LAS OBRAS DEL DIABLO:
Las obras del Diablo comienzan desde el principio.
Inician con Eva, cuando en el Huerto del Edén a solas se encontraba. El Diablo
con la tentación de hacerla pecar para que desobedeciera al mandamiento del
Altísimo en cuanto a no comer del árbol prohibido, se convirtió en el
adversario, en el primer homicida y padre de mentiras (Gn. 3:1-3; y Jn. 8:44).
Su primer homicidio y mentira, fue causar la muerte a los primeros especímenes
de la raza humana, al lograr su objetivo perverso, tras decirle astutamente
mediante la serpiente a Eva, que no moriréis (Gn. 3:4); y desde luego
prosiguieron los consiguientes hechos en contra del Padre Creador, pero a poco
tiempo que Satanás consumió su primera adversidad en contra del Altísimo, éste
determinó la enemistad entre la simiente de la mujer y la simiente de la
serpiente, para ya dejar un soporte de proceder a destruir a futuro, las obras
del diablo mediante Jesucristo (Gn. 3:14-15; y 1 Jn. 3:8).
Dentro de las obras del Diablo que inicialmente
consistió en hacer desobedecer a la humanidad con el árbol prohibido, está la
idolatría, la hechicería, los hurtos, la violencia, los homicidios, la
destrucción, la perversión, la borrachera, el adulterio, la fornicación, los
actos inmorales entre otros, que a la vez algunas de estas, están enmarcadas
dentro de las obras de la carne (Gl. 19-21).
No obstante a esas obras, se impuso el sacrificio de
Jesucristo sobre la estaca de crucifixión y su Evangelio, que insta al
arrepentimiento y conversión al Señor, con el objeto del perdón de los pecados,
no tener la condenación eterna y obtener en su debido momento, la primera
resurrección de entre los muertos; y por consiguiente la vida eterna con un
cuerpo perfecto y glorificado, a diferencia del cuerpo humano actual, que se
enferma, se envejece y muere, como producto del pecado, que por el primer
hombre pasó a todos los
hombres, como dice las escrituras: "Por tanto, como el pecado entró
en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a
todos los hombres; por cuanto todos pecaron" (Ro. 5:12).