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Retos y Batallas: Reto Amistoso
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De: JoKeR-MaN (Mensaje original) |
Enviado: 13/12/2010 20:28 |
Saludos:
Vengo a dejar un reto abierto a quien guste enfrentarse a mi, y pasar un buen rato. Espero respuesta. Gracias.
Atte.

[[ You say you wanna stand by my side? Darling, your head´s not right. ]]
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**El muchacho de oro aún contemplaba la puerta finamente decorada desde tiempos inmemoriales, cuando una firme voz lo llamó. Aioria lentamente giró su cabeza en dirección de aquella masculina voz, solo para encontrarse con un gallardo vikingo revestido por los legendarios ropajes de aquellas tierras del norte. Una oscura armadura que recordaba a un dragón de dos cabezas, brillando bajo el manto estelar. Amenazantes palabras escupia de su boca ante el invasor de oro, sin embargo esto no intimidada ni un poco al de la alborotada melena castaña quién, con su semblante firme y fiero y con la mirada encendida clavada en los ojos del presentado como Sigfried, contestó con una voz autoritaria y sin miedo. -Mi nombre es Aioria, del signo de Leo y es verdad que soy un caballero al servicio de Athena.- Y entonces calló unos segundos, solo para volver a mentar al vikingo con una increible fiereza en su voz -¡Retirate, Dios Guerrero! ¡Tu señora Hilda de Polaris está fuera de control! ¡Ha desobedecido a tu dios Odín y a Athena! ¡Si enverdad amás esta tierra helada, dejame pasar!- Su ceño fruncido mostraba su carácter, sin embargo conocía el orgullo de los guerreros nórdicos, y dudaba que Sigfried lo dejara pasar. estaban tan ciegos como su señora. Aún el viento soplaba con cierta violencia, asotando su blanca capa y su cabellera, la cual era cubierta por una diadema de oro que imitaba a la perfección de una elegante manera las meñlenas de el león de Nemea. Sin embargo, las ancias de caballero lo hacían amenazar con la mirada al dragón del norte. Pronto, acompañando sus palabras, una ligera aura del color del sol, luz jamás vista en aquellas congeladas tierras, comenzó a cubrir su escultural cuerpo. Aquel fulgor de oro comenzó siendo tenue y apenas perceptible, sin embargo a cada segundo crecía más y más con fuerza amenazante al dios guerrero. Guerrero valiente que despliega su fuerza sin miedo a la muerte. tal vez el precio de su triunfo lo paguen su vida y su sangre. **
Atte.
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**El león ah rugido por primera vez en aquellas zonas montañosas y congeladas de Asgard las cuales se tragan su voz con el viento tan helado del lugar, pero el dragón ya había enseñado primero sus mortíferas fauces y se preparaba para mostrar sus esplendidas alas. Así es como Siegfried se posa ante el guerrero de Athena, extendiendo sus manos en posición de combate hacia el frente sabiendo que una gran batalla está por dar inicio mientras el corazón de aquel dragón comienza a palpitar velozmente llenando sus venas de su sangre bendita que recorren todo su cuerpo estremeciendo sus músculos los cuales toman una posición rígida al instante en que sus palabras nuevamente se hacen protagonistas de aquel ambiente opacando por mucho el sonido eterno de la ventisca de Asgard -Se dice que ustedes los Caballeros que visten de Oro son los más fuertes entre los Santos de Athena...Veremos que tan fuertes son en realidad- Musita arrogante mientras una corriente de viento azota su cabellera rubia opacada levantando algunos de los cabellos que salen por parte trasera de su yelmo cuando nuevamente de su boca salen aquellas palabras tan seguras y honorables -Nosotros los Dioses Guerreros estamos al servicio de la Señorita Hilda, así que no te puedo permitir que hables de ella en esa forma- Culmina en instante en que su armadura de la estrella Dubhe despliega una protección para su barbilla cubriendo su rostro dejándolo así listo para el primer ataque que ejecuta enseguida. Conduciendo la sangre de su cuerpo hacia los músculos de sus piernas estas dan un gran salto desde la sima de las escalinatas que elevan por los cielos al imparable dragón invencible con una velocidad sorpréndete y una habilidad física digna de un campeón que ayuda a Siegfried a dar una voltereta en pleno vuelo posicionando su pierna diestra firme en picada contra el visitante quien se encuentra aún frente a él. -Defiendete Gran León- Exhorta en un grito de guerra y así el signo de Alpha arremete de forma violenta hacia el pecho de aquel caballero vestido de oro, con su pierna estirada como si una potente lanza vikinga estuviese a punto de atravesar el corazón de su ataque se dibuja en el viento rodeando la extremidad del Dios Guerrero con una delgada capa cósmica haciéndola relucir en el vuelo como si una estrella purpura callera en dirección a Aioria, aquel ataque queda a pocos instantes de impactar y el telón de aquella gran batalla acaba de abrirse**
