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Retos y Batallas: Reto a Leo
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Amigo Leo, tanto tiempo sin verte. ¿Te parece un reto amistoso? jeje
Yo estoy bien frio así que todas las probabilidades estan en mi contra, pero tampoco te confies he! xD
Saludos! Y espero respuesta jeje
Mu de Aries |
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**El astro poeta se encuentra en su apogeo sobre el cielo, abrazando con sus rayos de oro al Santuario de Athena; hogar de santos valerosos cuyo deber es pelear en nombre de la justicia y la paz. Entre las columnas y templos carcomidos por el tiempo aparece una galante figura andando con paso marcial, y en cuyos ojos esmeralda una determinación inquebrantable arde con pasión. Su cuerpo es revestido por una armadura dorada que chispea al roce del sol; y tras de él una capa de seda blanca se mueve de forma heroica al compás de sus movimientos. Su cabeza es coronada por un yelmo que parece imitar las melenas de un fiero león y que lo delatan como el quinto guardián de oro: Aioria de Leo. Al encontrar a un igual frente a él, detiene su andar y clava sus ojos sobre su compañero de Aries mientras la brisa besa su rostro. -Mu… - murmura antes de dar un par de pasos, acercándose más a su similar. –Tú lo has sentido también, ¿no es así? El cosmos de Athena disminuye drásticamente y la energía de Seiya y los demás caballeros de bronce parece desvanecerse… A pesar de las órdenes del viejo maestro de permanecer en el refugio, es nuestro deber como santos de oro actuar.- y entonces guarda silencio, en espera de una respuesta por parte del místico de Jamir con la esperanza de que este se una a su cruzada. **
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**Sin inmutarse ante la aparición de su compañero, el santo solo cierra sus ojos con calma mientras escucha sus palabras. La brisa sopla y el sonido que provoca es lo único que se puede escuchar. -No- sencilla palabra que expresan los labios del carnero con firmeza. Sus ojos se abren apenas ligeramente revelando un poco de su iris esmeralda oscuro, ojos que demuestran pesar y comprensión pero determinación al mismo tiempo. -Las órdenes del viejo maestro fueron dadas por una razón y no debemos desobedecerlas- comenta alzando nuevamente la mirada al cielo. El corazón de Mu se encuentra preocupado también por los santos, por Atena. Pero su deber como santos de oro es proteger las casas del santuario, obedecer al viejo maestro. -Aioria- el nombre de su camarada sale de sus labios con una ligera chispa de amenaza y peligro impregnada en ella. Sus ojos se cierran nuevamente como respaldando la seguridad del poderoso caballero -Si insistes en no seguir la instrucción no me dejaras otro remedio...- y con esas últimas palabras, una fina estela de cosmos color oro comienza a rodear el cuerpo esbelto del lemuriano. Es apenas una advertencia para su compañero. Mu no desea luchar con él, pero... no permitirá que se desobedezcan las órdenes del viejo maestro por el bien del santuario y de este mundo que ellos han jurado proteger**
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**Ante la respuesta de su similar, los ojos de Aioria se abren con sorpresa quedando atónito y sin responder por un instante; sin embargo su sorpresa se transforma en ira a los pocos segundos: Su ceño se frunce al instante, sus puños se cierran y los musculos de sus piernas y sus brazos se tensan. -¡Es absurdo!- exclama más con su corazón que con su mente -¿Acaso tú y el viejo maestro permitirán que muera Athena y los caballeros de bronce?-. Acompañando estas palabras, cargadas de confusión, una energía dorada comienza a fluir de su humanidad de forma agresiva mientras su capa comienza con un ligero movimiento que poco a poco se torna violento. Tras algunos instantes de reflexión, Aioria lanza un mirar de desprecio al vellocino sin dejar de emitir aquel fulgor dorado y proclama de forma más tranquila -Yo no puedo quedarme sin hacer nada. Me uniré a Seiya y los demás caballeros en su batalla por Athena…- y con esto comienza una caminata en dirección de la salida del santuario, justo a espaldas del carnero, sin dejar de prestar atención a Mu. El león sabe lo que su decisión significa y que esto puede llevar a una innecesaria batalla en contra de su amigo; sin embargo Aioria conoce su deber incluso si esto significa romper las reglas del santuario y tener que desobedecer las órdenes del viejo maestro.** #cc5100
