución de la respuesta frente a los neurotransmisores (sustancias químicas que actúan transmitiendo las señales eléctricas en el cerebro). En el cerebro afectado aparecen acumulaciones en forma de placas y se produce un crecimiento de las cavidades que existen en el interior del mismo (ventrículos) y un adelgazamiento y pérdida de consistencia de la corteza cerebral.
¿Por qué se produce?
Las causas son desconocidas, si bien se sabe que intervienen factores genéticos (es más frecuente su aparición en determinadas familias y en familiares de enfermos con síndrome de Down, estando el defecto asociado al cromosoma 21, entre otros ) y también se han estudiado otro tipo de factores como los radicales libres, los virus, factores inmunológicos y algunos metales.
¿Cómo evoluciona la enfermedad de Alzheimer?
La enfermedad de Alzheimer tiende a evolucionar, deteriorar y da lugar a la muerte en un plazo de siete a diez años. Sin embargo, la evolución de la enfermedad varía mucho de una persona a otra. En algunos casos, la enfermedad puede desarrollarse lentamente a lo largo de muchos años, mientras que en otros se desarrolla rápidamente.
Es difícil hablar de un comienzo de los síntomas, ya que éstos aparecen progresivamente; de forma gráfica podemos asemejar su evolución a los cambios que va experimentando un bebé al crecer, pero al revés.
Al principio hay una alteración de la memoria reciente, aunque a veces la enfermedad puede comenzar con síntomas depresivos, ansiedad, temor o alteraciones del carácter. Poco a poco se va deteriorando el lenguaje (dificultades para encontrar la palabra apropiada, uso de palabras erróneas), hay una desorientación en el tiempo y en el espacio cada vez más acusada (el enfermo no sabe dónde está ni en que fecha vive). Con el avance de la enfermedad se afecta gravemente la capacidad de juicio y los síntomas dispráxicos (imposibilidad para ejecutar las funciones motoras pese a conservar la función neuromuscular) empeoran; hay una falta de control de esfínteres (necesidad de uso de pañales) y el empobrecimiento del habla llega al mutismo absoluto (afasia). Todo ello va conduciendo al enfermo a un estado de dependencia cada vez mayor hasta alcanzar una situación vegetativa (ausencia de relación con el medio) en la que puede ser precisa la alimentación por sonda nasogástrica. La muerte sobreviene habitualmente por las complicaciones que surgen en la evolución (neumonía por aspiración al fallar los mecanismos deglutorios, infecciones por la aparición de úlceras de decúbito, caídas, etc.)
Obtener un diagnóstico correcto
Para diagnosticar el Alzheimer es importante acudir al médico ante la aparición de los primeros síntomas, para con ello descartar otras causas potencialmente tratables. Entre estas causas destacamos la pseudodemencia depresiva, el déficit de algunos nutrientes esenciales como la vitamina B12, enfermedades endocrinológicas (hipotiroidismo), tumores del sistema nervioso central e hidrocefalia (liquido en el cerebro).
El médico utilizará los tests precisos para intentar evaluar las diferentes funciones mentales afectadas (por ejemplo la memoria), las pruebas de laboratorio y de imagen que considere se ajustan al caso y poder establecer el estadio en que se encuentra la enfermedad.
No asuma nunca que un anciano que empiece a perder la memoria tiene la enfermedad de Alzheimer. Para la mayoría de las personas mayores, la mala memoria es simplemente un incordio y la mayoría no desarrollará la enfermedad de Alzheimer.
¿Qué tratamiento requiere?
Por desgracia la enfermedad de Alzheimer sigue siendo incurable. La ciencia investiga continuamente sobre dicha enfermedad y en los últimos años se han desarrollado algunos fármacos y tratamientos que analizaremos a continuación. Por último, cabe señalar que la comunidad científica es optimista cara a que esta enfermedad pueda controlarse en un plazo relativamente corto.
Inhibidores de la Acetilcolinesterasa
Estos fármacos inhiben la enzima que destruye la acetilcolina, que es uno de los principales neurotransmisores cerebrales, aumentando la disponibilidad de la misma en la transmisión nerviosa. Entre éstos destacamos la Tacrina; este agente fue el primero en ser aprobado para su uso comercial y aunque tiene efectos terapéuticos, los numerosos efectos indeseables que tiene (sobre todo hepáticos) han hecho que haya sido desplazada por nuevos fármacos que producen una menor toxicidad, como el Donezepil y la Rivastigmina.
Antiradicales libres
Existen estudios que relacionan el aumento de la producción de radicales libres y otras sustancias oxidantes con el desarrollo de la enfermedad. Esta es la razón por la que se ha probado en el tratamiento el uso de antioxidantes como la vitamina E y la selegilina con resultados contradictorios.
Antiinflamatorios no esteroideos
Se ha comprobado que el uso continuado de antiinflamatorios no esteroideos (pacientes con patología osteoarticular crónica), evita la progresión de la enfermedad. No obstante el uso de estos fármacos (como el ibuprofeno) está aún en estudio.
Mientras se consigue un tratamiento efectivo para la enfermedad, el médico utilizará fármacos para combatir algunos de sus síntomas, por ejemplo neurolépticos para la agitación, hipnóticos para el insomnio, suplementos nutricionales para la desnutrición, etc. Son muy importantes los cuidados encaminados a la prevención de las complicaciones, como los cambios posturales en pacientes encamados, a fin de evitar la aparición de úlceras por presión, la higiene corporal para evitar infecciones de la piel, los cuidados de la boca, la nutrición pertinente en cada fase de la enfermedad, el uso de ayudas técnicas en el hogar (como barandillas, duchas especiales para discapacitados, etc.).
Durante todo el proceso es importante el apoyo al cuidador proporcionándole la ayuda psicológica precisa y facilitando el acceso a las prestaciones que ofertan los servicios sociales del estado y de las diferentes comunidades autónomas.
SALUDOS...ADRY