No se transcurriría mucho tiempo en las gélidas tierras de Asgard desde los últimos y peculiares aconteceres para que estos mismos llegasen a los pensamientos de quien representa la voluntad del magno Dios Odín en los nevados y blancos territorios del país nórdico.
*… “¿Cómo es esto posible? Los mismos ojos del señor Odín han visto el derramamiento de sangre en estas tierras nuevamente y eso debe detenerse” mentaliza para sí la joven Hilda, sintiendo también una extraña aflicción en cuanto al bienestar de alguien en particular *
Las noticias no tardaron en ser precisas dentro del Valhalla por parte de los guardianes del mismo; un violento encuentro entre Siegfried y un caballero desconocido en la explanada del palacio, a los pies de la misma estatua de la deidad nórdica había dejado como resultado la hipotética baja de los dos guerreros, mas una presencia conocida por los guardias custodios del mítico establecimiento parece haber sido vista por ellos junto a la trágica escena.
*… “Su cosmos no es el mismo de siempre, necesita mi ayuda” sentencia para sí la fémina oradora reflejando ya en sus claros orbes la pena por el incidente ocurrido a las faldas de la misma estatua de su señor *
Afirmado ya su sentir interno con aquellas tensas noticias, es que sin duda y explicación alguna que la bondadosa princesa sale de su recamara con la clara intención de dirigirse a donde los hechos han ocurrido, intensificándose con cada paso su preocupación por ese ente que la misma siente está en peligro y que ahora lleva nombre propio, el preciado y fiel Siegfried.
Inmersa en el gélido soplar de los vientos nórdicos es como la especial presencia de la joven princesa se hace notar ante aquel escenario confuso donde sobre la explanada del palacio yace el cuerpo inmóvil de Siegfried, más por unos instantes los ojos de Hilda se posan en aquel conocido quien pareciese airoso de todo lo acontecido en aquella batalla
* - Alberich…- promueve afligida a medida que su efigie se va acercando a la de Megrez, situado a escasos pasos de la anatomía de Siegfried , inevitablemente observando cómo este último se encuentra junto a una de las conocidas prisiones creadas con amatistas por el pelirrojo, la cual encierra a un guerrero desconocido para Hilda *
Un simple pero brusco movimiento por parte de la mano de la valkiria basto en este instante para que su intención fuese clara; alejar a Alberich lo más posible del cuerpo del valiente Siegfried, pues no sorprendería a la sacerdotisa si en los planes de Megrez también estaba el encerrar a su propio compañero de armas así como lo había hecho con el caballero intruso.
* - Dirígete al bosque y custodia que nadie llegue hasta aquí, vela por la seguridad de este pueblo con tu inteligencia, pues no sabemos si hay mas invasores en Asgard aun – adhiere Hilda tratando de reponer su estado para reflejar una seriedad particular para con Megrez , reflejando cierta desconfianza*
*Es entonces que tras las frías palabras de Hilda, Alberich accede a darle la espalda como símbolo de desaprobación mientras reclama "Una vez más, Hilda, tu desagradecimiento es notorio” al unísono en que un seco rencor comienza a inundarlo de pies a cabeza “Siegfried; aun cuando fallas... ¡Juro que me vengaré!” finaliza aferrando su puño para contener su profundo odio que poco a poco lo aleja con camino al Bosque de los Espíritus*
Proclamado los deseos de la valkiria, claramente sus ojos ahora son totalmente abocados hacia el cuerpo de aquel que defiende a Asgard con su honor y valentía únicos, Siegfried.
Un palpito de vida en el es lo que lleva a Hilda a no desesperanzarse cuando la misma despierta su cálido cosmos con la clara intención de levantar a quien lucha con fervor en nombre de su amado pueblo.
* - Padre Odín, suplico que escuches mi pedido y que Siegfried vuelva a erguirse y así continuar la labor que tu bendición le ha encomendado; el proteger con su propia vida el bienestar de nuestra amada Asgard – profiere Hilda envuelta en un blanquecino aura que paulatinamente comienza a arropar el cuerpo del inconsciente guerrero a medida que las plegarias de la sacerdotisa son repetidas *
Y mientras aquella suplica cósmica impuesta sobre el yaciente cuerpo del caballero de Dubhe trata de cumplir su cometido es que repentinamente algunos los guardianes del palacio llegan a la escena donde todo acontece, rodeando la cárcel amatista que encierra al estático oponente de Siegfried y que los custodios del Valhalla comienzan a acarrear hacia el interior del palacio.
