QUE LA DIABETES NO LE ARREBATE LA SONRISA
Los pacientes con altos niveles de azúcar en sangre tienen mayor riesgo de padecer enfermedades bucales, como sangrado de las encías, infecciones y caries dental; por tal motivo, deben ser más estrictos en sus hábitos de higiene bucal y visitas al odontólogo periódicamente, como explicamos a continuación.
Tener dentadura saludable es un aspecto de relevancia en nuestros días por el valor estético que damos a una bella sonrisa, pero también porque se le empieza a dar justa importancia a este segmento inicial del aparato digestivo, responsable de triturar alimentos y permitir su aprovechamiento. De esta forma, dedicar unos cuantos minutos a su aseo diario es una de las mejores medidas que podemos realizar para prevenir enfermedades molestas y dolorosas.
Cabe señalar que hay personas que deben tener cuidado especial de sus piezas, y entre ellos se encuentran quienes padecen diabetes, es decir, elevada concentración de glucosa en sangre que ocasiona cambios en el funcionamiento de todo el organismo y que se relaciona con riesgo de padecer infarto, insuficiencia renal y atrofia en los sentidos visual y del tacto.
Empero, este problema también puede generar condiciones que afectan directamente a la salud bucal:
La saliva presenta elevado índice de azúcar, sustancia con que se alimentan los microorganismos que habitan en la superficie dental y que permite su proliferación. Cabe mencionar que la glucosa es transformada por estas bacterias en ácidos que desgastan a las piezas dentales e irritan a las encías.
Los vasos sanguíneos se endurecen y pierden eficiencia en la distribución de nutrientes, lo cual se traduce en debilitamiento de los tejidos bucales y mayor susceptibilidad a infecciones.
Ambos aspectos ponen de manifiesto que el paciente al que se le ha diagnosticado diabetes debe emprender aquellas medidas que le ayuden a mantener bajo control sus niveles de glucosa y, como parte importante de su tratamiento, visitar periódicamente al odontólogo para establecer medidas de prevención y corrección de aquellas dificultades que pudieran presentarse.
Las estadísticas muestran que los pacientes con diabetes que tienen mayor cantidad de padecimientos odontológicos son mayores de 45 años y conservan el habito de fumar (el humo del cigarrillo debilita las defensas naturales de la boca).
Asimismo, la enfermedad de las encías es la complicación que se presenta con mayor frecuencia en estas personas, y puede distinguirse a través de los siguientes síntomas:
- Sensibilidad al calor o frío.
- Mal aliento.
- Dolor al masticar.
- Enrojecimiento e hinchazón de las encías.
- Manchas blancas o rojas sobre lengua, mejillas o paladar.
- Sangrado al cepillar y/o usar hilo dental.
- Las encías se encogen (retraen), dando la impresión de que las piezas dentales han crecido.
- Aflojamiento o separación de dientes y muelas.
- Cambio en la mordida y alineación de la mandíbula. En quienes usan dentadura postiza, ésta ya no ajusta bien.
- Aparición de pus entre piezas dentales y encías.
Se debe señalar que podemos distinguir tres momentos principales en la evolución de esta enfermedad, de acuerdo con la gravedad que presente al momento de la evaluación realizada por el odontólogo:
Gingivitis. Es la forma más leve del padecimiento y se manifiesta con encías brillantes e hinchadas que sangran con facilidad, además de dientes sensibles.
Periodontitis leve. Surge cuando la gingivitis no recibe tratamiento y en ella la encía muestra rastros de erosión del hueso que hay alrededor del diente.
Periodontitis avanzada. Se distingue por pérdida significativa de hueso y tejido alrededor de los dientes, por lo que las piezas carecen de soporte y es muy probable que se produzca su caída.
El tratamiento de la enfermedad periodontal corre a cargo del odontólogo y será distinto en cada paciente, pero en términos generales consiste en limpieza profunda para ayudar a remover la placa dentobacteriana y el tejido infectado, administración de antibiótico (medicamento que elimina bacterias) e incluso es posible que se recurra a tratamiento quirúrgico y de regeneración para remodelar tejidos dañados. No se descarta que se extraigan piezas dentales demasiado afectadas, a fin de que no afecten a las que permanecen sanas.
Otro padecimiento bucal que surge con frecuencia por la diabetes son las infecciones por hongos microscópicos, ya que éstos también encuentran condiciones adecuadas para multiplicarse con la mayor concentración de azúcar en la saliva. Por lo general, los síntomas característicos son manchas blancas o rojizas en distintas zonas de la boca, mismas que pueden evolucionar en heridas circulares, húmedas y muy dolorosas, llamadas aftas.
