**El astro solar se esconde en el horizonte, y sus últimos rayos de luz rojiza acarician el Santuario de Athena con calidez. Todo es tranquilidad en aquel rincón del refugio, y solo el trinar de las aves acompañado por el andar ligero del viento se escucha; sin embargo pronto, como si de un meteorito se tratara, se escucha un tremendo golpe dentro del coliseo y una nube de polvo se levanta. Y cuando esta se disipa, se revela a un muchacho lentamente poniéndose de pie, acorazado por una brillante armadura naranja que se ajusta a su cuerpo. Su cabeza es coronada por un yelmo que asemeja el rostro de un joven león, por el cual se asoma su alborotada cabellera marrón. –Kgh…- Se le escapa de entre dientes mientras lleva la palma de su mano a su nuca, y con la mirada contempla el lugar -¿Dónde estoy?- el muchacho parece confundido mientras avanza por el lugar buscando respuestas a su incógnita. Aquel guerrero está muy alejado de su época, sin embargo es un digno santo de Athena: Soma de Leoncillo es su nombre, y su cosmos el de fuego.**

**El santo de leoncillo voltea su rostro en dirección de la voz que cuestiona su presencia y la sorpresa lo invade. -¿Seiya?- cuestiona con sorpresa, pero después nota que aquel guerrero es demasiado joven para ser el legendario santo de Sagitario. Aún confundido por el viaje espacio-temporal, el caballero del futuro responde con seriedad  -Yo soy Soma de León Menor y soy un santo de Athena.- Sin  embargo, al reconocer el ropaje del recién llegado, puede percibir que, a pesar de la diferencia física, aquella armadura es nada más y nada menos que la de Pegaso. -¿Pero tú quién eres? ¿Por qué llevas la armadura de Pegaso en vez de Koga?- cuestiona cada vez con más agresividad. Lentamente se pone en guardia de combate, sin medir las consecuencias de sus palabras.**