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**"Aioria..." Mu no mueve ni un solo musculo ante el reaccionar de su camarada. En su interior existe un debate sobre si debe luchar con su compañero de armas o no. Pero ya lo sabe. Aún antes de que llegará su duda la decisión ya estaba tomada. En una guerra, la obediencia de los soldados puede ser lo que decida la victoria. El cosmos del lemuriano se agita ligeramente al tiempo en que su mente se concentra creando una gran onda psíquica invisible a los ojos humanos. Psicoquinesia, el poder de utilizar la mente como un musculo más de elasticidad y fuerza tan infinita como el usuario pueda generarla. Todos los seres humanos tienen la capacidad de utilizarla, sin embargo solo unos pocos tienen la capacidad de desarrollarla; los caballeros dorados tienen ese don y de todos, el carnero es conocido por su maestría en su manejo, para él es como respirar. Pronto, aquella onda psíquica se precipita de frente hacia el León, sin ninguna duda en el corazón del dorado, el ataque pretende detener y retrasar el avance de su compañero. Sin importar el resultado de su ofensiva de advertencia, Mu tranquilamente y sin abrir los ojos comienza a andar, su cosmos continua su calido brillo, su capa se mueve de manera elegante hasta que finalmente se coloca frente a Aioria. –Regresa a tu templo Aioria ¿Acaso pretendes desobedecer al viejo maestro?- Esta es la tarea del carnero, nadie entra o sale del santuario**
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**Una invisible fuerza empuja el cuerpo de Aioria hacia atrás en contra de su voluntad, dejando el camino que marcan sus botines contra el suelo de piedra por algunos metros. Cuando el león detiene su involuntario movimiento para quedar estático al fin, su ceño fruncido se clava sobre el lemuriano y su cosmos encolerizado se violenta en forma de un aura dorada alrededor de su cuerpo mientras exclama -¡No me dejas alternativa, Mu!-. Aioria eleva su diestro brazo y cierra su puño con fuerza, mientras este adquiere un ligero resplandor dorado. Con la velocidad de un relámpago, el león de Nemea suelta tres golpes a una impresionante velocidad imperceptible para el ojo humano y, con cada golpe, un haz de luz brillante sale disparado en contra del lemuriano. El primero va dirigido a su quijada y con mucho menos que un parpadeo de diferencia el segundo golpe busca impactar la boca de su estómago; mientras que el tercero se dirige a su plexo. Tres fugaces golpes que están lejos de ser suficiente para derrotar al legendario caballero de oro de Aries, sin embargo, demostrarán a Mu que Aioria no titubea en el combate que se avecina y, con suerte, harán reflexionar al brujo de Jamir.**
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**Mu abre los ojos. Todo sucede en un instante. El primer rayo de luz parece impactar directamente en el rostro del carnero, una gran nube de polvo se levanta evitando ver el resultado y de repente, de ella sale el carnero por encima, con aparente elegancia da un giro hacia atrás hasta finalmente descender lentamente a mitad de los escalones que suben a la primera casa. Al tocar el suelo una de sus rodillas se dobla y su mano izquierda se posa en su pecho. La primer ofensiva la había evadido con un simple movimiento de cabeza, el segundo lo había parado usando sus manos, pero el tercero fue más rápido y alcanzo a golpearlo directo en el pecho. La nube de polvo ya se ha disipado y el lemuriano se pone de pie lentamente. El daño no ha sido nada grave en realidad, al menos fisicamente -Maldición Aioria...- susurra el caballero. Con paso lento se da media vuelta mientras su cosmos comienza a rodear su cuerpo de manera intensa esta vez y al mismo tiempo su rostro se va tornando inexpresivo de nuevo -que así sea- termina directamente de frente a Leo. Todo parece como una escena legendaria, el León en la entrada del templo mientras el Carnero se encuentra en las escaleras, ambos cosmos encendidos listos para comenzar la verdadera batalla. Una batalla entre dos caballeros dorados, pero más que eso, entre dos viejos amigos ¿Cuál será el desenlace de este encuentro?**
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**Los ojos esmeraldas del león se clavan con osadía sobre su adversario mientras su cosmoenergía continua en aumento, rodeando su cuerpo como una resplandeciente llama dorada. Su blanca capa de seda, al igual que los cabellos que se asoman de entre su yelmo, se agita con violencia debido al tremendo poder que emana. Sin perder su postura de combate, con las rodillas ligeramente flexionadas y los puños elevados de forma amenazante, Aioria exclama -Ni siquiera tú, con todo tu poder, podrás detenerme Mu.- y entonces, con su diestro puño, el fiero león de Nemea suelta una veloz ráfaga de alrededor de un centenar de golpes más, que salen disparados cual saetas de oro en contra del Vellocino. Buscan impactar la humanidad de Mu sin distinción con el único objetivo de derribarlo y crear una apertura para que Leo fuera al rescate de Athena. Aquellos golpes, a pesar de ser más de 100, no están nisiquiera cerca en número, fuerza o velocidad de la legendaria técnica de los caballeros de Leo; pero su esencia permanece. Aún así, Aioria sabe que su lucha, por el momento, es contra el primer caballero de oro y cualquier movimiento en falso significaría su derrota.**