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**Como era de esperarse, aquel joven vikingo estaba tan ciego como su ama. Ignorando las advertencias del santo de oro, el legendario dios guerrero al servicio de Asgard cuestionó el poder de los 12 caballeros de oro, los más poderosos entre los siervos de Athena, y deseaba poder comparar su inmensurable fuerza con la del presente caballero. -Es verdad que nosotros los santos de oro somos los más poderosos y fieles a nuestra diosa Athena, los dioses guerreros no son rivales para nosotros.- Y después Sigfried amenazó al león de Nemea, haciendo cuidar sus palabras por la sacerdotisa de Odín, a lo que el campeón de oro contestó -¡Si en verdad eres un dios guerrero, al servicio de este pueblo de Adgard y a la princesa helada Hilda, baja tus puños y dejame pasar!- Sin embargo, sus palabras eran arrastradas por el gélido soplido del norte y ante su irrefutable verdad, el vikingo atacaba. Con un poderoso salto Sigfried se lanzaba a la batalla, cayendo cual saeta de purpureas tonalidades buscando impactar con su fuerte patada al plexo del caballero de Athena. Sin embargo, para el diestro santo dorado, aquel ataque no representaba mayor amenaza. Con un gentil movimiento de sus fuertes piernas, el santo moviose de lado, dejando pasar por un costado suyo el poderoso ataque de Sigfried, cuya fuerza creaba una rafa de aire que movía la blanca capa del caballero al servicio de Athena. Y a tan corta distancia, que el nórdico muchacho se había lanzado, Aioria solo cerró con fuerza su diestro puño, el cual se envolvió rápidamente en luz de oro mientras lo llevaba hacia su cintura. Después, teniendo tan cerca al divino de Alpha, el león soltó su poderoso golpe en dirección de las costillas de Sigfried. Una legendaria batalla daba inicio. El héroe griego contra el campeón vikingo. El santo contra el dios guerrero. El león de oro contra el fiero dragón del norte.**
Atte.
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**El fugaz ataque terminó por impactarse en la dura roca congelada de Asgard que cedió al potente poder físico de aquel guerrero, destruyéndose y abriendo grietas alrededor mientras el contraataque de Aioria permanecía en el aire amenazante en curso de colisión hacia la armadura oscura del Dios Guerrero. Así las dos culturas, mediterránea y nórdica, se encontraban entre una contienda con dos de sus más grandes campeones, dos bestias nobles que enseñaban sus garras y colmillos uno contra otro; pero lo que no sabía el atrevido León Dorado era que el cuerpo de Siegfried está cubierto por una delgada capa cósmica que le protege, y justo en aquel ínstate aquella habilidad sale a la luz en forma de una nubosidad blanquecina iluminado todo el cuerpo del guerrero dotándolo de un escalofriante poder que relampaguea en su Aura. La herencia de su ancestro le protege de aquel golpe, como si una capa de viento invisible hiciera imposible tocar al dragón del norte quien sonríe mientras ve como el puño de Aioria se queda a centímetros de impactarle en la costilla pero mas sin embargo este no llega ya que es bloqueado exitosamente por aquella divina barrera. Después, sabiendo que ni siquiera él, siendo el Dios Guerrero más poderoso y uno de los más veloces, podría evadir un golpe ante aquella pequeña distancia Siegfried decide en un instante atacar el rosto de su oponente lanzando lo que pareciera un puñetazo limpio hacia él, pero aquel puño de dragón en su trayecto se inunda de una energía cósmica tan poderosa que hace destellar el antebrazo de Siegfried hasta la puta de su puño donde instantes después es liberada una especie de corriente de viento que lanza desde su golpe y se dirige hacia el rosto de Aioria cargada por supuesto con la grandiosa energía del Dios Guerrero que destella y relampaguea en el viento a curso de colisión contra la cara del dorado quien ya había encendido la furia de Dragón Fafnir con sus palabras y el cual se encuentra ahora amenazado por el impacto de su Ken tan rápido que pareciera que pudiese compararse la velocidad de la misma luz**
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**El golpe del santo de oro había dado en el blanco. ¿O eso era? Una blanca neblina parecía cubrir al joven vikingo, deteniendo la poderosa ofensiva del caballero de la orden de Athena. °°¿Pero que diablos?°° pensó Aioria, mientras veía como su ataque era nulificado. Incluso sentía como aquella fuerza que repelía su golpe lo intentaba empujar hacia atrás, lográndolo por algunos centímetros. Ni la fuerza en sus piernas podía detener el empuje creado por la defensa del dragón del norte. Y este, con increíble velocidad lanzaba una ráfaga de fuerza en dirección del varonil rostro de Aioria. Los ojos del león se abrieron cual ventanas, solo para lograr bajar su cabeza unas cuantas milésimas, mientras el golpe de Siegfried impactaba sobre él, lanzándolo varios metros hacia atrás. Como bólido, el santo de oro voló por los aires, para detener su viaje impactándose contra una enorme columna de piedra de lleno y destruyéndola en el acto. Su yelmo de oro ahora se encontraba resquebrajado a varios metros del aturdido santo, quién poco a poco se incorporaba de nuevo. Su tiara sagrada le había salvado la vida. Un hilo de carmesí sangre resbalaba de entre su frente, pasando por su fruncido ceño, recorriendo un lado de su recta nariz y muriendo en su barbilla. Algunas gotas de este rojizo liquido caían sobre la explanada de Asgard, tiñendo la blanca nieve, mientras Aioria clavaba sus ojos cual dagas sobre el vikingo. El recién incorporado caballero elevaba sus puños en modo de combate, mientras pensaba para sí °°¿Será posible que el sea el Siegfried de la leyenda?