Tiempo perdido el de quejas y lamentos,
el sumiso al dejar los minutos inquietos,
el silencio que no puede estar diciendo,
el temor por alcanzar un mejor encuentro,
la vida sin entender su significado completo.
Tiempo perdido aquél que nada se desea,
sin pensar, sin sentir, aquel que nada deja;
tiempo de espera sin saber qué se espera,
tiempo sin amar, tan solo el mal su pasar.
Tiempo aprovechado quien su crecer dando,
quien sabe que el sol calienta hasta llorando,
quien empeña su rumbo en un buen suspiro,
sintiendo cada hálito de aliento en su respiro.
Tiempo para comprender, para amar, gozar,
para dejar a cada sentido su mejor pasar,
a emprender un nuevo rumbo sin saber qué,
a tomar las riendas de uno mismo de una vez.
Tiempo, ganas, empeño en salir de un pozo,
voluntad de un salir de un profundo sueño,
despertar a la vida quien nos da su realidad,
mirar las coas de frente y sí con serenidad.
No hay que dejar que los errores venzan,
que cada cual su mejor y gran conductor,
que haya el empeño en seguir determinación,
buscar rumbos, metas y el mejor maestro:
ser uno mismo quien dirija toda acción,
que nadie se interponga en una nueva ilusión,
que se sepa que todo tiene su temor,
y que en cada nuevo paso, puede error,
pero, lo mejor, ¡dar paso y no quedar parado!
¡Es hora de tomar el timón de una nueva vida,
de dejar atrás las quejas sin acción,
de despedirse de alguien que hirió la sensación
y vivir, experimentar y a la tristeza decir adiós!
Autora: Rosa Mª Villalta Ballester