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**Los rayos luminosos del centenar de ofensivas se reflejan en los ojos de Mu hasta que estos se cierran un instante antes en que por únicamente concentración mental su cuerpo se disipe en el aire no dejando ningún tipo de rastro en el camino del ataque de León que sin más se estrella contra el suelo levantando una gran nube de polvo. En ese instante, el defensor de la casa del carnero blanco vuelve a tomar forma como si millones de moléculas se unieran en una velocidad que parece un parpadeo justo al lado izquierdo de Aioria. Su cabello se agita como si hubiera llegado después de dar un salto en lugar de haber usado la teletransportación, habilidad única de los lemunarios. Sus ojos permanecen cerrados y su mano derecha busca posarse en el centro del pecho de su amigo -No te dejare dar un paso más...- entonces un bello resplandor dorado comienza a ser expulsado de la mano del carnero, pequeños brillos de cosmos dorado toman forma en sus alrededores hasta que -...Aioria- finalmente un rayo de luz estelar es lanzada como ofensiva contra el pecho de su camarada. Demasiado cerca como para esquivarlo, Mu no busca herir de gravedad a Aioria aún sino solo hacerlo retroceder aún más como dándole una segunda oportunidad para reconsiderar su impulsiva postura ¿Habrá funcionado su estrategia?**
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**La ráfaga de Aioria se impacta contra el pórtico de la casa de Aries, apenas dañándolo y dejando su marca en los pilares y el dintel adornado por el símbolo del vellocino de oro. Y, cuando los ojos esmeralda del león se dan cuenta que su rival se encuentra a su lado, es demasiado tarde para defenderse. El desplante de energía se impacta directo contra su pecho, lanzándolo contra el perfil de uno de los rocosos montes que circundan el santuario mientras, de entre dientes, se le escapa –Kghh- Tras el impacto, que deja su silueta marcada sobre la roca, el león cae sobre el suelo de forma violenta pero este no es su final. Poco a poco Aioria se levanta: Su capa está hecha jirones, de su labio resbala un delgado hilo de tibia sangre carmesí y de su pecho un poco de humo blanco se desprende hasta desvanecerse; todo producto del impacto. Limpiando con su antebrazo la sangre de sus labios y arrancando la capa de su espalda, el furioso león exclama -¡Esto está lejos de acabar!- y, con el eufor de estas palabras, el león vuelve a ser rodeado de forma violenta por aquella luz dorada que lo caracteriza. El suelo a sus pies comienza a resquebrajarse poco a poco y su energía se hace notar por todo el lugar. No existe vuelta atrás: La batalla entre dos caballeros dorados ha comenzado.**
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**"Este cosmos..." el rostro inexpresivo del Carnero no pierde detalle de los movimientos del León "así que vas enserio Aioria" su cuerpo recupera su postura calmada aun cuando dentro de sí existe una temible tormenta, su brazo derecho regresa a su costado lentamente al mismo tiempo en que sus ojos se cierran con esa clase característica del lemuriano defensor de la primera casa del santuario. -Que así sea- el cosmos de Mu hace su aparición nuevamente, rodeando su cuerpo como una terrible llama que revolotea causando que el aire a su alrededor se agite intensamente. Lentamente sus pies se separan y sus brazos se abren a sus costados simulando como una barrera con su propia fisionomía. Finalmente ha tomado una posición ofensiva preparada para la batalla. El tiempo de las advertencias ha terminado y la guerra de los mil días de oro está a punto de comenzar**
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**El cosmos de ambos santos dorados se entrelaza y danza en un bello espectáculo de luces cuyo poder está fuera de límites. Incluso el cielo, antes soleado, ahora parece llenarse de nubes tan negras como la noche, soltando de vez en vez relámpagos que hace crujir la tierra sólo con su estruendo. De súbito, Aioria parece desaparecer de su posición en un parpadeo tan solo para reaparecer a un costado del carnero con su mano derecha empuñando un golpe de considerable fuerza. Los movimientos del león son demasiado rápidos para que el ojo común los pueda ver; sin embargo no enfrenta a un enemigo menor sino a su igual y, probablemente, sus movimientos no fueron invisibles para Mu. Con la misma velocidad de un rayo, el quinto guerrero de oro suelta su puño en forma de gancho directo al mentón de Mu seguido de otro dirigido a su abdomen, esta vez tan recto como una flecha. Sus ojos esmeralda no se despegan del vellocino en respuesta a alguna contraofensiva; esperando que sus ataques den en el blanco para abrumar a su rival. No hay caballero dorado que utilice los puños mejor que Aioria y pocos son los que podrían sostener una batalla cuerpo a cuerpo con el león de Nemea; y es precisamente eso lo que intenta explotar.**