°° mientras recordaba las palabras tiempo atrás escuchadas, como si de un sueño se tratase, sobre un guerrero nórdico cuyas hazañas lo convertían en un caballero inmortal. La leyenda contaba sobre un héroe que había atravesado el corazón del legendario dragón Fafnir, en cuya sangre se baño para hacerse invulnerable. Solo un lugar en su espalda, donde se pegó una hoja de tilo, quedó descubierto. Pero ¿Era posible que ese joven de vestiduras sagradas fuera el mismo héroe del que contaban los germánicos? Aioria era escéptico. Aún así, algo extraño había sucedido al momento de su ataque, pero el león de oro no se dejaría sorprender de nuevo. La sangre corría rápidamente por sus venas, irrigando todo sus músculos, los cuales el santo tensaba con fuerza. Sus puños, bien cerrados, eran elevados en posición de combate mientras que aquella aura del color del sol volvía a envolver al caballero de Athena. Aquel fulgor crecía rápidamente, emanando fuerza y poder. El verdadero cosmos de un santo dorado. Aioria aún pensaba, mientras estaba quieto. ¿Sería que el león de oro conociese el secreto para vencer al héroe de los nibelungos? ¡Aioria contra Siegfried! ¡La batalla entre campeones! **
Atte.
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**Triunfante se muestra Siegfried vislumbrando como aquel guerrero comienza a sangrar después del golpe propiciado hacia su rostro, la armadura de oro ah obtenido su primera grieta y pronto el dragón con sus fuertes mandíbulas terminaría por destrozar la piel del felino. Y así Siegfried se incorpora nuevamente para continuar con el combate, tomando una posición defensiva arrastrando su diestra hacia un costado de sus costillas llevando de la misma forma su mano contraria posicionándola justo frente a su pecho a la altura del corazón formando una defensa física perfecta ante el inminente santo dorado a quien mira de frente mientras aquella protección de barbilla, que había cubierto la misma durante el ataque, se repliega dejando que la voz de Dubhe haga su presencia nuevamente en aquel lugar donde la nieve deja escarcha bajo las grietas de su ataque más pasado -Aioria de Leo, jamás podrás vencerme- menciona con un tanto de arrogancia y seguridad en su voz que luego continua dirigiéndose al antagonista -Nunca debiste desafiarme, ahora tu destino está sellado y estas blancas tierras se convertirán en tu tumba caballero- Culmina mientras su cosmos comienza a brotar de una forma magnífica, el dragón rápidamente se rodea de un aura blanquecía de matices azuladas que deslumbran las estatuas de los gigantes grifos de la entrada al palacio del Valhalla misma que es espectadora de como el incandescente cosmos frio de Siegfried se alza por los aires alcanzando niveles grandiosos, desplegando unas cuantas ondas de aire frio hacia el exterior superando incluso la temperatura tan baja que reside en el Asgard. Así mismo el aura blanquecina que le rodea se llega a convertir en un torrente de cosmos estremecedor que dibuja a las espaldas de Alfa la criatura mitológica de la leyenda, un dragón de dos cabezas que da la sensación de estar rugiendo mientras el sopo de aquella fuerza cósmica arrastra con algunos de los fragmentos de roca que desprendió el cuerpo de Aioria al ser impactado contra aquel pilar...Así el Dragón es mostrado, el héroe de la leyenda no cederá ni tendrá piedad ya que su energía ahora es tan grande que parece imposible contenerla**
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**El joven vikingo se elevaba con una interesante formación de batalla, mientras que el león se incorporaba sobre sí. Sin duda Siegfried era diestro en lo que al combate se refería, y no por nada era un héroe de leyenda en aquellas heladas tierras. Sin embargo Aioria era un santo de Athena. Y no cualquier santo, sino que un caballero dorado; uno de los 12 guardianes que se dicen ser los más fuertes al servicio de la de los ojos de lechuza. Sus verdes ojos, fieros como los de un iracundo felino, se clavaban sobre el vikingo, mientras que aquella fiera luz del color del sol que envolvía su hermoso cuerpo se volvía más y más intensa. Una descomunal fuerza invadía al de la alborotada melena miel, al compás del fulgor de su cosmos dorado. –Habla lo que quieras Siegfried. No importa quién seas, te derrotaré aunque eso me cueste la vida. Por Athena, y por el mundo. ¡Soy un fiero león, no una dulce oveja!- mentó el caballero de la esperanza. A sus espaldas, la imagen de un fiero león se dibujaba poco a poco. Mostraba con orgullo sus colmillos y sus garras, mientras su melena brillaba sedosa. Sus ojos se clavaban sobre los de la recién formada imagen del dragón Fafnir a las espaldas de Siegfried, y su rugido mostraba la valentía del animal que no cedería. Mientras, una helada corriente de aire surcó aquel lugar, moviendo con fuerza la desgarrada capa a las espaldas de Aioria. La fuerza de estos dos guerreros era incalculable, y aún más grandes eran sus orgullos y su amor por lo que creían. Los verdes ojos de Aioria no se despegaban de Siegfried. ¿Sería que el león conocía el truco para derrotar al sagrado guerrero de Odín? De un instante a otro, el guerrero de la esperanza elevó su diestro puño mientras colocaba su cuerpo en una posición flanqueada. Aquel dorado puño se iluminó de una sorprende manera, mientras Aioria exclamaba -¡Escucha el rugido del león!