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Santuario de Atenea: [[ Salón del Gran Maestro]]
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De: JoKeR-MaN (Mensaje original) |
Enviado: 24/02/2011 23:51 |
[[ SALÓN DEL GRAN MAESTRO ]]
Tras un largo camino lleno de dificultades y retos, has llegado a la cámara del patriarca, donde reside la principal figura entre los 88 santos al servicio de Athena. Este hombre ha orquestado la traición del santuario a la diosa Athena, y tu deber es derrotarlo por el bien del mundo. Sin embargo, el patriarca no es quién aparenta ser y un misterio encierra tras su diabólica máscara. ¿Vencerás al malvado Gran Maestro y restauraras el orden en el santuario? ¡La batalla por las 12 casas se decidirá aquí!
SSV
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** Tras una larga ascensiòn y despues de atravesar la duodecima casa y despues de ascender por la ultima escalinata la cual estaba protegida por las rosas rojas que conduce a la cumbre de la montaña donde se alza el templo del gran maestro, localizado muy cerca de la cima del santuario, justo antes de la colosal estatua de Atenea. Seiya finalmente llega hasta el frente de un edificio de 2 pisos mucho màs grande que las casas del zodiaco, cerrado exteriormente por una gran puerta doble en que reside y descansa aquel que se apoderò del santuario mediante a muertes y engaños y valiendose de los caballeros dorados para ser la parte màs protegida del santuario. - ¡Con que es ahì en donde se esconde ese maldito! - dice el caballero de bronce que pese a las heridas sufridas en las batallas, su còsmos indomino permanese fuerte y lleno de brillo propio, lo que lleva a Seiya a alzar nuevamente su puño en contra de las puertas y de un fuerte golpe, el pegaso de abre paso y penetra en el interior de un lugar que a primera vista es innegable que el palacio del gran maestro demuestra gigantismo, seguramente para asentar la jerarquia del poder del gran patriarca como brazo derecho de una diosa cuyo lugar le fue usurpado por un ente maligno, pero eso no detiene a Seiya que con determinaciòn avanza por la larga alfonbra roja que parte de la entrada en direcciòn al trono con el fin de enfrentar de una vez por todas al mayor traidor de todos los tiempos. **
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**El último caballero de bronce ha llegado a la cámara del Gran Maestro, quién se encuentra sentado en su trono con orgullo. Sin decir una palabra, aquella inerte figura observa tras aquella horrible máscara, mientras lentamente se pone de pie. –Seiya…- dice con una voz calmada y serena, mientras retira aquel casco tan rojo como la sangre revelando una larga y sedosa cabellera azulada –No esperaba que llegaras hasta aquí-. Entonces, con sus gentiles manos, retira el maligno antifaz que cubre su rostro mostrando la cara de un hermoso hombre con ojos llenos de paz. –Realmente te admiro por haber cruzado las 12 casas… En verdad eres un santo de Athena lleno de poder y valor.- Ahí, frente al trono y mirando con serenidad al Pegaso, queda en silencio. ¿Cómo es posible que un hombre que refleja tanta calma y bondad en realidad es el cruel Gran Maestro que inició la revolución en el santuario, y ha jurado asesinar a la Diosa que debe proteger? Tal vez algo mucho más oscuro y misterioso oculta aquel hombre en sus ojos de calma.**
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[[¿Quién eres? ¿El ángel o el demonio? ¿El justo o el malvado?]]
