PRIMEROS AUXILIOS, PRIMERA PARTE
¿Por qué aprender primeros auxilios?
Los primeros auxilios son una técnica importante. Realizando unos procedimientos sencillos y siguiendo unas determinadas directrices, es posible salvar vidas humanas si se administra un tratamiento básico hasta que llegue la ayuda médica profesional.
Recuerde también que se aprende más con la práctica. En una emergencia no hay tiempo de leer instrucciones. Si ha memorizado algunos de los procedimientos más básicos, podrá reaccionar con rapidez y eficacia.
¿Por dónde empezar a la hora de prestar los primeros auxilios?
Es importante identificar aquellas situaciones que supongan una amenaza inmediata para la vida.
Los signos vitales que debemos reconocer son: la conciencia, la respiración y el pulso. Es interesante conocer las técnicas de reconocimiento de los signos vitales así como mantener la serenidad suficiente mientras se están realizando estas comprobaciones.
El orden de exploración se basa en los criterios de prioridad:
- Asegurarnos de que el aire penetra correctamente en los pulmones.
- Comprobar si mantiene el pulso.
- Detectar y controlar posibles hemorragias importantes.
Reconocimiento de los signos vitales
Para saber si una persona accidentada o enferma está consciente hay que hacerle unas preguntas sencillas como ¿qué le ocurre?, ¿me oye?, ¿puedo ayudarle?, o tocarle en el hombro para ver si responde.
Si la persona contesta es que mantiene el nivel de conciencia correctamente y por lógica las constantes vitales. Si no responde, a pesar de distintos estímulos, como pellizcarle para observar sus reacciones, significa que está inconsciente. Hay que avisar inmediatamente a una ambulancia, si aún no se ha hecho, y examinar la respiración y el pulso.
Para comprobar si una persona respira, la persona que presta los primeros auxilios debe utilizar la vista (mirar si el pecho sube y baja), el oído (colocarlo junto a la boca para escuchar la respiración) y el tacto (acercar su mejilla a la boca y nariz del enfermo para notar el calor del aire espirado).
Si el enfermo respira, no será necesario seguir explorando los signos vitales. Si no respira, comience de inmediato las maniobras de reanimación pulmonar.
Cuando una persona deja de respirar, la única maniobra eficaz en ese momento es intentar introducir aire en sus pulmones. Para conseguirlo hay que realizar una serie de maniobras:
- Coloque a la persona apoyada en el suelo boca arriba.
- Examine la boca para eliminar posibles cuerpos extraños (prótesis dentales, chicles u otros objetos que puedan impedir el paso del aire).
- Abra la vía aérea. Para ello se realiza la llamada maniobra frente-mentón: se colocan los dedos índice y corazón de una mano bajo el mentón y se presiona con el pulgar sobre la barbilla, empujándola hacia arriba, a la vez que la otra mano se coloca en la frente empujándola hacia abajo. Con ello conseguiremos desplazar la base de la lengua para que no obstruya el paso del aire, mediante la hiperextensión del cuello. Cabe aclarar que si es muy fuerte la sospecha de que pueda haber una lesión de la columna vertebral del cuello no se debe entonces mover la cabeza, y es obligado intentar hacer la respiración artificial procurando mantener absolutamente inmóvil el cuello del accidentado.
- Es importante recordar que en el caso de un motorista accidentado jamás se le debe intentar quitar el casco, pues si tuviera una lesión en la cervicales -por desgracia relativamente frecuente- sólo empeoraríamos las cosas.
A continuación, aplicaremos las técnicas de respiración artificial que, según los casos, pueden ser:
- Boca a boca: la más habitual.
- Boca a nariz: si existe una herida grave en la boca o una intoxicación.
- Boca a boca-nariz: en recién nacidos y lactantes.
La técnica del boca a boca
La técnica del boca a boca se aplica en adultos y niños mayores:
- Abra la vía aérea, mediante la maniobra frente-mentón, anteriormente descrita.
- Tape la nariz con los dedos índice y pulgar de la mano situada en la frente.
- Tome aire profundamente y aplicando los labios alrededor de los del herido, eche el aire fuerte y lentamente, comprobando con la vista que el pecho de la persona se eleva, señal de que ha penetrado aire en los pulmones.
- Repita esta maniobra dos veces seguidas y luego siga insuflando aire a un ritmo de 12 a 15 insuflaciones por minuto, hasta que llegue la ayuda o la persona comience a respirar de nuevo.
Comprobación del funcionamiento del corazón
Podremos averiguar el estado o funcionamiento del corazón examinando el pulso arterial. El pulso se comprueba en el cuello, a cada lado de la nuez de Adán, por donde pasan las arterias que llevan la sangre a la cabeza (arterias carótidas). Hay que utilizar los dedos índice y corazón de la mano (nunca el pulgar, en el que se nota el pulso propio).
Si no encuentra pulso, inicie el masaje cardiaco externo, con el que se puede sustituir artificialmente parte de la función cardiaca.
El corazón está situado en el centro del pecho, entre el esternón y la columna vertebral. Por esto, si aplicamos fuerza sobre el esternón, el corazón se contraerá contra la columna vertebral y expulsará la sangre que contenga en su interior. Al dejar de presionar sobre el esternón el corazón se volverá a llenar de sangre pasivamente y así sucesivamente.