- Y en ese instante, de su puño derecho, miles y miles de luminosos rayos de una poderosa fuerza y más importante aún, a una increíble velocidad, salieron disparados en todas direcciónes alrededor del dios de Alpha mientras el santo exclamaba -¡LIGHTNING PLASMA!- Todo aquel ataque era una red de luces que esperaban atrapar el cuerpo de Sigfried, y desperadarlo. Sin embargo, aquella técnica no era lanzada con la fuerza, la velocidad y el poder del cual Aioria estaba orgulloso. ¿Era acaso una trampa? ¿O una estrategia? Fuese lo que fuese, el divino de Asgard debía hacer algo rápido, si no queria ser desgarrado por las garras del león de oro**
Nota: SIegfried, siento mucho el no haber contestado nuestra batalla. Salí de viaje, y olvidé mi computadora portatil en casa. Pero, sin más por el momento continuemos con nuestra batalla. Feliz Navidad.
Atte.
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**El sonoro eco de la voz de Aioria hace que los cielos se estremezcan, como si cientos y cientos de relámpagos azotaran a aquella helada y gélida tierra al mismo tiempo, el león ha mostrado su ataque mas feroz lanzándole a Siegfried una imponente serie de rayos a la velocidad de la luz. Ante los humanos ojos del héroe mítico, aquel poderoso ataque se dibuja frente a el como miles de pequeños rayos que asemejan el brillo del imponente astro solar quemándose intensamente deslumbrando el universo, y es aquel que avanza en cuestión de instantes destrozando varias partículas de roca que encuentra a su paso para finalmente impactar en la humanidad de Siegfried. Arrogante y confiada se esfuma la voz estruendosa del Santo de Athena ante quien se puede vislumbrar el brillo dorado de su cosmos impactando en todo el cuerpo del Dios Guerrero de Asgard, todos y cada uno de las luces de aquella red se estrellan y estallan en los brazos, hombros, pecho, abdomen, piernas e incluso en el rostro de Alpha pero en este se llega a notar una mirada seria con expresión de furia mostrando al cabo de instantes como el cuerpo y la armadura de Dubhe Alfa queda exhorta de cualquier rasguño, aquella aura divina que envuelve al guerrero de la leyenda del dragón se hace presente una vez mas pero esta vez incendiada al máximo por el cosmos de Siegfried gracias al previo aumento descomunal de su cosmoenergia. Y es así como la barrera divina que le protege por la sangre del dragón que recorre ahora sus venas le salva del mortal ataque de Aioria que llego a todos los ángulos posibles de su defensa a excepción del corazón del soldado quien lo había protegido con su firme postura. Siegfried puede ver como las últimas estelas de cosmos dorado se desvanecen y parecen ser tragadas por la potente corriente cósmica que su cuerpo emana por su defensa involuntaria llevada al máximo por su cosmos, Finalmente el ataque tan veloz del león solo ah arrastrado el cuerpo de Siegfried un poco hacia atrás, pero este no ha perdido su posición de batalla con la cual se levantan en alto dejando su cosmos libre una vez mas, conduciéndolo desde el interior de su terrible corazón hasta las palmas de sus manos; el reptil comienza con la danza de su Ken mas poderoso, sus manos se iluminan con dos grandiosas esferas cósmicas que son recorridas por un relampagueante cosmos púrpura, así mismo estas dos mazas, una en cada mano de Dubhe, son llevadas por el hacia la punta de su cabeza, estirando los brazos como si fuesen las alas del Dragón a punto de atacar a su enemigo -¡Dragon Bravest Blizzard!- Se escucha por toda la cordillera congelada del palacio de Asgard cuando el mas grande aliento del héroe se hace presente, llevando últimamente sus manos hacia abajo posicionándolas con la energía cargada junto a sus costillas y saltando el pecho Siegfried parece ser un verdadero monstruo mitológico que llena su pecho para después soltar su rugir, y así Alfa suelta su Ken, aquellas esferas se dibujan en el cielo como dos centellas luminosas rodeadas del morado cosmos que arrastra consigo violentas corrientes de viento desgarrando el cielo congelado de Asgard, La ventisca es el ataque que imita al dragón de dos cabezas en pleno vuelo que ataca a su presa en línea recta teniendo como objetivo el rostro ahora desprotegido de Aioria para exterminar su aliento oro**
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Aioria: No te preocupes Leo, yo tambien sali de viaje y se me fue la nocion del tiempo, pero ahora que ya estamos los 2 por aqui espero que podamos continuar la batalla sin ningun inconveniente, aunque claro en estas fechas sera dificil para todos dados los festejos. Te invito a tenernos tolerancia mutua mientras las celebraciones continuan, por mi parte no hay prisa No es que este pausando el combate, pero si no puedes contestar en el limite de tiempo yo aguardare hasta que lo hagas. Ah, y algo mas importe . . . FELICES FIESTAS, MERRY CRHISTMAS AND A HAPPY NEW YEAR!!!.
