Hace un tiempo atrás, saliendo de una entrevista, al llegar a la puerta de mi apartamento una persona me preguntó: ¿Usted es creyente, cristiano comprometido?
Si, le respondí.
¿Y en qué se basa para sus creencias?
Anticipando prolongar el diálogo en un tema que me parece importante, le respondí: “En las enseñanzas bíblicas”.
Su violenta reacción me sorprendió: “¡No comprendo cómo personas inteligentes pueden creer todas esas historias de supuestos milagros en un libro escrito hace siglos!” y abriendo la puerta del ascensor, se fue indignado.
Ni siquiera pude agradecerle la amabilidad de haberme incluido entre lo que él consideraba personas inteligentes…
Sin embargo, su reacción permaneció conmigo por bastante tiempo. Mi respuesta a su pregunta hubiese sido sin duda mucho más adecuada si yo le hubiese dicho: “En la persona de Jesucristo”. No sé si el diálogo hubiese progresado o no, pero yo hubiese quedado con el sentimiento de haber dado mejor razón de mi fe. Porque mi fe cristiana es en Dios, a través de la revelación presentada por Jesucristo y no en la Biblia. Tener fe en la Biblia, sería bibliolatría, una adoración de la Biblia hasta llegar a considerarla infalible, libre de todo error y palabra final. Por eso he dado el nombre de bibliolatría al blog que están leyendo porque muchas veces me pregunto si la fe de algunos cristianos, principalmente evangélicos fundamentalistas, en lugar de estar puesta en Dios y en Jesucristo, no está puesta en la Biblia, la cual defienden a todo precio y contra todas las evidencias.
Permítanme presentar brevemente algunos ejemplos que trataré de desarrollar más adelante en otros artículos. Fieles a los conceptos de la época en que vivían, los escritores de los cuatro Evangelios nos transmiten la idea que Jesús estaba constantemente rodeados por sus discípulos hombres, cuando en realidad también había mujeres que le seguían en sus desplazamientos (Mateo 27.55, Lucas 23.55) La actitud de Jesús hacia las mujeres fue de gran respeto, de confianza y muchas veces fue en contra de las costumbres de la época, deteniéndose a hablar con ellas en el camino, como con la mujer samaritana (San Juan 4.7-30), como la mujer que tocó el manto de Jesús (Marcos 5.25-34) o como la mujer “pecadora” que interrumpió la cena en casa de un fariseo para lavar los pies de Jesús con perfume (Lucas 7.36-50). No condenó a la mujer sorprendida en adulterio (San Juan 8.1-11) Los cuatro evangelios mencionan que fue a las mujeres que se les confió en primer lugar el anuncio de la resurrección de Jesús.
Sin embargo, a través de los siglos, tantos cristianos han tenido una actitud misoginia que ha llevado a la explotación de la mujer y a la violencia contra ellas que aún en el siglo XXI nos cuesta tanto eliminar. Mismo la iglesia católica romana y varias iglesias evangélicas no les permiten hasta el día de hoy ser parte del ministerio sacerdotal o pastoral (aludiendo que los discípulos eran todos hombres) y en ciertos casos no les permiten hablar en público en las iglesias, so pretexto de un texto bíblico atribuido al apóstol Pablo (1º Corintios 14:34ss) Pensémoslo objetivamente: ¿están estas iglesias siguiendo las enseñanzas y el claro ejemplo de Jesucristo o justificando su machismo diciendo que siguen las enseñanzas de la Biblia, sin analizar la época ni la situación en que tales palabras fueron escritas?
Durante muchos años la Biblia se utilizó para justificar la esclavitud, aún hoy hay quienes la utilizan para prohibir el divorcio y para condenar a los homosexuales. Los estudiosos bíblicos más serios y eruditos, como las iglesias cristianas que hacen los estudios más profundos de las sagradas escrituras dicen claramente que las interpretaciones que acabo de señalar son no sólo erróneas, sino también mal intencionadas. Como todo libro, los escritos contenidos en la Biblia están condicionados a los conocimientos, a la cultura y a las creencias de la época en que fueron escritos. Han sufrido distintas interpretaciones a través de los siglos y hay mucha distancia en kilómetros, en años, en cultura y en idioma que nos separa de los mismos. Es un gran error leer hoy la Biblia como si fuese un libro de leyes eternas. Simplemente el diferente trato que se hace del hombre y de la mujer es inaceptable en el día de hoy. La concepción del mundo que tenían era totalmente errada y cuando oramos “Padre Nuestro que estás en los cielos…” nuestra visión no corresponde para nada con la visión original de esta plegaria…
¿Significa esto que debemos descartar la Biblia? ¡NO, para nada! Todo lo contrario. Debemos estudiarla de forma seria y crítica. Hay en ella una riqueza que ha sido la base de la civilización occidental. Hay una “revelación progresiva” que nos es indispensable para poder tener algún conocimiento del ser supremo a quien llamamos Dios. La Biblia nos narra la relación del ser humano con Dios, pasando con los israelitas de una concepción politeísta a una monoteísta. Era una época en que todo lo que sucedía se atribuía como acción divina: las tormentas, las lluvias, las guerras, las consecuencias de las mismas, el odio, el racismo, las decisiones de los gobernantes, etc. Poco a poco se comprende que hay responsabilidades tribales, sociales y también individuales.
Con la llegada de Jesucristo, muchos de estos conceptos comienzan a transformarse: algunos de forma casi inmediata y a otros les ha tomado siglos…. y hay entre algunos de los que se llaman sus seguidores, quienes todavía no los han comprendido. Ciertamente mi propósito no es decir que yo soy poseedor de la verdad. Durante muchos años, demasiados, he compartido errores de interpretación bíblica, simplemente siguiendo la tradición de las iglesias. Doy gracias a Dios por todos aquellos que me han ayudado en el camino a abrir los ojos y darme cuenta que las enseñanzas de Cristo no están en contradicción con la ciencia ni con los conocimientos del siglo XXI.
Mi propósito es simplemente compartir algo de lo que yo he ido descubriendo con la ayuda de hombres y mujeres de este siglo, completamente involucrados en su problemática social, conscientes de las dificultades que atravesamos, pero con una inquebrantable fe en Dios, tal como ha sido revelado en Jesucristo. Confío que lo que irán leyendo les ayude en vuestro camino. Vuestras preguntas y comentarios serán bienvenidos.
Palabras de Jesús, según San Juan 10.10
“Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.”