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** Ya dentro del tras avanzar por el interior, finalmente Seiya llega hasta el sitio que es en donde se encuentra el trono, y en el, la figura del patriarca quien se pone de pie y comenta solo palabras de elogio para despues quitarse el disfraz con el que se aprovechò de la lealtad de los caballeros de la justicia. Tal cosa no tiene ni el màs minimo efecto en Seiya que dentro de si estudiaba a su rival y trataba de descubrir alguna debilidad tal y como en sus épocas de aprendiz le habia instruido su tutora... en ese momento el santo de pegaso adapta sus movimientos tomando su guardia intacta que se mantenia firme en esperea de cualquier reacción de la persona que frente a el se revela... las piernas ligeramente flexionadas como si preparase algo y esos característicos ojos cafés con ese inmenso brillo que portan aquellos que tienen como fuente de inspiración a su diosa atenea... dentro de si su còsmo indomino concentrado en el centro de su ser se incrementaba gradualmente siento calentado debidamente. El protegido por las estrellas del pegaso eleva su energia un poco màs, su aura contorneaba con vigor todo su ser en un tono blanco incandescente dando como resultado que sus sentidos se conjuntaran para alinearse en perfecta armonia... Seiya jamás permitira que lo engañen de esa manera, por lo cual dice lo siguiente - ¡Tonterias!. ¡No te hagas el bueno!. - dichas estas palabras que llevaban consigo un énfasis bélico se anunciaba lo que serà una verdadera batalla, para por fin pelear en serio. **
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**Mirando con sus suaves ojos azules al fatigado pero insolente caballero de Pegaso, comenta con una voz llena de paz –Debo admitir que lo que hice jamás será perdonado… - y entonces algunas lágrimas de cristal brotan de sus ojos y recorren con suavidad sus mejillas tersas. Y entonces da un par de pasos en dirección del Pegaso, y lo pasa de largo, dándole la espalda. Y entonces da media vuelta, y con un tono más serio exclama -¡Seiya! ¡Escúchame bien! ¡El mal aún no ah abandonado el Santuario! ¡Solo Athena podrá barrer con él!- Y entonces, con su dedo índice apunta a las rojas cortinas tras el trono dorado del Gran Maestro. –Cuando cruces este salón llegarás al templo de Athena… Encontrarás una estatua de nuestra Diosa que ha estado ahí desde tiempos ancestrales…- comenta con un aire de sabiduría, calma y paz- Antiguamente, Athena sujetaba a la Diosa de la Victoria, Nike, en su mano derecha y un escudo que erradica toda la maldad en su brazo izquierdo… Nike no ah estado aquí desde hace 13 años… Ella protege a Saori Kiddo… El báculo sagrado que Saori siempre lleva en su brazo es Nike misma… Pero el escudo de Athena es lo que necesitamos para erradicar a todo el mal… ¡Rápido Seiya! ¡Necesitamos el escudo de la justicia!- pero apenas terminó su confusa y extraña explicación, un dolor invadió al Gran Maestro, quién llevo ambas manos sobre su cara mientras exclamaba algunos quejidos de dolor. Incluso cae con una rodilla al suelo, mientras su respiración se agita y su voz se tuerce un poco -¡NO PIERDAS TIEMPO, SEIYA!- Y entonces se queda ahí, sobre la alfombra arrodillado, luchando contra algo. ¿Qué pasa con el Gran Maestro? ¿En realidad no era el maligno hombre que todos pensaban? ¿Porqué revelaba toda esta información, de golpe, al caballero de Pegaso? ¿Y a que se refería con que “El mal aún no ha abandonado el santuario”? Algo mucho más oscuro rodeaba al patriarca en estos instantes, y tal vez solo el escudo de Athena podría detener aquellas sombras que se apoderaban de todo.**
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[[¿Quién eres? ¿El ángel o el demonio? ¿El justo o el malvado?]]
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** El sol de la tarde cae con fuerza sobre el santuario de grecia creando un marco ideal para una batalla, lo cual està a punto de suceder en el interior de la camara del gran maestro en donde finalmente Seiya puede confrontar cara a cara con aquel sujeto que pese a que no aparenta ser aquel ser maligno, Seiya no le pieder pisada girando en direcciòn al hombre que se acaba de revelar y que ahora se confieza abiertamente, pero el caballero de bronce no està dispuesto a creer en nada de lo que ese sujeto pueda llegar a explicar "No voy a fallar, hoy es el día que voy a demostrar todo lo que he aprendido a lo largo de estos 6 años de duro entrenamiento" son los pensamientos de un joven delgado y de cabello castaño que con orgullo lleva puesta la armadura de bronce "Mírame bien Marín, no voy a fallar, voy a derrotar a este enemigo con todas mis fuerzas y todo lo que me has enseñado, no voy a rendirme pase lo que pase… voy a levantarme y voy pelear hasta lograr derrotarlo, solo así podre devolver el santuario a la verdadera Atenea y entonces podre honrar la memoria de aquellos que han caido en las 12 casas. ¡No voy a fallar!" Concluye mientras inicia una lenta pero firme caminata en direcciòn a ese hombre que a simple vista parese sufrir alguna clase de dolencia, pero eso no le importa a Seiya quien responde lo siguiente - ¡Miserable... cuentame otro cuento!. - concluye sin creer ni una palabra de lo que el maestro ha dicho. **