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**"¡Es rápido!" Mu levanta el mentón retrocediendo unos pocos centímetros esquivando apenas el primer golpe, sin embargo -¡tsk!- el segundo impacta de lleno en su abdomen provocando que se encorve mientras retrocede a través del suelo de mármol, su cabello se agita contra su cuerpo, el polvo ni siquiera alcanza a levantarse por la velocidad en que se desarrolla la batalla. Ignorando el dolor, el carnero aún un poco encorvado alza el rostro para mirar a los de su nuevo adversario y extendiendo ambos brazos al frente con las palmas totalmente abiertas -¡jhm!- su cosmos se despliega generando mil pequeños entes estelares que como estrellas emprenden su viaje en dirección al León, cubriendo todo el camino que los separa como una lluvia de luces que destrozarían el cuerpo de una persona normal. El dorado conoce perfectamente que no debe bajar la guardia, sus ojos se mantienen atentos a los próximos movimientos de Arioria pues sabe que esta no es una batalla normal. El tiempo parece detenido a su alrededor, ambos santos están combatiendo a la velocidad de la luz y con todo Mu está seguro de una sola cosa, debe evitar la cercanía de Aioria pues conoce perfectamente sus propias fortalezas y debilidades y el combate cuerpo a cuerpo nunca ha entrado en la primera categoría**
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**La distancia es sumamente corta para que Aioria pueda evitar los incontables haces de luz que ahora buscan impactarlos. Los matices dorados del ataque del vellocino se reflejan en los ojos del león, quién solamente puede cruzar sus brazos a modo de defensa sobre su pecho y su rostro; tensando cada músculo de su cuerpo y reafirmando sus pies sobre la tierra para evitar ser arrastrado con la corriente cósmica. Cuando finalmente las diminutas esferas de luz impactan sobre Aioria, un estruendo se escucha por todo el lugar y una capa de humo generada por el suelo de roca hecho añicos se levanta para después todo quedar en silencio. Un instante después, el sonido metálico de un objeto impactándose contra las resquebrajadas escaleras se hace notar. De entre la nube de polvo el casco de la armadura de Leo, que muestra signos de batalla, rueda sobre la escalinata hasta detenerse a sus pies. El ardiente cosmos aun latente de Aioria se siente entre la nube de polvo, sin embargo aún no revela su posición exacta; como el gruñir de un león entre las sombras de su cueva.**
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**Los brazos de Mu bajan lentamente a sus costados, su mano izquierda se mantiene abierta pero lista mientras su mano derecha es un puño cerrado, su respiración es un poco agitada; sabe que esto está lejos de acabar, los dos santos dorados están esforzándose por no caer ante el otro, tratando de encontrar alguna abertura por la cual terminar la batalla sin que ninguno tenga que enfrentar la muerte. -Aún podemos detener esto, Aioria- Los ojos de Mu tratan de ubicar a Aioria pero el polvo levantado impide cumplir su objetivo. Preparándose nuevamente, su pierna derecha se abre un poco, su cuerpo se mantiene firme en tierra; Solo unos pocos segundos han pasado, segundos que no pasan desapercibidos ante el carnero quien, con una alta concentración y su poderoso cosmos rodeando su cuerpo como una llama infinita, se prepara para continuar con esta legendaria batalla**
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**El aún latente cosmos de Aioria es fácilmente detectable entre la torre de polvo que poco a poco se disipa, e incluso algunos destellos de luz dorada se filtran entre el humo. De súbito, la roca pulverizada se esparce en un instante, producto del potente cosmos del león que se propaga como una onda alrededor de su humanidad y revela a Aioria con el puño retraído y rodeado de pequeños relámpagos eléctricos. Se pueden ver los resultados del ataque de Mu sobre el griego: Su armadura muestra signos ya de batalla con algunas grietas y pequeñas fisuras; mientras que de su ceja resbala un camino de sangre. Sin embargo, Aioria está lejos de ser derrotado. En menos de un parpadeo, el león lanza su puño en dirección de Mu con una impresionante fuerza mientras exclama -¡Lightning Bolt!- y, como si aquellas palabras fueran un hechizo, todo el poder del león sale disparado en dirección del primer santo de oro en forma de un único cometa con el poder de arrasar bosques enteros. El fiero golpe del león avanza a una velocidad cercana a la de la luz en contra de Mu, arrancando las losetas del suelo t resquebrajando las columnas cercanas con la única intención de volcar todo su poder sobre el lemuriano. Las orbes esmeraldas de Aioria no pierden detalle del desenlace de su ataque.**
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