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**El foco de atención se centra ahora en un particular lugar, la senda que dirige su extensión hacia el mundo perdido a los adentros del Tíbet donde residen los más grandes secretos del mundo, lugar que si bien pareciera solamente montañas rocosas sin valor alguno, lo que reside en el corazón de aquellas apiladas rocas es lo que da valor sin igual a tan extraordinario rincón; valor que merece con creces las barreras que se manifiestan a sus alrededores y que solamente aquellos que realmente tengan la convicción pudieran penetrar en las tierras donde una constante niebla se hace presente trayendo consigo una imagen de tétrica expectativa bajo la noche plutónica iluminada por aquella enorme luna sangrienta, señal del despertar de la misma esencia del Dios de las ánimas después de dos siglos de espera, trayendo consigo el resurgir de su ejército de sangre con el cual pretende reclamar lo que por derecho divino le corresponde: el dominio de la tierra; y es por ello que este lejano lugar juega tan importante papel en sus designios pues sin duda alguna, información valiosa reposa tras las paredes rocosas de su cuidad…De entre la oscuridad y neblina una imponente silueta se hace presente por entre la mencionada senda, majestuosa figura que emerge sin problemas de la aparente nada rápidamente sobresale sin problema alguno, sus largos cabellos se ondean con la pobre corriente que el Eolo otorga al rocoso paraje y de su siniestro hombro se hace presente el bestial cráneo de la bestia terrestre adorada por los hebreos: el Behemtoh; aquella figura se abre firme paso por el camino hacia Jamir donde tras peleas constantes y míticas guerras la posible respuesta al constante fallo se encuentre, especialmente tras haber cometido un fallo propio que atentaría no solamente contra el deseo del Dios de las ánimas, sino también contra el deseo de aquel ser dueño de su absoluta devoción “Aiacos-sama” es el nombre que ronda por la mente de aquel esbirro sumergido en sus adentros pues aquel fallo representaría mucho más que una simple reprimenda, mucho más que una muerte corpórea que si bien estaría dispuesta a aceptar por la mano de aquel ser, pero que representa mucho más para su ser entero, para la divina esencia que mantiene su pura composición -¡Alto ahí!...- aquel grito se deja escuchar de súbito sacándola totalmente de sus pensamientos y haciéndola detener su paso al escuchar aquella voz no familiar para ella -… ¿Quién eres y que deseas en este lugar?- cuestiona aquella tajante voz que sin espera alguna abre paso a un sinnúmero de esqueletos armados que aparecen alrededor del espectro -Si eres lo bastante inteligente, te apartaras inmediatamente junto con todos estos, amigos tuyos- se deja escuchar de los labios de la estrella celeste con total seriedad haciendo notar su fémina naturaleza -¡Ja! ¿Qué te hace creer que te dejaremos pasar así de fácil?...- Cuestiona nuevamente aquella voz -… ¡Ataquen!- ordena aquella voz sin espera de respuesta alguna, tras lo cual aquel sinnúmero de santos esqueleto se abalancen ferozmente contra la humanidad de la espectro “No tengo tiempo para juegos” cabila en sus adentros mientras que con presteza, haciendo gala de aquella fuerza sobre humana que le caracteriza con sus manos en puño uno a uno va desbaratando a tales seres, hasta que pasados los minutos la cabeza el aparente último santo cadavérico, aquel que profiriera anteriormente tan amenazantes palabras se encuentre bajo su botín derecho –No eres más que un vil insecto y por ello, morirás como la cucaracha que eres ¡aplastado bajo mi pie!- sentencia para entonces dejar caer su pie sin miramiento alguno sobre la cabeza de aquel esqueleto y así romper su testa sin problema alguno** 

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*…La estridencia de la calavera bajo la bota de Behemoth ensordece en el vacío de las alquerías donde se dice los postremos rastros de una raza ligada a athena reposa. Mas una espesa bruma abraza con recelo eh imposibilita la visión más allá de la punta de la nariz, como si el misticismo existente en Jamir quisiera resguardar copiosamente los secretos que se guardan entre peculiares edificaciones que se alzan en la lejanía. Más esto no sería apto para una tácita representación que florece entre la bruma, más a sus espaldas, un sin fin de erráticas efigies donde el sonido metalizado de sus pisadas fungen perfectamente ante la proximidad de tan temido personaje entre las huestes del inframundo. Poco a poco aquella imagen cobre una parcial nitidez para  revelar una masculina silueta ataviada con 2 solemnes alas -… Viólate…- pronuncia con porte y gran seguridad al mismo tiempo que la legión de sombras a sus espaldas se revelan como un sin número de esqueletos que a base de una corta marcha rodean a la mujer en cosa de instantes -… Viólate, el señor Aiacos está muy decepcionado por tu anterior actuación…- dice uno  de aquellos subordinados mientras a lo lejos, mas metódicamente en las alturas, el espléndido contorno de un ensombrecido buque donde un par de encendidos orbes en su proa se clavan tal si fuesen puñales en Behemoth…*

 

