LA RELACIÓN ENTRE EL HOMBRE Y DIOS
Es nuestro deseo crear en vosotros un conocimiento
tanto del mundo exterior en el que vivimos como del intento creativo que lo
formó _ que nos ama, que nos ha amado desde el principio, que siempre nos
amará_ cuya sustancia, hilada desde Su propio corazón, creó todas las cosas con
las cuales entramos en contacto, incluyendo la sustancia de nuestra propia
alma.
Esta es la relación entre el hombre y Dios.
Esto lo debemos entender. Debemos comprender la
infinitud del amor de Dios, un Amor conmovedor que se propulsa con vitalidad a
través de todas las fuerzas de la naturaleza. La diástole y la sístole del
corazón son el contacto físico más cercano que tenemos con este magno
movimiento de Amor porque podemos sentir, incluso escuchar, la pulsación
rítmica del amor de Dios dentro de nosotros.
Este respirar cercano, incluso del aliento del fuego
sagrado, debe crear la comprensión en nosotros de que algo altamente
inteligente, altamente sensorial, que se extiende y logra envolver a cada uno
de nosotros, está interesado en nuestro bienestar y en que nos amemos los unos
a los otros.
El amor de Dios no es un amor humano. Este transciende
todo amor humano y hace que todo amor dé el fruto del propósito genuino que
perdura no sólo durante nuestra vida, sino con las pirámides y particularmente
con la Pirámide de la Vida.
Libro 4: las enseñanzas perdidas de Jesús, Elisabeth
Clare Prophet