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♦ 「 cαяdιиαl del ғυeԍσ 」: †Ađiεcтiσ. . ॥ Pгivαтe ● sαм-нisσкα
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*** Continuación - Adiectio - Palacio Imperial
Llegaron frente a la gran mansión. Una mansión completamente abandonada. No solo porque ningún inquilino habitaba allí, además de Sam, claro. Sino porque no había ni un suspiro de vida en ese lugar. El desierto vasto, propio del Cardinal, las nubes oscuras de la noche que parecía comenzar a llover en cualquier momento, aunque en realidad jamás pasara eso, la oscuridad de las ventanas, la luz de la luna que iluminaba con esfuerzo a través de la espesura del cielo. Parecía un lugar abandonado incluso por Gaia, incluso por el mismísimo príncipe del Hades. Una soledad extrema, una tristeza extrema, un misterio extremo. La gran mansión sobre una colina, con una torre no muy alta y tres pisos que estaban para nada conectados entre sí. Un lugar con arquitectura gótica, podía verse una cúpula en una de las torres, arcos ojivales, las pilastras. Quizás obra de algún mercader con la buena suerte de poder solventar aquellas infraestructuras pero con la mala suerte de irse al infierno por su propia avaricia.
Avaro Sam? No… Pero si podía asesinar a un niño desobediente, porque no llevarse el alma de un mercader egoísta? Corrijo, de un mercader egoista y toda su penosa familia. Caminó hacia la entrada como si nada, como si no se diera cuenta que aquella escena era ensordecedoramente maldita. Pero Sam se veía tan bien en ella, con su cabello azabache dejándose mecer por la brisa, su ropa negra mezclándose entre las sombras, su aura misteriosa de espaldas a Hisoka, subiendo los pocos escalones que necesitaba pisar ante de empujar con ambas manos las puertas de la mansión y abrirlas haciendo un sordo ruido.
Entró y miró a Hisoka a través de las puertas que se iban cerrando lenta y silenciosamente. Pero el rubio pasó por esos portones y Sam sonrió levemente. Llegar hasta aquel lugar solo, un lugar abandonado por todos, y siquiera sabiendo el camino de regreso, era valiente, era suicida, era cautivador.
En el interior les recibía dos escaleras oscuras, que se encontraban en un primer piso permitiendo el paso a un pasillo profundo y oscuro, donde seguramente existirían puertas que darían a habitaciones que jamás fueron abiertas por Sam. Habitaciones que todavía seguirían con los muebles cubiertos por sabanas blancas. Las puertas se cerraron por completo y de repente las luces de los candelabros fueron prendidas. Velas por todos lados, incluso las del pasillo que podía visualizarse en el primer piso también encendieron sus luces. Y se pudo ver, los pocos muebles sin ser descubiertos por las telas. La chimenea y los cuadros también se encontraban tapados y en los rincones de la casa podían verse telas de araña amontonadas, espesas y antiguas. Sin embargo los pisos brillaban debajo de ellos, reflejando las luces, las sabanas blancas y los cuerpos parados en el recibidor.
Los pasos de Semhiazza comenzaron a verse para cualquier lugar, sin sacar la mirada de los ojos verdes frente a él, hacia atrás varios pasos, a la derecha unos pocos y girar sutilmente mirando por la gran vidriera de colores que daba afuera. En el otro ventanal, del otro lado de la puerta podía verse un sillón bordó con detalles dorados, que no estaba cubierto por las sabanas, era el único que al parecer era usado. Y frente a ese sillón, que miraba hacia la ventana, unos cristales rotos, que a juzgar por las formas, antes había sido una copa. En el piso, la sangre se encontraba seca, la sangre de un ratón atravesado por un cilindro de vidrio, que seguramente debía ser el tallo de la copa que acabó con la vida del animal, sin motivo aparente.
Sin embargo Sam, no dijo ninguna palabra. No sospechaba que hubiera algo que decir, aquella mansión hablaba muy bien de él. Misteriosa, maligna, oscura y llena de muerte. Pero a la vez se veía desolada, triste, fría, sin la calidez de una familia, sin la armonía de la voz de un mortal, sola, y principalmente con mucha necesidad de atención.
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W A R N I N G
No apto para menores de 18 - 21 años!
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Él recostó la pequeña espalda de Hisoka contra el marco, a comparación con el cuerpo de Semyazza era definitivamente más pequeño, y los besos continuaron… exquisitos. Ardientes y lentos, era definitivamente un deleite. Los ojos esmeraldas permanecían cerrados, deseosos de obtener más de ese sabor tan delicioso que tenia la boca del demonio, hacia tanto no lo probaba así… quería todo de él, quería devorarlo con sus besos. Comérselo – humm… – se sentía peligroso, y los besos comenzaron a ser más que simples besos, a cada paso ambos estaban más hambrientos. Oh.. esa noche tenía que ser. Tenía que devorarlo completamente… la mano en su pierna hizo temblar su piel, elevando la pierna a la cintura ajena, desnudándola por completo… esas manos, tenían que ser suyas. Debía sentir como lo tomaba, quería sentirse invadido por él. Los labios del demonio se deslizaron a su cuello, Hisoka se ruborizó, resbalando ambas manos por la espalda ajena, acariciándola - …me haces temblar – susurró, justamente estremeciéndose al principio y temblando rotundamente después – aah..!ahh.. – sus manos apretaron la tela de su camisa, cerrando sus ojos y entreabriendo su boca… sus dientes, su lengua, su respiración estaban en su cuello y se sentía tan intensamente que algo en su interior recorrió todo su cuerpo, unas cosquillas que invadieron y activaron sus más recónditas fantasías, ansiando más de ese aliento y llevando sus manos a la cabeza de Sam, para sostenerla… y que no se atreva a alejarse de su piel - …hmm semyaza…ahh… Tks... – su sonrojo era inmenso y bajaba su mirada para no tener que encontrarse con sus ojos. Le estaba gustando tanto… tanto…
El cuerpo duro del demonio se presionó contra el ajeno, Hisoka separó sus piernas y se obligó a sí mismo a sentirlo y tirando su cabeza hacia atrás pensó que estaba volviéndose loco… su cabello se movía constantemente por la fuerza de Semyazza con aquellos movimientos violentos que lograban que de la garganta del rubio se escaparan suspiros hambrientos. Incluso las propias caderas ajenas se movían pretendiendo rozarse profundamente contra el demonio, chocando deliciosamente contra su entrepierna y disfrutando del roce - ..aahh…..ahh… semyazza….. quiero… - murmuró sonrojado, posando sus labios pegados a su oído - …necesito… - susurró demandante y entre dientes, su cabello ahora cubría un poco sus ojos y el color esmeralda se veía determinante y crudo, detrás de esos ojos fijos que dejaba en claro qué era lo que quería, lo que necesitaba (…). Entendió, pues sus manos comenzaron por desnudar su cuerpo, como si tuviera autoridad para eso… y muy a pesar de sus pensamientos, la tenía. Las manos de Hisoka tomaron la tela de su kimono y la deslizó de su cuerpo… dejándola caer al suelo como un trapo pesado… poniendo sus manos a los lados de su propio cuerpo y observando detenidamente como el moreno se desprendía la camisa, mostrándole esa piel marcada… El color de esa piel morena era el color del pecado, era el color que lo invitaba a hacer cosas… realmente perversas… él volvió a atacar, y el rubio entregó por completo su cuello disfrutándolo – aahh… - sus manos tomaron los brazos ajenos, para sostenerse y no desmayar de tanta excitación - …humm… - apretó sus dientes, era demasiado… estaba tan duro y erguido… no podía continuar así.