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**Pronto, los gemidos de dolor que aquejan al Gran Maestro callan, y una ligera risilla diabólica comienza a emanar de él. Un aura maligna lo rodea de súbito, mientras su cabellera lentamente pierde sus azulados colores y se tiñe de grises matices. Poco a poco, la alta figura de aquel hombre se pone de pie, revelando un nuevo rostro: Su esclerótica, antes blanca, se había teñido del color de la sangre dando un aspecto feroz al patriarca. Su expresión, antes gentil y bondadosa ahora era maligna. Una grotesca sonrisa se dibujaba en sus labios, mientras un aura dorada de gran poder comienza a rodear su cuerpo; comparable a la de los 12 guardianes de oro. Soltando una maligna carcajada que retumba por todo el salón, el Gran Maestro exclama -¡Jamás dejaría que te llevaras el escudo de Athena! ¡MUERE SEIYA!- mientras los matices dorados se concentran en su palma derecha, cargados de poder. Entonces lanza su mano en dirección de Seiya, y aquella luz sale disparada cual saeta dorada buscando golpear al maltrecho Pegaso. ¿Qué ocurre con el Gran Maestro? ¿Por qué primero muestra su rostro amable, y luego el diabólico? ¿Habrá algo que el Pegaso pueda hacer para enfrentarlo? La batalla en las 12 casas lo ha dejado cansado y herido. ¡La batalla contra el verdadero enemigo apenas comienza!**
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** Entonces se puede ver a un sujeto mostrar su verdadera cara ante el joven de cabellos castaño oscuro que mientras observa con sus grandes ojos la imponente masa còsmica del maestro - Escúchame bien maldito, no me voy a rendir y voy a matarte aunque sea lo último que haga porque eso es lo que me enseño mi amada maestra aquì en grecia - en ese instante el maestro lanza el primer golpe e impacta contra el pecho de Seiya quien lo resibe, pero pese al daño y al dolor, hierve su sangre y ese còsmos que se levanta imponente para cubrir no solo su cuerpo, si no que todo el salòn... alcanzando el sentido que se alza por sobre los demàs y con increible capacidad manejan los santos de oro, Seiye levanta nuevamente la mirada en cuyos ojos se refleja la imagen del maestro - No... no puedes detenerme con esto. - ahogando su dolor y propia confusiòn por el ataque recivido de quien en ese momento revelò su verdadera cara, Seiya exclama lo siguiente - ¡Preparate...! - en ese grito que domina su completa voluntad, su fuerza que ya se siente con el retumbar de cada cimiento de ese salòn sometido al poder de quienes se enfrentan. Seiya mira con desden al hombre que viste los ropajes de patriarca que lo ha herido y que le ha hecho probar el sabor de su sangre una ves màs, la presiòn logra romper el suelo en una grieta que se abre desde sus pies hasta la entrada. Los cabellos castaños se tornan erizados y se alzan por encima del casco revoloteando al compas del còsmos que ha emanado, los ojos cafè continuan reflejando la imagen del maestro, y el orgullo le naga la batalla en su mente tornandose cada ves màs propenso al ataque que se le ha sido exclusivo para su sangre y solo para su fuerza en aras de su diosa... se prepara mirando al maestro, mira con furia desenfrenada al rival de enfrente mientras siente el recorrer de su sangre por todo el cuerpo, la sangre caliente del guerrero orgulloso de luchar en nombre de su diosa - ¡Maldito ¡Aquì termina tu demencia! - son las palabras de aquel joven valiente que pese al tormento sufrido al pasar por las 12 casas, extiende ambas manos y espera una respuesta del desdichado maestro. **
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**Aquel hombre, qué aún no revela su nombre ni identidad, mira con una diabólica sonrisa al caballero de Pegaso. Divertido, el hombre siente el valiente cosmos de Seiya retumbando por todo el lugar y exclama –¡Vaya Pegaso!¡Tienes un poder asombroso… Para un caballero de bronce! ¡No sé como lograste atravesar las 12 casas con un cosmos tan patético!- Y entonces, un aura dorada digna de un verdadero santo de oro, rodea nuevamente al Gran Maestro. El poder es tal, que choca con el de Pegaso en un magnífico espectáculo de luces. Sus ropas se agitan con violencia, al igual que su larga cabellera grisácea. La sonrisa en su rostro se amplía más mientras el suelo bajo sus pies se resquebraja. El poder del Gran Maestro es tremendo, y a cada segundo crece más y más. -¡Vamos, Seiya!- exclama con frenesí, mirándolo con sus extraños ojos rojo y azul. -¡Enfréntame y muere!-. Sus palabras son acompañadas por el tremendo cosmos que se hace sentir por todo el lugar, y el crujir del suelo y los pilares que poco a poco se rompen. ¡La batalla entre el bien y el mal está a punto de desatartse!**
