*Cierto despecho, cual si fuese la añoranza de una historia entera, se reflejan en unos iris particulares, cuya coloración se confunde entre el violeta y el gris. La túnica de este joven  es aquella característica por la última época de los samuráis, en la era Tokugawa, con pantalones anchos, de tonalidad blanca, y un saco de mangas anchas, rojo, ligeramente más claro que el tono de su cabello, algo característico en su persona, siendo uno de los rasgos distintivos así como una cicatriz, formada por dos líneas que se sobreponen, formando una cruz, misma que data de mucho tiempo. Suavemente aquella melancolía se disipa y se observa más atenta, casi sorprendida por unos instantes y posteriormente, algo impresionada, casi asqueada. – Que?... Acaso son personas?? – detiene sus pasos en ese punto, mirando aquellas estructuras de vidrio transparente, dentro de las cuales figura humanoides asoman lo que fuese el resultado de experimentos, y casi tan impresionante observa la figura imponente de una masa metálica. – Son monstruos… No hay otra razón, para quien hace esta clase de cosas – Y en dicho momento observa una figura completamente diferente al horror reflejado en esa instancia, “Ella… De nuevo” y este pensamiento hace recordar a la jovencita que se ve en el horizonte. “Tal parece que aun no hemos cerrado este círculo… Sin embargo tanto contigo, como con otras personas, es posible que haya llegado el tiempo de cerrar círculos… Aunque en realidad, ella nunca se alejará de mi vida” La textura tanto de la mirad como de la expresión de este joven cambian sutilmente, dejando entrever no sólo el reconocimiento de la fémina, sino como función de aquella otra que recuerda en esta hora gris, rodeado de tales artefactos, que denuncian las intenciones oscuras de un ente desconocido.*

Rurouni Kenshin - Samurái Vagabundo

*Sin cambio alguno, parece perdido un instante en ese último pensamiento, entonces acapara su atención de nuevo la joven de guantes de cuero. “Aun tan segura como siempre, no deja de llamarme la atención eso…” cierta núbil sonrisa crece en los labios del pelirrojo, dejando crear a su alrededor algún aire de empatía hacia ella. – Veo que no son necesarias las presentaciones. – Exclama elevando su diestra a la parte posterior de la cabeza, como si rascara el cuero cabelludo adicionando una expresión de calma, con la testa ligeramente ladeado, acompañando a todo esto una sonrisa aun más amplia. – Así que empezamos de una vez… Entonces debo estar preparado, aun no olvido que eres una guerrera increíble. – Señalando esto la expresión muda velozmente, adelantando el perfil izquierdo en cuyo hemisferio reposa en su cinto la espada, más ahora esta se observa con una vaina diferente, una de menor calidad sin el trenzado característico, completamente liso y evidentemente frágil, útil sólo para contener su sabakatou. “Tifa, aun no logro entender qué te motiva, aunque algo he logrado entender en tu forma de pelear hasta ahora, mi Maestro me dijo alguna vez que los estilos de pelea dicen mucho de las personas, debo aprender mucho aun, sobre las personas… Ahora debo concentrarme.” razona de esta manera al punto que eleva su pie derecho, posicionándolo en seguida en el suelo al momento mismo que eleva la izquierda y así sucesivamente inicia una especie de rintintín con los pies, alternándolos perfectamente, aumentnado con tan artimaña la cinética de su cuerpo, y de un momento a otro, desaparece, posicionándose en el aire sobre la gigante cabeza robótico y con un último movimiento la punta del pie derecho se aprieta con ferocidad sobre la articulación de esta mole, escuchándose un crack, que da lugar a un descenso de dicha mole, misma que es arremetida con potencia por la planta del pie izquierdo, empleando aquella como un proyectil destructivo y chispeante en dirección del costado de la fémina*

*Los cabellos rojizos del samurái descienden suavemente en esa secuencia veloz, acoplándose a la espalda ligeramente encorvada del joven, que apunta su mirada y rostro a la joven, más en esta expresión una sensación desconcertante se hace visible. – Así que también tienes dominio sobre la electricidad… - En un breve instante apoya sus pies sobre el orificio del robot, donde estaba la cabeza misma que parece deshacerse en el entorno de la combatiente, “Vaya, esa es una habilidad muy efectiva, más aun entre tantos artefactos… Así que lo único que puedo hacer es…” La diestra sujeta con gran potencia la empuñadura de su Sabakatou, y en el dorso de esta mano las venas se resaltan producto del incremento de la fuerza y la presión arterial, y por esta misma razón las venas y arterias de todo el brazo incrementan su volumen, evidenciando la potencia de dicho brazo. – Tifa! No dejaré que te aproveches de esta brutalidad! – Las palabras hacen mención de los cuerpos inconscientes dentro de aquellas cápsulas, aludiendo a la actitud inhumana de la experimentación sobre las personas. Durante un brevísimo momento la mirada del samurái brilla en un haz violáceo, mientras que viaja por cada estructura, hasta fijarse casi alternadamente en la parte superior de ese salón y en la figura de la joven. – DO!... – Las piernas se flexionan aumentando la energía potencial de su cuerpo, que parece rodearse por una delgada capa de brillo azulado. – RYU!... – El abdomen y torso del samurái se contorsionan en dirección de la katana, aumentando junto a sus piernas la fuerza retenida en su cuerpo. – SEN!!! – En un flasheo la hoja de la espada surge de la vaina, mientras que la diestra la somete con gran precisión y fortaleza. En un instante, la hoja viaja por delante del joven, trazando un arco bastante amplio, cuya iluminación, desencadena una honda cortante de gran energía en dirección de varios cables que sujetan aquellas cápsulas. Al descender la hoja, un nuevo movimiento de la muñeca, sin perder impulso, ni fuerza, traza un nuevo arco, en dirección de algunos cables sobre el suelo que incluye además la figura de la señorita, dicho trazo se dirige en una diagonal que va desde el hombro derecho, a la rodilla izquierda de la mencionada joven. Por último, cuando la espada ha descendido, un paso con la pierna izquierda, permite aprovechar aquella inercia y aquel balanceo, para un ascenso rutilante, trazando un arco aun más luminiscente, de un brillo tal que encandila, arco que viaja veloz y destructivo hacia la estructura superior, donde algunos bombillos, luces y reactores configuran el centro eléctrico de esa estancia. Y al instante siguiente un zumbido triplicado llena aquel salón, como efecto del trazo de aquella espada, seguido al instante por un desgarro físico de alambres, cables y estructura de construcción a lo largo del impacto de aquellos surcos azulados*

Himura Kenshin - Samurái Vagabundo