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General: ¿PUEDE SALIR ALGO BUENO DEL SUFRIMIENTO?
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¿PUEDE ALGO BUENO RESULTAR DEL SUFRIMIENTO HUMANO?
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¿Cómo puede resultar algo bueno del sufrimiento?
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El conocido psiquiatra Sigmund Freud trabajó como consejero, tratando de ayudar a las personas que tenían dificultades sicológicas. Sin embargo, fue lo suficientemente honrado como para reconocer que su habilidad para ayudar era limitada. Confesó que “curaba las miserias de los neuróticos tan sólo para llevarlos a la miseria normal de la vida” (Ernest Becker, The Denial of Death [“La negación de la muerte”], 1973, p. 271).
Freud estaba en lo cierto: no existe la vida totalmente libre de problemas. Como no podemos evitar todo el sufrimiento, debemos tener en mente que puede en ocasiones producir buenos resultados. Es más fácil soportar el dolor cuando lo vemos como un desafío, que cuando pensamos que es una maldición insoportable!
En la cultura occidental se ha reconocido generalmente el principio de que ciertas dificultades son benéficas y que pueden ayudarnos a madurar y a ser mejores personas, y esto es cierto. Sin embargo, el escritor Richard Kyle nos recuerda que, en gran parte, hemos entrado en la era post-cristiana, en la cual “el cristianismo ya no es lo que define los valores culturales” [“Los últimos días están aquí nuevamente”], 1998, p. 25).
Kyle describe---posiblemente sin saberlo---a ciertos integrantes llamados de la Kejilah...el sector cristiano de la Asamblea apocalíptica de Laodicea. La mente "postcristiana" rechaza el punto de vista bíblico tradicional según el cual la adversidad y el dolor —aunque no son placenteros y no los deseamos-- pueden finalmente producir algo bueno. Los Laodiceanos huyen de la adversidad y hacen lo posible por escapar del sufrimiento. No logran ver la mano de Yahweh en todo el proceso depurativo, ni siquiera su necesidad de depurar.
Expresiones tales como “Si se mantienen firmes, se salvarán” y “Es necesario pasar por muchas tribulaciones para entrar en el reino de Yahweh” (Lucas 21:19; Hechos 14:22, NVI), aunque son enteramente ciertas, ya no son aceptadas universalmente por la mayor parte de la tibia Kejilah de este tiempo del fin.
Claramente, la Torah enseña que la adversidad puede producir buenos resultados. Aunque Yahushua fue el Hijo de Yahweh, “por lo que padeció aprendió la obediencia; y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen” (Hebreos 5:8-9).
Aun la historia secular nos da muchos ejemplos de personas y naciones que, en ciertas condiciones difíciles, se sobrepusieron a ellas y lograron grandes cosas. Algunas veces una persona decidida ha sido la chispa que la nación necesitaba para sobrellevar momentos difíciles y alcanzar objetivos dignos y loables.
Un primer ministro que sirvió poderosamente a su nación Sir John Keegan afirmó que esto fue cierto en el caso de Winston Churchill e Inglaterra durante la segunda guerra mundial. En 1940, en medio de las peores horas del conflicto, Churchill trató valientemente de mantener unido al pueblo británico. “En una serie de magníficos discursos apeló al valor de su pueblo y a su grandeza histórica, y sacó adelante a Inglaterra”.
Por medio de sus poderosas palabras impuso su “voluntad e imaginación a sus conciudadanos” (revista U.S. News & World Report, 29 de mayo de 2000). Naturalmente sabemos que no fue por su propio poder, sino por la Volunhtad de Yahweh, pues no era tiempo aún de que el juicio viniera sobre la Tribu de Efrayim y el resto de la Casa de Israel dispersa por Europa y América. A no ser por Yahweh, ambos continentes hubieran sucumbido ante la amenaza Nazi, y su alianza con Japón. Pero en este caso Yahweh utilizó a Churchill.
