FALSO BAUTISMO DEL
CREDO TRINO DE LA CATÓLICA POR DECRETO IMPERIAL DE ROMA (381 d.C.).
A fin de que se terminara de cumplir el tiempo del
castigo que el Ser Divino profetizara por boca de sus profetas sobre la casa de
Israel y la casa de Judá, IEUÉ (YHVH) mediante Isaías anuncia de darles consolación con el perdón del
pecado; y deja vaticinado un mandato a la voz que clama en el desierto, para
que le preparara camino, le enderezara calzada en la soledad, y desde un monte
alto sin ningún temor, dijera con voz fuerte a las ciudades de Judá: “¡Ved
aquí al Dios vuestro!”; pues, El viene con poder señoreando con su
brazo y apacentando a sus ovejas (Is. 40:1-11). Así se cumplió, que
vino İojanán Bautista, a preparar camino y a enderezar calzada en la
soledad a Jesucristo, el Dios nuestro, y predicando el bautismo en agua para
arrepentimiento diciendo: “detrás de mí viene uno más poderoso que
yo, y éllos bautizará con Espíritu Santo y fuego” (Mt. 3:1-6, 11; Jn
1:22-28; Lc. 3:2-6; Hch. 11:16; 19:4; Mc. 1:1-11; Is. 44:3; y Joel. 2:28).
De hecho İojanán Bautista bautizó tan
sólo en agua para arrepentimiento, y todo quien a él venía con pecado a
bautizarse, se los confesaba; y en cambio Cristo bautizaría en Espíritu Santo y
fuego. De lo cual se desprende un bautismo en agua para arrepentimiento y
confesión de los pecados, y un bautismo diferente al agua, que es en Espíritu
Santo y fuego.
Se ha de notar, que en
principio el bautismo en agua para arrepentimiento, estaba a cargo
de İojanán Bautista; pero él en una ocasión profetizó, que debía menguar
para que Cristo “El Mesías" creciera (Jn. 3:30). Con esto ya İojanán
Bautista estaba consciente, que por su vaticinio de menguar lo arrestarían y le
quitarían la vida con muerte de decapitación, para que ya no lo buscaran ni lo
siguieran a él, sino a Jesucristo (Mt. 14:1-12). Así que encarcelado y
muerto İojanán Bautista, Cristo vino a ser entre los dos, el que continuó
la prédica de las buenas noticias de salvación, para cumplir lo profetizado por
el profeta Isaías, cuando dijo:
“El Espíritu de
IEUÉ El Señor está sobre mí, porque me ungió IEUÉ, me ha enviado a predicar buenas
nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar
libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; a proclamar el
año de la buena voluntad de IEUÉ, y el día de venganza del Dios nuestro; a
consolar a todos los enlutados; a ordenar que a los afligidos de Sión se les dé
gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en
lugar del espíritu angustiado…” (Is. 61:1-11; Lc. 4.14-21).
De manera pues, que muerto İojanán
Bautista quien bautizaba en agua para arrepentimiento, éste oficio recayó sobre
Cristo (El Mesías), a fin de bautizar a sus discípulos, para luego delegarles
esa función (Jn. 3.22; y 4:1-2); pero antes de que esto ocurriera, él continuó
predicando las buenas noticias de salvación (el Evangelio), y en general
cumplió todo lo que está escrito acerca de Él en la ley de Moisés, en los
profetas y en los salmos (Salm. 22; 69:21; Is. 52:13-15; 53:1-12; Mt. 27:34;
Mc. 15:36; Lc. 18:31-33; y 22:44). Luego que El Mesías fue crucificado, muerto,
sepultado y resucitado de entre los muertos al tercer día, le dio mandamiento a
sus discípulos para ir por todo el mundo a predicar el Evangelio a toda
criatura, para que todo quien crea y se bautice, sea salvo; y por tanto les
mandó a que en todas las naciones comenzando desde İerusaleim, predicaran
en su Nombre, el arrepentimiento y perdón de pecados (Mc. 16:15-16; y Lc. 24:47). Esto desde luego
comienza a tener cumplimiento, a partir de İerusaleim, con demostración de
poder de su Espíritu Divino, porque además de un viento recio que soplaba,
aconteció que a cada uno de los reunidos en aposento alto, se les asentaron
como llamas de fuego sobre sus cabezas, y ellos al hablar en otras lenguas,
atrajo a muchos judíos que habían ido a İerusaleim, para celebrar el día
de pentecostés o fiestas de las primicias (Hch. 2:1-12; 1:13); y Pedro lleno
del Espíritu de Santidad, les dijo a los compungidos de corazón, que se bautice
cada uno en el Nombre de Jesucristo para arrepentimiento, perdón de los pecados
y recibimiento del Espíritu Santo (Hch. 2:37-39). Para este entonces, es
impresionante lo que se observa en Hch. 2:42, porque los que habían sido
bautizados en el Nombre de Jesucristo, perseveraban en la doctrina de los
Apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las
oraciones.
