La figura de un hombre joven salía entre la penumbra del primer templo con mirada expectante y analítica, vigilando cada rincón en los alrededores; mostrándose atraído por un sentimiento desconocido, pero al salir del primer templo logra admirar aquello que le perturbaba. En el suelo yacía un pergamino de propiedades desconocidas, no era natural que un objeto tan ligero perpetuara estático sobre el suelo sin haber sido arrastrado y a esto se sumaba aquella presencia extraña que parecía emanar o atraer.

Finalmente llega a la conclusión de revisarlo con cuidado, de su silueta emana una luminiscencia dorada que le envuelve por completo extendiéndose rápida pero gradualmente hasta alcanzar aquel pergamino cual una vez envuelto también por aquella luz empieza a elevarse hasta llegar a la altura de sus hombros donde le sostiene con su diestra para leer el contenido cuidadosamente.

Tan pronto termina de leer el contenido su expresión cambia a una mezcla entre sorpresa y escepticismo; de ser verídico su contenido, esto se volvía una amenaza de proporciones épicas, mitológicas e inclusive fatalmente más peligrosa que la temida guerra santa contra el Dios del Inframundo. Sin embargo, el texto poseía una redacción indigna de provenir de aquel remitente que la firmaba, su contexto transmitía la impresión de haber sido descrito por un vago resentido de haber sido echado fuera del mesón donde había pedido asilo, incluso parecía vulgar.

Sin embargo, pese al contenido, indudablemente el objeto debía ser estudiado por la más alta autoridad en el Santuario y es bajo esta disposición que el santo lleva el escrito hasta lo mas alto de los doce templos que salvaguardan el templo Superior, donde se encuentra sin duda el Patriarca del Santuario.

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Aioros D Sagitario