**La colisión de cosmos es impresionante, creando tensión no solo en el templo de Sagitario sino en todas las 12 casas; y probablemente el santuario entero ya sepa de la batalla entre estos dos guerreros de oro. El primer golpe de Kardia impacta de lleno sobre el vientre de Aioria, provocando un crujir metálico que resuena por el templo y mueve el cuerpo del león hacia atrás algunos centímetros, dejando sus botines marcados sobre la roca; sin mencionar el dolor que impacta el cuerpo del santo de Leo, quién apenas aprieta los dientes para no emitir queja alguna. -Kgh…- apenas es audible, sin embargo Aioria no pierde de vista a su enemigo y cuando este intenta generar un segundo impacto sobre su quijada, el quinto guardián inclina su cuerpo hacia atrás dejando que la ofensiva pase a centímetros de su barbilla, evadiendo airoso el ataque. °°Es mi turno…°° piensa el irreverente león cuando el tercer impacto busca su pecho y este, con una velocidad digna de un caballero de oro, lanza su mano izquierda como una pinza intentando sujetar la muñeca de Kardia; con la intensión no solo de bloquear su ofensiva sino de atrapar al caballero rival. Sin perder un instante, y aún sin saber si su movimiento es eficaz, el león lanza nuevamente un centenar de golpes en contra de Kardia con su brazo derecho que, de súbito, se iluminan en un fugaz resplandor dorado que busca impactar sobre toda la humanidad del escorpión. -¡Toma esto!- exclama, pues sabe que aquella contraofensiva a tan corta distancia sería difícil de esquivar y más si el alacrán tiene su mano atrapada por el león. Tal vez Kardia sea un caballero muy veloz, pero Aioria es experto en el combate cuerpo a cuerpo y piensa explotar esta ventaja para vencer a su enemigo.**

**Los ojos del fiero león no pierden detalle de las acciones de su enemigo. Tensando cada músculo, el cosmos aún latente de Aioria comienza a ganar fulgor y fuerza e incluso, de súbito, algunas galaxias y diminutas estrellas parecen dibujarse alrededor del quinto campeón de oro.  Todo el templo de Quirón se ve iluminado por los resplandecientes cosmos áuricos de la élite de Athena. -¡No perderé contra ti, Kardia!- ruge con fiereza mientras su poder crece a pasos agigantados y una corriente de aire parece formarse a su alrededor, elevando su blanca capa y sacudiendo su cabellera; e incluso algunos pequeños relámpagos parecen recorrer el metal de su armadura. ¿Será que el león está listo para mo0strar sus colmillos? °°Mi objetivo es derrotar al patriarca… Pero si tu necedad se interpone en mi camino, no dudaré ni un segundo Kardia°° reflexiona con sus ojos clavados como dagas sobre el rival; con la guardia en alto y el cosmos encendido.**

**El león de oro, con un rostro impenetrable, mira a su herido rival y contesta con una voz serena –Kardia, no he atacado con todo mi poder. Tienes que entender que Athena no está en el refugio y que el verdadero enemigo es Arles.- Sin embargo, sus palabras parecen no surtir ningún efecto en el escorpión rival pues antes de pueda preparar una contraofensiva, Kardia se lanza como una bestia en su contra. Y el único movimiento que Aioria puede realizar para evitar aquel ataque, es mover su brazo derecho unos centímetros apenas, pues la velocidad del enemigo es impresionante. Siete de los ocho golpes del escorpión golpean al quinto guerrero de oro y de inmediato un dolor intenso se apodera de él. -¡Aggghhh!- exclama Leo,  mientras pasa sus dedos por los minúsculos agujeros que quedaron sobre su ropaje de oro a la altura de su pecho, justamente donde el dolor radica. Sin embargo, con una voluntad de fuego, Aioria voltea su rostro en contra de Kardia -¿Es… eso… todo lo que… tienes?- cuestiona jadeando, a pesar de la agonía que lo invade y, poco a poco, una luz dorada vuelve a rodear su humanidad; aunque de forma torpe como si aquella luz también resintiera el dolor. -¡Mi obligación es derrotar a Arles por Athena!- exclama con una voz llena de voluntad y convicción; y con estas palabras su cosmos toma un nuevo aspecto; parecido al de una antorcha recién encendida. Aioria sabe que es muy pronto para darse por vencido, y aquel dolor que lo invade no es nada comparado con la humillación que sufrió de joven; al ser catalogado de forma errónea como el hermano de un traidor.**

¡Escucha el rugido del león de oro!

