Miraba con naturalidad como el agua chocaba suavemente contra la orilla, allá una playa de arenas plateadas, más acá una serie de muros y rocas que funcionaban como límite entre el mar y lo que unas cuadras más al centro se encontraba la sociedad. Los bares, wisquerias , restaurantes, hoteles, ubicados en aquel lugar a fácil alcance de los piratas y marineros que arribaban al muelle.

A Yahel le encantaba ese estilo de vida, nada de obligaciones, nada de baños, nada de límites a la hora de beber y bailar. Vivir como cavernícolas completamente alejado del concepto “civilización”. Se mantenía con las manos detrás de su nuca mirando hacia cualquier lado y para cuando se quiso dar cuenta ya estaba rodeado de marionetas que lo acompañarían en su actividad matutina (DEMASIADO matutina). –Bien! Los botes están preparados (…) –

El pequeño pirata no parecía entender que era extremadamente temprano para ir gritando por la vida a espaldas de los demás. Quizás está sordo y es la única manera de escucharse a si mismo.  Yahel giró y se encontró con los rostros de los marineros y los “pasantes”, además del Capitansito que (para no variar) andaba dando órdenes.

-Los visitantes vendrán conmigo y ustedes también. Los demás deben dividirse en los otros botes. Recuerden no pescar indiscriminadamente y si pueden vender algo, vendándolo!-

Quizás era por la mañana, pero resulta que no… Yahel era muy lento para procesar ordenes y le costaba hacer girar los engranajes que en su cabeza se trababan y movían como si estuvieran oxidados o faltos de lubricación. – No se queden atrás!-  Asintió y espero a que la dama pasara primero casi inconscientemente, como si fuera parte de su instinto y no estuviera en realidad consciente que una niña abordara con ellos. Hisato ayudó a subir a Kanna y Yahel se mostó sorprendido. No imaginaba que hubiera algo de caballero en este niño refunfuñón. Sonrió y subió también al bote sentándose mirando adentro como si estuviera buscando algo, entretenido en aprovechar al máximo la nueva experiencia que significaba navegar con piratas de verdad.

Alzó la vista y se encontró con un Capitán remando enérgicamente. Como puede tener tanta energía por la mañana? Yahel le miraba confundido pero de pronto se dio cuenta de una cosa y rápidamente alargó su brazo en dirección a la mano del joven

-Espera! Es legal que un prestigiado Capitán pirata este al mando de los remos? No, no, no… de ninguna manera, porfavor… deja que yo me encargue del trabajo pesado! – De nuevo dejó ver su modestia sobrenatural y con suavidad sacó de las manos de Hisato los remos poniéndose a hacer un entendible uso de su fuerza comenzando a remar para la misma dirección. Que otro mejor para ese trabajo que un hombre de casi 40 años con una amenazante musculatura y fuerza física? Rapidamente se vieron alejados del lugar donde estaban, mientras el bote tomaba cada vez más y más velocidad. Y cada vez más se ensañaba Yahel en mover los brazos de forma circular, adoptando la imagen de una lancha a motor, navegando por el mar al mejor estilo anime.  

Entusiasmado por mover los brazos una y otra y otra vez, prontamente se había olvidado que debían tener un lugar por donde regresar y solamente esperaba que, si el Capitancito tuviera una brújula o algo similar… supiera en que dirección se encontraba anclado el Skallen.

De pronto una voz femenina lo sacó de sus pensamientos “cuidado con el rompe olas!”. Eso definitivamente hizo que Yahel quitara su mirada de (perdido drogadicto papando moscas mientras dirige a todos hacia la muerte y siquiera lo nota) despistado comenzara a remar hacia atrás con la misma velocidad con la que venía. Con el corazón en la boca y el pecho latiendo a millas por segundo, miró a sus acompañantes que estaban todos medianamente bien, si.. bueno… algunos tirados dentro del bote, quizás alguien que pueda estar vomitando, pero nada grave; habían podido evitar que el bote se detuviera a tiempo y para bien o para mal todos estaban bien. Para bien, porque no tendría que lidiar con culpas ni remordimientos por llevar a todos hacia un naufragio temprano, para mal (o peor) porque… Porque seguramente ya estuviera pronto, inminente, próximo y acalorante el regaño de Hisato sobre su pronta falta de control y de perseverancia mental que, en teoría debe tener un pescador. Con los ojos enormemente abiertos del terror y los dientes apretados de los nervios, miró al Capitán con profundo miedo, como si se tratara del mismísimo coco en persona.