Se dice que hace muchos años vivía un rey bajo cuyo gobierno la gente vivía en paz y siguiendo el códico ético del confusianismo. El rey tenía tres hijas; las dos mayores se habían casado con los novios escogidos por su padre, pero la menor era una niña muy distinta a cualquier criatura normal. Cuando nació, su cuerpo brillaba con una luz no terrenal, tanto brillaba que el palacio parecía cubierto por las llamas. La llamaron Miao Shan que significa Bondad Maravillosa. Cuando ella creció usaba sólo ropas simples y no mostraba ningún interés en acicalarse o enjoyarse. Además sólo subsistía con una comida al día. En sus conversaciones hablaría de la impermanencia de las cosas materiales y de cómo los humanos sufren por su apego a las mismas. Sus padres preocupados por las inclinaciones de su hija, propusieron que ella también se casara con un novio de su elección; a lo que ella contestó: "Nunca, por la satisfacción de una sola vida, me lanzaré a un mar de miseria. He pensado mucho en esto y detestro profundamente esta unión terrenal (matrimonio)". Sin embargo cuando sus padres insistieron, ella aceptó satisfacer sus deseos solamente si su futuro esposo la salvara de una de los tres infortunios:
Exasperado el rey llamó a una monja con mucha experiencia, de su reino. Le pidió que tomara a la princesa bajo su tutelaje y la expusiera al mayor trabajo posible en el convento, para que viera la futilidad de su camino tan deseado con el convento bajo amenaza de muerte si después de siete días Miao Shan no era reformada. Al final del período estipulado el monarca , ordenó que decapitaran a Miao Shan. No fue mucho hasta que su karma se hizo cargo de él y enfermara con kaamla (fiebre amarilla). Estuvo enfermo por varios días, sin poder descansar ni siquiera dormido. La enfermedad se esparcía por su cuerpo y ni siquiera los mejores doctores del reino pudieron curarlo. Un día, un mendigo sagrado llegó a su puerta y predijo, "si alguien quisiera voluntariamente dar sus brazos u ojos sin resentimiento ni ira algunos, el elixir hecho de estos poetentes ingredientes aliviarán su sufrimiento". "Pero" - se lamentó el rey- "¿dónde encontraré un ser tan compasivo?". "En esta misma tierra", dijo el monje. "Ve al suroeste de tus dominios, en la cima de una montaña vive un hermitaño que posee las características necesarias para tu curación". Ni bien el rey escucho estas palabras, ordenó a varios emisarios a ir hacia el recluso. Cuando el hermitaño fue informado de la enfermedad del rey y del medicamente prescrito, aceptó realizar el supremo sacrificio, pidiéndoles que preguntaran al rey que dirigiera su mente hacia los tres tesoros del Budismo, y después con mucha calma le sacara los ojos y que pidiera a dos hombres que cortaran ambos brazos. Los tres mundos se estremecieron bajo el impacto de este terrible sacrificio. Cuando el rey estuvo totalmente recuperado, el rey llamó a su esposa y le pidió que rinda un importante homenaje a aquel que había salvado su vida de manera milagrosa. Después de hacer una profunda venia ante la forma mutilada, a penas levantaron sus cabezas lanzaron un lastimero grito de horror! La identidad del hermitaño que estaba descalzo ante ellos no era otra que su hija menor, Miao Shan. El rey, al darse cuenta de lo que ella hizo por él, a pesar de todo lo que le había hecho, se postró en el piso ante su hija y rogó por perdón. Sobrecogidos por la emoción, los padres abrazaron a su hija y el padre dijo: "soy tan malvado que he causado el más terrible sufrimiento a mi propia hija". A lo que Miao Shan respondió: "Padre, no he sufrido dolor alguno. Habiendo perdodo estos ojos humanos veré ahora con ojos de diamante. Habiendo perdido estos brazos mortales, recibiré brazos de oro. Mi llamado es verdadero y será lo único que seguiré". Después de la intensa experiencia, el rey regresó a su palacio y ordenó que se hiciera una estatua en nombre de su hija, que enfatizara su sacrificio TE AMO KWAN YIN .
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