EL OTOÑO DE LA VIDA
Indudablemente la juventud es una edad dorada y recordada siempre con
nostalgia. Es una breve época inolvidable, romántica, vibrante, emotiva y feliz.
Es una dichosa etapa creadora y vigorosa en la cual todo es fresco y novedoso,
como una vaporosa nube en el firmamento con destellos de color de rosa.
PERO….
...hay que reconocer que esa misma juventud tan alabada, tan cantada y suspirada,
es también una época llena de luchas, de preocupaciones,de negros nubarrones,
muchas veces de privaciones y nunca exenta de incertidumbres, celos, zozobras,
competencias, temores, rivalidades y ansiedades
Es como una regata en la cual hay que estar compitiendo constantemente para
lograr un ansiado trofeo.
EL GRAN CAMBIO…..
Afortunadamente tanto en la naturaleza como en los seres humanos, “después de
la tempestad viene la calma.” Y quizá lo mejor de la juventud... es que ya pasó.
Lo cierto es que sin saber cuándo, ni poder definir con exactitud una edad determinada
(para unos antes y para otros después), en cierto punto impreciso de la vida llega e
se lapso en que todo aminora su marcha y se detiene, posándose suavemente,
sin prisas, dentro de nosotros mismos.
El cauce se transforma en una corriente de paz que se mueve lentamente, casi
sin sentirlo, hacia esa infinita grandeza, profunda e inconmensurable, que es el
final de todos los viajes y adonde van a parar todos los ríos: el mar
Esta etapa, queridos amigos, es la MADUREZ ¡Pues que sea bienvenida!
Veamos: la madurez no es exactamente el mediodía de la vida, ni la tarde, ni la
noche. Más bien yo diría que es ese impreciso momento que llega sigiloso con
las primeras horas del día, abarcando esos instantes brumosos y volátiles que
se disuelven poco a poco al ser tocados por los emergentes rayos del sol
LA MADRUGADA Y algo extraordinario:
Ahora no nos inquietan las modas ni los cambios que experimentan las nuevas
generaciones, ni nos mortifican ni afectan las nuevas corrientes o costumbres,
pues nosotros no estamos obligados a cambiar ni a iniciar nuevas modalidades
Nuestra edad es ya ssuficiente justificación para mantenernos al margen, aunque
sin desentendernos de lo básico y lo esencial.
Nosotros, mal que bien, por lo menos llegamos a la recta final.
Y éso está como para celebrarlo. ¡Ya la hicimos!
Al llegar la madurez cesan las dudas y las incertidumbres. Ya no es necesario hacer
tareas ni desvelarse estudiando, correr tras el autobús por las mañanas,
presentar agobiantes exámenes, pasear a la novia o preocuparse por conseguir
empleo. Definitivamente lo que íbamos a ser, ya lo somos.
Y lo que no íbamos a ser, ya no lo fuimos… ni lo seremos. No a estas alturas. De
éso no hay duda. ¿Entonces para qué preocuparnos?
Para los que “cruzamos la frontera” y estamos al otro lado, colocados sobre
esta amplia, tranquila y bien ventilada terraza, ya no hay carreras, nerviosismos,
competencias, prisas, luchas ni duelos a muerte. Nuestro sitio está en el palco,
no en el ruedo. O por lo menos, detrás de la barrera
La edad de los impulsos arrebatados, pues, ya ha terminado. Atrás quedaro
angustias, zozobras, indecisiones y dudas. ¡Y qué bueno!
Si esta es la madurez... pues bienvenida madurez.
HOY es aquel futuro del cual estábamos tan temerosos AYER.
Y ya ven, todo salió bien. Después de todo... ¡aquí estamos!
La conclusión entonces es que, como en la madurez ya no hacemos planes a
largo plazo (ni debemos), es necesario que se empiecen a ver YA los resultados
de todo aquello para lo que antes trabajamos, planeamos, ahorramos
y nos preparamos a lo largo de la vida.
Ya no hay que seguir posponiendo más las cosas, ni hacer planes inalcanzables
“para el futuro,” pues para nosotros, óiganlo bien...
De manera que ya no esperen más. Mientras gocen de relativa
buena salud y puedan moverse fácilmente todavía; mientras puedan
comer y beber de todo y disfrutar de los atractivos de la vida,
aprovéchenlos. Abran ya sus botellas de coñac francés y usen sus
vajillas de Babaría y sus cubiertos de plata, pues ¿para cuándo los
están guardando? Podría meterse un ladrón y vaciarles la casa,
¿y de qué les sirvió haber guardado todo por tanto tiempo?
Tampoco esperen ya ningún mañana brillante y glorioso, singular y perfecto.
Si iban a comprarse “algún día” una lancha, una moto, un camper, una cámara
digital, una computadora, y pueden hacerlo (y les gusta), ¡pues cómprensela ya!
Este es el momento preciso, no pierdan tiempo.
Y si estuvieron haciendo planes toda la vida para realizar algún viaje a Europa,
a las Cataratas del Iguazú, a Hawaii, a Alaska, a China o a la Patagonia, pues
antes de que otra cosa suceda, como una devaluación una operación
repentina o un infarto... ¡VÁYANSE YA! ¿Qué esperan
En lo personal, y por lo que a mi respecta, ciertamente descubrir el arribo de la
madurez me ha fascinado y me llena de gozo. Estoy gratamente impresionada.
¡Nunca imaginé que fuera así! Con inusitado asombro descubro día a día
nuevas sorpresas y satisfacciones que nunca soñé que existieran
Al sentirnos en paz con los demás y con nosotros mismos, recordamos la sabia
reflexión de Amado Nervo, quien lo resumió así:
“Vida: nada me debes.
Vida: nada te debo.
Vida: estamos en paz.”