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**Una vez más, el ataque del santo de oro era nulificado por el héroe vikingo y su impenetrable defensa. Y justamente eso esperaba el del signo de leo, pues trataba de descifrar aquel escudo que cubría de pies a cabeza a Siegfried. Sin embargo, cuando su feroz enemigo comenzó a emanar aquella descomunal fuerza que lo caracterizaba, los ojos de Aioria se abrieron tan grandes como pudieron sin dejar de emanar aquella luz de oro que caracterizaba a los santos de su estirpe. Sabía que su contraofensiva estaba cerca y algo tendría que hacer el quinto guardián. Su diestro puño era jalado nuevamente a su cintura, adquiriendo un impecable fulgor mientras que el joven vikingo bajaba sus brazos tan rápido como un relámpago en pos de su ken. Y fue en ese instante que la única debilidad del dios guerrero fue revelada. Como contaba la leyenda del campeón de los nibelungos, un punto sobre su corazón no fue bañado por la sangre del dragón Fafnir y precisamente ahí era donde Siegfried era vulnerable. °°¡Ahí esta!°° pensó para sí con sorpresa el león de nemea, mientras lanzaba casi sin pensar su puño en dirección del momentáneamente desprotegido corazón del nórdico, dando un par de pasos con total fuerza en dirección de su valiente antágono. De su brillante puño ya no miles y miles de rayos luminosos se desprendieron, sino uno solo tan veloz como la misma luz y tan fuerte como todos los relámpagos anteriores hecho uno. -¡¡¡LIGHTNING BOLT!!!- exclamó Aioria con orgullo, mientras el ken de Siegfried también era lanzado en su contra. Sin embargo, el ataque del santo no intentaba interceptar al del dios guerrero. No. Intentaba alcanzar su desprotegido corazón para vencerlo de una vez por todas. A las espaldas de Aioria se volvía a dibujar el feroz león dorado, rugiendo con furia mientras veía venir las dos cabezas del dragón del norte. Tal vez Aioria recibiría el impacto de Siegfried de frente, pero era un riesgo que debía tomar si quería vencer al dios guerrero. Pronto, el cuerpo del santo de Athena fue envuelto por el poder y la fuerza del rugido del dragón el cual lo arrastraba como muñeco de trapo, lanzándolo sin problemas metros más allá en la explanada. Aterrizó Aioria cual bólido sobre el frio piso de roca, desgarrándolo algunos metros más. Era cierto. Su divino ropaje de Leo le había salvado la vida una vez más. Y no era para sorprenderse, pues aquellas armaduras de oro eran las más resistentes entre las de los santos. Algunas resquebrajaduras y grietas eran el resultado del ataque de Siegfried sobre la piel dorada del león, mientras este intentaba incorporarse con su capa blanca totalmente desgarrada y con los músculos cansados. Aioria aún no conocía el resultado de su ataque, sin embargo confiaba en su dominio sobre la velocidad luz y la certeza del punto débil del nórdico, además de la terrible fuerza de su golpe. ¿Habría dado resultado el golpe del valiente león?**
Atte.
