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De: JoKeR-MaN (Mensaje original) |
Enviado: 08/10/2014 02:38 |
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* "Nada ha sido como fue predicho por Dragón Marino" Pensamiento que cruza la mente de un hombre que enfrenta la batalla con orgullo y sin temor, ya que siempre ha estado seguro del formidable poder que posee y que ha logrado terminar con cada uno de sus enemigos en una batalla que poco a poco luce sin sentido, pero aunque eso es así, no puede ir contra la voluntad divina del mar. - Este lugar, por fin... - Dice mientras se detiene al final del pasillo que conduce a una iluminada como imponente explanada que antece a la colosal figura del Dios Odín. - El Palacio del Valhalla ciertamente es impresionante, pero todo será limpiado, . Adjunta en el instante en que su mirada se mantiene firme y dterminada, mostrando en todo momento su altivo porte que es coronado por un resplandor albiceleste que lo rodea perfectamente, dando a conocer que pretende terminar de una vez por todas con las batallas en Asgard...*
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*La fuerza del frío en ese sitio es más aguda que en cualquier otra parte, siendo éste el punto más descubierto y casi el más alto del reino. Pareciera que el aire mismo se congelara, mientras va de un lado a otro en la forma de corrientes de viento, que penetran hasta lo más hondo en las estructuras de aquel lugar. - Detente! - Voz autoritaria, imponente y decidida, que se hace escuchar, rompiendo la monotonía del viento gélido. Al parecer la voz no viene desde ninguna parte y a la vez de todas, creando gran confusión, dejando ver varias columnas a cuya espalda cualquier personaje puede asechar. - No te es permitido ingresar a este reino y no sólo has violado ese precepto, sino que has asesinado a dos de mis hermanos y has robado sus zafiros... Sé de la estratagema de Poseidón, y te digo que ninguno de ustedes logrará alcanzar siquiera a mi señorita Hilda! o plantar bandera diferente a la de nuestro Dios Odín en Asgard!! - La furia de sus palabras se hace palpable en el ambiente, la cual parece reproducirse en las ondas de viento que viajan con más fuerza, estrellándose contra las columnas y el suelo, levantando ondas de nieve que van a todas partes con gran intensidad. Desde una de aquellas columnas, surge una figura con pasos tensos, que sin embargo no afectan el dominio en sí mismo, denotando la gran maestría física y mental de aquel hombre. Su aspecto fiero se complementa por un Ropaje violeta en varias tonalidades, del cual resaltan dos formas características, tanto en su casco, como en su hombro derecho, que adquieren aspectos de cabeza de Dragón. Al centro de su cintura brilla el Zafiro codiciado, y detrás de su casco algunos mechones castaños revolotean con el viento. La mirada azulácea, fiera y penetrante apunta sin temblar a la figura del invasor. - Yo Siegfried de Dubhe Alpha, guardián personal de la Sacerdotiza de Odín será quien termine con tu vida. - Los puños se cierran y todo su aspecto feroz parece enaltecerse, dominando la escena con su aparición.*
Siegfried de Dubhe Alpha |
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* En ese momento el General Marino se mantiene en silencio y observando la aparición del que se muestra como un enemigo más, un enemigo al que debe derrotar por designios del Emperador del Mar, quién impulsa su férrea voluntad en el instante en que inicia un caminar pausado como elegante, acortando la distancia con relación al nórdico conforme de su cuerpo se desprende una extraña corriente eólica que contrarresta a la ya existenten en la región. - Lamento informarte que eso es imposible, no importa quien se interponga en mi camino, no puedo perder ante nadie. - Declara como una sentencia en el instante en que esboza una confiada sonrisa. - Por que yo soy un General del Mar, ¡Baian de Caballo Marino! - Adjunta mientras su presencia se hace más intensa, como buscando imponerse con mera supremacía...*