Cuya doctrina que tiene como principio
la predicación del arrepentimiento y el perdón de los pecados en todas las
naciones en el nombre de Jesucristo, continuó siendo transmitida ya no solo a
los judíos, que inclusive a Saulo (Pablo) y a los discípulos de İojanán
Bautista, sino a los samaritanos y en general a los gentiles, de entre los
cuales hubieron quienes se bautizaron en el Nombre glorioso de IESUÉ El
Cristo (Lc.24:47;Hch. 2.38;8.12; 8.16;
10.48; 10.48; 19.3-5; y 22.16). En relación a
esto, luego el Apóstol Pablo entre otras cosas que argumenta en Romanos 6.3 y
en Gálatas 3:27-29, escribe acerca del bautismo, ya que respectivamente hace
las siguientes afirmaciones:
“3¿O no saben que todos los
que han sido bautizados en Cristo IESUÉ, hemos sido bautizados en su
muerte? 4 porque somos sepultados juntamente con él
para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos
por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva (Col 2:12;
Gl. 6:15; Ef. 4:22-24; y Col. 3:10).”
“27porque
todos los que han sido bautizados en Cristo, de Cristo están revestidos. 28Ya
no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni varona; porque
todos ustedes son uno en Cristo IESUÉ. Y si ustedes son de Cristo. Ciertamente
linaje de Abraham son, y herederos según la promesa (1 Co. 3.23; y Gl. 4:28).
Entonces visto todo lo anterior ¿qué pasó en
contra de la doctrina de los Apóstoles, que obstruyó su principio de bautizar
en el Nombre de Jesucristo para arrepentimiento, perdón de pecados y
recibimiento de los dones del Espíritu Santo? Esto ocurre, porque luego que de parte de los
judíos y de los romanos los Apóstoles tuvieron gran oposición, vinieron días en
que ya habían quedado en el pasado sus existencias humanas, y surgieron varias
tendencias cristianas, que no congeniaban en sus ideologías ni en lo que
predicaban. Entre estas tendencias para poner como ejemplos al menos dos, son:
1) Los tertulianistas, era un movimiento que
residía en una basílica de Cartago y defendían la teoría “trinitas” de que los
tres son una misma sustancia. Esta teoría es atribuida a Quintus Séptimus
Florente, mejor conocido como Tertuliano, quien en su obra Adversus Praxeam
II,4 expone:
“La unidad en la
trinidad dispone a los tres. Dirigiéndose al padre y al hijo y al espíritu,
pero los tres no tienen diferencia de estado ni de grado, ni
de substancia ni de forma, ni de potestad ni de especie, pues son de
una misma substancia, y de un grado y de una potestad”
En discordancia a ello, es que el N.T.,
menciona a Jesucristo como la imagen misma de su sustancia, y no a tres que
sean de una misma sustancia (Heb. 1:3).
Tal teoría de hecho incidió en sus
estudiantes, que uno de ellos fue Cipriano de Cartago, el predecesor de
Agustín, y el fundador de la teología latina. Ha de destacarse que después de
la muerte de Tertuliano, dicha teoría de que los tres son de una misma substancia,
fue acogida por otros; y así luego por muchos que llegaron a ser obispos
católicos. Estos obispos por ello sostenían, que Jesucristo es Dios
de Dios y luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no
hecho, consustancial al Padre. En pocas palabras, defendían la Deidad de
Cristo, como Dios que es de Dios.