Fortalecidos por la resolución de su primer ministro, los británicos resistieron un feroz embate de la fuerza aérea de Hitler y convirtieron un momento de prueba y derrota inminente en un triunfo que Churchill calificó como “la hora excelsa” de su nación. Keegan escribió que los británicos, bajo la amenaza de la invasión, “dieron un ejemplo íntegro de cómo se debe vivir la hora excelsa." Sacaron de los escombros a los muertos y a los vivos, patrullaron sus playas [y] se apretaron los cinturones” (ibídem).
Will Durant dijo que “un desafío que se enfrenta exitosamente . . . eleva el temple y el nivel de la nación y la prepara para afrontar los próximos desafíos” (Durant, ob. cit., p. 91).
Tal parece por sus comentarios, que en esos años, aún en el mundo no-llamado había mas sensatez que en algunos hermanos de la Kejilah actual.
La experiencia británica demuestra la necesidad de trabajar juntos y respaldarse mutuamente en los tiempos de adversidad. El Dr. Brand nos dice cómo se prepara él para lo peor: “Lo mejor que puedo hacer para prepararme para el dolor es rodearme de una amorosa comunidad que pueda estar conmigo cuando la tragedia me aflija” (Brand y Yancey, ob. cit., p. 236). Luego afirma que “el sufrimiento sólo es intolerable cuando a nadie le importa” (ibídem, p. 257).
Yahweh nos revela que el sufrimiento tiene un propósito muy noble: Debe ayudarnos a crecer en amor fraternal. “Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Mashiaj” (Gálatas 6:2). Cuando nuestra preocupación fluye hacia otros, el sufrimiento, por indeseable y doloroso que sea, puede ser una experiencia provechosa. Aprendemos la verdad de que “ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados” (Hebreos 12:11).
La creencia de que la aflicción puede traer grandes beneficios ha desaparecido casi completamente en la cultura occidental. Ha sido reemplazada por la idea de que el sufrimiento y las experiencias desagradables son algo injusto y debemos evitarlos a toda costa.
En parte, tal vez hayamos heredado esta idea de una sociedad que todo lo quiere arreglar al instante, y nos enseña que merecemos una píldora para cada dolor y una solución rápida para cada problema. También es en parte por la “mentalidad de víctima” —la negativa a enfrentar la responsabilidad de nuestras acciones o circunstancias— que puede debilitar a la sociedad que sucumba ante ella. Toda sociedad que reconozca que algunas veces la vida no es justa, y que definitivamente no es fácil —y responda valerosamente a este reto— se fortalecerá.
Según la perspectiva actual, el dolor es algo siniestro, un enemigo que debe ser evitado a toda costa, cuando en realidad lo que debemos de evitar a toda costa es el pecado que invariablemente nos trae dolor. Podemos tener esta perspectiva también, o podemos reconocerlo como una advertencia de que debemos cambiar algo que estamos haciendo. Si no podemos evitarlo, tal vez podamos aceptar su desafío y convertirnos en una persona más fuerte y mejor. De hecho, en ciertas ocasiones lo único que podemos hacer es soportar la dificultad y dejar que ésta refine nuestro carácter. El consejero Norman Wright escribió que “una crisis no siempre es algo malo. Puede producir un viraje decisivo en su vida, para hacer de ésta algo mejor . . . [Lleva consigo] la oportunidad de crecimiento y de cambio” (“Cómo tener una crisis creativa”], 1986, p. 15).
La Escritura nos recuerda que en todas las pruebas debemos enfocarnos en el futuro que se extiende más allá de nuestro presente y concentrarnos en los beneficios que éstas nos puedan traer: “Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna” (Santiago 1:4).
No permitamos que las pruebas nos abrumen. No estamos diciendo que debemos sufrir lo que podemos evitar. Pero si no podemos evitarlo, necesitamos aprender a hacer frente al sufrimiento y, si es necesario, aceptarlo. Si no aprendemos a hacer esto, nuestras dificultades pueden convertirse en problemas mayores si como resultado de la ansiedad que generan tomamos decisiones que alteren completamente nuestra vida.