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*La nieve se compacta y se desliza a medida que los pasos del Nórdico avanzan sobre aquella explanada, apenas si se escuchan en las baldosas por la fuerza del viento y por el efecto antisonoro de la nieve. Los ojos de éste, recorren atento cada aspecto de la figura de su oponente, analizando cada rasgo, cada comportamiento, cada gesto. Las piernas no se detienen y siguen avanzando en dirección del invasor, nada en la apariencia del peli castaño demuestra dudas. - Eres un asesino que ha invadido el hogar de los Dioses del Norte, sólo puedes morir. - Diciendo esto, el Nórdico observa con displicencia y furia a su contraparte, a la par que refresca en su memoria la imagen de sus dos hermanos caídos a manos del invasor y esos recuerdos pese a que sacuden algunas emociones, no deja entrever nada en su expresión, aparte de un aumento en la fuerza de sus puños que se va extendiendo por sus brazos, luego su espalda y finalmente por las piernas, de forma que a nivel mental y físico el Dios Guerrero se dispone a hacer justicia en su Tierra.*
Siegfried de Dubhe Alpha |
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* Aquellas palabras no le generan incomodidad o molestia, pues todo ha sido por la voluntad del emperador de los mares, quien busca limpiar la tierra de la impureza que han impuesto los humanos a causa de la ambición desmedida que poseen en su naturaleza. - Solo he cumplido con mi deber como un General Marino, pues nosotros habremos de limpiar y erradicar el mal de este mundo, ya que el Emperador de los Mares, Poseidón, creará una Utopia en la Tierra. - Responde firme y seguro de si mismo, dejando notar como levanta la mano con la que apunta al cielo finalmente, viéndose como el dedo índice se extiende. - Y ese es un decreto divino. - Adjunta mientras esboza una sonrisa...*
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Lamento la demora, prometo que no volverá a suceder...
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*Los pasos siguen sucediéndose uno a uno, en tanto que la mirada del Nórdico sigue fija sobre la figura del invasor. El viento revolotea entre ellos, dejando mayor frialdad en el ambiente, misma que aparentemente es natural y no afecta al de ojos claros. - Tu Dios lo único que ha logrado ha sido movilizar a la muerte a sus fuerzas, la utopía de la que hablas sólo es una excusa para dominar nuestro pueblo! - El pulso sobre su cuello para agitarse más de lo normal, a la par que todo su rostro adquiere mayor aspecto de furia. Con agilidad realiza un salto acrobático que lo arroja a lo alto de una columna, a la izquierda de su oponente. - Y no permitiremos que tu Dios o cualquiera rompa la paz de Asgard!! - los puños se levantan a la altura del tórax, mientras se rodean en conjunto con todo el cuerpo de un brillo blanquecino que recuerda la pureza de la nieve, brillo que hace conjunto con el brillo del sol, generando cierta fragmentación de la luz. Poco a poco, el aire se altera y algunos copos venidos de cualquiera parte se desintegran entre las batidas desordenadas de viento helado. El Dios Guerrero se ve imponente desde esa posición y en tal porte, como si fuese el verdadero regente de aquel lugar. - Ha llegado la hora de todos ustedes! Serán alimento de Fafnir! - Con tal exclamación los puños se ven aún mas contraídos, ligeramente más fuerte el brillo de su aura, y mayor templanza en toda su apariencia. "Malditos... No dejaré que ninguno de ustedes siquiera se acerca donde mi señorita Hilda... No dejaré que nadie la toque".*
Siegfried de Dubhe Alpha |
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* - ¿Dominar tu Pueblo? - Repite en un cuestionamiento irónico, pues aquello incluso genera que la sonrisa se pronuncie mucho más. - No seas ingenuo, todo este mundo le pertenece al Emperador Poseidón. - Adjunta tajanta conforme su cuerpo adquiera una postura extraña para un combate, pues abre las piernas en la forma de un compás conforme los brazos se extienden a los costados. - Pero no espero que lo entiendas, este es el camino que se ha decretado y yo, como un General del Mar no daré marcha atrás. - Es tras las palabras que el viento cambia brucamente de trayectoria, pues pareciera somertese a los deseos ajenos del Extremo Norte, como si ahora sirviera a un nuevo amo, aquel cuyo poder es el más potente de entre los siete generales. - Así que no me quedará más que aplastarte, ¡Ven Dios Guerrero! - ...*
