**Ante trote metálico de un visitante non grato, y desde el interior del templo, el andar marcial de su guardián retumba entre sus paredes avanzando hasta el dintel de su puerta, flanqueada por dos leones de piedra. Pronto, ante la luz del alba, aparece un muchacho cubierto con una elegante armadura dorada que chispea al roce del sol y cuya cabeza es coronada por un yelmo que imita a la perfección las crines de un león; delatándolo como el guardián de aquel templo: Aioria. Erguido ahí, como un cerbero guardián, el único movimiento que parece percibirse es el movimiento de su blanca capa de seda y de sus cabellos castaños por el soplido de Eolo. Sin embargo algo parece diferente en este valeroso santo, pues su mirar, a media asta, ya no es el esmeralda de siempre y ahora se tiñe de un sanguinolento  carmesí. Clavando su mirada como una daga sobre el intruso, con una voz profunda y llena de autoridad, el extraño santo de Leo menta con fuerza. -Mi deber es proteger esta casa de Leo. Si das un solo paso más… - comenta con indiferencia sobre las intenciones de aquel caballero de plata en su casa. -…tendré que asesinarte.- finaliza su amenaza, y con esa última palabra, un eco maligno retumba en su voz.  Es claro que el valiente león de Nemea no es el mismo desde su viaje a oriente y su encuentro con el Gran Maestro; pues un aire diabólico rodea su persona. ¿Será la única advertencia que pronunciará el león suficiente para sugerir al caballero de plata su destino?**

..