El Dr. Martin escribe: “La tensión emocional y la ansiedad pueden impedir que durmamos adecuadamente y hacernos más proclives a fumar, beber cantidades excesivas de alcohol, comer demasiado las clases de comida que no son tan saludables, no tomar nuestros medicamentos, dejar de hacer ejercicio, consumir drogas nocivas, adoptar un comportamiento sexual peligroso, conducir demasiado rápido, tener un accidente violento y aun suicidarnos” (Martin, ob. cit., p. 55).
La tasa tan alta de suicidios en muchas naciones puede ser en parte un reflejo de la inhabilidad de las personas para aceptar que la vida puede ser difícil.
La Palabra Kodesh de Yahweh nos dice que Yahweh permite el sufrimiento porque tiene un propósito divino. Los creyentes saben que su Salvador, Yahushua Ja Mashiaj, sufrió y murió por ellos y que ellos deben seguir sus pisadas, lo que incluye el sufrimiento (1 Pedro 2:21). Yahushua soportó la agonía y murió para que Yahweh pudiera perdonarnos nuestros pecados y darnos vida eterna, durante la cual reinaremos con Yahushua Ja Mashiaj (Apocalipsis 5:10). Saber esto puede ayudarnos a afrontar mejor los problemas que tengamos en la vida.
El apóstol Shaul/Pablo nos recuerda que “si sufrimos, también reinaremos con El” (2 Timoteo 2:12). Yahushua Nuestro Rey de Reyes va a regresar a la tierra para gobernar y, al final, poner fin a toda tristeza y sufrimiento.
Fundamentalmente, el evangelio de Yahushua (el verdadero) originalmente difundido fue el mensaje de las buenas noticias acerca del venidero Reino de Yahweh (Marcos 1:14-15), el cual Yahushua establecerá a su regreso.
Inaugurará una época de paz y felicidad universales. Isaías profetizó acerca de la paz y el gozo que imperarán bajo su reinado: “No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento de Elojim, como las aguas cubren el mar” (Isaías 11:9). Cuando el conocimiento de Yahweh sea restaurado a la humanidad, y quitada toda influencia de Satanás, cesará todo el dolor que resulta de seguirlo a él en lugar de seguir a Yahweh.
Yahweh está llamando ahora tan sólo a unos pocos, relativamente, para que sean parte de su Pueblo escogido, la asamblea o verdadera iglesia de Yahushua. Los considera las primicias, los primeros frutos de su cosecha espiritual (Santiago 1:18); son escogidos, si es que permanecen fieles, para reinar con Yahushua. Pero no está llamando a todos ahora (Romanos 11:7-8, 25-26). “Ninguno puede venir a mí —dijo Yahushua mismo—, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero” (Juan 6:44).
Cuando Yahushua habló acerca de resucitar a los suyos en el día postrero, estaba hablando acerca de su retorno a la tierra. El apóstol Shaul nos da más detalles: “Porque Yahweh mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Yahweh, descenderá del cielo; y los muertos en Mashiaj resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir a Yahushua en el aire, y así estaremos siempre con Yahweh. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras” (1 Tesalonicenses 4:16-18).
Cuando entendemos y aceptamos el plan de salvación de Yahweh, encontramos mucho consuelo en Su Verdad. Cuando Yahushua venga, aquellos que se hayan arrepentido y lo hayan reconocido a El como su Salvador y le hayan rendido sus vidas en sumisa obediencia, tendrán consuelo. Ya no sufrirán más. Yahweh les dará vida eterna en un nuevo cuerpo —un cuerpo espiritual— que no conocerá el sufrimiento (1 Corintios 15:35-54).
Entonces nos daremos cuenta de algo que sólo podíamos entender en parte mientras estábamos en la carne: “Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse” (Romanos 8:18).