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*- Ese camino del que hablas, termina aquí. - Las palabras se pronuncian con ahínco y determinación, recorriendo la explanada desde la altura de aquella columna, siendo eco del ánimo y naturaleza combativa del nórdico. "Serán acabados todos Ustedes y si es necesario su Dios." Pensando de tal forma, cada músculo se tensa en el cuerpo de aquél, mientras que la mirada clara se fija en su oponente y en el entorno del mismo. Como si se dejase caer, el Dios Guerrero de forma vertical se arroja al suelo, y justo antes de llegar a las baldosas, las piernas se estiran e impactan con mucha fuerza, impulsándose con tal velocidad que de inmediato pareciera desaparecer del escenario, notándose como si fuerza una figura intermitente, que avanza zigzagueando, elevando a lado y lado de sus pasos, ondas de viento por la presión que ejerce su cuerpo a tal velocidad sobre el entorno. Sobre el mentón aparece una franja metálica que es una proyección de su casco, con el cual una de las cabezas del dragón bicéfalo se hace aún más clara. En una sacudida poderosa, el nórdico se impulsa sobre una columna y desde esta se dirige por el sector izquierdo hacia su oponente, incrementando la velocidad a cada segundo, a la par que eleva sus brazos, juntando sus manos, entrelazando sus dedos, generando una palanca poderosa que brilla con el cosmos blanquecino que surge desde cada parte de su cuerpo. En un momento aquel martillo humano, se lanza en picada sobre su oponente, desatando con gran poderío sus puños, los cuales parecen un cometa albo que cae con presteza y atino hacia el costado izquierdo de la cabeza del Marino.*
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* El General del Mar es capaz de apreciar cada movimiento, pero incluso, aunque eso es así no tiene ninguna reacción inmediata, pues espera el momento indicado. - Es inútil. - Comenta mientras con agilidad y velocidad gira el cuerpo, mostrándose de forma frontal al embate del enemigo en turno que pareciera lograr su objetivo; Sin embargo, justo en el momento menos esperado surge una barrera invisible que recibe de lleno el golpe que queda a una escasa distancia del soberbio rostro de Baian. - Tus débiles puños jamás me alcanzarán. - Comenta mientras sonríe, ya que confia plenamente en su habilidad para el combate, pero sobre todo en la barrera que ha logrado producir a causa del rápido accionar de las manos que crean una fuerza repelente, una capaz de eliminar cualquier amaneza que atente contra su integridad...*
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*El azote imponente de aquel ariete nórdico se estrella sobre la barrera creada por el marino, cuya creación fue observada por el atacante, quien demuestra perplejidad durante unos momentos. - Jmmm -. Los ojos analíticos del Dios Guerrero recorren toda la figura de su oponente así como la conformación y funcionamiento de esa defensa, dejando de lado poco a poco la sorpresa para luego permanecer con ese aire prepotente, casi indiferente. Relaja los brazos dejando que se ubiquen a cada costado, ligeramente flexionados, dedos ligeramente tensos, hombros alineados a los pies y en general toda su figura demuestra pleno control, plena confianza, dejando que el aire frío se filtre entre ambos, algunos cabellos se mueven a la par del viento, sin embargo la tensión energética en ese lugar no decae en absoluto, pues los mismos flujos de aire se ven alterados, yendo de un lado a otro, sin aparente control, más pareciera que el epicentro del flujo es la figura del nórdico, desde donde parten en todas direcciones rutas de viento y nieve, sin embargo apenas se notan algunos rastros blanquecinos como expresión energética del nórdico. - Ese ha sido un buen truco, pero no te va a salvar por mucho tiempo, al igual que los demás invasores, todos serán consumidos por la fuerza de nosotros, los Dioses Guerreros! - Con esa seguridad, los puños se vuelven a cerrar y toda la tensión en su figura se recrudece, haciéndose aún más imponente que antes, aún más combativo y destructor.*
Siegfried de Dubhe Alpha |
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