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Respuesta  Mensaje 1 de 8 en el tema 
De: GAVIOTA LIBERTAD  (Mensaje original) Enviado: 15/07/2009 05:50


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Respuesta  Mensaje 2 de 8 en el tema 
De: GAVIOTA LIBERTAD Enviado: 15/07/2009 05:50

19 de julio
SAN VICENTE DE PAUL,*
Confesor

Quien diere a uno de estos pequeñuelos un vaso de
agua fresca solamente por razón de ser discípulo
mío, os doy mi palabra que no perderá su recompensa.
(Mateo, 10, 42).

   ¡Cómo hablar de todos los infortunios que este santo ha aliviado! Ninguno, al parecer, podría sustraerse de los ardores de su caridad. Expósitos, jóvenes extraviados, niñas en peligro de perderse, mujeres pervertidas, galeotes, cautivos de los moros, obreros inválidos, alienados, mendigos sin techo, todos los infortunados, fueron objeto de su infatigable solicitud. ¡Cuántas obras ha fundado, cuántas se han establecido bajo su patrocinio después de su muerte! ¡Ah! ¡sí, un vaso de agua dado a un pobre da derecho a una recompensa, cuál no debe ser la gloria de Vicente en el cielo!

MEDITACIÓN SOBRE EL AMOR AL PRÓJIMO

   I. Dios promete recompensar a los que dieren por amor a Él un vaso de agua al prójimo. ¡Qué recompensa no dará a los que hayan hecho grandes limosnas y aliviado a sus hermanos en sus necesidades temporales y espirituales! ¡Cuántas ocasiones dejamos escapar de ejercer la caridad! Jesucristo nos pedirá cuenta de ello en el día del juicio. Parece que nuestra salvación depende únicamente del bien o del mal que hubiéramos hecho a nuestro prójimo.

   II. Jesucristo mira como hecho a Él mismo to do el bien o todo el mal que hacemos a nuestro próji mo. Todos los cristianos forman un cuerpo cuya cabeza es Cristo; quien hiere los miembros hiere también la cabeza. ¡Cuál no sería tu dicha, si pudieses dar de comer a Jesucristo, vestirlo y consolarlo! Todo esto haces cuando realizas tus obras de caridad para con los pobres. Aviva tu fe a fin de ver siempre a Jesucristo en la persona de tu prójimo. Fácil te será entonces amarlo, honrarlo y hacerle el bien.

   III. Parece que Dios ha querido hacernos dueños de nuestro destino cuando dijo, en varios lugares del Evangelio, que se nos tratará como nosotros hayamos tratado a nuestro prójimo. Se nos juzgará como hayamos juzgado a los demás; se nos dará si damos; se nos perdonará como hayamos perdonado. Así, pues, sobre nosotros mismos recaerá todo el bien o el mal que hacemos a los demás. ¡Cuán extraño, dice San Agustín, es ver a los hombres maltratarse recíprocamente! ¿Las otras creaturas no proporcionan ya bastantes ocasiones de sufrir?

La caridad para con los pobres
Orad por las Conferencias Vicentinas.

ORACIÓN

   Oh Dios, que para evangelizar a los pobres y real zar el brillo del sacerdocio cristiano, habéis revestido al bienaventurado Vicente de una caridad y una fortaleza verdaderamente apostólicas, haced, os lo suplicamos, que honrando sus méritos, seamos fortifica dos por el ejemplo de sus virtudes. Por J. C. N. S Amén.


Respuesta  Mensaje 3 de 8 en el tema 
De: GAVIOTA LIBERTAD Enviado: 15/07/2009 05:51

19 de julio
SANTAS JUSTA Y RUFINA,
Mártires

   Uno de los modos en que los fabricantes de cerámica obtienen beneficios es a través de la producción en masa. Hora tras hora, día tras día, sus factorías sacan miles y miles de tazas y platos, todos exactamente iguales. Aunque la producción en masa signifique que puedes reemplazar cualquier artículo que rompas con uno de idéntico aspecto, significa también que toda individualidad se pierde. Dos piezas de cerámica trabajadas a mano rara vez tienen la misma apariencia. Aunque puedan estar hechas de la misma arcilla y tener el mismo brillo, cada una de ellas es un poquito diferente. Antes de la invención de las modernas cadenas de montaje, toda cerámica, incluso la que se producía en cantidad, era hecha a mano.
   Las Santas Justa y Rufina eran mujeres cristianas que vendían cerámica en la España del siglo cuarto. Como valoraban sus artículos, no quisieron permitir que se vendieran para sacrificios paganos. Como resultado, toda su cerámica fue rota y ellas mismas fueron ejecutadas.
  
Cada uno de nosotros es tan individual como una pieza cerámica hecha a mano. Incluso gemelos idénticos, lo más iguales que puedan llegar a ser dos seres humanos, tienen sus propias huellas dactilares y personalidades distintivas. Eres único. Nunca ha habido y nunca habrá otra persona como tú, con tus talentos y capacidades, tus sueños, tus esperanzas, tus dones. Eres una creación irrepetible del alfarero divino. Valórate a ti mismo como un tesoro.
  


