SEGUNDA VENIDA DEL MESÍAS Y EL ARREBATAMIENTO DE
LOS ELEGIDOS ¿ANTES O DESPUÉS DE LA MANIFESTACIÓN DEL HIJO DE PECADO Y LA GRAN
TRIBULACIÓN?
La segunda venida del Mesías y el arrebatamiento de sus elegidos que
sucederá en su debido momento, ha traído desavenencias entre algunas tendencias
del cristianismo, porque a la contraria de los que dicen que ocurrirá antes de
la gran tribulación, hay quienes alegan que después de esta será, cuando se
estén por cumplir los tres años y medio de la manifestación del hijo de
perdición. Contradicciones estas por las que para determinar si es antes o
después de la manifestación del hijo de pecado y de la gran tribulación, hay
que adentrarse en las Sagradas Escrituras, para ver lo que en esta se afirma,
sin la interposición de meras opiniones personales de privada interpretación,
que contradicen lo que de verdad el Señor ha determinado en lo que al respecto
ha de acontecer.
Por lo que para precisar lo que a ello atañe de cuándo ocurrirá el
extraordinario evento de la segunda venida del Mesías y el arrebatamiento de
los elegidos, es ineludible la alineación de lo inicialmente vaticinado por el
Eterno mediante sus profetas, con las correspondientes predicciones que están
en tres de los Evangelios Sinópticos, en Primera y Segunda de Tesalonicenses y
en el Apocalipsis, de la manera ordenada y concatenada que se ve a continuación:
1) La
revelación anticipada de la venida del Señor:
El primer profeta en dar a conocer la segunda venida del Señor, fue
Enoc séptimo desde Adán, que lo vio venir con decenas de millares (Jd. 1:14).
Seguido de Moisés, quien al final de sus días también vaticinó, que el Señor
vino de Sinaí, resplandeciendo desde el monte de Parán, y viniendo de entre
diez millares de santos, con la ley de fuego a su mano derecha (Dt. 33:2).
Además con suma relación, también es lo que Zacarías predice, porque vaticina
que el Señor su Elohim, vendrá con todos sus santos, cuando no será de día ni
de noche, pero que al caer la tarde habrá luz (Zc. 14:5-7). Otro tanto de la
llegada del Señor, es lo que él aporta mediante el profeta Isaías, que este
entre otras cosas vaticina viendo al Señor, viniendo de Edom, de Bosra con
vestidos rojos, siendo hermoso en sus vestidos, y marchando en la grandeza de
su poder (Is. 63:1-6). En este mismo vaticinio aclara lo rojo de la vestidura
del Señor, quien en el día de su venganza hallada en su corazón, que por estar
lleno de ira a causa de sus redimidos, ha pisado solo en el lagar, derramando
en tierra la sangre de todos los pueblos. Esta profecía remite al lector, a lo
que en relación tiene que ver con la destrucción que de parte del Señor le ha
de ocurrir a los ejércitos de todos los pueblos, que se reúnen con sus reyes,
el anticristo y el falso profeta en la planicie de Meguido o lugar llamado:
Armag-edom "Armagedón" (Ap. 16:16). En este lugar fuera de la ciudad,
es donde el Señor pisa el lagar de la ira del Elohim Todopoderoso, momento
cuando desciende con los ejércitos celestiales, en caballos blancos (Ap.
19:11-21; y 14:17-20). Otra profecía, es la anunciada en el libro de Joel, en
el que hay un preludio del día del Señor como grande y espantoso. Antecediendo
su venida, con el convertimiento del sol en tinieblas, y la luna en sangre (Jl.
2:31). Esta última profecía, está a la par con lo que por señales de esa
venida, se predice en tres de los Evangelios Sinópticos (Mt. 24:29; Mc. 13:24;
y Lc. 21:25-26).