Aquellos que lleguen a entender el gran propósito y el llamado de Yahweh, todavía experimentarán dolor y sufrimiento en esta vida (v. 23), pero entenderán por qué. Mirarán hacia la época en la que Yahweh les dará vida eterna y les permitirá gobernar con Yahushua en su reino. Otra vez el apóstol Pablo nos exhorta: “Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras”(1 Tesalonicenses 4:18).
Pablo aclara que los creyentes, al igual que el Mashiaj, deben sufrir: “Porque a vosotros os es concedido a causa de Mashiaj, no sólo que creáis en él, sino también que padezcáis por él” (Filipenses 1:29). Pedro, el apóstol Kefa--- les recuerda a los hermanos que deben esperar sufrir porque Yahweh puede valerse del sufrimiento para ayudarles a purificarse de algún error:
“Puesto que Yahushua ha padecido por nosotros en la carne, vosotros también armaos del mismo pensamiento; pues quien ha padecido en la carne, terminó con el pecado, para no vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a las concupiscencias de los hombres, sino conforme a la voluntad de Yahweh” (1 Pedro 4:1-2).
Como Yahushua explicó, sus seguidores deben entender que tendrán sufrimiento. Pero Yahweh algunas veces nos permite sufrir porque el dolor nos enseña a abstenernos del pecado aun bajo las circunstancias más difíciles. Cuando Yahweh nos permite sufrir debido a nuestras decisiones erróneas, en realidad está actuando misericordiosamente.
¿Por qué es esto así? Porque la consecuencia de que sigamos pecando cuando sabemos la verdad (y no nos arrepintamos), sería la muerte eterna.
El escritor del Salmo 119 afirmó: “Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba; mas ahora guardo tu palabra” (v. 67). Nos dice que el sufrimiento es un recordatorio de las consecuencias del pecado; que el sufrimiento puede producir beneficios a largo plazo que tal vez no podamos discernir mientras estemos afanados con nuestro dolor emocional o físico.
El Dr. Brand ha trabajado durante varios años tratando pacientes leprosos en la India y en América. Después de años de labor, ha llegado a conclusiones asombrosas en cuanto a la patología de la lepra. La víctima de la lepra generalmente tiene que afrontar el hecho de que sus extremidades —dedos, uñas, pies y aun la nariz y las orejas— se deterioran hasta el punto de que se descomponen completamente y se caen, pero nadie había podido saber por qué ocurría esto.
Antes de las investigaciones del Dr. Brand, los médicos simplemente suponían que los leprosos tenían la maldición de tener una “carne deficiente.” El Dr. Brand descubrió que el problema radica en el bacilo de la lepra, que ataca los nervios de diferentes partes del cuerpo y desencadena un proceso degenerativo que finalmente conduce a la muerte de los nervios. Cuando esto ocurre, si el paciente se hiere o aun se quema una parte de su cuerpo que esté afectada por este bacilo, no siente ningún dolor. Como no siente dolor, continúa usando esa parte de su cuerpo, y el uso repetido de la parte afectada agrava aún más el daño tisular. Finalmente, el tejido se daña tanto que la carne se muere y después se desprende.
El Dr. Brand empezó a tratar las heridas de los leprosos, protegiéndolas, algunas veces con yeso. Con frecuencia las heridas sanaban y ya no presentaban mayores problemas. La carne que era protegida sanaba, aunque la persona leprosa nunca volvía a tener sensibilidad en esa zona, porque el tejido nervioso había sido dañado irreversiblemente. Él concluyó que el dolor es un aviso como regalo de Yahweh que nos advierte de que algo anda mal.
El dictamen final del médico se aplica a la mayoría de las enfermedades, no sólo a la lepra. Cuando nos herimos, debemos responder a las señales de nuestro cuerpo y tomar medidas que alivien el dolor y quiten la causa subyacente de éste.
En su conclusión, el Dr. Brand escribió: “No tenía la menor idea de lo vulnerable que se vuelve el cuerpo cuando hay una falla en su sistema de alarma” (Brand y Yancey, ob. cit., p. 121).
