Extraño es el clima que se vive en Asgard en estas horas, pues si bien, exitosa fue la labor de los Dioses Guerreros que enfrentaron a los Caballeros del Santuario, venciéndolos, una charla quedó a la mitad y ahora, el misticismo y la incertidumbre predomina entre los pobladores del Norte.
- Alberich, ha quedado una charla pendiente entre nosotros. Ya no hay amenazas, y hay que atender este asunto de manera inminente. -
*De pronto, la figura del mismísimo comandante de las fuerzas del Valhalla, se encuentra en uno de los balcones del Palacio observando hacia el cielo... - No puedo olvidar, lo que ocurrió en aquel momento... - Sus palabras y pensamientos, rápidamente lo llevan hacia un recuerdo no muy lejano, en el que frente a la voz de su Dios Padre, sintió como fuerzas malignas intentaban consumir su mandato, distorcionando su actitud y sus más grandes deseos*
Todo parece concluir en el mismo punto, y aunque difícil sea de creer a un sujeto tan misterioso y poco fiable como los Alberich, los hechos y las secuencias parecen indicar que sus palabras esta vez, son completamente reales.
*- Guardias, traigan a Alberich de Megrez inmediatamente a este Palacio... diganle, que es momento de concluír con esa charla, y deprisa, no hay tiempo que perder - Ordena, cuando un par de sujetos salen con gran velocidad de la habitación y entonces, van en búsqueda de uno de los soldados que aguardan y velan por el pueblo de Odín*
"Padre... Si aquella reflexión me llevó a un momento de duda, no puedo terminar de explicarle como me siento ahora. Yo, soy un soldado, soy un hijo de su sangre y jamás, bajo ninguna circunstancia, podría dudar de su voluntad... Pero, esta vez... no sé si realmente estemos siguiendo lo que deseas..."
Cuando de pronto, una tormenta arrazadora se despierta y abre los cielos, dejando ver por un momento un estrago de luz que enfoca directo hacia la estatua del Magno, aquel que sostiene su Espada y su Escudo, tomando la mayor importancia su rostro vikingo, detallado por una barba larga y los rasgos propios de un poblador nacido en Europa, justo al extremo del Polo; ya que... lo más sobresaliente, es que desde sus ojos, y casi en un efecto preparado intencionalmente, una lágrima se desparrama recorriendo su mejilla de mármol*
- Es hora de seguir tu única y verdadera voluntad... -
Comandante Nórdico
Siegfried de Doble Alfa