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**Y es en ese momento, que tras el estruendoso crujir del cadavérico cráneo por el aplastante pisotón de la espectro el ambiente se vuelve cada vez más denso sumado a un particular olor a muerte que se torna cada vez más notable, siendo entonces que tras el aparecer de aquellos esbirros la tan particular voz hace mención de su nombre, lo que causa que la estrella celeste de la soledad gire su rostro hacia los cielos donde puede vislumbrar aquel imponente y magno navío que desafía a su propia naturaleza al surcar los cielos en lugar de las extensiones marítimas, de modo que al denotar aquel par de ojos amarillentos que se clavan cual cuchillas en su persona los ojos del Behemoth se abren de par en par al tiempo que sus pupilas se contraen ante la visión del ave hindú -A…Aiacos-sama- menciona para sí su ala derecha mientras a sus oídos llegan las palabras proferidas por uno de aquellos esqueletos que igualmente han hecho acto de presencia en la escena sin prestar atención a otra cosa “Decepcionado, Aiacos-sama esta…” repite en sus adentros la joven espectral centrando su atención en dichas palabras, mismas que parecieran cuchillos clavandose sin su pecho, provocando entonces una total sensación de frio que recorre su cuerpo por completo y su corazón palpita rápidamente al hacer efectiva su sospecha “Aiacos-sama no tolera los fallos” cabila nuevamente en sus adentros sin apartar su impávida faz de los cielos al tiempo que en sus adentros un encuentro de sensaciones se hacen presentes mismas que parecieran entorpecer las reacciones de la joven, pues no se trataría de un encuentro como cualquier otro, no se trataría de un ser cualquiera, sino que se trata precisamente de aquel ser dueño de su convicción, su devoción y aquel a quien profiere con orgullo cada victoria, pero ahora no habría victoria con la cual condecorarse en su nombre -A…Aiacos-sama, yo…- pausa sus vocablos al tiempo que su violácea mirada ahora se dirige al suelo, y su diestro puño se cierra ante la impotencia, la vergüenza de estar ante sus ojos con la mancha de un error -…!haré lo que sea para enmendar mi ofensa hacia usted!- vocifera al tiempo que su rostro nuevamente se eleva para encontrar su mirada con aquel par de resplandecientes ojos amarillos que sobresalen desde la niebla**

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*…Un sin fin de impresiones y conmociones rondarían aquel brumoso sitial, donde solo la soledad entendería el taciturno sentir de aquel personaje que de entre la espesa niebla pareciera surgir como si se tratase de una grafía onírica dejando a aquel grandioso buque a sus espaldas, en un segundo plano -... ¿Cualquier…. cosa?...- masculla discontinuo al segundo que la refulgencia sabría favorecerle en su regazo y por ende exponerle a la vista de todo ser viviente presente, como un gallardo varón íntegramente envestido de pies a cabeza por una cárdena alhaja de los erebos, el mismo que empotra su estampa entre rápidos ademanes de completa sumisión y castrenses alineaciones por parte de las multitudinarias falanges a su precepto. -… ¿Cómo es posible…- formula con indócil sosiego pasando su efigie por el anverso de las tropas para así ingresar en un constante andar alrededor de viólate como si se tratase de una deletérea bestia que acorrala a su malherida presa -…Que tú, Viólate de Behemoth, la estrella más cercana a mi persona…- Pausa al quedar totalmente erguido a las espaldas de la espectro para luego proseguir con el punzante interrogatorio -… Haya tan siquiera probado la amargura de la derrota? ¿Cómo es posible que tú, mi soldado de avanzada haya tenido que abandonar el campo de batalla como una cobarde rata para salvaguardar su propio pellejo?...- expone descendiendo tenuemente su mentón accediendo que las sombras cubriesen el pesar que intenta disimular tras su inflexible postura -… Te desconozco, Behemoth…- finiquita sus dichos dejándose llevar por aquella exilia emoción que envuelve a ambos, esa extraña y asfixiante atmosfera que se gesta en el raciocinio del juez, el mismo que le coloca entre el deber y algo ignorado para los entes que moran los abismos…

 

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**El escenario se vuelve cada vez más denso con aquella composición de sentimientos encontrados de una y mil maneras por ambas partes y a su vez en cada uno de aquellos seres que se encuentran en tan peculiar lugar, fuera de su común ambiente; trayendo entonces consigo un profundo y tétrico silencio que solamente es roto por la respuesta de aquella fémina que ahora estando a tan corta distancia del ave hindú en comparación a unos minutos atrás, sus ojos se ocultan con recelo tras los mechones violáceos que recaen por su rostro ya que el sentimiento que ahora le invade le prohíbe ver al dueño de su convicción directamente, acto seguido el cuerpo de la estrella celeste se inclina posando su diestra rodilla sobre el rocoso terreno manteniendo la planta del siniestro botín sobre el mismo, demostrando con aquel acto el respeto que le profesa al segundo Juez del inframundo, aquel quien porta un par de alas majestuosas a sus espaldas y de las cuales ella, es la derecha -Lo que sea…- profiere en baja voz aumentando aquella fuerza que ejerce su puño -…Haré lo que sea…- menciona nuevamente esta vez en un tono más elevado demostrando aquella decisión y convicción que le inspira y le hace sentirse viva desde lo más profundo de su ser; sin embargo, aquellas interrogantes por parte del juez de Antenora comienzan nuevamente a hacer estragos en el interior del Behemoth, terminando con aquella línea que pareciera atravesarle por completo el corazón trayendo como efecto un estremecer que le recorre por completo aunado a la parálisis momentánea de su cuerpo “Te desconozco…” repite en sus adentros con constancia cual tortura psicología que ella misma se infringe tratando de caer realmente en cuenta de lo que está sucediendo; que no es un sueño, una pesadilla de la que fácilmente podría despertar -… Por compensar mi error ¡Por usted!- sentencia en ese momento armándose de valor para alzar levemente su mirada, más aún sin alzar de todo su cabeza que sigue clavada al piso -Déjeme demostrarle, que nunca más volverá a suceder…-**

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