2) Los arrianos eran otros obispos, que compartían la creencia del presbítero
Arrio, quien contrariamente a los que defendían la Deidad de Cristo, decía que
Jesucristo fue el primer ser creado; y por tanto no era Dios mismo, sino su
servidor.
Esas dos tendencias, que a diferencia de
quienes se mantenían en la Doctrina de los Apóstoles, que es la de Cristo (El
Mesías), eran las más influyentes dentro del imperio romano, tanto que con sus
adeptos y simpatizantes, generaban pugnas y conflictos entre sí; y esto no lo
vio bien Osio de Córdoba, el consejero de Constantino el grande, quien en un
sínodo celebrado en el 325 d.C., le recomendó convocar a ambas tendencias a una
reunión, para evitar la inestabilidad del imperio romano. Así pues, que del 20
de mayo al 25 de Julio del mismo año, se efectuó el primer concilio ecuménico
de Nicea, actualmente Iznik, ciudad de Asia Menor en el territorio de
la actual Turquía, donde concurrieron alrededor de 300 obispos (según
Atanasio); pero por ser mayoría los que defendían la Deidad de Cristo como Dios
de Dios, lograron imponerse sobre los arrianos, y con la avenía del emperador
romano en el presídium de ese concilio, establecieron el primer credo dual de
un solo Dios Padre Omnipotente y Dios verdadero de Dios verdadero, que en entre
otras cosas, dice:
“Creemos en un Dios Padre Todopoderoso, hacedor de todas las cosas
visibles e invisibles. Y en un Señor Jesucristo, el Hijo de Dios; engendrado
como el Unigénito del Padre, es decir, de la substancia del Padre, Dios de
Dios; luz de luz; Dios verdadero de Dios verdadero; engendrado, no hecho;
consustancial al Padre; mediante el cual todas las cosas fueron hechas, tanto
las que están en los cielos como la que están en la tierra; quien para nosotros
los humanos y para nuestra salvación descendió y se hizo carne, se hizo humano,
y sufrió, y resucitó al tercer día; y vendrá a juzgar a los vivos y los
muertos”.
Ocurrido lo anterior, y que ya de haber
transcurrido cincuenta y seis (56) años de ese evento, no existía Joviano el
sucesor de Juliano, ni este a su vez de Constantino el grande, sino Teodosio I,
quien además de católico tertulianista, era el emperador de Roma. A diferencia
de Constantino el grande, quien junto a Fulgencio había dado libertad de culto
mediante el decreto de Milán (313 d.C.),Teodosio I convocó y presidió el
concilio ecuménico de Constantinopla (381 d.C.), donde además de reformarse el
credo católico, para atribuirle deidad al Espíritu Santo, que junto al Padre y
al Hijo recibe una misma adoración y gloria, estableció a la iglesia católica
como institución oficial del extenso imperio romano, e imponiéndose así para
todas las provincias o ciudadanías de ese imperio, tres cosas nunca antes
vista, como: “el credo trino de tres divinas personas, una
religión católica-eclesiástica y la prohibición de los ídolos o deidades
paganas”. Esto que es considerado por algunos como un precedente de
gran importancia en la historia de la humanidad, no obstante deviene del que
representaba a la sexta cabeza de la bestia apocalíptica (el imperio romano) y
es sombra tipo figura de lo que ha de suceder en el futuro, porque como un
arquetipo o prototipo del emperador romano, se manifestará el hijo de pecado o
hijo de perdición, quien siendo el segundo personaje de la trinidad
diabólica <>y que simbólicamente hablando son los tres seis (666),
se levantará y se opondrá a todo lo que se llame dios o es objeto de culto, e
impondrá una creencia trina y una religión mediante la iglesia que auspiciará
el falso profeta; y aún de suprimir cualquier otro culto que no sea el de él,
se sentará en un templo como dios, haciendo pasar por Dios (2 Ts. 2:3-4). Bajo
los decretos 375-400 del emperador Teodosio I, si bien los templos paganos
fueron arrasados por turbas de cristianos católicos, pero hubo mucho
derramamiento de sangre. Los obispos católicos tertulianistas, que constituidos
desde entonces en la iglesia oficial, con un credo trino, e instituida por
decreto imperial como la única religión, había imperado así la gran apostasía
(2 Ts. 2:3, 7-12). Ella presuntamente había conquistado al imperio romano; pero
este en realidad era el que la había conquistado, rehaciéndola a su propia
semejanza. La iglesia católica se había hecho una institución completamente
diferente a la iglesia primitiva, que fue perseguida por la sexta cabeza de la
bestia apocalíptica “el imperio romano” (Ap. 13:1-7; y 17:8-10).