Fue tomado de la muñeca… “Tócame…” sus labios se entreabrieron y sus ojos se trasformaron en un filo agudo y peligroso - …si – murmuró ansioso, en su voz podían sentirse las ganas de hacerlo. Su mano se deslizó nerviosa al principio por debajo el ombligo del Teufel, pero enseguida tuvo valor para tocarlo, no es como si no lo hubiera hecho antes pero… había pasado tanto tiempo que no estaba acostumbrado al tacto de ese hombre.. por debajo de la ropa… Su otra mano acaricio el pecho… tratando de abarcarlo todo con la palma abierta, ansioso… la mano que acariciaba su vientre bajo, hurgó bajo la tela del pantalón… sonrojándose al sentirlo caliente y húmedo… palpitando. Se arrimó a su boca, mordiéndola… una y otra vez… incluso lamiéndola de vez en cuando - …hace tanto tiempo verdad? – murmuró, extasiado. Sus ojos finos le miraban, al son de sus mordidas.
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La voz de Hisoka era pura y exclusivamente determinante. Demandante de placer, de urgencia, de `más`. Los quejidos del menor resonaban en su cabeza como si retumbara contra las paredes de su cráneo y solo existiera su voz serpenteando el hilo fino en donde se balanceaba la cordura del demonio.
El cuerpo ajeno se movía insistente, rozándolo una y otra vez, moviendo hacia arriba y abajo el bulto de su pantalón que comenzaba a tomar forma. Se sentía a si mismo, latente, palpitante. Y sonrió.
Sonrió porque le encantaba lo que estaba comenzando a sentir. La suave sensación de estar preparado para llevarse el cuerpo de Hisoka consigo al paraíso… O si es que allí se permitía disfrutar del placer que significaba el sexo. Que el menor se dejase ver así de débil era seguramente la mejor estrategia para atraer a sus presas, o quizás era una demostración de lo bien que la estaba pasando dejándose vencer junto al demonio y ser los dos, presas del deseo.
Cuando lo sintió en su oído, gruñó como lo hacen los animales. Como si estuviera desquiciándose. Su oído, su punto más débil de estimulación, la infinitesimal parte del cuerpo que lo ponía realmente enloquecido –ggrh… -los movimientos cada vez más frenéticos, su cabeza se movía violentamente en el cuello ajeno dejándose ver como si fuera un perro a punto de atacar su yugular.
La mano del menor se posó en su cuerpo, experta. Deslizándose por su piel desnuda haciéndolo delirar. Sus ojos se mantenían filosos sobre los esmeralda mientras lo sentía hurgar bajo la tela de su ropa mientras su rostro se notaba algo rojizo. De aguantar quizás, o del hecho de estar completamente necesitado de estimulación. Sus propios movimientos se vieron limitados, apoyando sus puños cerrados contra la pared, e inclinando su cabeza hacía adelante, sintiéndolo masturbarlo.
Delicioso…
-…hace tanto tiempo verdad? – Levantó su mirada encontrándose con un Hisoka observarlo lujuriosamente. Se quedó tranquilo, pues dejaba su erección en manos de un experto como él. Que no era cualquier experto. –Se nota que pasó tiempo?... – Semhiazza sonrió- o soy fácil de excitar? – Su voz sonaba como la de un hombre excitado. Hambriento.
-Sokaahh…-Susurró jadeante mirando sus ojos mientras era masturbado- ...eres el mejor que eh conseguido-
Sus manos se aferraron firmemente a los brazos del menor, agarrándolo como si pudiera hacerlo trizas con solo apretar sus manos y lo levantó en el aire acercándolo a su cuerpo para que lo rodeara con sus piernas. Caminando unos pasos a la cama más rápido de lo que pudo haber dejando una caricia o un beso y lo recostó sin mucha delicadeza sobre las sabanas que minutos antes había estado iluminadas por la luna.
Para cuando Hisoka pudo enfocar su mirada en el demonio, éste ya se encontraba completamente desnudo, sus ropas en el suelo arremangadas en cualquier parte y su pelo largo cayendo por sus hombros. Con una mirada que hacía temblar a cualquiera.
Sin más se subió a la cama, sin parpadear siquiera, sosteniendo al rubio del tobillo izquierdo y con un fácil movimiento lo jaló hacia la derecha, girando con él… todo el cuerpo ajeno. Poniéndolo con experiencia, boca abajo.
Acariciando su espalda con cada superficie de su mano, posesivamente, mientras que con la otra se colaba por su cintura elevándola sin hacer mucho esfuerzo. Hisoka se entregaba tan fácil.
Era una de las ventajas de haberse enamorado de una perra puta.
Preparando al menor con sus propias manos, dejándolo rápidamente con las piernas separadas, las rodillas y el pecho sobre la cama, con la pelvis elevada, para que el demonio con comodidad se arrodillara sobre las sabanas y comenzara a introducirse en él. Como si no le importara nada más.
