La Adoración a Cristo
La adoración a Cristo, es sin lugar a dudas, una de las tantas fortalezas espirituales de todo cristiano. Con la que mayormente en nuestras debilidades y necesidades, se logra tener su presencia activa con nosotros; y a estos efectos, todo lo puedo en Cristo Jesús que me fortalece (Flp. 4:13). Sin embargo, hay quienes creyendo que el Padre y Cristo no es el mismo Dios, han hecho una distinción herrada al argumentar que la adoración le pertenece sólo al Padre y no al Hijo. ¿Están acaso en lo cierto?
En materia de adoración, no hay veracidad en lo que del Padre y del Hijo ellos dicen, porque la adoración a Cristo se hace eminente por lo que a esto en tanto sigue:
Heb. 1:6: Y otra vez, cuando introduce al Primogénito en el mundo, dice: Adórenle todos los ángeles de Dios.
Mt. 28.16-17: Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había ordenado, y cuando le vieron, le adoraron, pero algunos dudaban.
Jn. 9.35-38: Oyó Jesús que le habían expulsado, y hallándole, le dijo: ¿Crees tú en el Hijo de Dios? Respondió el y dijo: ¿Quién es Señor, para que crea en él? Le dijo Jesús: Púes lo has visto, y el que habla contigo, él es. Y él dijo: Creo, Señor; y le adoró. Dijo Jesús: Para juicio he venido yo a este mundo; para que los que no ven, vean, y los que ven, sean cegados.