En todo lo que transcurrió del siglo 4º al 6º d.C., el culto muy sencillo,
se desarrolló en ceremonias lujosas, formales e importantes, revestidas de todo
el esplendor interno y externo que antes distinguía a los templos paganos. El
término “sacerdote”, no se aplicó a los ministros cristianos antes del 200
d.C., fue tomado del sistema judaico y del ejemplo del sacerdote pagano, porque
la mitra en forma de cabeza de pez, es de origen babilónico y de costumbre
filistea para el servicio del dios pagano Dágon. Otro ingrediente, es que
Leo I (440-61) al prohibir el matrimonio de los sacerdotes como está revelado en
1 de Timoteo 4:1-3, agravó más la gran apostasía; y así que siendo el celibato
clerical ley de la iglesia católica romana, fue contraproducente, porque en
todos los siglos la notoria inmoralidad del clero, ha sido uno (de los
escándalos) permanentes de esa iglesia. A la postre la conversión de los
barbaros (godos, vándalos y hunos), que derrocaron al imperio romano en la
parte occidental, aceptaron el cristianismo catolizado de los tertulianistas;
pero en gran parte su conversión fue solamente nominal; y esto contribuyó a un
más, a llenar la iglesia católica de prácticas paganas. Los conflictos de
filosofías, eran latentes, porque así como cada generación trata de interpretar
a Cristo en términos de su propia manera de pensar, en el cristianismo se
originó, un proceso de amalgamarlo con filosofías griegas y orientales, de donde
nacieron muchas sectas, tales como:“los gnósticos (la materia es
mala. Jesucristo es un fantasma, y la salvación mediante el alumbramiento
místico interno); maniqueos (dualismo persa); montanistas (el
continuado ministerio sobre natural del Espíritu Santo. Para ellos en Montano
era el Espíritu Santo que estaba dando nueva revelación…Moock 1995, P.
80); monárquicos o tertulianistas (el Padre; el Hijo; y el
Espíritu Santo, son de una misma substancia, y tres personas distintas en la
subsistencia); arrianos (oposición al concepto de Dios de
Dios, y por considerar que Jesucristo es el primer ser creado, no es Dios);
apolinaristas (negaban la naturaleza humana de Cristo); monofisitas (Cristo
tenía solamente una naturaleza); y nestorianos (hay en Cristo
dos naturalezas, la humana y la Divina, pero dos personas independientes e
distintas). Contrariamente a esas sectas heréticas y apóstatas, estaban los
eutiquianos (las dos naturalezas de Cristo están unidas en una)”. Desde el siglo segundo al sexto, el
cristianismo estaba dividido en controversias por estos, por aquellos y otros
“ismos”, y algunos fueron los que no perdieron de vista su verdadera misión,
que es la predicar el bautismo en agua para arrepentimiento y perdón de pecados
en el Nombre del Señor Jesucristo, y aún el recibimiento del don del Espíritu
Santo en función de la perfección de los santos, a fin de la edificación de su
cuerpo que es la iglesia; para que así y con fe, esperanza y caridad, sean
perfectos en unidad. Vale decir en cuanto a esta unidad, que es a la semejanza
del cuerpo humano de Cristo con su Espíritu Divino, que a modo similar como él
dijo: “Yo y el Padre somos uno”, todos somos uno en Cristo
que es la cabeza de todo principado y potestad (Jn. 17:22-23; Gl. 3:28; y Col.
2.9).