No hizo más que haber entrado unos milímetros, que repentinamente no pudo soportar tanta preción, su cuerpo reclamaba satisfacción urgente, y se enterró en el cuerpo ajeno, sintiéndolo apretado obligándose a ejercer fuerza para hundirse completamente en él. Completamente.
Se inclino hacía adelante mientras el cuerpo ajeno se acostumbraba a la intromisión y miró el rostro de Hisoka, o al menos lo que pudo ver de él, y deslizó una mano en la boca del rubio, introduciendo tres de sus dedos , obligándolo a verse sucio, débil, sumiso, pero exisitamente tentador.
-Esto es a lo que te has acostumbrado, verdad? –Su cuerpo salió de la entrada ajena, volviendo a entrar con egoísmo, empujando el cuerpo de los dos hacia adelante- Esto es lo que te hacen todos y cada uno de los tipos con quienes te acuestas, noh?-
-Aaahh…-apoyó la cabeza en la almohada tratando se respirar y volvió a alejarse de Hisoka, mirándolo desde arriba, acariciando su espalda y moldeando su cintura como cualquier alfarero.
Trió la cabeza hacia atrás manteniendo sus ojos cerrados. El cabello azabache cayendo por su pecho, el sudor comenzando a resbalar por su espalda, y las estocadas continuando con sed de `mas`. Mientras le embestía ardiente, necesitado, exasperado. Como un demonio en celo.
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Post largo pero con falta de "acomodo" a pedido del rubiecito más bonito de toda la Argentina C:
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Estaba húmedo... la mano del rubio se deslizaba mansamente en toda la amena extensión de su miembro, tan caliente, tan manejable debido al presemen que se escapaba poco a poco de la punta.... y que las caricias ajenas esparcían. ¨Se nota que pasó tiempo?... o soy fácil de excitar?¨ casi gruñó al hablar, - Un poco de ambas, puede ser... - sonrió el zorro aquel, que Semyazza tenía de amante, arrimando sus labios al mentón del moreno... observándolo fijamente mientras acariciaba aquella parte tan perceptiva de cualquier hombre ¨...eres el mejor que eh conseguido¨ sonrió en su pera, rozando los dientes en ella. Qué cosas podría decir en ese estado... repentinamente fue atrapado entre sus brazos, muy fuertemente (tal y como le gustaba) y se enredó a su cuello con sus brazos, aferrándose a su cintura con sus piernas. Los cabellos color otoño se movían bruscamente, por mínimo que fuera el movimiento... la lengua del ojiverde se deslizó en el mentón del moreno tan solo una vez mientras lo llevaba a las sábanas. El cuerpo de Hisoka cayó a la cama, e hizo sus cabellos hacia atrás... los ojos obscenos lo observaron sin inmutarse... o por lo menos tratando de no mostrarle pasmo alguno, que se viera como alguien difícil de sorprender. Sin embargo, por mucho que había mentido su mirada, no podía evitar entreabrir sus finos labios y dejar salir su respiración. Al ver su piel... ya no lo podría engañar, pensó mientras el moreno se arrimaba.
Relamió sus labios al imaginarse aquello que se había encontrado acariciando, ya dentro de él... sonrió... quizás Semyazza vio su sonrisa, notó su hambre y por ello lo dio vuelta repentinamente. Haciendo que el cabello del rubio termine en la cama y sus manos aferradas a las sabanas, estiraron las cobijas al sentir las caricias en su espalda, doblándose con gusto... intentando enfocar su mirada en él - nnh... - casi pidió con ese melodioso sonido, el demonio comenzó.... la manos ajenas presionaron las sabanas.... y repentinamente arañó furioso - aahhhggnn! - cerró reciamente sus ojos soportando el ardor que quemaba en sus entrañas, él realmente estaba muerto de hambre.... sintió algo en su hombro, algo que no pudo evitar mirar.... su mano?... que..que hace? - aahhgg...hgm.. - introdujo sus dedos en su boca, haciendo que la saliva se escapara por las comisuras... casi ahogándolo al principio hasta que se fue acostumbrando y pudo saborear sus dedos, cerrando sus ojos brillantes para dejarse llevar por los movimientos del moreno, apenas podía dejar salir suspiros y gemidos impetuosos, sonrojándose debido a lo débil que seguramente se veía su cuerpo siendo penetrado tenazmente por la fuerza de ese hombre. Su miembro se deslizaba difícilmente hasta comenzar a deslizarse a gusto, el ritmo se había vuelto malicioso, incesante y profundo. - Ahh!aah-ah... a-ahm..s-sam..mh... - su boca pudo hablar un segundo, su cuerpo trataba de sostenerse pero no podía evitar menearse al ritmo de la cintura ajena. ¨Esto es a lo que te has acostumbrado, verdad?¨ el cuerpo del rubio tembló y sus piernas descansaron abriéndose un poco más, su interior palpitaba y de su boca se escapaba la saliva que intentaba tragar en vano - ...ahh...a-h..m... - intentó recuperar el aliento, qué decía? Sam volvió a entrar en él con fuerza - aahh! - un camino de placer y dolor subió por su espina dorsal, haciendo que el ojiverde se relama los labios ¨Esto es lo que te hacen todos y cada uno de los tipos con quienes te acuestas, noh?¨ salió una vez más, Hisoka pudo respirar otra vez e incluso giró su rostro para verlo a su lado... sobre el almohadón, agitado, acariciando la piel de su cintura... - Q...que ton..terías dices - volvió a entrar una vez más - aahahg....ahh....s..solo hazlo.... por favor... - mordió su propia boca, abriendo sus ojos y mirando sus propias manos, como acariciaban las sabanas - ....no sam... contigo es... ah...delicioso - gimió, haciendo la diferencia y retorciendo su cintura al sentirlo deslizarse tan cómodo y constante adentro. Ahora estaba bien y podía disfrutar lo que quería, la fuerza de Semayazza lo moldeaba... su exterior y su interior eran de barro cuando se encontraba en sus manos. El cabello moreno se deslizaba por la espalda y cintura del rubio, sonreía entre los gemidos debido a las ¨cosquillas¨ que aquello le causaba, pero inmediatamente volvía a intentar respirar, la agitación y el calor comenzaba a ser insoportable... - ah-ah-ah-ah! - su cabello se movía con la misma velocidad que su cuerpo, sus uñas aferradas a las sábanas... arañando la cama. Su saliva deslizándose por su mentón - ...si..ahh! si...aann- así... - murmuró, él sabe como hacerlo..., con una voz apenas audible, su cuerpo se ponía duro para resistir su fuerza, se ponía realmente testarudo y el sonido de sus nalgas chocar contras sus caderas era completamente vicioso de repetir y repetir...
