Aun
teniendo la ciencia un valor incalculable, a mí me luce fría, quieta, con luz de
talento pero falta de vida, de pasión, de sangre; con la luz opaca, como de
cristal en la sombra.
Yo
prefiero emoción, contagio, estremecimiento .
Prefiero el sueño, a muchas realidades; la
entrega, a la perfección; la emoción, al cálculo; la inspiración, al
análisis.
Por
esos caminos he sentido a Dios penetrar en mi corazón, al hombre llamar a mi
puerta y al universo enseñarme a vivir.
Yo
prefiero encenderme, a tener que mirar las estrellas lejanas.
Prefiero remontarme, a tener que esperar el
vuelo de otro.
Prefiero ser parte de esa canción que vive
siempre animando la vida, antes que vivir indiferente a la sombra de mi
casa.
Yo
prefiero lágrimas calientes, si son el precio de una sacudida, a lágrimas
congeladas antes de brotar.
Yo
prefiero ver despuntar el sol, que ver caer la nieve.
Yo
prefiero consumirme en el amor, que conservarme en el vacío.
Yo
prefiero que las cosas me penetren, a que me pasen rozando.
Yo
prefiero que la vida me oprima, y entregarme. ¡Lo prefiero!
Porque al final de la jornada, de la entrega
será de lo único que tendremos que hablar con nuestro
Dios.
d/a