* - “Nunca aprobaré el luchar innecesariamente, pero ningún intruso en este pueblo corromperá la paz en Asgard y este desconocido es prueba de ello” – sella para sí la oradora notando como los encomendados a dicho accionar cumplen con los solicitado, llevando aquella gran amatista aprisionadora a los interiores de donde Hilda reside *
Y mientras la explanada bajo los pies de la mítica estatua del señor Odín volvía a lo cotidiano, la valkiria aun mantenía su cosmos encendido, con el deseo firme de que su guerrero despertase del estado letárgico en el que se encontraba.
*- H-Hilda – Murmura Siegfried, sintiendo como el cosmos de su amada princesa en ese momento lo cubre de los pies a la cabeza, causando una inmediata reacción en él, al momento que abre los ojos - ¿D…dónde está Aspros? – pregunta Siegfried, comenzando a despertar de aquel letargo*
* Los orbes de la sacerdotisa despojan un alegre reflejar al notar el despertar de su fiel guerrero, feliz internamente ante la fugaz respuesta del señor Odín - El intruso se encuentra ya en el palacio, pero encerrado en ataúd amatista de Alberich - responde la valkiria con seguridad, pese a estar más abocada en el estado del ahora consciente guerrero - Y Asgard está bien, gracias a tu esfuerzo Siegfried - adhiere con la calidez que la caracteriza para con el caballero *
* "Alberich... terminaste con mi trabajo" piensa Siegfried con inquietud, pero a la vez con intranquilidad por no haber concluido la labor que había iniciado con Aspros - Eso me alegra, princesa Hilda - es la respuesta de Siegfried, comenzando a recuperar esa vitalidad que había perdido desde que terminó su combate - Pero... no puedo quedarme aquí - menciona*
Y tras las palabras del guerrero, amablemente la princesa ayuda a reincorporarse a quien fielmente y sin titubeos lucha en nombre del sacrificado pueblo de Asgard, guiandolo ahora lentamente hacia los adentros del Palacio Valhalla, donde Siegfried nuevamente podría recuperar sus fuerzas mientras el destino solamente sabe que aconteceres arribaran a las tierras del Dios Odín, aquella que demuestra estar preparada y firme ante aquellos que osen irrumpir la tranquilidad de dichos lares.
* - ¿El héroe de la leyenda? - de entre las sombras y cercano a aquel hermano que lo dio todo por defender su pueblo, la voz de un tercero intenta dar más tranquilidad pues de sus labios continua - Casi te acaban, amigo mío - dejando una pausa en el que su figura y porte, tan gallardo como noble, va otorgándole la identidad. Aquel cuyo poder es el segundo sobre esta tierra de aguerridos hombres "pero... será siempre un honor y orgullo luchar al lado tuyo, Siegfried" *
* - Zyd...- y un rostro algo apenado se muestra en Siegfried, mostrando una sonrisa humilde ante su compañero de armas - Desgraciadamente, tienes razón... pero eso no importa, ese sujeto está terminado ahora - agrega el comandante, avanzando por el lugar mientras siente una nueva fuerza que lo recorre gracias al cálido cosmos de su princesa - Sin embargo, estoy seguro que él no será el único en venir a nuestras tierras, valeroso tigre vikingo -*
* Siendo la fuerza de Mizhar quien sirve como soporte al tibio y tambaleante paso del inmortal siegfried - Lo sé. Quizá ha llegado el día que el mundo habrá de conocer al pueblo que se sacrifica por su existencia... Mi puño será tan fuerte como el tuyo a la hora de enfrentar las hordas de destrucción. La historia nos recordara, viejo amigo- "nos recordara pues tu eres un gran impulso princesa Hilda, a pesar que sobre esta tierra solo hay una persona en quien desconfío" arrojando su mirada al que con la coraza a encerrado los deseos de aspros *
*- Así será... Odín ahora nos está llamando a ser más fuertes que nunca - es la respuesta inmediata de Siegfried, quien apoyado en Hilda de Polaris y en Zyd de Mizhar Zetha, va desapareciendo de la escena con un solo pensamiento en la mente "No importa si he de dar mi vida, si mi cuerpo o mi armadura están destrozados... daré mi ken más fuerte, mi espada y mi puño para defender a Asgard hasta el último de mis días" *
Hilda de Polaris // Representante de Odín
"Estrella guardiana de Polaris, hazme de ti una luz sobre el firmamento de Asgard y cuida de mi pueblo"