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Cada vez que sus ojos se dirigían a la cintura del rubio, no solo se clavaban en ella, sino que se sentía dueño de sus movimientos. La sexualidad de cada sacudida, de cada caricia con las sabanas, sus uñas aferrándose a cualquier tela como si pidiera ayuda. Para soportar.
Es tan difícil elegir entre el dolor y el placer…
Sentía como si un huracán violento golpeara su cuerpo como si solo fuera una roca soportando cada golpe. De placer, de dolor, de dicha gloriosa. Más temperatura, más vapor. Cada vez más sudor goteando de su barbilla que terminaba cayendose en cualquier parte, producto de las embestidas.
Hacía movimientos en círculos como señal de estar enloquesiendose. Una imagen sexual y terrorífica de un demonio embravecido. Había tantas cosas que quería hacerle. Castigarlo, hacer trizas ese cuerpo que se revolvía de placer. Golpearlo y maltratarlo. Porque estaba en la naturaleza de cualquier teufel. Lastimas, dañar, romper. Destruir aquello que más amaba. Era amor… aunque en maneras distintas, lo era. Solo que el deseo, el descontrol y la pasión lo poseia cuando se trataba de cogerse ese cuerpo que hacía años no pudo ni tocar.
Comenzó a ponerse duro, egoísta, insensible. Tan enceguecido que no escuchaba ni le interesaba escuchar los sonidos de dolor, los jadeos y pedidos del rubio. Estaba seguro que en algún momento podría a llegar a escuchar alguna solicitud, algún ruego, algo… lo que sea que lo obligue a detenerse.
En su cabeza solo existía él. Él y su sed prácticamente insaciable. Y ese momento solo pudo sentir odio. Odiaba ese sentimiento de pertenencia, odiaba que ese le gustara tanto, que no pudiera detenerse. En ese momento solo albergaba odio e impotencia. Por todo. Porque sabía que Hisoka estaba consciente que lo tenía completamente loco. Hisoka sabía que Sam solo era un pobre tipo que también caía rendido a sus pies y a su cuerpo. Como todos los pobres tipos a los cuales llevaba a la cama. Y el demonio no era la diferencia, no era más fuerte ni podía serlo. Y eso lo enfurecía.
Él solo esta fungiendo – Pensamiento tras pensamiento martillaba la cordura de Semhiazza.
Apretaba sus dientes con furia mientras observaba filosa y resentidamente al rubio gemir y quejarse, balbucear palabras que seguramente también hace con otros
Estaba, como se dice, enfermo. Tragedicamente inestable.
Sus pupilas azabache, oscuras y llenas de inferno se clavaron en su cabello moviendo y revolviéndose en cada minúsculo o violento movimiento. La fuerza y presión de su mano abandonó su cadera para deslizarse furiosa a su nuca y tomar su cabello entre los dedos, tirando de ellos, desde la raíz obligándolo prácticamente, a tirar hacía atrás la cabeza a causa del dolor.
Solo es protocolar… así funciona Su pelvis chocaba duramento con las nalgas ajenas y de nuevo se inclinó hacia adelante, lo suficiente como para poder observar su rostro, sonrojado y débil, agitado y mojado.
Lo penetran y él solo tiene que poner ese rostro y gemir – Volvió a apretar sus dientes y soltó su cabello con desprecio, haciendo que la frente ajena vuelva a chocar contra el almohadón –Maldita prostituta
Su miembro se deslizó sin querer fuera del interior de Hisoka, lo tomó con una mano y volvió a penetrarlo. Cada vez más fuera de sus cabales. Más aumentaba la adrenalina más fuerte sonaba los tambores en sus oídos, redoblantes, dientes y garras lo aturdían. Y de fondo como en una cortina de una película de suspenso la inigualable voz del menor, gimiendo.
Una ultima y definitiva embestida dio por finalizada esa danza llena de pasión y desenfreno, y el demonio bajó la mirada con una expresión diferente. Algo había pasado.
Salió de adentro del cuerpo que tan apretado e hinchado estaba y una de sus manos acarició con amor su espalda curvada y subió a su cabeza, acariciándolo con la misma suavidad con la que elevó el corto cabello de su cuello y sopló para darle refrigeración.
Con movimientos fuertes y expertos volvió a poner al rubio boca arriba y mirarlo, escanearlo. Preocupandose de pronto por él, lo suficiente como para acariciar su cuerpo con la misma fuerza pero sin ese sentimiento odioso que llevaba antes. Introdujo dos dedos dentro de él, moviéndolos un poco para volver a salir, fijo en los ojos del rubio, llevarlos a su propia boca hasta limpiarlos. Una vez goteando saliva los posó en el pecho ajeno haciéndolos deslizarse por su vientre, plano y perfecto. Humedeciendo un camino que simulaba ser cariñoso, pero siendo algo completamente sensual.
De nuevo se metió entre sus piernas acomodándose en ellas para volver a entrar en él. Su rostro se puso a milímetros del rostro de Hisoka para mirarlo. El cabello cayó a la cama, esparciéndose por la superficie y sobre los hombros del menor. Semhiazza tragó saliva mientras acariciaba su rostro y se introducía en su cuerpo – Hace falta repetirte que te amo? –
Y se quedó allí. Esperando que el otro le diera la señal para continuar, esperando su muy autenticas manos en las caderas para pedirle de esa forma que se moviera, o bien…. Su voz pidiéndoselo (aunque dudaba que fuera a poder decir algo después de la pregunta que le había hecho). O lo que sea que se haga en esas situaciones en las que la necesidad y el ardor del cuerpo te obliguen a hacer.
Y empezó de nuevo a moverse lentamente, con delicadeza aunque buscando siempre aumentar de velocidad y fuerza. Volviéndolo algo de nuevo, extenuante pero esta vez, sí pensaba en el menor, asique lo acariciaba. Acariciaba ese cuerpo perfecto y curvilíneo que tenía como si fuera un bombón de chocolate blanco a punto de derretirse en su paladar.
-Te amo…- Repitió nuevamente, mientras no solo lo violaba, ahora le estaba haciendo el amor.