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**El Ken del dragón rápidamente se apoderó de aquel escenario, con su mortal aleteo, el ataque formó una implacable ventisca que seguía a dos poderosas esferas cósmicas que a su vez dejaban una estela relampagueante a su paso hasta encontrarse con el felino griego. Pero aquel ataque colosal solo fue recibido en parte por el cuerpo humano de Aioria, cuya armadura dorada resaltaba de entre las ochentaicho vestimentas que protegen las constelaciones estelares como una de las más fuertes y poderosas. Y aquella ropa había comenzado a ceder según el hábil ojo de Siegfried el cual se vio iluminado de pronto por un enceguecedor resplandor de color dorado que viajó a la velocidad de la luz, y detrás de el, el sonido de la voz de Aioria se alza con gran magnificencia escuchándose en sus vocablos “Lightning Bolt” que en consecuente es tragado por el crujir metálico de la armadura de Dubhe Alpha la cual finalmente es tocada por le León, en ese preciso instante el héroe de la leyenda se pregunta a si mismo asombrado sintiendo como el dolor en el pecho a la altura de su corazón comienza a apoderarse de todo su ser “¿Como?... ¿Como pudo ver a través de mi técnica?, sin duda la velocidad de este santo es superior a la de la Luz…Sus ataques son tan veloces que ni siquiera me percaté de cuando comenzó a elevar su cosmos…Pero…” Pensaba en su cabeza sorprendido por aquellas técnicas de occidente, una de las cuales ya le había alcanzado rompiendo la defensa perfecta de Siegfried cuyo peto se ve iluminado por una susurrante nube estelar que deja el impacto de la luz del relámpago dorado, al desvanecerse aquella coloración amarillenta, el pecho del soldado deja ver ahora el daño provocado; de la armadura de Dios Guerrero caen partículas de la misma destrozadas por la increíble fuerza y velocidad del santo ateniense, por detrás de aquel cráter provocado en la armadura la sangre divina del Dragón brota y comienza gotear mojando consigo el pecho, el estomago y el cinturón de Siegfried para finalmente llegar al frío suelo donde el liquido escarlata de la fiera se congela. “…Pero la señorita Hilda confía en nosotros los Dioses Guerreros, no puedo defraudarla…Hilda, por ti mi doncella, por ti derrotare a este caballero cueste lo que cueste” culmina en sus pensamientos cuando el dragón alza su vuelo otra vez llegando hasta el cielo congelado del Asgard en forma del cosmos ascendente de Alfa cuyo interior se incinerado por la increíble cantidad de energía producida por su furia y honor, el guerrero divino ha sido finalmente golpeado en su punto débil, pero las armaduras divinas de las tierras del norte parecen competir en resistencia con las doradas y aquel golpe no ha llegado a ser mortal. La batalla llega al su punto mas brutal donde los dos guerreros se encuentra ahora arriesgando sus vidas uno contra otro, y el guerrero vikingo nuevamente se enfrasca en aumentar su cosmo energía viendo de frente el cuerpo tirado de Aioria dibujando en su mirada la ira de los dioses y rodeando su cuerpo de nuevo con aquella aura blanquecina que después se colorea con tonos azulados claros destellando intensamente deslumbrando las estatuas colosales de los grifos de la entrada al palacio Valhalla, provocando inclusive unas débiles ondas sísmicas por debajo de su firme pisada, haciendo bailotear las rocas desprendidas alrededor del impactado cuerpo de leo**
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**La encarnizada lucha en las tierras del norte continuaba. El veloz golpe del león de Nemea había dado resultado, y con eso Aioria ya conocía el punto débil del vikingo. Mientras Siegfried se incorporaba, goteando su sagrada sangre sobre el helado piso de Asgard, el santo de Leo también se ponía de pie con una sonrisa en su varonil rostro. Y mientras lo lograba, lentamente a causa del golpe del dragón del norte, mentaba sonriente a su antágono -Tal como en la leyenda... Cuando realizas tu poderoso Ken, una abertura queda sobre tu corazón... Es solo un instante, pero tú sagrada defensa no cubre este punto...- Y tras esto clavo sus ojos, aún encendidos, sobre los de Siegfried. Era verdad que el poderoso golpe del vikingo había golpeado a Aioria, sin embargo su ataque también había salido airoso y ahora ambos guerreros se enfrentaban en una lucha a muerte. Y mientras Siegfried comenzaba a elevar su cosmos, el santo de leo imitó su movimiento. Su cuerpo comenzó a volver a ser rodeado por esta luz del color del sol, cuya fuerza y fulgor crecía a cada instante. Un increíble espectáculo de luces se daba en aquella explanada, borrando la sombra en un instante. Luces blancas y doradas se enredaban y crecían una sobre otra. Aioria tensaba sus músculos, y volvía a elevar sus puños cerradas en modo de ataque, mientras que sus verdes ojos, como esmeraldas se clavaban sobre el nórdico. ¡El león contra el dragón! ¡La última batalla por Asgard!**
Atte.