2) El
vaticinio del Divino Maestro de lo que sucedería para que luego se pueda ver, la
señal del Hijo del hombre:
El Mesías con ocasión de la pregunta hecha por sus discípulos, en
cuanto a cuándo y que señal habrá para el acontecimiento de lo que ha de
ocurrir con referencia a lo dicho de su boca, que no quedará piedra sin
derribar, de los edificios que con asombro se refirió uno de ellos, y por lo
tocante a su venida y el fin del siglo, fue propicio en proferirles algunas
advertencias y revelarles los siguientes eventos registrados en tres de los
Evangelios Sinópticos, que en el transcurrir del tiempo se han ido cumpliendo,
tal y como él les anunció que irían acaeciendo:
"No dejarse embaucar por nadie, ya que vendrán
muchos en su nombre, haciéndose pasar por él, y a muchedumbres engañarán; Rumores de guerra y levantamientos de
nación contra nación, pero todavía no es el fin; Pestes, terremotos en muchos
lugares, hambres y alborotos, como principio de dolores, y entonces serán
entregados a tribulación y os matarán, y serán aborrecidos a causa de su
nombre; El aborrecimiento y el entreguismo a muerte de unos a otros; Ser
entregados en los concilios y azotados en las sinagogas; y aún que por razones
de su causa, ser llevados ante reyes y gobernadores para testimonio a ellos,
sin preocuparse ni pensar por lo que han de decir, porque él será el que
mediante ellos hablará; La abominación desoladora de la que habló el profeta
Daniel, como producto de ser rodeada por ejércitos. Por lo que al huir, no sea
en invierno, ya que serán días de tribulación, cual nunca ha habido desde el
principio de la creación de Elohim, hasta el tiempo presente ni la habrá; y
caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones; y
Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que el tiempo de los gentiles se
cumplan; El acortamiento de los días a causa de los elegidos, ya que de lo
contrario nadie será salvo; El enfriamiento del amor de muchos por haberse
multiplicado la maldad en la tierra; No creer en aquellos que digan que el
Señor está en algún determinado lugar, porque habrá el levantamiento de falsos
mesías y falsos profetas, que harán señales y prodigios para engañar; La
predicación del Evangelio en todo el mundo para testimonio a todas las naciones
y entonces vendrá el fin" (Mt. 24:1-31; Mc. 13:1-27; y Lc. 21:5-24).
2) La
venida del Mesías sin que antes venga la apostasía y se manifieste el hijo de
perdición:
El Apóstol Pablo fue muy categórico en su segunda carta a los
Tesalonicenses, en lo que corresponde a la venida del Mesías y la reunión que
con este han de tener los elegidos (2 Ts. 2:1). De manera que es muy oportuno
en ponerlos en alerta, para que no se dejen mover fácilmente en el modo de
pensar, ni sean conturbados por espíritu ni por palabras ni por carta como si
fuera nuestra, en el sentido de que esa venida está cerca (2 Ts. 2:2). Advirtiendo
en cuanto a esto, que nadie los engañe de ninguna manera, porque el Señor no
vendrá, sin que antes venga la apostasía y se manifieste el hijo de perdición
(2 Ts. 2:3).
Pablo en esa carta predice además, que el hijo de perdición se opone y
se levanta contra toda deidad o es objeto de culto, tanto que se sienta en el
templo de Elohim, haciéndose pasar por este (2 Ts. 2:4-5). Augura también, que
hay quien al presente lo detiene, hasta que este a su vez, sea quitado de en
medio, y entonces se manifestará el anticristo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el
resplandor de su venida (2 Ts. 2:6-7). Aún revela, que el avenimiento del
inicuo es por obra de Satanás, con gran poder, y señales y prodigios
mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden (2 Ts.
2:8-10). Esta situación portentosa y engañosa, y de gran asombro que influye en
la mayoría de la humanidad, el Apóstol Pablo a como la predijo, la hizo
coincidir, con lo que el Mesías le anunció a sus discípulos en lo concerniente
al levantamiento de falsos cristos y falsos profetas, que harán señales y
prodigios (Mt. 24:23-24; Mc. 13:22).
3) La
multitud salida de la gran tribulación:
En el Libro Apocalipsis que en la Isla de Patsmo escribió el Apóstol
Juan, este narra la gran multitud vestida de blanco que de todas la naciones él
vio, que no se podía contar, que al salir de la gran tribulación como se lo
hizo saber un anciano cuando este por aquella le preguntó, es para algunos la
evidencia de que la venida del Mesías y el arrebatamiento de sus elegidos no es
antes de la manifestación del hijo de perdición ni de la gran tribulación, sino
que a posterior ocurrirá (Ap. 7:9-17). Esto es a diferencia de otros del
cristianismo, que por sus interpretaciones o el adoctrinamiento que le dan en
sus congregaciones, aducen todo lo contrario.
4) Tiempo
de actuación de la bestia:
Una vez que se reúnan los 10 reyes que están vaticinados para la hora
en que lo harán y le den poder y autoridad a la bestia, para que actúe durante
tiempos, tiempo y la mitad de un tiempo, que son 42 meses, hablará grandes
cosas y blasfemias contra el Altísimo, y además de permitírsele hacer guerra
contra los santos y vencerlos, pensará en cambiar los tiempos y la ley (Dn. 7:24-25;
Ap. 17:12-14; Ap. 13:5). De tal modo que durante esos 42 meses que los santos
le son entregados en su mano, los quebrantará.