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Sus tetillas duras se rozaban con las sábanas en la cama, y su boca se abría costosamente para dejar escapar suspiros profundos, todo el cuerpo del rubio estaba temblando... su cabello fino y vibrante lo delataba. Sus músculos se tensaban y endurecían en cada parte de su cuerpo y sobre todo en...sus piernas. Sus piernas se tornaban de una dureza especial al resistir la fuerza del otro, y la piel brillaba intensa ante el sudor, sus brazos tenían la misma suerte - ah..s...sam ya! ahhg! - su cuerpo tembló con fuerza una vez - aahg! no! - intentó resistir, dejando caer la saliva de su boca... hasta lagrimal había comenzado a funcionar, sus ojos se irritaban contra las sábanas y comenzaban a dejar caer agua de ellos tal y como si llorara, aunque eso no era lo que ocurría en realidad. Sintió su mano deslizarse y relajó su cadera al no sentirse presionado... pero repentinamente fue tomado por los cabellos y apretó los dientes con furia, dirigiendo sus ojos verdes impúdicos, aunque brillantes, al demonio...porque tiene que ser... tan bueno este imbécil... se dijo para sí mismo dentro de su cabeza, aunque su rostro lo decía todo de todas formas, su boca se abrió para gemir pues no dejaba de penetrarlo y aquello estaba volviéndolo ciego y hambriento. Su cuerpo volvió a temblar violentamente, derramándose al sentirlo tan furioso... - aahhhggg...aahhh - su voz era tentadora, se podía oír tan excitantemente... lo había soltado contra la cama y el rubio no había podido evitar correrse y ensuciar las sábanas. - aahh - intentó mirar hacia atrás al verlo soplar su nuca y sonrió... sonrojado y satisfecho, ese tonto... pensó cuando se sonreía. Dio media vuelta su cuerpo, colocándose boca arriba, levantando su miembro erguido y duro para acariciar su propio vientre y ensuciarlo.... acariciándose después su propio abdomen y bajando una vez más hasta sus piernas. Aún respiraba agitado, por la boca y sus ojos estaban mirando a Semyazza - ... - él también lo acariciaba, y el rubio se dejaba, mimoso como un gatito - aah! - mordió su propia boca y sentir los dedos dentro de él, temblando un poco más hasta que los apartó... observó lo que hacía y sonrió entrecerrando sus ojos, volviendo a morder su propio labio inferior al sentir la humedad recorrer su piel. Su rostro estaba tan cerca ahora que una de sus manos acariciaba el cabello oscuro con cariño, y sus ojos verdes le miraban de frente... enternecidos - ah...ah... estás loco - respondió a su pregunta sonrojándose al sentirlo nuevamente entrar en su más profundo interior, quemándolo en el trayecto.. aunque no estaba seguro si lo quemaba su sexo o su mirar, o su boca, o su aliento... o todo - aah... - su cabeza se tiró hacia atrás, y sus manos rodearon su espalda rasguñándola, deslizando sus uñas suavemente en su carne, dedicándose a gemir lo bien que estaba sintiéndose así. "Te amo" repitió su voz, ese maldito idiota le hacía confundir, se sonrojó mirándolo. Arrimando uno de sus dedos a la boca de Sam, abriéndosela de forma sexual - ...ah.. y- ..yo a ti uhm..nh.. - murmuró mirando sus ojos, qué más da! era cierto. Estaba loco por él... aferró sus piernas en la cintura ajenas, apretándolo y temblando al sentir que se clavaba aún más... lamiendo las comisuras de sus labios y comenzando a besar su boca, embelesado de placer, completamente ido sus movimientos eran lentos pero constantes y ese beso estaba volviéndose tan apasionado que no parecía querer alejarse de su boca nunca.
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Los movimientos eran exactos, perfectos; se complementaban y lograban un enlace dotado de hermosura. Se acariciaba con la piel empapada del rubio en todas las oportunidades que tenía. Y con cada parte de su cuerpo que podía ser útil para recorrer la figura del menor.
Las embestidas eran firmes, insistentes, continuas y apasionadas, incluso su cabello se mecía en las sacudidas, hacia adelante y hacía atrás a pesar de la humedad que lo ponía más pesado, a pesar del sudor, a pesar que algunos mechones cayeran sobre el rostro que tenía debajo de él.
Estaba adentro de él, profundamente metido y protegido en el calor, sofocante y provocador, que emanaba con saña el cuerpo debajo de sí. Que otra cosa necesitaba para darse cuenta que hasta Gaia tiene piedad por los muertos?
Acariciaba con sus labios entreabiertos, agitados y rozados por demás, el rostro de Hisoka, fervientemente, como si no pudiera soportar… el placer. Los ojos se mantenían cerrados no solo para sentir en su totalidad las sensaciones que estaba viviendo, porque como muchas saben, restringir algunos sentidos permite que se perfeccionen otros. Pero era que simplemente el demonio no tenía la voluntad y fuerza suficiente como para abrir los parpados.
Alguna vez había oído hablar del fin del arcoíris, del fondo del mar, de las siete maravillas del mundo, de que el dulce de leche era el manjar del mundo, que el mar encerraba misterios y que los sueños eran el mejor regalo que se les pudo regalar a las personas. Pero nada de eso se comparaba con lo que estaba viviendo sobre aquella cama, empapados de la oscuridad de la noche, en la satisfacción del fuego que los consumía chispa por chispa, hoguera tras hoguera que arremetía contra ellos y los golpeaba como si fueran oleadas en pleamar.
Y su piel terminaba cuando empezaba la de Hisoka. Aunque no estaba completamente seguro. La conectividad era tan óptima que parecían hechos para permanecer en ese estado. Unidos, Enlazados. Imantados. Con una concavidad y una convexidad que estaban formadas la una para la otra. La perfección. El acople. La adaptación única que solo se lograba cuando la virilidad del mayor se unía a la profundidad del menor. Que magnificencia! Que prestigio hermoso del destino estar embadurnándose de Hisoka RD.
Magnate del deseo. Invocador de la perversidad. Amante pérgola de la inmortalidad. Lujuria personificada.
-yo a ti- Respondió como pudo la voz ajena que no daba para más. Haciendo sonreir al morocho -..ahh… lo sseeh…- Prácticamente estaba masturbándose con las paredes de su estrechez, impulsivamente.
