Luego de una visita a las zonas aledañas al entrenamiento de Santos, cercana al Coliseo, se revela el regreso de aquel joven español al sitio donde fue encomendado a entrenarse hasta alcanzar el título que por nacer con un don distinto, se le será concebido.
- Doce Elegidos... -
Retumbando en su cabeza esas palabras, con el afán de revelar el misterio que lo ata a incontables dudas.
- Y esa Estrella -
Con su mirada perpleja en el firmamento y un gesto lleno de seriedad, analítico. Cuando de pronto, un haz de luz cruza su cabeza provocando que sus ojos se abran de manera casi exagerada.
- ¡Ahora entiendo! -
Dándose un segundo para recuperar la cordura, y echar un nuevo vistazo hacia el oscuro cielo.
- En este lado del hemisferio se pueden ver... Doce son las principales constelaciones del Zodiaco. Entonces... Eso quiere decir que serán doce los guardianes que portarán las respectivas armaduras a cada una de ellas -
Descifrando el enigma con las piezas que Noesis le dejó, para recapitular sobre una palabra en especial.
- Dorados... Mantos Dorados. Y Capricornio es una de esas Estrellas. Eso quiere decir que no solo estoy destinado a convertirme en un Caballero de Athena, si no que además, está en mi naturaleza ser uno de los Doce Santos Dorados del Santuario -
Suponiendo al menos entender la situación, cuando aún cierta incertidumbre recorre su cuerpo y su alma.
- Cada persona nace bajo el signo de una Constelación. Indudablemente nací bajo el fuego de Capricornio. Lo que no logro entender aún, es esa conexión tan inexplicable con esa Estrella. Y esa calidez, esa sensación de paz que me recorre al verla, la misma que sentí ese día bajo el alo de Excalibur -
Y es que aún hay cosas por conocer y aprender, pero lo que sí es seguro, es que a partir de hoy ha nacido el legítimo Aspirante a Capricornio.
- Shura -