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** Seiya eleva su còsmos manteniendo sus ojos centrado en el patriarca y su rostro serio, uniendo mente y espiritu en uno sòlo logrando armonia total incrementando sus sentidos uno a uno hasta que finalmente logrò llegar al septimo sentido, el aura a su alrededor se fortalese elevando cada ves màs su energia hasta llegar al limite, a medida que eleva su còsmos, el aura que lo rodea se hace màs intenso, la brisa se convierte en viento se vuelve màs fuerte moviendo las cortinas de las paredes, esto producto al gran poder que produce el caballero bronce al igual que el maestro quien hace gala de un enorme poder... "No puede ser. ¿Como puede tener tanto poder ese hombre?" menta al ver la negativa del maestro a rendirse. Seiya concentra su cosmos el cual ya se encuentra al maximo mientras dirije su mirada hacia su enemigo, en ese momento dispara de su puño con toda su energia - ¡Meteoros de Pegaso! - ... de su puño se disparan cientos de meteoros que a los pocos segundos se transforma en incontables rayos a velocidad luz los cuales se cruzan entre si formando una red de energia la cual cubre todo el escenario dirigiendose asì a su enemigo a velocidad de la luz, esta tecnica es muy poderosa y en caso de que esta impacte puede ser mortal... - ¡¡Haaaa...!! - el ken de Seiya produce una explocion seguida de una nuve de polvo la cual impide ver cual es el resultado final de su ataque, asì que permanece firme en espera del resultado. **
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[Por favor te pido que liberes mi post para continuar y terminar con la actividad de la mejor forma posible.] |
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**El Gran Maestro, sin borrar la grotesca sonrisa de su rostro, mira como los cientos de meteoros avanzan en su contra. Sin embargo él, al ser la principal figura sobre los 88 caballeros de Athena, maneja la velocidad de la luz impecablemente. Con movimientos inalcanzables para el ojo humano, aquella figura de larga cabellera grisácea esquiva de manera eficaz los golpes del Pegaso, dejando algunos pasar de largo y otros deteniéndolos con sus palmas desnudas. -¿¿Este es todo tu pode, Seiya?!- menta de manera maniaca el Gran Maestro, sin embargo en segundos algunos de los golpes rasgan su túnica azul, dejando a aquel hombre con su escultural cuerpo al desnudo. Y, poco después, para sorpresa de aquel maligno hombre, algunos de los golpes alcanzan su cuerpo, dejando su marca y arrastrándolo metros para atrás en aquella magnífica sala. Cuando la lluvia de golpes termina, aquel hombre se postra con una rodilla en el suelo. En su torso se ven marcas de los golpes, e incluso un hilo de sangre resbala desde su labio hasta su barbilla, donde gotea y se pierde sobre la alfombra carmesí. Sin embargo, en el rostro del Maestro, la sonrisa no se pierde. Lentamente se pone de pie, pues aquel ataque apenas había surtido efecto. Es verdad que fue poderoso y veloz, sin embargo solo unos cuantos golpes lograron acertar debido a la maestría en el combate a la velocidad de la luz de aquel hombre. Al ponerse de pie, y con toda aquella energía acumulada, el ser de largos cabellos eleva su dedo índice al cielo, mientras exclama -¡Armadura, ven aquí y cubre mi cuerpo!- Y en aquel instante, un poderoso rayo de luz dorada entra por el techo del salón, y se postra entre el Pegaso y su rival. Pronto, toda aquella dorada luz cegadora se disipa, revelando lo que contiene. ¡La armadura dorada de Géminis! La bella escultura, que muestra al ser de dos rostros, en un instante se separa en mil pedazos y cubre de pies a cabeza el cuerpo del maligno ser de los ojos rojos. Y tras aquel bello espectáculo de luces, revelando al Gran Maestro portando su verdadera armadura, este suelta una ligera risilla –Ahora conoces el secreto, Seiya…- dice, con un tono misterioso pero aun así risueño. -¡Yo usurpe el lugar del Gran Maestro! ¡Yo soy Saga de Géminis!- menta con orgullo. Entonces, con toda la energía cósmica anteriormente convocada, Saga lanza su mano derecha con la palma extendida en dirección de Seiya, mentando con fuerza -¡Muere, Pegaso! ¡ANOTHER DIMENSION!- y al compás de estas palabras, a espaldas del maltrecho caballero que logró recorrer los 12 templos del zodíaco, un vortex dimensional se abre, revelando hermosas estrellas y galaxias. Una tremenda fuerza de atracción intentaba succionar a Seiya dentro de él, para que ahí quedara errante para siempre. Saga imprimía gran poder en su legendaria técnica, intentando eliminar para siempre al caballero que osó retarlo. La maligna sonrisa en su rostro se dibuja, y sus ojos enrojecidos por la furia se clavan en el santo de bronce. ¿Daría resultado su plan?**
[[¿Quién eres? ¿El ángel o el demonio? ¿El justo o el malvado?]]