Una tras otra las embestidas golpeaban como si quisiera arrebatarle a Hisoka… la vida.
Aunque por un momento la sensación de que su cuerpo estaba a punto de estallar, y comenzó a apretar el cuerpo debajo de él como si estuviera pasando un tornado y ya no quisiera dejarlo ir, sin tener en cuenta que quizás pueda hacerle daño al rubio. Su respiración se detuvo y sus dientes se apretaron… aumentando la velocidad de sus movimientos, terminando en una última arremetida que logró acabarlo por completo, desembocando en lo profundo de ese cuerpo que ahora parecía estar asfixiando. Emitió, o dejó escapar no estaba seguro, un masculino jadeo que mostraba lo muy, mucho, que Semhiazza se encontraba debilitado. Una de sus manos se aferró fuertemente al almohadón –AAARgh!......ahhh…..aaahhh…ahhh…ahhh….-Su respiración agitada prácticamente lo estaba dejando sin aliento. Se sentía mareado y fatalmente cansado, con sueño, con ganas de quedarse sobre ese cuerpo y dormir así toda la noche. Como podía ser posible que un demonio sintiera emociones de un mortal?
Abrió costosamente sus ojos, su vista se encontraba nublada pero enseguida pudo establecer una visión normal… Y lo que vió lo debó embobado. La extraordinaria belleza de Hisoka. Su rostro mojado, su cabello humedecido y desparramado, su piel brillante, sus ojos verdes como faroles en esa noche tan oscura y caliente. Sonrió y acaricio su mejilla suavemente, mirándolo completamente enamorado – Sokah… estas aquí….- Susurró como si estuviera fuera de sí- …estás conmigo…-
Salió de él y tragó saliva, sintiendo como la sensación del orgasmo hubo terminado y como su erección desaparecía. Mas él no se movió de allí, tenía los músculos de sus piernas y glúteos entumecidos y sentía que si se movía su cuerpo se partiría en mil pedazos…. Apenas se movió un poco para acomodarse mejor sobre él y apoyó sus dos codos en la almohada acariciando con sus manos el rostro ajeno, sonrió mostrando sus dientes- … y me amas -
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O no que Sam me parece mucho a mi? ;) Desenfrenado pero romantico ehm? Espero que te gute el post C: |
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Acariciaba con ambas manos ese cabello negro, más oscuro que el propio cielo abatido cuando la noche llega y no hay señal alguna de una estrella. Mechón a mechón, ese cabello se enredaba entre sus finos dedos como si de un fino hilo se tratara, envolviendo toda la extensión y escapando frágilmente, con casi la misma velocidad con la que se había enredado. Su mano no estaba quieta, se movía incansablemente hacia adelante y hacia atrás, como el resto de su cuerpo que luchaba entre la sabanas… sin desear vencer, no, eso aquel zorro no lo deseaba… anhelaba perder, deseaba con todas sus fuerzas acabar perdiendo bajo ese cuerpo robusto que no dejaba de masturbarse con su interior, moldeándolo desde adentro de la forma más deliciosa… el sexo que el demonio le daba lo hacía derramarse más de una vez cada que sucedía, y no había excepciones, realmente disfrutaba el sexo con él. Los gemidos ahogados entre las sabanas de la cama se desasían en los oídos ajenos, que oían placenteros el jadeo incontrolable de alguien a quien prácticamente estaba violando. – aaah!!! Ah!! – contuvo la respiración al sentir el palpitar del miembro ajeno en su cuerpo, y el calor que le invadía… algo liquido se abría paso entre sus piernas y parecía quemarlo en su trayecto – aahhg!... aahhh aaahhnn… - cerró sus ojos, debido a que el placer casi los hacía dar vuelta hacia atrás… - aaahhhh – gimió dulcemente, corriéndose al sentir tanto calor… al sentirse tan lleno como para casi rebalsar.
Sus piernas se acariciaron en toda la extensión de las piernas ajenas… hasta posarlas en la cama, descansándolas del esfuerzo de sostenerse, de resistir semejante manera de empujar.. de penetrar. Las manos delicadas del rubio ahora acariciaban el rostro del moreno, con tranquilidad, aunque su pecho estuviera agitado, sus labios entreabiertos y húmedos; sus cabellos pegados en su frente y su cuello.. – ah…ahh… - sonrió, aún jadeante. Sus ojos verdes miraban los oscuros casi de forma hipnotizante… el calor entre ambos cuerpos ahora era más bien como un amoroso abrazo… Hisoka se estremeció, acurrucándose más hacia abajo para resguardarse más en ese cuerpo que lo protegía, oyendo su voz susurrante y dejándose acariciar por sus manos “Sokah…estás aquí…estás conmigo… y me amas”. Mirándolo con una sonrisa llena de cariño el rubio elevó un poco la punta de la nariz para acariciar con ella la punta de la nariz ajena, sus ojos verdes y brillantes no dejaban de mirarlo - …te amo… - susurró, casi como dándole la razón, sonriendo de forma tan simpática que casi parecían tratarse de dos amigos que oh casualidad se encontraban desnudos uno acostado sobre el otro. Las manos del rubio rodearon la espalda de Semyazza… elevando sus manos hasta alcanzar sus hombros (pasando con sus brazos por debajo de las axilas de Sam) manteniéndose así, abrazándolo empujando a Sam a que descansara su cabeza en el hombro del rubio, quedándose quieto..Su corazón latía y el demonio podía oírlo, podía sentirlo también en su pecho. Un corazón que latía por los dos… un corazón completamente vivo y con ganas de amar - …con tu mal ejemplo….tu forma de hablar tan perversa y mal intencionada - susurró, aun manteniendo su sonrisa - ...derrumbas… cada uno de mis principios, destrozas mi tranquilidad… aniquilas mi orgullo… acabas con… cada una de mis inhibiciones – murmuró, arrimándose a su oído para que lo escuchara claramente, mirando de reojo el rostro que no podía divisar todavía -…haces que mi corazón se arrodille… - sus uñas pasearon tranquilamente, sin hacer daño, por toda la extensión de su espalda, los ojos verdes observaban ese trayecto imaginario - …me encanta eso mi amor… - sonrió un poco más… volviendo a abrazar ese cuerpo y cerrar sus ojos.
