Una de las formas de poder comprobar el arraigo de un objeto, elemento o creencia en un pueblo, sociedad o civilización es analizar, aunque aquí se haga de forma muy general, la implantación de ese objeto, elemento o creencia en el lenguaje. Es decir, la tradición, costumbre y uso de una determinada palabra y sus derivados, frases hechas, refranes y referencias culturales a las que implica es uno de los aspectos que desvela el grado de implantación, uso e interrelación existente entre la sociedad que utiliza esa palabra y la palabra en cuestión.
En este caso, obviamente la palabra de referencia no es otra que «vela». En el idioma español actual se encuentran varias referencias que muestran su profundo arraigo en las costumbres, rituales y tradiciones de la población de la península ibérica. Pero, antes de ver cuáles son, veamos cuál es la definición académica de este concepto.
Como sucede con otras muchas palabras de este y de otros idiomas, una misma palabra es utilizada para definir varios conceptos, a veces similares y en ocasiones totalmente distintos y sin otra conexión más que la idéntica agrupación de letras, todas unidas en el mismo orden para formar una misma palabra.
La palabra vela define tanto el objeto que sirve para hacer luz como el que, en una embarcación, tiene por misión recoger la fuerza del viento e impulsar la barca. No interesa en este capítulo comentar el segundo concepto, pero sí el primero para poder así demostrar que si existen tantas palabras y usos referidos al mismo concepto es porque la integración de este término en la vida social de nuestro pueblo (como en otros muchos) es manifiesta y evidente.
Definición: pieza cilíndrica de cera, estearina u otra sustancia semejante, con una mecha en su interior, que se emplea para alumbrar.
Otras definiciones: acción de velar. Vigilancia del centinela. (En lenguaje figurado): cuerno del toro. (En lenguaje figurado y generalmente en plural): moco colgante de la nariz. Romería, peregrinación a un santuario.
A partir de la primera definición, que es la que realmente interesa en relación con el tema del libro, se pueden realizar diversas interrelaciones con las definiciones posteriores, sobre todo con la última: «Romería, peregrinación a un santuario». Esta es una de las primeras, aunque no la única, interrelaciones que se pueden establecer, la del objeto en sí con una ceremonia o ritual, en este caso religioso. Y, directamente relacionado con ello, se observa una de las frases hechas más conocidas, repetidas, y todavía vigentes en el lenguaje español actual: Dar a alguien vela en este entierro. En la frase se conecta el objeto (la vela) con un acto religioso (no una peregrinación, pero sí un entierro); en definitiva, un rito, aunque en este caso se emplea en sentido figurado. El verdadero significado es el de negarle a alguien el derecho a intervenir en cierto asunto. Es decir, la palabra vela sobrepasa el sentido intrínseco del concepto para ser utilizado como frase general, de amplio dominio por parte de toda la población, en este caso en un sentido excluyente.
Este es sólo un ejemplo de lo que la palabra y el concepto vela representan en el lenguaje actual. Pero otros ejemplos que se citan a continuación, sin analizados de forma pormenorizada, vienen a demostrar que la vela no es sólo una palabra que designa un único objeto, sin más, sino que abarca conceptos mucho más amplios, plenamente vigentes en el lenguaje actual y que en muchos casos hacen referencia al tema que en este libro se trata: la relación ritual establecida desde los más remotos tiempos entre los hombres y ciertos seres u objetos de culto, y todo ello utilizando la vela como objeto de mediación.
Otras frases:
Vela María: la vela blanca que se coloca en el tenebrario entre las demás amarillas. (De nuevo se muestra la relación entre el objeto y el rito.)
A vela y pregón: en subasta pública. (Concepto de vela utilizado para dar luz, hacer pública una determinada idea, sentencia, orden, etc.)
Como una vela: muy erguido.
En vela: sin dormir, pasar la noche despierto.
Poner una vela a san Miguel: encender una vela. (De nuevo la relación entre el objeto y el rito.)
Encender una vela a san Miguel y otra al diablo: procurar contentar a personas, partidos, etc., opuestos entre sí y estar en buenas relaciones con ellos. Contemporizar. En esta ocasión la relación del objeto con el rito es doble, para contemporizar con el bien y el mal, en un doble juego de palabras.
Se podría continuar detallando todos los sinónimos de «vela» y buscando otras posibles interrelaciones entre el objeto que da luz y calory el ritual o ceremonia para el que es utilizado. Sirvan para terminar los siguientes ejemplos con luz y calor:
Luz zodiacal: meteoro consistente en una vaga claridad de forma de huso inclinado sobre el horizonte que se ve algunas veces en la primavera poco antes de salir o poco después de ponerse el Sol. Salir a la luz: aparecer, manifestarse o hacerse patente algo que estaba secreto u oculto.
Al calor de…: en sentido figurado, con la ayuda o protección de algo o alguien.
Así se manifiesta, para terminar con otro ejemplo, que este capítulo tiene por finalidad «desvelar» la más que evidente interrelación de la vela, como objeto, con su uso y la apropiación que de este objeto y de su uso hace la sociedad a través del lenguaje.