Saulo de Tarso, antes y después de su conversión a Cristo:
Saulo, nacido en Tarso de Cilicia, instruido bajo los pies de Gamaliel, ciudadano romano, y quien además de haber consentido en la muerte de Esteban, tenía autorización de los principales sacerdotes, de perseguir y aprehender a los miembros de la iglesia de Cristo que estaba en Jerusalén, con el fin de azotarlos en las sinagogas, obligarlos a blasfemar mediante castigo y encerarlos en la cárcel, donde algunos fenecieron; y quien aun de no estar conforme con esto, también persiguió a los discípulos de Cristo en las ciudades extranjeras (Hc. 7:54-60; 8:2; 22:3; 22:25-29; y 26:9-11). Además de ser fariseo, extremamente celoso de la tradición de sus padres, era enemigo acérrimo de Jesucristo, y por lo tanto de la llamada secta de los nazarenos.
Contra Saulo luego de su conversión y bautismo, hubieron complots para asesinarlo, pero gracias primeramente a los discípulos de Cristo, y posteriormente a la acción realizada por el tribuno, se pudo escapar y salvar; y el cual en lo adelante y con el nombre también de Pablo, ya había modificado sus puntos de vista con respecto a Jesucristo (Hc. 9:1-25; y 23:1-35…….). Ahora era un miembro más de la citada secta y un excelente predicador del Dios no conocido (Hc. 24.5; 28.22; y 17:22-31).
En el cumplimiento de su ministerio, de él se tiene memoria en el Libro de los Hechos, que antes de ser apresado en Jerusalén, su conversión a Jesucristo ocurrió cerca de Damasco, en la cual predicó con denuedo, estando acechado por quienes habían hecho votos para causarle la muerte; y después viajó a otras ciudades, entre las que fue apedreado en Listra, y luego tuvo problemas con los efesios, porque algunos por la ganancia que hacían respecto a las esfinges de la Diosa Diana, tenían temor de perderla, puesto sabían lo pregonado por Pablo, de no ser dioses los ídolos hechos por la mano del Hombre (Hc. 9:1-25; 14:19-20; y 19:23-40). Además escribió varias cartas o epístolas, donde a cada quien le dejó la manera como debían conducirse en la iglesia de Cristo, aconsejando de no ser engañados por medio de filosofías y huecas sutilezas, exhortando a no desmayar por las tribulaciones, oponiéndose a las divisiones, y advirtiendo de no enseñar diferente doctrina, ni poner atención a fabulas y genealogías interminables (2 Col. 8-9; Ro. 5:3;1ª de Corintios 1:10-13; 2 Timt. 4.6; y 1 Timt. 1:3-4).
Pablo aunque sentía gran dolor y tristeza en su corazón, porque quería ser anatema por amor a sus parientes de la descendencia de los patriarcas, lo vemos en su persistencia de ser un instrumento de Cristo, como soldado que había peleado la buena batalla; y quien por este motivo, finalmente fue sacrificado (Ro. 9.1-5; y 2 Timt.4:6-7).