Cuyos 42 meses que son indicados en el libro de Apocalipsis y en el
libro del profeta Daniel, como tiempos, tiempo y la mitad de un tiempo, es lo
mismo decir, que son tres años y medio. Durante los cuales actuará el gobierno
mundial del octavo imperio maligno del Anticristo, a quien el Mesías como
símbolo de la piedra que vendrá desde los cielos, lo derrumbará en su segunda
venida, al impactar en su contra, cual si fuese los pies de la imagen que en
sueño vio Nabucodonosor, cuando era el rey de Babilonia (Dn. 2:34-35).
5) La
proclamación de los tres ángeles:
Otra de las cosas que narra Juan en su libro Apocalipsis, es la
proclamación de tres ángeles, entre quienes hay uno en medio del cielo que
tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda
nación, tribu, lengua y pueblo, aduciendo con gran voz, que teman a Elohim,
porque la hora de su juicio ha llegado, y adorar a aquel que hizo el cielo y la
tierra, el mar y las fuentes de las aguas (Ap. 14:6-7). Esto concuerda con lo
que el Señor le anunció a sus discípulos que acontecería, de que se predicará
el evangelio en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones, y entonces
vendrá el fin (Mt. 24:14). La proclamación de ese ángel, es seguida por las
proclamaciones de los otros dos ángeles, donde el segundo proclama la caída de
Babilonia, y el tercero lo que le acontecerá a los que reciban la marca de la
bestia y a esta y a su imagen le den adoración; y aún en contraste a esto,
proclamando que aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los
mandamientos de Elohim y la fe del Señor. A esto se le suma la bienaventuranza
para los que de aquí en adelante mueran en el Señor, porque dice el Espíritu,
que descansarán de sus trabajos, ya que sus obras con ellos siguen (Ap.
14:8-13). Los de entre los santos que de ahí en adelante mueran a causa de no
aceptar la marca de la bestia y porque a esta no le dan adoración ni a su
imagen, son resucitados en la primera resurrección, cuando el Señor descendiendo del cielo, hace realidad
su segunda venida, para que ellos por los ángeles sean arrebatados juntamente
con los demás elegidos, y en fin darles cabida en su reino milenial, donde con
él reinarán durante mil años (Mc. 24:27; 1 Ts. 4:16-17; y Ap. 20:4-6).
6) La señal
del hijo del hombre:
Tres de los cuatro Evangelios sinópticos que forman parte del Nuevo
Testamento, contienen escriturado la señal del Hijo del hombre, que ocurre
luego de atribulados acontecimientos, que se van arreciando hasta la gran
tribulación de los días finales, que afectan de algún modo a los elegidos del
Señor, por abstenerse de la marca 666 y de adorar a la bestia y a su imagen
bajo pena de muerte, que les causa persecuciones y decapitamientos a nivel
mundial (Ap. 1:7; 13:1-18; y 20:4). Unos indicativos para que acontezca esa
señal después de la tribulación de aquellos días, son ciertas señales: "La
falta de resplandor de la luna, cuando el sol se oscurezca y las estrellas
comiencen a caer, tanto que debido a estas cosas, la gente en la tierra estará
angustiada y confundida a causa del bramido del mar y de las olas,
desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de lo que sobrevendrá;
y tras de todo esto, se conmoverán las potencias de los cielos" (Mt.
24:29; Mc. 13:24; y Lc. 21:25-26). Por lo tanto que entonces de
cumplida la señal del Hijo del hombre, al venir en una nube blanca con gran
poder y gloria, todos sus elegidos hallados en los cuatro ángulos de la tierra
serán arrebatados y ajuntados, tras él enviar a sus santos ángeles (Mc. 24:27;
y 1 Ts. 4:16-17).
7)
Determinación del tiempo en que será la venida del hijo del hombre:
Sin perjuicio de que el día de la venida del Señor nadie lo sabe, no
obstante, es que de todo lo que se halla contenido en las Sagradas Escrituras,
han sido extraídos algunos textos bíblicos de manera secuencial, que a resumida
cuenta a como siguen y aunados a varios comentarios que se basan en la Santa
Biblia, coadyuvan a determinar el momento en que será la segunda venida del
Mesías:
"...porque
el Señor no vendrá, sin que antes venga la apostasía y se manifieste el hijo de
perdición" (2 Ts. 2:1-3).
“…Y hablará
palabras contra el Altísimo, y a los santos del Altísimo quebrantará, y pensará
en cambiar los tiempos y la ley; y serán entregados en su mano hasta tiempo, y
tiempos y medio tiempo. Pero se sentará el juez, y le quitarán su dominio para
que sea destruido y arruinado hasta el fin, y que el reino, y el dominio y la
majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los
santos del Altísimo, cuyo reino es reino eterno, y todos los dominios le
servirán y obedecerán” (Dn. 7:25-27; Ap. 17:12-14; Ap. 13:5; y 20:4).
