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General: Conspiración Una vasta y poderosa red, que carece
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: Alcoseri  (Mensaje original) Enviado: 04/06/2010 13:10
Conspiración- Una vasta y poderosa red, que carece no obstante, de dirigentes, está tratando de introducir un cambio radical en el Mundo. Sus miembros han roto con ciertos aspectos clave del pensamiento occidental, y pueden incluso haber quebrado hasta la misma continuidad con la historia. Esta red es la Conspiración de Acuario. Se trata de una conspiración desprovista de doctrina política, carente de manifiesto. Está integrada por conspiradores que buscan el poder tan sólo para disgregarlo, y que se valen de estrategias pragmáticas, incluso científicas, pero con una perspectiva tan cercana a la mística, que apenas se atreven a hablar de ello. Son activistas que plantean cuestiones de muy diversa índole, que están desafiando al establishment desde su propio interior. Más amplia que una reforma, más profunda que una revolución, esta especie benigna de conspiración en pro de un nuevo programa de actuación humana ha desencadenado el realineamiento cultural más rápido de toda la historia. El vasto, estremecedor e irrevocable movimiento que se nos está viniendo encima no es un nuevo sistema político, religioso ni filosófico. Es una nueva mentalidad, el surgimiento de una sorprendente visión del mundo, en cuyo marco hay cabida tanto para la ciencia de vanguardia como para las concepciones del más antiguo pensamiento conocido. Los conspiradores de Acuario se alinean a lo largo y a lo ancho de todos los niveles de renta y educación, desde los más humildes a los más elevados. Hay maestros y oficinistas, científicos de renombre, políticos y legisladores, artistas y millonarios, taxistas y primeras figuras en el campo de la medicina, la educación, el derecho, la psicología. Algunos se manifiestan abiertamente en su defensa, y sus nombres pueden resultarnos familiares. Otros prefieren silenciar su implicación, en la creencia de poder resultar más eficaces si no les son atribuidas ideas que con frecuencia han sido mal comprendidas. Hay legiones de conspiradores. Los hay en corporaciones, en universidades y en hospitales, entre el profesorado escolar, en fábricas y en consultorios médicos, en instituciones estatales y federales, entre concejales de ayuntamientos y miembros de la Casa Blanca, en las Cámaras legislativas, en organizaciones de voluntarios, y en prácticamente todos los centros de toma de decisiones en el país. Los conspiradores, cualesquiera que sean sus niveles sociales o su grado de sofisticación, están ligados entre sí, emparentados por sus descubrimientos y «terremotos» interiores. Uno puede sobrepasar antiguos límites, superar inercias y miedos pasados, y alcanzar niveles de plenitud que parecían imposibles..., descubrir raudales de posibilidades, de libertad y de cercanía humana. Se puede ganar en productividad y sentirse más cómodo y confiado en medio de la inseguridad. Los problemas pueden sentirse como retos, como ocasiones para renovarse, más que como fuentes de estrés. Actitudes habituales de autodefensa o de preocupación pueden desmoronarse. Todo puede ser de otra manera. Cierto que, al principio, la mayoría ni siquiera se proponía cambiar la sociedad. En ese sentido, se diría que es una especie de conspiración muy poco apropiada. Pero empezaron a darse cuenta de que ellos mismos se habían ido convirtiendo en revoluciones «vivientes». Tras haber experimentado serios cambios personales, se encontraron a sí mismos replanteándose todo, cuestionándose antiguas evidencias, viendo con nuevos ojos su trabajo y sus relaciones, la salud, el poder político y los «expertos» en la materia, sus objetivos y valores en general. En cada ciudad, en cada institución, se han ido fusionando en pequeños grupos, formando lo que alguno ha llamado «inorganizaciones nacionales». Algunos conspiradores tienen una aguda conciencia del alcance nacional, e incluso internacional, del movimiento y tratan activamente de vincular a otros al mismo. Son al mismo tiempo antenas y transmisores, escuchando y comunicando a la vez. Actúan como amplificadores de las actividades de la conspiración por medios muy diversos, como crear nuevas redes, editar folletos, sistematizar e integrar los nuevos campos de posibilidades en libros, conferencias, programas escolares, y hasta en sesiones del Congreso y en los medios nacionales de difusión. Otros han centrado su actividad en el campo de su propia especialidad, formando grupos en el seno de organizaciones e instituciones preexistentes, exponiendo las nuevas ideas a sus colaboradores, para lo que con frecuencia necesitan