Nombre españolísimo, grande entre los grandes, como son todos los nombres de la Virgen.
Nombre sólido, imaginativo, voluntarioso, en el que se hace posible lo imposible.
Para Virgen, la del Pilar, por delante de todas en valor y osadía. Nada menos que en vida
("en carne mortal", que dicen los zaragozanos), se apareció la Virgen María en Zaragoza
, junto al Ebro. Es sin ningún género de duda la Virgen de más solera no sólo en España,
sino en toda la cristiandad. Puestos a ir por delante, que sea por mucho.
Esto lleva en sí el nombre de Pilar. Y lo que se hace, muy bien cimentado, que no
se lo lleven las aguas. Mucho Pilar, que siendo éste bien firme, la imagen estará segura.
El nombre de Pilar, además de evocar toda la historia, la tradición y la devoción que en sí
encierra, nos lleva hacia el gran templo a las orillas del Ebro, firme como un macizo
montañoso del que destacan como cumbres cúpulas y torres; y dentro de él la capilla Angélica,
en que se venera sobre un pilar de mármol la sagrada imagen.
Es mucho nombre. Imponente, macizo, resistente. En el nombre de Pilar están conjugadas
la firmeza de la roca con la fragilidad de la Virgen que en ella se sostiene.
Por eso es un nombre tan valorado en el mundo de habla hispana.