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Podemos trazar un paralelo espiritual con el descubrimiento del Dr. Brand. Hay cierto sufrimiento que es el resultado de nuestros propios pecados o necedad. A veces esto desencadena consecuencias negativas y dolorosas en nuestro cuerpo. En ciertas ocasiones Yahweh permite que pasemos por tales experiencias, y hasta que suframos, para hacer que pongamos atención a lo que estamos haciendo y cambiemos nuestro comportamiento, actitud o convicciones, y lo pongamos en armonía con Su Voluntad.
Buena parte del dolor físico y mental que padecemos se debe a la infracción a los mandamientos de Yahweh, ya sea que lo hagamos a sabiendas o inadvertidamente. Como dijera un psiquiatra: “La mitad de las personas que van a las clínicas quejándose de molestias físicas están diciendo en realidad ‘Lo que me duele es mi propia vida’” (ibídem, p. 251).
En ocasiones pecamos pero no sentimos el dolor inmediatamente, aunque quizá Yahweh nos lo haga sentir después, permitiendo que algún problema o dificultad nos aqueje. “Porque el Padre al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo”(Hebreos 12:6).
Las Sagradas Escrituras nos muestran varios ejemplos de hombres y mujeres cuyas vidas ilustran este principio. Cuando Yahweh permite que las dificultades nos afecten con el fin de hacernos caer en cuenta de nuestros errores o fallas en nuestro carácter, no está actuando de manera diferente de como actúa un padre amoroso. Los padres y las madres que aman a sus hijos dedican tiempo y esfuerzo enseñándoles lecciones para su propio bien. Yahweh hace lo mismo porque quiere que aprendamos (Hebreos 12:5-11).
Algunas veces Yahweh permite que suframos para que aprendamos a diferenciar entre el bien y el mal, que aprendamos a reconocer cuánto dependemos de El y de Su Torah o instrucción. Por lo tanto, no debe sorprendernos el hecho de que la vida, aun para un creyente, tiene momentos de dificultad y de prueba (1 Pedro 4:12-13).
En otras circunstancias tal vez el sufrimiento no sea el resultado del pecado, sino porque Yahweh desea refinar y fortalecer cierto aspecto de nuestro carácter.
Tal como un músculo se atrofia si no lo usamos, nuestra fe y nuestro carácter se pueden atrofiar si no se ejercitan adecuadamente. La Palabra hay que ponerla en acción, o por obra, para que no resultemos vacíos o inservibles.
Pedro habló acerca del valor de las pruebas cuando explicó: “En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos por diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Yahushua Ja Mashiaj" (1 Pedro 1:6-7).
Debemos entender que aunque Yahweh permite que tengamos pruebas y dificultades en la vida, no es indiferente cuando eso ocurre. Yahweh es un padre amoroso y compasivo que no encuentra ninguna alegría al vernos sufrir. ¿Cómo se siente Yahweh hacia nosotros en esos casos?
“Depositen en El toda ansiedad, porque El cuida de ustedes” (1 Pedro 5:7, NVI). Estas palabras nos enseñan que en algunas ocasiones Yahweh es el único en quien podemos confiar para que nos dé la fuerza que necesitamos para soportar la adversidad. Cuando padecemos, Yahweh desea que nos acerquemos a El. Ha prometido ayudarnos cuando lo hagamos así. Pablo escribió que Yahweh consuela a los humildes (2 Corintios 7:6), pero debemos pedirle su ayuda. Nos promete que no seremos probados más allá de lo que podamos resistir, y que juntamente con la prueba nos dará ya sea el socorro o la fuerza para que podamos soportar (1 Corintios 10:13).
Necesitamos creer en Yahweh y en Sus promesas, y pedirle que cumpla Su Palabra, especialmente cuando sentimos que estamos a punto de desfallecer. Necesitamos entender que Yahweh con frecuencia protege a los que le buscan.
