**Todo el lugar había cambiado. Ya no era el lugar de paz y tranquilidad frente a la estatua que representaba la paz y la justicia en la tierra. No. Ahora, tras una dramática actuación por parte de Shaka, el lugar era la colina de los muertos, la antesala al mundo de Hades. Y, con un corazón lleno de odio y sufrimiento, y unos halaridos de dolor, muchos almas en pena del mismo suelo salían buscando atrapar a Kardia y a Hyoga. El cisne, pareciendo ignorar esto,  había concentrado su helado cosmos en forma de una ráfaga que ahora se avalanzába contra el león dorado. Sin embargo Aioria, cual zarpado diestro, detuvo con su palma abierta aquel ken de aire helado, neutralizandolo y dejando como recuerdo solo algúnos copos de nieve sobre su dorado guantelete. Con una sonrisa, y viendo como aún los muertos trataban de atacar a los traidores del santuario, Aioria comentó -¿Es que no lo sabes Hyoga? Peleaste maravillosamente en la batalla de las 12 casas,y lograste por un instante alcanzar la temperatura más baja para derrotar a Acuario. Sin embargo, ahora tu cosmos no es tan alto y nisiquiera te acercarías a congelar mi armadura. Pensé que Camus te había enseñado por lo menos eso antes de morir. Veo que no.- Aioria hablaba con verdad, pues era bien sabido entre los santos que las armaduras de oro necesitaban una temperatura de -273 °C para congelarse, y Hyoga parecía no contar con esa habilidad. Mientras tanto, el cosmos de Aioria seguía creciendo y creciendo, magnificando la luz dorada que lo envolvía quebrantando la oscuridad de aquel fúnebre lugar. Y, mientras parecía que ambos caballeros tendrían que lidiar primero con las ánimas que trataban de detenerlos y arrastrarlos, el muchacho del quinto signo exclamó mientras llevaba su diestro puño a su cintura, al compás que este se iluminaba de sobremanera -¡Escuchen el rugido del león!- Y mientras su mirada se encendía con valor y orgullo,  lanzó su diestro puño de luz en dirección de ambos caballeros enemigos mientras gritaba -¡¡¡LIGHTNING PLASMA!!!- De su puño miles y miles de destellos del color del sol avanzaron formando una red de aces de luz en dirección del enemigo qué, primero tenía que arreglarselas para enfrentar a los cadaveres que los intentaban arrastrar. ¿Era un solo golpe? No. Aioria era un domador de la velocidad de la luz, y aquellos eran miles y miles de golpes por segundo que intentaban golpear a los caballeros sin reglas  de pies a cabeza. Tal vez Kardia podría soportarlo por su armadura dorada, pero ¿Y Hyoga?. Los golpes destruían todo a su paso y Aioria no despegaba la vista de sus enemigos. Esta técnica tenía la ventaja de poder envolver a ambos enemigos de una sola vez.¿Lograrían evitar a los moradores de los infiernos antes de ser golpeados por el ken a la velocidad de la luz? Aioria lo dudaba. ¡EL rugido del león de oro! ¡El plasma relampago!  **

Nota: Kardia, creo que malintepretaste mi primer ataque. No era un ken, sino un empujón de aire intangible, por lo tanto no podías detenerlo y redirigirlo. Hyoga, ignoraste por completo el turno de Shaka y a los muertos que intentaban atraparlos. No quiero sonar presuntoso, y lamento si los ofendí de alguna manera. Tal vez no me dí a entender con mi turno. Espero que podamos continuar sin mas contratiempos.

**Aquellas espectrales figuras que con el lamento de sus corazones salían del cambiante suelo, sostenían al escorpión de oro mientras los el ataque del león de oro avanzaba peligrosamente rápido hacia él. Por otro lado, el cisne de bronce con su helado cosmos creaba frente a él en aquel pozo del Yomotsu una gélida pared de hielo con la que intentaba proteger a el y a su guardián del ataque de Aioria. Pronto, dada la velocidad del ataque del león de oro, este se impactó de lleno contra la recién creada pared de hielo, desatando toda la fuerza del ataque. Aioria no entendía como una frágil pared de hielo podía siquiera resistir un segundo a su ataque, sin embargo parecía haber subestimado un poco al santo de los hielos. Sin embargo, ¿Que tanto resistiría una delgada pared de hielo al rugido del quinto santo dorado? ¿Lograría protegerse a sí mismo y a Kardia de los fugaces pero poderosos golpes de Aioria? El león de nemea lo dudaba. Por aquello mismo, sin detener su ken, impregnaba más y más de su fuerza cósmica a su cosmos, mientras lentamente a su espalda el dibujo de una fiera bestia de alborotada melena y brava mirada que clavaba sus verdosos ojos en los enemigos. El poder de Aioria crecía segundo a segundo, y con ello la velocidad y potencia de los golpes que rozaban la velocidad de la luz.  ¿Podría resistir la pared del santo de los hielos? Pronto lo veríamos, pues Aioria no detenía su ken y parecía no dejarles salida a sus antágonos.  **

**De una manera francamente milagrosa, ambos que traicionaban las ordenes de Athena habían escapado ilesos del rugido del león. Después, una ofensiva por parte del escorpión en contra de Aioria fue interceptada por Shaka, a lo que el león de Nemea agradeció con una fugaz mirada al de virgo quién, apesar de tener sus ojos cerrados, seguramente podía sentirlo. Mientras el dorado de Leo, permanecpia estático en espera de sus adversarios, el del cisne rápidamente elevó su universo interior bajando aún más la temperatura que antes y lanzó la básica técnica de los santos de hielo a sus adversarios. El león de oro, conocido como Aioria, contempló con sus verdosos ojos como aquel ken frio se acercaba peligrosamente hacia el. Y con un ágil movimiento de sus piernas, dio un poderoso salto alejandose de la trayectoria de del gélido aire. Su rumbo era diagonal, avanzando algunos metros en dirección de sus antagonos. Aioria dedicó un pensamiento a Shaka, pero sabía que el santo de Virgo lograría evitar aquel ataque sin problema alguno. Por poco logró escapar de la técnica heredada por Camus, pues la velocidad de Aioria era digna de un santo de su estirpe, sin embargo sobre su hombrera izquierda restos congelados de la técnica denotaban el creciente cosmos de Hyoga. ¿Era posible que el santo de bronce llegara a esos niveles? Fuera como fuese, aún le faltaba poder para compararse con un caballero de oro. Después de aquel salto, el quinto se incorporo para quedar en una elegante posición con ambos puños cerrados con fuerza, clavando su mirada sobre Kardia y Hyoga. Poco a poco Aioria se veía nuevamente envuelto en aquella luz de oro, la cual brillaba con más fulgor que antes y sin decir una palabra, su mirada esmeralda se encendía con orgullo y valor, sin depsegarse de sus antagonos. ¿Que planeaba el león de oro? ¡Mostraría sus colmillos! *