*El joven de cabellos rojos permanece casi estático en aquel lugar, manifestando sorpresa y genuina curiosidad. “Este es uno de aquellos sitios que obtienen dinero a través de peleas…”. La mirada se encuentra algo dilatada y distraída cuando alguno de los fragmentos de alguna botella pasa muy cerca de su cabeza, sacudiendo algunos de sus cabellos. – Ouuu… - Exclama mientras su postura es algo inestable e infantil con la pierna derecha elevada mientras el tronco de su cuerpo esta orientado hacia la izquierda, de repente la postura y al mirada toman un aspecto serio. “Debo tener cuidado en este sitio tan extraño” razona, cuando eleva su mirada a quien se encuentra en el centro del cuadrilatero que a su vez es centro de todo el escenario. – Iori… Imagino que no tengo otra opción para poder sacarte de aquí que subiendo junto a tí – Y la voz tiene alguna dosis de familiaridad, como si el joven pelirrojo conociera a quien lo retara tiempo atrás. Una flexión precisa configura un salto acrobático que deja al muchacho sobre el ring, mas sin embargo su expresión y gracilidad hacen pensar en la madurez de este, aunque su rostro con rasgos suaves da cierto matiz juvenil a su fisionomía. Erguido y bajo algunas luces de varios colores el joven demuestra toda su vestimenta, que se compone básicamente de un Kimono varonil, con una blusa de color bermellón de anchas mangas y un fondo blanco. Los pantalones anchos terminan en unos tabis resistentes anudados a la parte trasera de los tobillos. Sin embargo lo más llamativo es una cicatriz en forma de cruz, curtida por el tiempo y el ambiente, más esta demuestra cierta profundidad haciendo pensar en la fuerza de esta, aunque la precisión de los ejes que la componen dan cierto cariz legendario al Guerrero Samurái. – Iori… No has cambiado según veo… - Y con esa expresión la postura del joven de Oriente cambia, como si perfilara su hemisferio izquierdo, mientras su Sabakatou se extiende por delante y es visible la empuñadura en cuyo término un aro resalta en donde se apoya la zurda del Guerrero. “Este tipo esta algo loco… Eso le da mayor interés y lo hace más riesgoso…  Esta misión será muy exigente” Y ese pensamiento dejan al Samurái en una postura relajada, más la tensión es casi palpable, misma que parecieran sentir los espectadores quienes gradualmente reducen su alboroto y fijan su atención en el cuadrilátero y a quienes se yerguen ahí. En tanto la mirada del espadachín resalta sobre su misma fisionomía a causa de la profundidad y dejos de nobleza y determinación en la misma.*

Himura Kenshin - Samurái vagabundo