Hepatitis viral (2ª. Parte)
3. Virus de la hepatitis C
Este virus causa el 90-95% de los casos de hepatitis asociada a transfusión y es la principal causa de enfermedad hepática en todo el mundo. Existen al menos 6 subtipos diferentes de virus de la hepatitis C. Aunque todos lo subtipos son igual de peligrosos, responden al tratamiento de diferente manera.
¿Cómo se transmite
Se contagia cuando la sangre o fluidos corporales de una persona infectada entra en el cuerpo de una persona no inmunizada contra la enfermedad. Puede transmitirse de las siguientes maneras:
Mantener una relación sexual con una persona infectada sin preservativo (aunque no se sabe con seguridad si el preservativo impide la enfermedad o sólo reduce la probabilidad).
Pincharse con una aguja infectada.
Hemodiálisis.
Contagio de una mujer embarazada al feto.
Transplantes.
La hepatitis C no se transmite por el alimento o el agua.
Síntomas
Cuando los síntomas están presentes puedes incluir:
Ictericia
Dolor abdominal
Pérdida de apetito
Náuseas
Fatiga
Efectos a largo plazo
Más del 50 % de las personas contagiadas desarrollan una hepatitis crónica. Es una de las principales razones por las que una persona puede necesitar un transplante de hígado.
Tratamiento
Para el tratamiento se utiliza interferón y es posible eliminar el virus de la corriente sanguínea del 55% de las personas tratadas. Entre los posibles efectos secundarios del interferón se encuentran los siguientes:
Síntomas parecidos a los de la gripe.
Fatiga.
Pérdida de pelo.
Problemas para pensar.
Agitación.
Depresión.
4. Virus de la hepatitis D
Este virus depende, para su multiplicación, de la información genética proporcionada por el virus de la hepatitis B, de modo que sólo produce hepatitis en presencia de dicho virus. Pueden darse dos posibilidades:
1. Infección simultánea por ambos virus. Da lugar a una hepatitis que varía entre leve y fulminante. En raras ocasiones se desarrolla cronicidad.
2. Una persona infectada con hepatitis B crónica, es después infectada con el virus de la hepatitis C. Se desarrolla una enfermedad crónica progresiva en el 80 % de los casos que, a menudo, termina en una cirrosis. En el resto de los casos puede desarrollarse una hepatitis aguda grave en un portador del virus B previamente sano; o bien, una hepatitis leve por el virus B puede convertirse en una hepatitis fulminante.
5. Virus de la hepatitis E
Este virus se transmite a través de las heces y se presenta principalmente en adultos jóvenes y de mediana edad. Se observa principalmente en viajeros. Tiene una elevada tasa de mortalidad entre mujeres embarazadas (20 %). No se asocia a hepatitis crónica y es rara en niños. El periodo de incubación medio tras la exposición es de 6 semanas.
¿Qué sucede después del contagio? Síndromes clínicopatológicos
Tras la exposición al virus de la hepatitis, pueden desarrollarse diversos síndromes:
Estado de portador
Infección sin síntomas
Hepatitis aguda
Hepatitis crónica
Hepatitis fulminante
Estado de portador
La palabra "portador" hace referencia a una persona sin síntomas manifiestos que hospeda a un virus y, por tanto, puede transmitirlo y contagiar a otras personas.
En el caso de los virus de la hepatitis, puede haber dos tipos de portadores:
Quienes hospedan al virus, pero padecen pocos o ningún efecto adverso (portador sano).
Quienes padecen una enfermedad crónica pero están básicamente libres de síntomas.
El estado de portador se produce sobre todo tras el contagio con el virus de la hepatitis B. La infección en la infancia produce un estado de portador en el 90 - 95 % de los casos, pero sólo un 1 a 10 % de las infecciones en los adultos lleva a este estado. Las personas con un deterioro de la inmunidad son más propensas a convertirse en portadoras, pues su sistema inmunitario no es capaz de defenderse y reaccionar contra el virus.
2. Hepatitis aguda
La enfermedad es más o menos la misma sea cual sea el virus causante y puede dividirse en cuatro fases:
a) Un periodo de incubación durante el cual el virus no produce ningún efecto.
b) Una fase preictérica sintomática. Es decir, no hay ictericia, pero se dan una serie de síntomas constitucionales, que son los siguientes: en primer lugar, malestar general, seguido de cansancio general, náuseas, pérdida de apetito y, a veces, pérdida de peso. También puede aparecer fiebre baja, dolor de cabeza, molestias musculares y articulares, dolor y diarrea. Cerca del 10 % de las personas desarrollan un síndrome consistente en fiebre, erupción cutánea y dolores en las articulaciones. En los casos en los que no aparece la fase ictérica, los síntomas pueden confundirse con una gripe.
c) Fase ictérica. Se caracteriza por la aparición de ictericia, que consiste en un aumento de bilirrubina en sangre, con color amarillento de la piel, orina oscura y heces claras. La retención de ácidos biliares puede ocasionar picores. Con el inicio de esta fase, los síntomas de la fase anterior comienzan a desaparecer y el paciente se siente mejor. En unas semanas o unos pocos meses, los síntomas comienzan a desaparecer a medida que comienza la convalecencia.
d) Fase de convalecencia, en la que el paciente recuperar fuerzas tras la enfermedad.