Movimientos que invaden mi cuerpo,
sedientos de ese percibir que no hubo,
hambrientos de ese amor que no halló,
sensaciones que no dejan tener acción.
Movimientos también en el pensamiento,
en la acción, pues ya no soy la que soy.
Soy alguien diferente que cierra etapas,
que abre sus ojos y abre su gran ilusión:
ser ella sin nadie que determine su acción.
Movimientos que no dejar de trascender,
que piden más movimiento, más entrega,
menos lamento y queja y menor distorsión,
aquellos propios de un ser que vive y siente,
que nace y que vuelve a abrir su voluntad,
voluntad que desea, piensa, se apasiona,
llevando a la vez esa niña que nadie halló.
Se dejan etapas para una buena evolución,
se abren otras nuevas que son reacción,
se desea, se invierte tiempo para disfrutar,
se hace, se acciona, siendo otra evolución.
¡Deseo, pasión, fuego, aliento, sensibilidad!
Ya todo está en camino, nada que frenar.
¡Dejaré que pase todo esto en mí interior,
advirtiendo cada nueva y buena sensación.
¡Novedad, miedo, confusión, debilidad!
¿Acaso no es la vida incertidumbre sin más?
¿No es uno mismo quien detiene su soledad?
¿No es cada cual quien su sueño hace real?
¿Quién lleva el timón de ese barco de la vida
que, tras tormenta y silencio, su rumbo tomar?
Nadie mas que uno mismo, su barco desanclar,
nadie como uno mismo, elige partir más allá.
Y sólo quien se detiene de forma voluntaria,
ha de ser consciente que mejoría no alcanza.
Autora: Rosa Mª Villalta Ballester