. . . . . Mirá, como te lo digo, eso no lo sé jaja preguntale a tu marido si coincidis o no con tu personaje. Solo tengo algo para decirte, tardo porque tengo miedo de terminar, no quiero que te vayas...
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Los brazos que rodearon su espalda lo fundió en un profundo embelesamiento. Si había algo más suave y adormecedor que las nubes y las rosas, sin duda era el cuerpo de Hisoka. Gentil y dulce. No estaba seguro si aún continuara desnudo o sobre su piel descansaba aún su ropa de seda. Recostó su cabeza sobre el hombro húmedo y rebosante de perfumes mezclados y fragancias a caricias desgastadas.
El latido del corazón de una persona... se siente cálido cuando a uno lo aman. Los ojos del demonio se encontraban fijos en cualquier parte de la vacía habitación – Todo se vuelve frio si uno se siente solo... volviendose alguien vestido de invierno.... -Sus brazos lo rodearon, apretándolo más contra él mientras se dejaba llevar por sus pensamientos- Pero la primavera sofoca con aromas a amores nuevos. Ahora entiendo a los poetas... se siente bien. Oirlo... se siente... -su oído se mantenía pegado a la piel ajena, sabía que debajo de esa suavidad, el cuerpo de Hisoka era un templo retumbante de latidos y ecos de “Te amo”s reprimidos bajo el peso del hastío. Ser cómplice de tanto amor se sentía- Bien…-
Y como si la dicha no pudiera ser más hermosa, la voz de Hisoka se dejó oír en pleno deleite. Uno por uno fue nombrando los cambios que Semhiaza provocaba en su empíreo amor. Inmortal y delicioso.
-haces que mi corazón se arrodille…-
Casi, por un minuto lo creyó una broma. Si hasta ahora, él se encontraba subordinado los deseos de Hisoka. Si sus manos estaban encadenadas a sus pies. Si no tenia el pudor necesario para mirar sus ojos a su misma altura. Y si solo era un bastardo sin el derecho de siquiera servirlo. No estaba a la medida de sus tobillos y no tenía la humildad suficiente para amarlo como lo amaba. Nadie se merecía sentir amor por un ser tan deslumbrante y encantador como lo era ese Soldado del Imperio que lograba domar lo indomable.
Y que se ponga a la altura de un demonio forastero de su propio infierno, amarlo y entregarle su corazón de rodillas no hizo más que hacerle sonreír. Ese niño no entendía la gravedad del asunto. No entendía que nunca podría ponerse a sus pies, porque era Semhiazza el que siempre estuvo postrado frente a él.
Ahora estaban juntos… y Hisoka sabía que nunca podrían separarse otra vez. El morocho elevó su cabeza, acercándose a su rostro para besar un costado de la nariz del rubio, un dulce y suave beso colmado de cien mil millones de cosas que podría decirle en ese momento. Tantos “Te amo”. Tantas promesas. Resumiendo todo aquello en un mimo pequeño e insignificante… Aunque cargado de sentimientos.
Volvió a recostar su cabeza en el pecho ajeno, aferrado a ese cuerpo como si fuera a desaparecer en alguna parte de sus pesadillas… aquellas que no lo dejaban dormir por las noches. Ahh… pero ya no tendría pesadillas! Ahora pudo, por una infinitesimal fracción de su eterna vida, olvidarse que era un teufel. Si.. Semhiazza era un demonio, pero esa noche… había tocado el cielo.
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El rubio sonrió al sentir como los brazos ajenos lo rodeaban con cariño y con fuerza. Sus mejillas se sonrojaron, ese calor, esa paz en el ambiente, era todo lo que necesitaba - .... - exhalo, dejando escapar el aire contenido en su interior como si de una melodía se tratara. Sintió que las comisuras en los labios del demonio se elevaban, seguramente sonreiría por algo que dijo. El color rojo en las mejillas del rubio aumentó. Sam levantó su rostro para mirarlo, pero Hisoka intentaba ocultarlo entre sus cabellos rubios, ocultando también sus propios ojos que lo evadían. Debió haber sido algo muy cursi para que sonriera, después de todo el teufel tenía una personalidad tan romántica que pocas veces podía pensar lo que decía. En vez de burlarse, el moreno beso cálidamente el hueco entre su nariz y su mejilla, sorprendiendo al ojiverde que lo miró absorto - ..ah.... - sonrió tímidamente, cuando volvió a recostarse en su pecho, aferrándose a él.
Pronto pudo sentir que no había ningún movimiento departe del cuerpo ajeno, y aquella paz y ese silencio hicieron caer al rubio en los sueños. Cerrando sus ojos y dejándose llevar completamente por el cansancio. Sin pensar en mañana, sin pensar en las posibilidades, en los problemas... en la cara que tendría que ponerle al demonio cuando se vean desnudos, uno sobre el otro y en plena luz del día. Por ahora, lo único que le importaba era dormir entre esos fuertes brazos...
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Roll Finalizado
Estás de acuerdo conmigo Gabriel? ^^ |
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Fue así como la oscuridad consumió las llamas de un amor de ardería eterno. Una eternidad oculta. Una oscuridad oculta, un amor oculto.
La pérdida y el olvido se abatían con ferocidad entre las sábanas mojadas. El desprecio, el rencor y la apatía usurparían, desdichadamente un corazón libre. O tal vez, alejados de a realidad, en un secreto inconsciente… muy tal vez, lo seguiría amando.
Supieron desencadenar una pasión difícilmente destructible. Un algo que juraron no se quebraría nunca. Un algo que trascendería las puertas de la rutina y el hábito. Que no acabaría jamás. Que no abandonarían jamás.
“Haré que nunca digas que esto fue un error”
Esas palabras subieron por borbotones por su garganta, y algo en su nariz cosquilleó. Un llanto desgarrador que muy posiblemente desbordara ni bien estuviera seguro que Hisoka no podría escucharlo. Habiendo cumplido aquella promesa, dejó que la distancia de ello creciera. Una distancia que en la memoria no se había visto nunca. Un “adiós” que hasta ahora nunca había sido tan doloroso.
“Lo se, tu y yo teníamos que simplemente amarnos”
Recuerdos que se iban oscureciendo mientras el condenado invierno secaba los pétalos de las flores. Mientras iba renaciendo tristemente sobre su propia muerte. El demonio siempre lo observaría. El demonio siempre lo sosegaría. Siempre estaría con él. Siempre… siempre.
