Mi amor,
gana el deseo;
tú suspiras,
me sientes, me deseas:
todo mi
cuerpo ardiente te desea.
Yo, miro al
silencio que me entrega,
a la
sensación de tener tu cuerpo cerca,
al placer,
al deleite, al yacer sin tregua.
Tú, piel con
piel, me abrazas, me besas;
lejos del
estrés, de la melancolía ciega.
Yo, me dejo
llevar por mi pasión,
cerca de ti,
ausente de toda espera:
realidad,
sueños, ninguna tormenta.
Mi amor,
probemos en serio;
no
rechacemos lo que cuerpo a cuerpo,
piel con
piel, latidos y palpitaciones,
llegan a
serenarse con tus besos,
con la
cercanía de tu miembro,
jugando al
amor que es placentero,
sin llegar
al éxtasis, dejándolo luego;
mas no hay
prisas, amor, en el encuentro;
dulces
miradas, gran ternura y apego.
Mi amor, no
desechemos el tiempo;
tú me
siembras el calor de mis pechos,
que
acaricias sensiblemente en el lecho;
yo, también,
acaricio tu parte eréctil,
fuerte, con
ganas de penetrar mi sexo.
Tú y yo
somos libres, nadie nos detiene;
sólo quizás
el placer de tenernos dentro;
tal vez la
necesidad de poder entregarnos,
y saciar la
sed sexual que precisamos.
Mi amor, no
me dejes en este tiempo;
mas en tu
boca mis senos que te hallan,
y tu miembro
que acaricia mi parta baja.
Tú, cada vez
más excitado como yo,
me
tocas, lames, me sientes, como yo;
encendidos e
iluminados por nuestra pasión.
Yo,
encadenada a esa sed que no se sacia,
que precisa
de tus susurros, besos, llama,
que ante mis
jadeos, mi cuerpo sana.
Tú, amor
mío, disfrutas como un niño,
con mis
pechos en tu boca repleta,
mas bajando
ya hacia otra parte afectada.
Sí, mi amor,
soy toda tuya ahora con pasión;
la misma que
con ardiente deseo te lame,
para que
ambos contactemos nuestro deleite,
y disfrutemos
ampliamente del ardiente amor.
Sí, mi amor,
soy más que objeto en tus brazos,
alguien que
busca un delicado y sensible susurro,
que se
entrega si alguien le proporciona arrullo,
y que desea
un ser que la haga sentir con orgullo.
Mi amor, tus
dulces besos que no cesen su alzada,
que nada
impida que tú yo, en el lecho, nos fusionemos,
más allá de
las voces y sensaciones que nos ensalzan,
más allá de
la inquietud de llegar o no al final saciados.
Eso soy yo
mi amor, una mujer pasional y enamorada,
tal vez de
la persona equivocada, pero entregada;
mas yo deseo
una persona tan apasionada y solapada,
que haga que
entre los dos exista unidad extasiada.
Sí, mi amor,
así somos tú y yo, pasionales y ardientes;
sin
olvidarnos que tras el placer, llega la desilusión;
sin olvidar
que por ello, el amor, nuestro encuentro,
no se apaga
por acabar la madrugada, sino fuerte,
como la
antorcha que arde sin nada detenerse,
espera nuevamente
un nuevo encuentro, cuanto antes,
para volver
a entregar nuestros cuerpos frágiles,
y disfrutar
de nuestros ardientes deseos,
y hacer de
nuestras fantasías, realidades saciables.
Autora: Rosa
Mª Villalta Ballester