"Y el
tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: "Si alguno adora a la bestia y a su
imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, él también beberá del vino
de la ira de Elohim, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será
atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del
Cordero"... Aquí está la paciencia de los santos,
los que guardan los mandamientos de Elohim y la fe en el Señor... Bien
aventurados de aquí en adelante, los que mueran en el Señor. Sí, dice el
Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque con ellos sus obras siguen.... Y
vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y
vi las almas de los decapitados por causa del testimonio del Señor y por la
palabra de Elohim, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que
no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron
con cristo 1000 años... Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera
resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre estos, sino que serán
sacerdotes de Elohim y de Cristo, y reinarán con él mil años" (Ap.
14:9-13; y 20:4-6).
"...Pero
en aquellos días, después de aquella tribulación...habrá señales en el sol, en
la luna y en las estrellas… el sol se oscurecerá y la luna no dará su
resplandor, y las estrellas caerán… y en la tierra angustia de las gentes,
confundidas a causa del bramido del mar y de las olas; desfalleciendo los
hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobre vendrán en la
tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces verán al
hijo del hombre, que vendrá en una nube con gran poder y gloria...y enviará a
sus ángeles, y juntará a sus escogidos de los cuatro vientos, desde el extremo
de la tierra hasta el extremo del cielo" (Mt. 24:29; Lc. 21:25-26; y Mc. 13:24-27).
De todo eso ahora es sabido, que el hombre de pecado, el hijo de
perdición, vendrá antes de la venida del Señor, y actuará tres años y medios, durante
los cuales haciendo surgir la gran tribulación, a los santos que le serán
entregados en su mano quebrantará, haciéndoles la guerra (2 Ts. 2:1-3; Dn. 2:25;
y Ap. 13:5); pero los santos que guardando la palabra de Elohim por guardar sus
mandamientos y el testimonio del Señor y mueran decapitados a partir del
momento que se comience a imponer la marca de la bestia, tendrán parte en la
primera resurrección, y reinarán con el Mesías 1000 años (Ap. 14:9-13; y
20:4-6). De modo que es bastante obvio, que si después de la proclamación del
tercer ángel acontece, que quienes guarden la palabra de Elohim y el testimonio
del Señor, y con este reinen 1000 años, tras de haberlos resucitados luego de
ser decapitados por abstenerse a marcarse y a darle adoración a la bestia y a
la imagen de esta, es porque formarán parte en la primera resurrección, cuando
el Mesías del cielo descienda y envíe a sus ángeles a efectuar en los cuatro
ángulos de la tierra, el arrebatamiento de sus elegidos (Ap. 9-13; 20:4-6; Mc.
13:27; Mt. 24:31; y 1 Ts. 4:16-17). Esto con lo que está escrito en Segunda de
Tesalonicenses 2:1-3, es una evidencia más, de que la segunda venida del Señor
es después de la tribulación de aquellos días, cuando al hijo de perdición se
le esté por cumplir los tres años y medios que sobre la tierra se le permitirá
actuar en su imperio final, que culminará en Armagedón (Mt. 24:29-31; Mc.
13:24-27; Dn. 7:25; Ap. 13:5; y 17:11-14).
Por otro lado pero con
relación con lo anteriormente expuesto, es que con bastante semejanza a la
salida de los israelitas de Egipto por motivos de la plaga de muerte que el
Elohim por interposición de Moisés y Aarón, hizo venir sobre los primogénitos
egipcios, es lo que le acontecerá a los elegidos, ya que tras el ministerio de
los dos olivos y la señal de la venida del hijo del hombre con decenas de
millares, serán arrebatados y desaparecerán de la superficie de la tierra (Ex.
12:29-34; Jd. 1:14; Dt. 33:2; Zc. 14:5-7; Jl. 2:31; Mt. 24:29; Mc. 13:24; Lc.
21:25-26; y 1 Ts. 4:16-17); y es entonces que desde el tercer templo que se hará
en Jerusalén, el Anticristo se desplazará con varios reyes y un enorme ejército
hacia la planicie de Meguido o lugar que en hebreo se llama Armagedón, para pelear en contra del Mesías; pero a
similitud de lo que le ocurrió al ejército de Egipto en el mar rojo que terminó
siendo destruido por voluntad del Eterno, también le acontecerá al ejército del
Anticristo, porque a la voz del Señor, será aniquilado por las huestes
celestes, para luego establecerse el reinado universal del Mesías, desde la
Jerusalén terrenal, durante mil años (Ex. 14:1-31; Ap. 19:1-21). Tiempo este
que durará Satanás apresado con cadenas, en el pozo del abismo, para luego
derrotarlo finalmente, cuando Gog y Magog (Ap. 20:1,7-10; Ez. 38:1-22; y