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General: COMENTARIOS ACERTADOS EN TORNO AL PERDON
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comentarios acertados en torno al PERDON
¿Debo perdonar sin la existencia de arrepentimiento? ¿Es lo que manda la Torah?
¿Fue este el ejemplo de Yahushua? ¿Hace bien a mi prójimo perdonarlo sin arrepentirse?
El perdón incondicional es la cancelación de una deuda a todos los que nos ofenden intencionadamente, ya sea que admitan o no lo que han hecho. Sin embargo, ofrecer perdón cuando no hay arrepentimiento no corresponde al ejemplo bíblico de perdón que se nos ha revelado (Lucas 17:3,4).
La Palabra Kodesh de Yhwh dice que hemos de perdonar al prójimo como Yhwh nos perdonó a nosotros (Efesios 4:32; Colosenses 3:13). Nuestro Abba Yhwh nos perdona cuando nos arrepentimos (Marcos 1:15; Lucas 13:3,5; Hechos 3:19). Pero Él no concede el perdón de forma incondicional a los que endurecen la cerviz y se niegan a arrepentirse. Por esta razón es menester reconocer nuestro pecado y arrepentirnos de forma sincera para poder recibir y disfrutar del perdón misericordioso y abundante de Yhwh. Nuestro Padre Yhwh requiere arrepentimiento profundo y sincero y nosotros debemos requerirlo también.
El arrepentimiento es importante porque es la única esperanza que tiene la persona de cambiar verdaderamente (Mateo 18:3; Hechos 26:20). Si no admitimos nuestro pecado, el pecado permanece en nosotros y es imposible ser transformados. Si no estamos agudamente conscientes de la dirección pecaminosa en que van encaminados nuestros actos o nuestras vidas, no veremos la necesidad de ajustar la dirección. El arrepentimiento demuestra que necesitamos a Yhwh y a Su Hijo Yahushua Ja Mashiaj para que nos ayuden a cambiar nuestra manera de pensar, actitudes y conductas.
Una persona que no se arrepiente mantiene un sentido de control sobre su vida a través del orgullo, lo cual puede llevar a la destrucción, la violencia y la animosidad (Proverbios 8:13; 16:18; 29:23). Volverse hacia Yhwh en teshuvá (arrepentimiento) es absolutamente necesario para romper el ciclo de conductas destructivas y los errados patrones de relacionarse con los demás que Yhwh denomina "maldiciones" por desobediencia y que enumera en el libro de Deuteronomio. Si como creyentes no requerimos el arrepentimiento genuino de parte del ofensor, no le amamos realmente, pues impedimos que esa persona vea su urgente necesidad de Yhwh y de experimentar Su perdón. El no esperar el arrepentimiento nos conlleva a cometer un pecado de omisión, pues realmente contribuímos a que la persona continúe impenitente en su pecado y posiblemente siga cometiendo otros similares. Esto puede llevar al ser humano a perder su salvación. La Torah enseña que nosotros tenemos que advertir a nuestro prójimo cuando esté pecando. (Ezekiel 18). Para decirlo de una manera sencilla, el perdón es un proceso de dos vías: arrepentimiento de parte del ofensor, y perdón de parte del ofendido.
Cuando el proceso del arrepentimiento y el perdón no se lleva a cabo, el ofensor queda bajo juicio, en pecado impenitente, hasta que se arrepienta. Por otra parte, el dolor que siente la parte ofendida podría llevar al odio, la amargura y el deseo de venganza. Puesto que deseamos desesperadamente el alivio del deseo consumidor de desquitarnos, podemos vernos tentados a dejar el asunto o a «perdonar» sin confrontar nunca a la persona ni esperar a que muestre remordimiento.
Sin embargo, es incorrecto asumir que si no perdonamos a alguien de forma incondicional, necesariamente vamos a sentirnos agobiados por el odio, la amargura y los deseos vengativos. Eso no es necesariamente cierto, porque la Torah dice que hemos de amar a una persona ya sea que muestre o no remordimiento. Podemos amar a nuestros enemigos, aún sin ellos resolver lo que tengan pendiente con nosotros. En muchos casos, es una mayor muestra de amor retener el perdón hasta que se haya demostrado un cambio de corazón, que ofrecer perdón sin que el ofensor reconozca que ha hecho el mal deliberadamente o sin intención.
En vez de ceder a la venganza podemos suavizar nuestros corazones hacia aquellos que nos hayan herido cuando admitimos humildemente que nosotros también hemos herido a otros. Es únicamente por la gracia de Nuestro Abba Yhwh que podemos disfrutar de Su bondad hacia todos nosotros. Es igualmente importante considerar que podemos tener fe en que Yhwh se vengará si es necesario (Levítico 19:18; Romanos 12:19-21) y en que Él va a hacernos responsables de lo que hagamos (Romanos 14:12; Hebreos 4:13). No tenemos que preocuparnos mucho porque Yhwh note nuestro dolor (Salmo 147:3). Con ese pensamiento podemos demostrar una confianza más profunda en Nuestro Padre Creadr y ser guiados a orar por aquellos que nos hayan herido.
Sí, ciertamente también el perdón incondicional se puede conceder sin que el ofensor sepa nunca que nos hirió o que le hemos perdonado sin arrepentirse. Pero este «perdón» unilateral no es lo mejor para nosotros ni para la persona que ha pecado. Devalúa el significado del arrepentimiento y roba, tanto al ofensor como a nosotros, la oportunidad de crecer en Yahushua Ja Mashiaj. Recordemos que cuando pecamos contra el prójimo, la Escritura Kodesh enseña que realmente lo que hayamos hecho a uno de nuestros hermanos se lo habremos hecho a Yahushua.Un enemigo se puede definir como aquel que intencionadamente nos hiere, es destructivo, y en quien no se puede confiar por su falta de remordimiento. El perdón incondicional implica que nuestra respuesta a nuestros enemigos debe ser ofrecer perdón sin interés ni respuesta de parte del ofensor. Sin embargo, la Escritura Kodesh de Yhwh enseña que debemos responder a nuestros enemigos en amor (Mateo 5:44). Este amor provee la paciencia, disposición y la oportunidad para ofrecer y ejercer un perdón pleno y real en el momento futuro que a nuestro ofensor se le conceda el arrepentimiento. Las Escrituras no enseñan que necesitamos perdonar a nuestros enemigos empeñados en hacernos daño. Lo que enseñan es que debemos amarlos y orar por ellos. Un buen ejemplo de ésto fue cuando Yahushua, antes de morir, pidió con todo amor: "Padre mío, perdónalos porque no saben lo que hacen." El no estaba perdonando a los planificadores de su muerte (fariseos judíos), ni tampoco a los ejecutores de la sentencia (guardias romanos) en ese momento, pero con esta actitud amorosa dejaba la puerta abierta para su perdón en cualquier momento en que alguno se pudiera arrepentir. Amor y perdón no son sinónimos. El propósito máximo del perdón es la sanidad de nuestras relaciones con nuestro prójimo y con Nuestro Padre Creador. Dicha sanidad ocurre únicamente cuando el ofensor se arrepiente y demuestra remordimiento, y el ofendido concede el perdón y demuestra una aceptación de amor. Arrepentirse del pecado es tanto un requisito para salir del pecado como lo es el perdonar a quien se arrepienta. El perdón pleno y amplio del verdadero arrepentido es un mandato que a la vez sirve como vara de medir nuestro futuro juicio, siendo que "en la misma medida en que perdonamos seremos perdonados." |
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