Aunque otros cuerpos rozaran su piel. Aunque en otros brazos hallara calor. Aunque amara a otro desacertado hombre, Semhiazza estaría dentro de su alma. Estaría escondido, pero de todos modos estaría allí. Conservando la frescura de un cuerpo que a partir de ahora envejecería más lento. Un cuerpo que, aunque sin saberlo, estaría para siempre en los brazos de un Teufel sin que ninguno de los dos pudiera evitarlo jamás.
-Que desdicha. Haberte encontrado tal fin, solo para perderte.
Sus labios permanecieron inmóviles, mientras su voz resonó en la habitación, que durante la mañana deduciría ser el cuarto de Hisoka. La luz de la cuidad alumbraba resplandecientemente la piel del rubio. Jamás se habría levantado de allí. Jamás se habría cruzado con el demonio. Jamás se habría entregado a él. Jamás me habría dicho que me amaba.
El rostro de Semhiazza se mantenía semi oculto por la oscuridad que teñía la sala, incluso el negro de su ropa se difuminaba con la autentica nada. Desde los pies de la cama, los ojos del demonio se mantenían tan tenebrosos como habían sido siempre, como si lo que tuviese en frente estuviera sufriendo una atrocidad inimaginable y el Teufel lo estuviera disfrutando.
Y que era el abandono sino una atrocidad inimaginable?.
Cómo se podía partir un corazón y esperar que continuara latiendo?. Pero aprendería a darlo por perdido, sin rencor ni dolor. No porque haya desaparecido, sino porque esas emociones vivirían en Semahiazza desde hoy y para siempre y cargaría los sentimientos más oscuros para que Hisoka no sintiera esa carga. Los cargaría porque él ya estaba acostumbrado a cargar la oscuridad en si mismo. Encerrarla en una burbuja de amor para que no rozara la luz que vivía en Hisoka.
-Juntos iremos unidos en la sangre, hoy es el tiempo que puede ser mañana…
De nuevo se hizo presente esa voz que provenía desde la inmensidad del inframundo. Había en sus ojos una tristeza dolida, tan fuerte que aún queriendo llorar, no lo hubiera logrado.
Jamás volvería a tocarlo de nuevo, jamás volvería a besarlo otra vez, jamás podrá susurrarle frases de amor al oído. Pero había algo de lo que estaba seguro: Jamás volvería a alejarse de él.
Porque en la memoria, dentro de los recuerdos, en lo más profundo de su corazón y su pasado… Semhiazza seguiría vivo. Latiendo con fuerza dentro de Hisoka. Dentro de su cuerpo, hundiéndose en el océano de agua bendita que el RD lloraba cada vez que pensaba en el amor de su vida. Purificándose.
Lo observó un momento más, por última vez. Una última. Antes de que su cuerpo fuera evaporándose en una transparencia oscura que llegó a ser humo negro. Casi invisible. El dolor que sentía cada vez se hacía más fuerte. La tristeza que sentía era triste por demás.
Le estaba sangrando el alma. Abandonarlo a la suerte de una vida sin el calor de su amado, era para el demonio un castigo que no terminaría de pagar jamás. Y jamás era demasiado tiempo para un alma que atravesaría los mares de la culpa y el arrepentimiento. Pero el amor que sentía palpitaba en su corazón en demasía. Y fue acercándose al cuerpo sobre la cama, manchándolo de oscuridad.
En la piel blanca de su pecho desnudo se dibujó una rosa con espinas. Una marca que simbolizaría por siempre la continuación de Semhiazza en el presente de Hisoka. Una rosa que fue desapareciendo sólo porque su cuerpo la absorbía. Con amor, con alabanza.
Desde hoy, simplemente aparecería en cada recuerdo en su memoria como algo borroso. Como si la duda le estuviera jugando a las escondidas y la verdad iba y venia en su cabeza en forma de preguntas.
Y si jamás se hubieran reencontrado? Y si en realidad todo había sido un sueño? Y si nunca volvieron a rozar sus cuerpos nunca más y solo en la desesperada mente de Hisoka aparecían esos deseos convertidos en recuerdos de cosas que nunca habían pasado?
Pero…
Se sentiría tan real.
Que clase de magia cruel había manchado su memoria para dejarlo con la sensación de los brazos de aquel hombre al cual amaba tanto?.
El amor puede tocarnos una vez y durar para toda la vida.
Cegados por un amor incontrolable, que había crecido de forma desmesurada y sin dudas en un tiempo de aletargo hipnótico propio de un enamorado. Todo era una bomba de tiempo. Si no se morían de amor hoy, sería mañana donde la muerte los encontrará esperando un final catastrófico. Un final donde la locura y la desesperación irrumpirían los buenos momentos que hubieran pasado. Acá o sumergidos en el mismísimo infierno. Mientras la felicidad los acompañase, que importaba donde estuvieran?.
Permaneceremos así, de esta manera.
Que mejor que congelar en una resina la pasión y las metas de un amor que prometía dar tanto? Que mejor que poner a dormir sus sentimientos y no despertarlos jamás. Porque estarían dormidos, estarían en una profunda ilusión pero de todos modos estarían allí. Los “que hubiera pasado si..?” propios del primer amor. Los cuentos que ya nunca más oirían los niños. Desde hoy, todo sería un mito. El mito de si alguna vez existió aquel demonio. El mito de si alguna vez un alma noble lo amó. El sorprendente mito de si hubo sobre la tierra un amor tan fuerte, que decidió morir en paz para renacer en el alma del más fuerte. Un amor que prefirió rechazar el futuro, para que el presente durara para siempre.
Semahiazza había desaparecido. Hisoka aún dormía en su cama como pocas noches. Y el amor que los había unido una vez. Ahora permanecería entrelazándolos para siempre. Para siempre.
Tu estas a salvo en mi corazón. Y mi corazón continuará y continuará.
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Chicos, yo se que nada aquí
tengo que ver yo, pero...
DAÑLDBSAJODBSAÑFBASÑDBALÑ
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Jajajaja Tammy me sorprendió tu mensaje aqui! jajaja
eres un amor, ya dentro de poquito te respondo si? <3
esperame porfavor! a gustado el final de Gabriel eh?
jaja sabía que tendría algo preparado bajo la manga~ |
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