recurrir, en busca de apoyo, de confirmación o de respaldo informativo, a niveles más amplios de la red. Y hay millones de otros, que nunca se han considerado a sí mismos partícipes de una conspiración, pero que sienten que sus propias luchas y experiencias forman parte de algo más grande, de una transformación social más amplia, que resulta cada vez más visible, si se sabe mirar en la dirección apropiada. Normalmente desconocen la existencia de redes nacionales y de su influencia en puestos elevados; pueden haber encontrado una o dos personas de mentalidad pareja a la suya en su lugar de trabajo, entre sus vecinos o en su círculo de amigos. No obstante, incluso en esos pequeños grupos de dos, de tres, de ocho, de diez, están ejerciendo un impacto. Sería en vano buscarles afiliados en formas tradicionales, como partidos políticos, grupos ideológicos, clubes, o fraternidades. Se encuentran, por el contrario, en pequeños círculos y en redes flexibles. Hay decenas de millares de puntos por donde se puede entrar a formar parte de la conspiración. La gente, cualquiera que sea el lugar donde comparten sus experiencias, acaban por conectar más tarde o más temprano unos con otros, y eventualmente con círculos más amplios. Su número crece cada día. Por audaz y romántico que pueda parecer este movimiento, veremos cómo ha evolucionado a partir de una secuencia de acontecimientos históricos que difícilmente podrían haber conducido a otro lado... En realidad es la expresión de profundos principios de la naturaleza, que solamente ahora están siendo descritos y confirmados por la ciencia. En su estimación de lo que es posible, procede de forma rigurosamente racional. «Estamos en un momento apasionante de la historia, tal vez en un punto decisivo de giro», ha declarado Ilya Prigogine, que obtuvo el premio Nobel en 1977 por la elaboración de una teoría que describe las transformaciones, que tienen lugar no sólo en ciencias físicas, sino también en la sociedad, y en donde se subraya el papel del estrés y de las «perturbaciones» como desencadenantes de un nuevo orden a un nivel superior. La ciencia, dice, está comprobando la realidad de una «profunda visión cultural». Los poetas y filósofos tenían razón al sugerir que el universo es abierto y creativo. Transformación, innovación, evolución, son otras tantas respuestas naturales a cualquier crisis. Una cosa es cada vez más clara: las crisis de nuestro tiempo representan el impulso necesario para la revolución en marcha. Y una vez que comprendemos los poderes transformadores de la naturaleza, comprendemos que éste es nuestro más poderoso aliado, y no una fuerza que es preciso temer o mantener a raya. En nuestra misma patología reside nuestra oportunidad. En todo tiempo, decía el científico y filósofo Pierre Teilhard de Chardin, el hombre se ha considerado a sí mismo en un punto decisivo de la historia. «Y en cierta medida, en cuanto que siempre ha estado avanzando y subiendo como en espiral, estaba en lo cierto. Pero hay momentos en que esa sensación de transformación se acentúa particularmente, resultando así más justificada.» Teilhard profetizó el fenómeno central de este libro: una conspiración de hombres y mujeres con una nueva perspectiva, capaz de desencadenar un contagio crítico de la necesidad de cambio. A lo largo de la historia, prácticamente todos los esfuerzos por remodelar la sociedad han comenzado siempre por alterar su forma y su organización exteriores. Se partía de considerar que una estructura social racional podía ser fuente de armonía, a través de un sistema de recompensas, castigos y manipulaciones del poder. Pero los sucesivos intentos periódicos de alcanzar una sociedad justa por medio de experimentos políticos parecen haber sido frustrados una y otra vez por el espíritu humano de contradicción... ¿Y ahora qué? La Conspiración de Acuario constituye el Ahora Qué. Hemos de movernos hacia lo desconocido. Lo conocido no ha hecho hasta ahora otra cosa que fallarnos por completo. Tomando una perspectiva más amplia de la historia, y una evaluación más profunda de la naturaleza, la Conspiración de Acuario es una forma distinta de revolución, con un nuevo tipo de revolucionarios. Lo que busca es un cambio de conciencia en un número crítico de individuos, lo suficiente para precipitar la renovación de la sociedad entera. «No podemos esperar hasta que el mundo cambie», ha dicho la filósofa Beatrice Bruteau, «ni hasta que vengan nuevos tiempos que nos hagan cambiar a nosotros, ni esperar que llegue la revolución y nos arrastre en su nueva carrera. El futuro somos nosotros mismos. Nosotros somos la revolución.»
http://groups.google.com/group/secreto-masonico


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