**El león se encuentra bajo la ponzoña del alacrán. La mirada se le nubla y el dolor no para de resonar en todo su cuerpo; aún así su sentido de justicia lo lleva a seguir de píe y su ardiente cosmos lo empuja a seguir adelante. Cuando el escorpión se abalanza en su contra, parecen ser tres guerreros los que lo atacan debido a la visión afectada de Aioria; e  incluso las palabras de Kardia suenan distantes y confusas. Sin embargo, cuando su enemigo aparece frente a él; un factor el octavo no tomó en cuenta: La distancia corta, a pesar de aumentar las probabilidades de impacto por obvias razones, también está del lado de Aioria pues el león, a pesar de ser afectado por el veneno, simplemente da un paso hacia adelante y agacha su cuerpo; dejando que el brazo de Kardia pase por encima de su hombro izquierdo como un boxeador esquivando un golpe directo. Como consecuencia, las agujas son disparadas justo encima de la hombrera dorada de Leo y ninguna de estas impacta a Aioria. Sin perder un segundo, el joven caballero de Leo lanza un poderoso golpe a la quijada de su enemigo en forma de gancho hacia arriba, aprovechando la corta distancia que los separa y la forma en la que esquivó las agujas. El tiempo se le agota, y cada vez sus sentidos se encuentran más deteriorados.  Su cosmos arde, y aquel golpe es meramente un impulso para dar finiquito a su enemigo pues es impresionante que Kardia aun se mantenga de pie y con tanto poder tras recibir a quemarropa el plasma relámpago.**

**Frente a los ojos de Aioria, la figura del escorpión parece triplicarse y sus palabras no son más que balbuceos ante los oídos del león. Sin duda, parte del efecto de las agujas escarlata impactadas sobre el valiente caballero de oro. Tras cerrar sus parpados con fuerza y abrirlos nuevamente, Aioria busca enfocar a su enemigo mientras su intoxicado cosmos comienza a revolotear con menor fuerza que antes; pero aún con su distintivo fulgor dorado que destruye las sombras en el templo del centauro. -¡Te desgarraré con el poder de Leo!- exclama Aioria mientras nota su lengua ligeramente adormecida; pero sin darle importancia, el caballero de oro retrae su puño derecho y ahí comienza a agruparse la energía acumulada anteriormente en forma de un destello de luz brillante y destellos eléctricos que rodean todo el antebrazo de su ropaje. -¡Lightning…- pronuncia mientras emprende una carrera en dirección de su rival y, a pesar de tambalearse un poco en el camino, el león logra acercarse suficientemente al herido caballero de Scorpio. -…Bolt!- concluye su rugido al estar a una corta distancia del octavo de oro, mientras lanza su puño a la velocidad de la luz en contra de Kardia. En vez de separarse esta vez en miles de distintos golpes; un solo destello de luz dorado sale disparado en contra del enemigo, desgarrando todo a su paso: el suelo de roca, las columnas que sostienen al templo y, esperanzadoramente, también a su enemigo. Claramente, aquella técnica no está al máximo de sus capacidades debido al lamentable estado en el que se encuentra Aioria; sin embargo, tras recibir de frente plasma relámpago, el león espera que esto sea suficiente para dejar fuera de combate a su enemigo. ¿Tendrá razón?**

**A pesar de encontrarse con los sentidos aun adormecidos por las agujas escarlata, Aioria escucha claramente las palabras de Kardia y siente como su cosmos deja de ser amenazante.  Con los ojos esmeralda clavados sobre el santo de Scorpio, aún desconfiado de la aparente rendición de este, el león lentamente apaga su latente cosmos. Jadea y suda debido al esfuerzo de pelear contra su igual, y a pesar de que su cuerpo está envenenado, su determinación es inquebrantable. Cuando aparentemente el octavo guardián toma su camino, el león menta -Espera, Kardia. Es mí deber ir a la cámara del Gran Maestro y hacerle pagar por sus crímenes en contra de Athena, de mi hermano Aioros y del mundo…- Entonces da media vuelta y continua su camino hacia el recinto del Patriarca con pasos torpes pero constantes, no sin antesm mirar sobre su hombro y comentar –Tus ojos han sido abiertos… Nuestra lealtad está con Athena, no contra este impostor.- finaliza y continua su asenso, dando a entender con sus palabras que el alacrán dorado ya no es su enemigo pero que nada se interpondrá en su camino para desenmascarar al traidor y hacerlo pagar por sus crímenes.**

Gracias por la batalla, Kardia. Esperemos resultados.

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