“Yahweh afirma los pasos del hombre cuando le agrada su modo de vivir; podrá tropezar, pero no caerá, porque Yahweh lo sostiene de la mano” (Salmos 37:23-24).
Teniendo esto en mente, conviene leer el Salmo 91. Debemos pedirle a Yahweh que nos proteja y que proteja a nuestros seres queridos. Él escucha las oraciones del justo (Santiago 5:16; 1 Pedro 3:12) y protege y bendice a su pueblo. Sin embargo, muy pocos tienen la fe para ser inmune a los caprichos del tiempo y la ocasión. Cuando éstos nos afecten negativamente, debemos pedirle que nos dé un descanso en nuestro sufrimiento de tal forma que éste no exceda nuestra capacidad de perseverar, y que nos dé la fuerza para resistir hasta donde sea necesario.
Las investigaciones han demostrado que la capacidad que una persona tiene para soportar el dolor aumenta al sentir que tiene control sobre él. Debemos hacer todo lo que podamos por relajarnos, manejar la situación y lograr el control de nuestro sufrimiento. Entonces nos daremos cuenta de que no somos juguetes a merced del dolor y que podemos decidir controlar nuestras actitudes y respuestas frente al sufrimiento.
Como siervos de Yahweh debemos aprender que a fin de cuentas El está en control y que es misericordioso. Desea ayudarnos y librarnos, y puede hacerlo. Sus oídos están atentos a nuestras oraciones (1 Pedro 3:12). Pero espera que confiemos en su juicio y en el momento que él estime oportuno intervenir, y que confiemos en él incondicionalmente. “Porque hermanos, no queremos que ignoréis acerca de nuestra tribulación que nos sobrevino en Asia; pues fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar la vida. Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Yahweh que resucita a los muertos; el cual nos libró, y nos libra, y en quien esperamos que aún nos librará, de tan gran muerte” (2 Corintios 1:8-10).
Entre tanto, tal vez podamos comprender la sabiduría de las palabras de Santiago: “Hermanos míos, ustedes deben tenerse por muy dichosos cuando se vean sometidos a pruebas de toda clase. Pues ya saben que cuando su fe es puesta a prueba, ustedes aprenden a soportar con fortaleza el sufrimiento. Pero procuren que esa fortaleza los lleve a la perfección, a la madurez plena, sin que les falte nada” (Santiago 1:2-4, Versión Popular).
Las palabras de Santiago quizá suenen irreales a los habitantes del mundo occidental, porque muchos viven con la ilusión de que seremos capaces de abolir el dolor. Santiago vivió en una sociedad en la cual las personas frecuente y regularmente tenían que enfrentarse al sufrimiento. Estaban más acostumbradas a los beneficios del dolor de lo que estamos nosotros.
Una vida sin dolor es imposible. Necesitamos enfrentar la realidad de que Yahweh puede enseñarnos lecciones invaluables por medio de nuestro sufrimiento.
Esto no significa que el sufrimiento deba parecernos placentero. Aunque reflexionemos acerca del dolor y tratemos de prepararnos; cuando éste llega, la experiencia es algo que nos despierta bruscamente. El dolor llega a nuestras vidas y se instala como una realidad sobrecogedora. Es un enemigo indeseado, o al menos así nos parece.
Pero el sufrimiento y las pruebas pueden ser de mucha ayuda, en el sentido espiritual, al prepararnos para el propósito que Yahweh tiene de llevarnos a Su reino. Algunas veces nuestra reconciliación con el sufrimiento ocurre mucho después del hecho, después de haber perseverado y entendido la madurez espiritual que puede producir en nosotros.
La liberación final del dolor y de las dificultades proviene de Yahweh, después de haber orado y confiado en El. Poco antes de sufrir el suplicio de la crucifixión, Yahushua Ja Mashiaj oró así:
“Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú” (Mateo 26:39).
¿Por qué Yahweh permite el sufrimiento? ¿Cómo puede resultar algo bueno del sufrimiento?