Hoy en día, el credo herético y
apóstata de los monárquicos tertulianistas, que desde fue impuesto por Teodosio
I, bajo la directriz de la iglesia católica y romana, se mantiene en detrimento
de los verdaderos mandamientos de Cristo (El Mesías), porque por ese credo en
contravención a Lucas 24:47 y a otros textos bíblicos relacionados, se adulteró
a Mateo 28:19 con la formula trina para el bautismo en agua, a diferencia de la
iglesia primitiva, que en su principio doctrinal, bautizó en el Nombre de
Jesucristo o IESUÉ El Cristo (Hch. 2:38; 8:16; 10:47-48; 22:16; 19:17; Ro. 6:3;
y Gl. 3:27). Desde que se decretó a la iglesia católica como la única para todo
el imperio romano y se impuso el credo trino, las otras tendencias del
cristianismo fueron perseguidas y a muchos la iglesia católica los asesinó,
matándolos en la hoguera o por ahorcamiento, a la vista pública, bajo el
pretexto de herejía. El resultado de los crímenes efectuados por la
iglesia católica, es espeluznante, fueron muchas las personas asesinadas.
Y actualmente, lo más lamentable en contra de la doctrina de los apóstoles, que
es la de Cristo (El Mesías), muchas son las denominaciones cristianas
evangélicas que cegadas por una trinidad y por la libertad de religión y culto
establecida en las normas jurídicas de varios países del mundo, en esto se han
venido excusándose de manera terca y obstinada, pues se han acogido al credo
trino de las tres divinas personas, cayendo así en apostasía y en la imposición
del imperio romano, que llegó a ser la cuarta bestia profetizada por Daniel y
fue la sexta cabeza de la bestia vaticinada en Apocalipsis (Dn.7:7; y Ap. 13:1;
y 17:8-10).
Lo cual es un indicativo, de que así como su
madre “la iglesia católica y romana”, tal son ellas las hijas, que comparten el
credo trino y su bautismo diciendo: “en el nombre del Padre; y del
Hijo; y del Espíritu Santo”. Y así como fue con el decreto que en el año
381 d.C., emitió el emperador del imperio romano en Constantinopla, será cuando
su arquetipo o prototipo (el hijo de pecado) se manifieste; porque a manera
semejante le impondrá a la humanidad, el signo trino diabólico: “dragón
rojo; anticristo; y falso profeta”, que están simbolizados en tres seis
(666). De manera que entre otras tendencias cristianas, muchas denominaciones
evangélicas lo aceptarán, porque además de hacer mediante el falso profeta
grandes prodigios, vendrá con gran potestad y como dios con asiento en el
templo de Dios, haciéndose pasar por Dios (2 Ts. 2:3-4).
Visto lo anterior, ello sirve de reflexión a las iglesias
evangélicas que han acogido el credo trino herético y apóstata de la católica,
a fin de que se retracten en esto y se vuelvan a la doctrina de los Apóstoles,
que es la del Mesías, que en su principio consiste en el arrepentimiento y
bautismo en el Nombre de Jesucristo, para perdón de los pecados y recibimiento
del don del Espíritu Santo (Lc. 24:47; Hch. 2:38; 8:16; 10:47-48; 22:16; 19:17;
Ro. 6:3; y Gl. 3:27). En el Nombre pues de IESUÉ El Cristo, es ese principio,
porque no hay otro nombre dado a los hombres para ser salvos; y que ello sea
aún, en el entendido de lo que se haga sea de hechos o de palabras, hacerlo
todo en el Nombre del Señor IESUÉ (Hch. 4:12; Ef. 1:21; Flp. 2:9; y Col. 3:17).
Finalmente, así como hubieron 7000
hombres que no doblegaron sus rodillas ante Baal, ni recibieron la creencia
maligna acerca de su deidad, hay muchos que no han admitido el credo trino de
la católica, y tampoco aceptarán el credo trino del anticristo, ni doblarán sus
rodillas delante su asquerosa y repugnante imagen (1 R. 19:18; y Ro. 11:4-6); y
aunque sean perseguidos y asesinados por el Hijo de perdición o por su iglesia
ritualista a cargo del falso profeta, serán bienaventurados, porque en
cumplimiento a lo escrito en el Nuevo Testamento, es que quien sea aborrecido
de todos a causa del Nombre de Cristo y muerto por su testimonio, tendrá la
salvación y ¡Vivirá!, ya que será parte de la primera resurrección, para reinar
con Cristo “El Mesías” mil (1000) años; y luego por toda la eternidad, desde la
Nueva Jerusalén (Mt. 10:22; 24:9,13; 11:25; Ap. 20:4,6; 21:1-27; y 22:5).