Generalmente es en la infancia cuando aprendemos a tolerar la frustración.
Cuando un niño es muy pequeño, cree que el mundo gira alrededor de él. Piensa que se merece todo lo que quiere, en el momento en que lo quiere.
No sabe esperar, porque no tiene el concepto de tiempo, ni la capacidad de pensar en los deseos y necesidades de los demás.
Por eso, cualquier límite o cualquier cosa que le niegan, lo siente como algo injusto y terrible. No puede entender por qué no le dan lo que él desea.
Se siente frustrado y despojado de lo que 'necesita' en ese instante.No tiene las herramientas para eliminar, disminuir o tolerar su malestar.
Si los padres o las demás personas le dan siempre lo que pide y en el momento en que lo hace, no aprende a 'aguantar' la molestia que le provoca la espera o la negación de sus deseos.
Al llegar a la edad adulta, sigue sintiéndose mal ante cualquier límite o ante la necesidad de posponer una satisfacción.Siente que necesita eliminar inmediatamente dicho malestar.
¿Cómo?
Haciendo lo más fácil o lo primero que se le ocurra, con tal de ponerle fin a su molestia o incomodidad.
Piensa sólo en el bienestar a muy corto plazo, sin tomar en cuenta los resultados a mediano y a largo plazo.
La poca tolerancia a la frustración provoca que, ante cualquier incomodidad, nos desmotivemos y abandonemos nuestras metas y proyectos.
Que nuestros deseos pierdan importancia.
Esta falta de tolerancia está relacionada con las creencias que implican que mi vida debe de ser fácil, cómoda y placentera todo el tiempo.
Que es horrible e intolerable sufrir cualquier molestia que va más allá de cierto nivel de intensidad o de duración.
Creencias definitivamente erróneas, que nos impiden disfrutar de una gran parte de la vida. Siempre podemos aprender a ser más tolerantes ante la frustración.Porque la frustración es parte de la vida y es inevitable.
Para ello necesitamos tener paciencia.
La paciencia no tiene nada que ver con la necesidad y tiempos de espera, sino con la fortaleza para enfrentar el dolor sin perturbarnos emocionalmente.