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** Todo fue tan rapido, tan sorpresivo para el santo de pegaso que aquel infinito creado por quien se identificò como el caballero dorado de geminis, comenzaba a absorver en todas direcciones, simplemente no existia lugar al cual escapar, ¿Seiya seria comido por aquella dimension en la cual vagaria eternamente?... en ese instante el caballero de bronce cae absorvido por aquella abertura como si se tratase de una brillante estrella perdida que cae al infinito dejando un solo grito en su caida - ¡¡Atenaaaa!! - **
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**Apenas el santo de Pegaso entró por aquel portal, Saga exclamo con fuerza -¡Vagarás eternamente en otra dimension, Seiya!- y tras estas palabras, suelta una carcajada francamente diabólica, que helaría la sangre del más valiente de los hombres. Y mientras Seiya se alejaba entre los planetas y galaxias, el usurpador del Gran Maestro acaba su técnica, y el portal se cierra para siempre. Ya no había estrellas, ni planetas en la cámara del Gran Maestro, y todo regresaba a la normalidad. Con la sonrisa aún pintada en sus labios, el santo dorado de Géminis habló para sí -Seiya jamás podrá salir de ahí... ¡Ya no hay amenazas para mi y mi imperio!- dice, lleno de fervor -Ahora debo restaurar el orden entre los santos de oro restantes, así como asesinar a cualquier posible amenaza... ¡Los caballeros de plata y bronce que aún viven morirán bajo mi poder! ¡Tomaré la vida de Athena y entonces seré el verdadero protector de la Tierra!- Entonces calló de súbito, dirigiendo su mirada a la naciente noche por un ventanal. Nada detendría a Saga, ni Athena misma. ¿O sería que la Justicia aún tenía un as bajo la manga?**
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** Las actividades entre ambos gladiadores con distintos ideales aun continuaban la batalla final seguia su curso una serie de extraños acontecimientos se situaba en aquel lugar cual habia sido distorcionado ante el sublime poder de géminis cual acendia a grandes niveles inimaginados por la mente del caballero de bronce que se limitaba a mirar a diferentes lugares con una duda en su mente al desconocer aquel lugar al cual había caído. - ¿Pero que demonios sucede, que especie de dimensìon extraña es esta?. - Una extraña sensación iniciaba a ejercer poder en el cuerpo de Seiya mientras que poco a poco era absorvido sin que pudiese oponer resistencia alguna a pesar de sus fallidos intentos por oponerse ante tal acto de poder... en el rostro del caballero de bronce es visible el semblante de la angustia y desesperación al ver como su vida corre peligro de muerte. **
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**Algo llama la atención de Saga, quién acaba de deshacerse del Pegaso. -¿Así que todavía hay un santo de pie, tratando de vencerme eh?- habla para sí el diabólico Gran Maestro. Avanzando en dirección de su trono, el maestro continua su monólogo -¡Es la mocosa de la isla Andrómeda!- Y suelta una ligera risilla diabólica, mientras se sienta en el trono de oro y cierra sus enrojecidos ojos con el afán de concentrarse. Una ligera aura dorada lo rodea, mientras trata de visualizar a través de su cosmos, a la protegida por la constelación del Camaleón. –Divirtámonos un poco…- casi susurra aquel hombre de armadura dorada, mientras proyecta su energía al décimo templo del zodíaco, la casa de capricornio**
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