Sajitariasu no Shīshuposu - Ng Lc - Nuevo Genesis Lost Canvas

**El sol brilla en lo alto del cielo pintado de azul, bañando la tierra con sus cálidos rayos de oro y brindando la esperanza de un nuevo día a los mortales. El viento sopla como de costumbre entre el follaje y el trinar de las aves, acompañado por el seseo de algún riachuelo, rompen el silencio del bosque que circunda un pequeño y rural pueblo de Italia. Las copas de los frondosos árboles apenas dejan filtrar el abrazo de Apolo que iluminando los caminos de tierra y piedra que conducen a esta villa por dónde camina un extranjero. -No hay duda… Este es el lugar.- murmura aquel muchacho de sedosos cabellos castaños, que viste una elegante gabardina negra que por el pecho deja entrever una bufanda tan blanca como la nieve acompañada de una camisa del mismo color. A espaldas carga un gran cubo de oro que chispea al roce del sol y en cuyas caras laterales se encuentra grabado un centauro portando, orgulloso, un arco. Sus ojos, de un color azul profundo, se postran con cierto alivio sobre las casas de piedra de aquel pequeño poblado mientras Eolo acaricia su clara piel. Tras contemplar un instante, el extranjero continua en descenso por el olvidado camino en dirección de aquella villa como si una divina fuerza lo guiara. Una misión se encuentra en su mente, y su deber está por encima de todo.**

**Empuñando aquel arco de oro mientras la tibia sangre resbalaba desde su frente, resbalando por un costado de su nariz y muriendo en su barbilla, Sísifo tensa la cuerda que sostiene la flecha de la esperanza. Debido a las heridas causadas por el combates pasados, así como la presión ejercida en su cuerpo por el mismo señor del Infierno, su brazos tienen problemas al apuntar aquella saeta en dirección del corazón de Hades, sin embargo la energía dorada que caracteriza a los santos de su estirpe fluye de forma violenta a su alrededor. Las alas doradas en su espalda se extienden como las de un halcón, y sus ojos azules se clavan como dagas sobre los de Alone. Como una llama dorada, aquella energía se apodera del alado guerrero haciendo sentir su fuerza y su calor por todo aquel recinto. Es aquel cosmos el que le permite mantenerse de pie y lo envuelve con pasión. -¡No te dejaré ponerle un dedo encima a Athena, Hades!- exclama con fuerza mientras en su rostro se dibuja una fuerte expresión de cólera. Sísifo sabe que apunta su flecha en contra de un Dios, sin embargo su lealtad no le permite bajar su arma; él es un santo de Athena, y su deber se encuentra precisamente allí: Entre el Dios de los muertos y Sasha.**

**Con la mira apuntando al negro corazón del Dios del Inframundo, todo el ardiente cosmos de Sísifo comienza a arremolinarse alrededor de la sagita que encara a Hades. Sus músculos, cansados y heridos, no flaquean ni un segundo pues su voluntad de proteger a Athena es más poderosa que la presión que sobre su cuerpo ejerce Hades. Sísifo aprieta sus dientes mientras con sus dedos índice y anular sujetan la parte posterior de la flecha que busca perforar el corazón de Alone. -Estas equivocado, Hades…- logra murmurar con dolor en su voz. -El amor de Athena… ¡Nos da esperanza a todos!- y al terminar estas palabras, el guardián de la novena casa suelta la cuerda de su arco y, con una velocidad impresionante, aquella saeta dorada sale disparada en contra del corazón de Hades, cargada con todo el cosmos y esperanza del santo de Sagitario. Sísifo sabe que su cuerpo no resistirá más, pero aquel último tiro en contra de Hades demuestra que los caballeros de Athena no le temen y que estarán dispuestos a todo para proteger a su Diosa y a la paz de la tierra.**

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