Análisis de la densidad ósea en la determinación de osteoporosis
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¿En qué consisten la pruebas para el análisis de la densidad ósea?
La pruebas de densidad ósea miden la cantidad de hueso en una zona concreta del cuerpo, normalmente en la parte inferior de la columna vertebral, en la cadera, en la muñeca o en el talón. Los médicos recurren a estas pruebas para evaluar la posibilidad de futuras fracturas de hueso y para decidir si es necesario prescribir un tratamiento.
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¿Qué puede observarse en estas pruebas?
El análisis del hueso permite predecir el riesgo global de sufrir fracturas en el futuro. La cantidad de hueso medida por el escáner suele denominarse "densidad ósea". Al igual que su altura, la densidad del hueso difiere entre las personas, aunque cuanto menor es la densidad mayor será el riesgo de sufrir una fractura. Esta prueba es mucho más útil para evaluar la densidad ósea que las radiografías, que pueden resultar equívocas.
¿Cómo se realiza esta prueba?
El paciente debe permanecer quieto, sentado o tumbado, durante unos minutos. La mayoría de los aparatos de diagnóstico emplean un estrecho haz de rayos X, mientras que otros usan ultrasonidos. La radiación por rayos X es relativamente pequeña, apenas una fracción de la dosis necesaria para una radiografía torácica. No se utilizan agujas.
¿Por qué se exploran determinadas zonas?
Algunas zonas de exploración resultan más adecuadas en determinados pacientes. Por ejemplo, la exploración de las caderas es la mejor para predecir fracturas de las mismas, pero algunos pacientes no pueden adoptar la postura necesaria para realizarla.
La exploración de la muñeca se realiza de forma rápida y precisa, pero no puede aplicarse a pacientes que han sufrido con anterioridad fractura de ambas muñecas, o que están aquejados de ciertos tipos de artritis. La exploración de la columna vertebral ofrece resultados poco fiables en personas mayores de 60 años, y en aquéllas anormalmente gruesas o delgadas.
¿Con qué frecuencia deben realizarse estas exploraciones?
Una única exploración es suficiente, en la mayoría de los casos, para predecir el riesgo global de sufrir fracturas en el futuro. Cuando sea preciso tomar una nueva decisión en relación con el tratamiento se puede realizar otra exploración a los dos o tres años. Los pacientes en tratamiento con esteroides a largo plazo (disminuye la masa ósea), deben repetir la exploración cada dos o tres años.
¿Se sufre osteoporosis en todos los casos de baja densidad ósea?
No. Existen otras causas para la baja densidad ósea que también suponen riesgo de fracturas. Algunas de ellas son: la osteomalacia (falta de vitamina D), hiperactividad de algunas glándulas, determinados trastornos del intestino, y la osteogénesis imperfecta, una enfermedad hereditaria que se caracteriza por la aparición de fracturas en la infancia. Es importante descartar estas causas, puesto que cada una tiene su tratamiento específico, distinto del de la osteoporosis.