APENDICITIS
¿Qué es la apendicitis?
La apendicitis es la inflamación del apéndice, un pequeño trocito de intestino en forma de gusano que está unido al intestino grueso en el lado derecho del abdomen.
Puede suceder a cualquier edad, pero la mayor parte de los casos se da entre los 8 y los 25 años. Raramente se ve en niños menores de 2. En la gente joven, la apendicitis es probablemente la causa más frecuente de dolor abdominal que requiere intervención quirúrgica urgente.
¿Qué causa la apendicitis?
En la mayoría de los casos, la razón específica de la inflamación no se conoce, pero a veces la provocan pequeños trozos de heces duras (fecalitos) que se almacenan en el apéndice.
¿Cuáles son los síntomas de la apendicitis?
Los síntomas pueden ser extremadamente variables, aunque se suelen presentar de la siguiente manera:
Normalmente el primer signo es dolor o incomodidad en el centro del abdomen. Este dolor va y viene en oleadas y, a menudo, se cree que se trata simplemente de estómago revuelto.
Después de unas horas, el dolor se vuelve más evidente y constante en la parte inferior derecha del estómago. Aumenta con el movimiento o al toser. A menudo el paciente pierde el apetito, se siente enfermo y vomita. La temperatura aumenta y el cutis se vuelve rojo. Se produce halitosis, es decir que el aliento huele muy mal.
Pasado un tiempo (habitualmente días) el paciente se siente empeorar, la temperatura aumenta, el dolor se extiende al resto del abdomen, que se pone duro, y si no se opera al paciente, se pueden producir graves complicaciones (perforación y peritonitis).
¿Cómo se diagnostica la apendicitis?
El médico realiza un historial médico, explora al paciente y le toma la temperatura. En la exploración se presta especial atención a la palpación en el lado inferior derecho del abdomen y a la aparición de dolor al dejar de apretar. En ocasiones, se requiere una exploración por el recto (tacto rectal) o por la vagina para excluir otras causas de dolor en la pelvis.
Se realizan análisis de sangre y orina, buscando una infección, y se pueden solicitar ecografías o escáneres abdominales que ayuden al diagnóstico. La indicación de la intervención se establece por la exploración del médico y el resultado de las pruebas realizadas. Normalmente se encuentra que la causa del dolor no es la apendicitis en dos de cada diez pacientes que se operan con este diagnóstico.
¿Cuál es el tratamiento de la apendicitis?
Salvo escasas excepciones el tratamiento de la apendicitis consiste en la extirpación del apéndice (apendicectomía). Para ello se anestesia completamente al paciente y se realiza una pequeña incisión oblicua en la parte inferior derecha del abdomen. En ocasiones, es preciso colocar un drenaje en el abdomen que facilite la salida de restos durante el postoperatorio.
En algunos centros la extirpación del apéndice se realiza utilizando unos pequeños orificios (habitualmente tres) que permiten la introducción en el abdomen de un sistema de vídeo y los instrumentos precisos. A este procedimiento se le denomina laparoscopia y no se ha demostrado que tenga ventajas importantes frente a la técnica convencional.
En los casos no complicados, el paciente permanece normalmente 2 ó 3 días en el hospital, siendo dados de alta cuando desaparece la fiebre y se reestablece la posibilidad de comer normalmente. Los puntos o las grapas se suelen retirar al cabo de 7-10 días y la reincorporación a la actividad normal habitualmente se realiza a las 4-6 semanas. Los cuidados en casa no requerirán más que el lavado diario de la herida y la ingestión de algún analgésico en caso de dolor.
¿Qué complicaciones se pueden presentar tras la cirugía?
No es de esperar que haya grandes problemas cuando la apendicitis se diagnostica antes de la perforación y la peritonitis. En ese 20% que sí tienen perforado el apéndice, se pautarán antibióticos alrededor de una semana, lo que ha hecho que no sea una situación tan grave como era en otros tiempos. Sin embargo, aún existe el riesgo de aparición de abscesos (bolsas de pus) en la cavidad abdominal que pueden requerir drenaje o en algún caso una nueva intervención. Lo que sí es relativamente frecuente es que se infecte la herida. Esto puede requerir abrir la piel y dejar que la herida cure poco a poco y de dentro afuera.
Como toda intervención en el abdomen, se producen cicatrices interiores que pueden ser la causa de que algún día se obstruya el intestino. Estas obstrucciones aparecen en un número pequeño de pacientes, se pueden presentar en cualquier momento de la vida (aunque normalmente se presenta en los meses siguientes a la intervención, se han visto casos tras 60 años de la apendicectomía) y en ocasiones requieren una intervención urgente. También es posible que en un pequeño porcentaje de pacientes se produzca una hernia en la cicatriz, lo que obligaría a una nueva intervención para solucionarla.