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**El cosmos de Siegfried pronto se ve acompañado y amenazado por el creciente torrente cósmico de Aioria, los dos campeones ahora están sumergidos en una batalla donde la piedad y la justicia no tienen vos. En aquel campo de batalla, coloreado de blanco por la eterna nieve del Asgard, Siegfried continua sintiendo los estragos de aquel relámpago que golpeó su corazón, la sangre sigue brotando por aquella fuga en su cuerpo mientras la perdida de liquido vital hace que la vista del Dios Guerrero entorpezca y haga difusas las imágenes frente el. Pero esto no detiene el soberbio guerrero de norte, el cosmos ardiente del héroe relampaguea a su alredor entre su aura blanquecina que deslumbra y compite con la dorada coloración de Aioria, y de un momento a otro el implacable dragón libera nuevamente su furia calcinante contra el soldado griego ante cuyos ojos la figura de Siegfried hace una nueva danza, sus manos se acomodan de tal forma que su diestra permanece al frente de su rostro y su zurda protege el lado izquierdo de su pecho donde su músculo cardiaco, aun latente, ruge en contra del poderoso león, los labios del héroe legendario se abren nuevamente para expresar -Aioria, si pudiera elegir no combatir contra ti. lo haría...Tu cosmos es tan noble y poderoso como el del orgulloso león que brilla en el cielo pero...No puedo permitirte el paso caballero, respira tu ultimo aliento y recibe el poder de la estrella divina de Alpha- Alardea con gran seguridad el magnifico quien deja que mano diestra despliegue su dedo índice en dirección del santo de oro cuando su autoritaria voz vocifera fuertemente ante los vientos congelados –Odin Sword- permitiendo que su cosmos acumulado derrame una energía cortante en forma de un rayo fino y delgado, asimilando al filo de una espada, salga disparado del su extremidad a una velocidad sorprendente impactando casi al instante a los pies de Aioria destrozando la fuerte y fría roca para continuar su trayecto manipulado por el Dios Guerrero formando rápidamente una circunferencia que encierra al felino como si su jaula estuviese preparada para domar a Leo. Así el ataque del vikingo ilumina frente, a los lados y por detrás del caballero dorado su armadura con un resplandor azul que brota desde la fisura que la espada de Odín ha provocado, aquel mismo ataque en el que Dubhe confía que elevara a su contrincante por los cielos para después ser cortado por cientos y cientos de pequeñas rocas afiladas simulando la mítica estocada de la lanza del Dios Nórdico Odín, y además de ello el guerrero feroz confía que aquel ataque tan numeroso lograra atravesar la defensa dorada abriéndose paso entre las pequeñas grietas de la armadura de oro alcanzando al fin el cuerpo de Aioria cortándolo y desgarrándolo para dar fin a su batalla**
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**La batalla entre el hoplita y el vikingo parecía estar sellada ya. Ambos cosmos, tan fieros como las bestias que representaban, brillaban con un extremo fulgor y, a pesar de ambos estar heridos, no cedían ni un solo centímetro a su oponente. Ante las palabras de Siegfried, el caballero dorado sonrió con orgullo mientras contestaba -Eres un gran guerrero, Siegfried. Tienes valor, orgullo y un poder sin igual en estas tierras. Sin embargo tienes una idea errónea...- Y con esto comenzó a juntar su cosmos dorado, o lo que quedaba de él, en la punta de su dedo, la cual rápidamente se envolvió en matices solares desplegando fuerza y poder.-Sigues a Hilda ciegamente, aún sabiendo que esto te costara la vida, o la de la humanidad entera…- Y con esto abrió un poco el compás de sus piernas, mientras que las luces que antes a su entero cuerpo envolvían ahora se reunían con un centellante brillo en su diestro dedo índice, el cual ahora elevaba en dirección del corazón del nórdico campeón. Y tras esto, el guerrero dragón lanzo un fino ken bajo los pies de Aioria, que rápidamente trazó una circunferencia alrededor del santo al servicio de Athena. Y mientras esto pasaba en un abrir y cerrar de ojos, el cansado y golpeado caballero, en vez de tratar de esquivar o salir de aquella jaula que rápidamente lo aprisionaba, soltó toda la fuerza que le quedaba y que se concentraba en su dedo, como un último rugido dorado para vencer al dragón. Era cierto. Aioria sabía que moriría con el ataque del divino de Alpha, pero estaba dispuesto a pagar este precio por un ideal mucha más grande que su vida. Mientras rápidamente Siegfried encerraba y domaba al león, de aquel dedo índice una veloz capsula de luz dorada, formada puramente de cosmo salió disparada buscando morder el corazón del vikingo. Aquella cápsula de luz, con un enorme poder destructivo viajaba a la velocidad de la luz creando una grieta en el aire a través del la cual circulaba una corriente eléctrica generada por la fuerza del león, muy parecido a su último ataque. Aquella cápsula de luz, muy parecida al lightning bolt, estallaría al contacto. Era claramente la última esperanza para derrotar a Siegfried. Tal vez aquella cápsula no contaba con la fuerza del golpe antes dado, pues el dorado se encontraba ya cansado y herido. Sin embargo Aioria confiaba en que con aquel ken, lograría vencer al dragón del norte. Apenas aquella esfera de luz avanzó cual