Pedro nos recuerda los frutos positivos de afrontar la adversidad: “Mas el Elojim de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Yahushua Ja Mashiaj, después que hayáis padecido un poco de tiempo, El mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca” (1 Pedro 5:10).
Cuando entendemos los beneficios que se pueden derivar del sufrimiento, podemos soportarlo mejor. Victor Frankl, un sicoterapeuta que sobrevivió al campo de concentración de Auschwitz en la segunda guerra mundial, descubrió la importancia de encontrarle sentido a la vida, especialmente en medio de las peores circunstancias. Se dio cuenta de que los prisioneros que se mantenían enfocados en una meta eran mucho más proclives a sobrevivir.
Aunque nos parezca muy difícil ver los beneficios espirituales del sufrimiento, podremos comprenderlos cabalmente cuando recibamos la vida eterna en el Reino de Yahweh (2 Pedro 1:11). En ese reino ganaremos muchísimo más de lo que hayamos perdido por elsufrimiento en esta vida. Como Shaul lo explica: “De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros” (Romanos 8:18, NVI). Y nos recuerda que “a los que aman a Yahweh, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que son llamados conforme a su propósito.” (v. 28). Yahweh inspiró a Pablo para que escribiera esto, ¡y nosotros debemos creerle!
El sufrimiento nos ayuda a alcanzar nuestro potencial de ser hijos de Yahweh Elojim (1 Juan 3:1). Con su ayuda, podemos tener buenos resultados de ello. Un poeta lo expresó así: A cada uno se le ha dado una bolsa de herramientas, una roca sin forma y un libro de reglas.
Cada uno debe hacer, mientras aún tenga vida, una roca de tropiezo o una piedra para escalar. La piedra para escalar es el camino al Reino de Yahweh.
El apóstol Pablo nos dice que además de ser hijos de Yahweh, también somos “herederos de Yahweh y coherederos con Mashiaj” (Romanos 8:16-17). Si somos herederos, entonces ciertamente tenemos una herencia. La Palabra de Yahweh revela que nuestra herencia no será un futuro de ocio y holgazanería, sino algo de gran responsabilidad.
Las Escrituras nos revelan que, de una manera real, los fieles heredaremos las propiedades del Padre y sus ocupaciones en el Reino. Tenemos mucho que aprender de nuestro Padre, y El nos da tiempo para que crezcamos y progresemos. Quiere enseñarnos lo que necesitamos para poder desarrollar el carácter que busca en cada uno de nosotros.
No existe ningún atajo, via alterna ni camino substituto para llegar a donde Nuestro Padre nos quiere llevar. El conocimiento por sí solo no es suficiente. El carácter no se puede desarrollar de la noche a la mañana. Por eso Pablo nos dice que seremos herederos “si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados” (v. 17). Así como Yahushua Ja Mashiaj aprendió y fue perfeccionado por el sufrimiento (Hebreos 5:8-9), así también nosotros nos perfeccionamos por medio de las dificultades a fin de poder heredar juntamente con El en el Reino de Yahweh.
La increíble promesa de esta herencia conjunta —ser hijos de Yahweh en su familiam eterna (Romanos 8:14-23) — nos ayuda a explicar por qué debemos sufrir. Si nuestro futuro fuera simplemente descansar en el cielo y contemplar a Yahweh eternamente, El podría tomarnos ya o dejarnos aquí y protegernos de toda forma de adversidad y dolor. Semejante futuro no exigiría nada de nosotros.
Pero nuestro futuro es muchísimo más grande que esto. Mientras más grandes sean las responsabilidades que Yahweh nos tiene preparadas, más grandes serán los desafíos que tendremos que afrontar para poder cumplirlas en el Reino!
Por este motivo, "somos llamados a través de muchas tribulaciones/aflicciones!" No existe otra manera de poder entrar al Reino victoriosamente!
Que el amor y la gracia de Nuestro Adorado Padre Yahweh esté en todos ustedes y produzca abundante fruto mediante buenas obras y paciencia para soportar las aflicciones!
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