En la columna del aprendiz masón.
La fuerza vital en la persona profana está dominada por la influencia de las bajas pasiones. Esto, no es inevitable, debemos pensar en el alto consumo de energía que requieren las bajas pasiones para operar en el hombre y la mujer, un altísimo consumo constante de energía que significa la pérdida de la posibilidad de mantenerse alerta durante la vida. El hombre siendo un ser superior está lamentablemente dominado por la animalidad, la persona debe de instruirse antes de tener la osadía de detener el gasto de energía en emociones negativas. La característica del estado de animalidad es conseguir lo que quiere cuando quiere, y no cuando lo necesita. La animalidad en el ser humano no tiene aspiraciones altas, su deseo es solamente satisfacerse, acumular cosas e información. Sus deseos son primarios, primitivos y sexualmente depravados. En este sentido lo que hay superior en nosotros los hombres y mujeres siempre están en constante conflicto con la animalidad. En la medida, que vamos avanzando en el camino iniciático se van creando condiciones especiales, crece una fuerza motivadora que resulta ser un aliado en el trabajo masónico, si no creamos ciertas condiciones, crear un alma inmortal es imposible. No debemos repetir la frase “La Acacia me es conocida” porque no es verdad, esa frase se repite mecánicamente, sin conocer su significado real. En la apertura de la Cámara del Medio se pregunta ¿sois Maestro? Alguien contesta – La Acacia me es conocida. Alguien más pregunta; ¿Qué significa esta frase? – Se contesta – Que sé cómo obtener la inmortalidad.