La sangre del nuevo pacto, cuando se celebraba la pascua
El sacrificio y la sangre del cordero el mismo día que los israelitas fueron liberados de la esclavitud de Egipto, les quedó asentado como un precedente histórico para la celebración de la pascua; y que así cuando esta se celebraba en tiempos de Poncio Pilato, gobernador de Judea, Jesucristo fue inmolado para derramar su sangre en remisión de los pecados del pueblo.
Jesucristo con su sangre no sólo al pueblo le hizo la remisión de los pecados, sino también pudo instituir un nuevo pacto sobre la cruz del calvario; y lo que vino a ser parecido, a cuando el libro del Viejo Pacto y el pueblo israelita de la antigüedad, habían sido rociados con sangre. Pues bien lo afirmó el Apóstol Pablo, que para la institución del primer pacto una vez de haber sido leída por Moisés la Ley de los mandamientos, no fue sin la sangre rociada a todo el pueblo y al mismo libro. Indicando y finalizando al afecto, que era la sangre del pacto, que Dios os había mandado; y que casi todo es purificado, según la ley con sangre, y sin derramamiento de esta no se hace remisión. (Ex. 24.7-8; y Heb. 9.18-20,22).
Finalmente fue importantísima la expresión aducida por Jesucristo, cuando reunido de noche con sus discípulos y dándole en una copa el vino que representaba la Sangre del Nuevo Pacto, les dijo que por muchos la derramaría para la remisión de los pecados (Mt. 26.28; Mc. 14.24).