Fumar y usar prótesis dentales mal ajustadas (generan raspaduras y cortaduras leves que se infectan) son factores que aumentan el riesgo de padecer dichas ulceraciones, por lo que parte de su tratamiento consiste, primeramente, en erradicar el consumo de tabaco y consultar al odontólogo para que las deficiencias en aparatos auxiliares de la dentadura sean corregidas. Además, será importante intensificar la higiene y utilizar alguna solución antiséptica bucal, ya que mejora el tiempo de recuperación y elimina las molestias.
Un tercer problema es tener la boca seca. Esta condición, aparentemente inofensiva y que sucede como efecto secundario de algunos medicamentos que se emplean en el tratamiento de la enfermedad o por el elevado nivel de azúcar en sangre, se manifiesta con sensación pegajosa, de ardor o quemazón, resequedad en labios y endurecimiento de la lengua, sin olvidar que se incrementa en el riesgo de sufrir caries (daño a la estructura dental por la acción de microorganismos) debido a que hay menos saliva para arrastrar a los gérmenes y disolver los ácidos que crean.
La falta de humedad en la boca será analizada en esencia por el especialista en salud encargado de tratar la diabetes (médico familiar, endocrinólogo o educador especialista en esta enfermedad), a fin de que determine si su origen radica en medicación inadecuada o mal control de los niveles de glucosa. De cualquier forma, no está por demás seguir consejos como tomar sorbos de agua simple con frecuencia, evitar cafeína, beber líquidos durante las comidas, reducir el consumo de irritantes, condimentos y sal, erradicar alcohol y tabaco,
Queda claro que médico y odontólogo deben intervenir para que la salud bucal del paciente no sea estropeada por la diabetes, pero es evidente que este último lleva la mayor responsabilidad en el seguimiento de medidas preventivas, de higiene y cambios de hábito.
Por principio, es indispensable asear los dientes al menos dos veces al día con un cepillo de cerdas suaves y una pasta dental con fluoruro; para ello, deben utilizarse movimientos circulares pequeños y cortos en toda la dentadura, además de que se evitarán movimientos bruscos que lastimen las encías. También debe mantenerse limpia la lengua mediante cepillado frecuente.
Respecto al hilo dental, se debe tomar una porción de 50 centímetros, aproximadamente, enrollando la mayor parte en uno de los dedos medios y el resto en el mismo dedo de la mano opuesta, de modo que sirva para sostenerlo y para enredar el que se ha usado.
La seda se debe introducir entre las piezas dentales mediante suave movimiento de vaivén, y luego se frotará cada diente con cuidado, de abajo hacia arriba y con un segmento nuevo de hilo, para eliminar los restos de alimento y placa bacteriana. Una vez terminada esta operación, se enjugará la boca y, preferentemente, se empleará enjuague para completar el proceso.
Asimismo, el paciente deberá informar a su odontólogo respecto a que padece diabetes, y juntos iniciarán un plan de trabajo que contemplará los siguientes aspectos:
Programarán al menos dos visitas al año para revisar y limpiar dientes y encías.
Resolverán dudas respecto a las técnicas de higiene bucal.
Discutirán sobre los problemas de salud bucal que se hayan localizado y sus posibles soluciones.
Colaborarán para la adecuada adaptación de prótesis dentales o dentadura postiza.
En caso de que se tenga que realizar alguna intervención que requiera hacer incisiones, incrementarán el cuidado en las medidas que eviten el desarrollo de infecciones, pues ambos deben estar conscientes de que las heridas de un paciente con diabetes pueden curar con lentitud.
Dialogarán sobre la administración de medicamentos para controlar la diabetes, a fin de que su uso no interfiera con los tratamientos odontológicos.
Por otra parte, la colaboración del paciente con el médico tratante o educador en diabetes se centrará en aquellas medidas que permitan el control de los niveles de glucosa y, en consecuencia, prevengan problemas de salud bucal y general:
Seguir dieta saludable, misma que estará basada en cereal integral, frutas, verduras y carne blanca. A su vez, se evitarán alimentos como azúcar y harina refinadas, grasa, embutidos y carne roja.
Realizar ejercicio durante 30 minutos al día, aproximadamente.
Tomar los medicamentos necesarios a su hora para el control de la enfermedad.
Medir la concentración de azúcar en sangre todos los días. Para tal fin, existen monitores de glucosa personales cuyo uso es muy sencillo.
Erradicar hábitos que impactan afectan a la salud de las vías sanguíneas, como fumar o beber alcohol.