saeta en dirección de Siegfried, el mismo suelo donde se encontraba de pie el santo estalló con una tremenda violencia, sin duda a causa del ken enemigo, lanzando a volar al león de Nemea con una increíble facilidad. Miles y miles de pequeñas y filosas piedras se lanzaban contra el cansado cuerpo de Aioria, cuya mente se vió envuelta en dolor cuando aquellos proyectiles se incrustaban en su cuerpo, hiriéndolo de pies a cabeza de una manera mortal. Aquel ken, llamado la espada de Odín, arrancaba la vida del cuerpo del quinto santo solar, al compás de un súbito grito de dolor profanado por los aires con al voz de Aioria. Cuando su moribundo cuerpo, empapado en sudor y en sangre, aterrizó sobre el frio piso de la explanada del Valhala, quedaron los ojos a media asta del santo mirando al cielo. Aquellos últimos segundos de vida, Aioria los dedicó Athena. Pensó innumerables cosas, pero confiaba en que la paz llegaría a la tierra de la mano de su diosa, y que su vida era un precio muy bajo que pagar. También pensó en las demás batallas de Asgard, y en sus hermanos de oro. ¿habrían logrado vencer a los dioses guerreros? ¿Traerían la paz al mundo? Aioria sabía que si, pues la esperanza siempre triunfaría sobre el mal. Su último pensamiento lo dedicó a su difunto hermano Aioros, un verdadero santo. Aioros, que estaba en el cielo, parecía asomarse a contemplar a su hermano y recibirlo con brazos abiertos y con una sonrisa en el rostro. Aioria en ese instante murió. Su corazón latió por última vez, mientras en su rostro una ligera sonrisa se dibujaba y sus ojos quese cerraban para siempre. Aioria había muerto sin saber si su último ataque había logrado derrotar a su verdugo, Siegfried. ¿Había vencido? Tal vez sí. Tal vez no. Ahora el santo de Leo se encontraba orgulloso junto a su hermano, cuidando la tierra desde el firmamento. Aquella noche la constelación de Leo brilló como nunca sobre la bóveda celeste, anunciando la muerte de su guardián. Muchos lloraron su muerte, y lamentaron la gran pérdida como hombre y como caballero, pero esa es otra historia y será contada en otro momento. Aioria, el león de oro, había muerto, pero su leyenda viviría por siempre.**
arge cos
Atte.
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**Con la posición de sus manos al realizar el legendario ataque de La Espada Odín, Siefried se encuentra protegiendo el único punto vulnerable en todo su cuerpo. A pesar de ello, la distorsión que causa la hemorragia en su visión no le permite ver ni siquiera acercarse s aquel rayo dorado que atraviesa las frías corrientes de Asgard como el ultimo zarpazo del león, la mano de Alpha cubierta por su purpura y oscura armadura se ve impactada por aquel resplandor, en condiciones normales el Dios Guerrero sentiría ningún rasguño, pero al haber sido ya su cosmos agostado a lo largo de la batalla y más importante aún al haber sido herido de gravedad en su punto débil la mano del dragón recibe aquella fuerza cósmica misma cual estalla frente él lanzando hacia atrás despegando unos centímetros sus pies de la tierra hasta que este se encuentra violentamente interrumpido por la fría pared de aquella entrada al palacio Valhalla, donde su espalda hace un hueco enorme tras el impacto incrustando su cuerpo y alas de dragón ahí. El fino estoque de Aioria no ha atravesado el corazón de Seigfried, más sin embargo...Este parece haber firmado su condena mortal mucho tiempo atrás, forzando a músculo cardiaco tanto en la batalla después de ser herido e incendiándolo literalmente con su cosmos ardiente de combate. Así el final del leo parece evidente, y los cantos de las sagradas valkirias del Asgard acompañan su fiero espíritu mientras siegfried menta suavemente a su caído rival -Aioria, eh cumplido mi misión...Has muerto por tu princesa Athena, y ese corage que demostraste es digno de un guerrero, solo espero no haberme equivocado amigo mío...- Dice dejando que su voz sea tragada por el frio mientras una sutil sonrisa se dibuja en su rostro rindiéndose así su cuerpo incrustado en el muro mientras este se cubre por la fría nieve enterrando las heridas del dragón bajo el agua condensada que al mismo tiempo se colorea con la sangre divina de Fafnir...La Guerra a alcanzado a dos guerreros que orgullosos descansan al final**
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(Aioria, este ha sido mi primer combate en esta comunidad, te lo agrádesco. De mi parte es todo) .
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De: Pain |
Enviado: 15/02/2011 21:24 |
Bien, haciendo un pequeño espacio vengo a cumplir como juez en esta contienda.
Sigfried: Impecable personificación del más noble de los guerreros de Asgard, tomaste interesantemente la trama más a ratos caías en errores de continuidad, pero eran los mínimos, pudiste haber sacado más provecho de tu invencibilidad.
Aioria: Seguiste debidamente la trama y te enfocaste en los sentimientos y pensamientos del Leonino, pero tus textos son demasiados extensos y no expresan a cabalidad lo que quieres exponer lo que provoca que sea tedioso seguir la batalla.
Veredicto
Ya señalados los puntos que a mi criterio existieron en esta batalla. Doy por ganador a Sigfried Dubhe Alpha
"Solo me deshice de lo que no me era útil.....¿Acaso no puedo?"
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