Respuesta  Mensaje 4 de 8 en el tema 
De: GAVIOTA LIBERTAD Enviado: 15/07/2009 05:51

19 de julio
SAN AMBROSIO AUPERTO *
Monje
(¿778? d. C.)

   San Ambrosio era un miembro distinguido de la corte de Pepino el Breve. Enviado por su soberano a una misión a Italia, tuvo ocasión de visitar el monasterio benedictino de San Vicente, en el ducado de Benevento. El espíritu y la observancia de los monjes le produjeron tal impresión, que ingresó al punto en la abadía. Después de su profesión y ordenación, predicó con gran éxito en la región; algunos de sus sermones se conservan todavía. Ambrosio vivió santamente, ignorado del mundo, consagrado sobre todo a escribir. Sus obras eran tan estimadas en la Edad Media, que su tratado sobre el conflicto de las virtudes y los vicios fue atribuido a San Ambrosio de Milán, a San Agustín, a San León IX y a San Isidoro de Sevilla, sucesivamente. Entre los escritos de Ambrosio se cuentan las vidas de los santos y un comentario del Apocalipsis. Dom Morin escribe a propósito de las obras del santo: "Por su ciencia y estilo, San Ambrosio constituye un fenómeno raro, casi un enigma, ya que no podemos dejar de preguntarnos dónde y cómo pudo acumular tantos datos, si tomarnos en cuenta la época y el sitio en los que vivió." Tampoco entre sus contemporáneos le faltaron admiradores: Carlomagno solía consultarle (pues Ambrosio había sido en una época su tutor) y el Papa Esteban IV le trataba como a un amigo. Ambrosio gozaba de simpatías también en su monasterio. Hacia el año 776, los monjes francos le eligieron abad; pero una coalición de monjes lombardos apoyaba a otro candidato llamado Poto. Enterado del asunto, el Papa Adriano I convocó a los dos rivales a Roma, pero San Ambrosio Autperto murió en el viaje. Fue sepultado en la basílica de San Pedro. Sus reliquias fueron trasladadas alrededor del año 1044, a la abadía que gobernó por tan corto espacio de tiempo.

   Existe una breve biografía latina; puede verse en las obras de Muratori y Mabillon y en Acta Sanctorum, julio, vol. IV. Ver sobre todo G. Morin, Revue Bénédictine, vol. XXVII (1910), pp. 204-212; y Morin, Etudes, Textes Découvertes (1913), pp. 23, 488, 494, 498, 506. Cf. J. Winandy, Ambroise Autpert, moine et théologien (1953).


Respuesta  Mensaje 5 de 8 en el tema 
De: GAVIOTA LIBERTAD Enviado: 15/07/2009 05:52

19 de julio
SAN ARSENIO EL GRANDE *
Eremita
(450 d. C.)

   Cuando el emperador Teodosio el Grande buscaba a un hombre a quien confiar la educación de sus hijos, el Papa San Dámaso le recomendó a Arsenio, un senador tan versado en las ciencias sagradas como en las profanas. Arsenio se trasladó a Constantinopla para ejercer el cargo de tutor de los hijos del emperador. Se cuenta que en cierta ocasión Teodosio el Grande fue a ver a Arcadio y Honorio y los encontró sentados, mientras Arsenio les explicaba las lecciones de pie; al punto ordenó a sus hijos que en adelante escuchasen de pie las lecciones y pidió a Arsenio que tomase asiento. Pero Arcadio y Honorio no hicieron nunca honor a su tutor, quien, por otra parte, se sentía llamado a retirarse del mundo. Finalmente, después de haber pasado diez años en la corte, Arsenio oyó claramente la voz de Dios, que le decía: "Huye de la compañía de los hombres para salvarte." Arsenio partió, pues, de Constantinopla y se trasladó por mar a Alejandría. Después de la muerte de Teodosio, los monjes con quienes Arsenio vivía se burlaban de él llamándole "Padre de los Emperadores"; Arsenio, que sufría por no haber conseguido hacer hombres decentes de sus dos pupilos, huyó al desierto para olvidar su fracaso. [Refiriéndose a Arcadio, el historiador Gibbon escribía: "Un osado escritor satírico, que se ha dedicado a atacar parcial y apasionadamente a los emperadores cristianos, comparaba al hijo de Teodosio con una de esas bestias que, en su inocente simplicidad, ni siquiera se dan cuenta de que son propiedad del pastor. La comparación no peca contra la verdad, pero su bajeza es un atentado contra la dignidad de la historia."]

   Los superiores de los monjes de Esquela, ante quienes se presentó, le confiaron al cuidado de San Juan el Enano. Cuando los monjes se sentaron a comer, Juan el Enano se sentó con ellos, dejando a Arsenio de pie y sin saber qué hacer. Tal recepción era un rudo golpe para la vanidad de un antiguo miembro de la corte. Pero lo que siguió fue todavía peor: San Juan el Enano, tomando una rebanada de pan, se la arrojó a los pies y le dijo con aire de indiferencia que comiese si tenía hambre. Arsenio se sentó alegremente en el suelo a comer. San Juan quedó tan satisfecho al ver ese gesto, que consideró que no hacía falta probar más a Arsenio antes de recibirle y dijo a los monjes: "Este hombre será un buen fraile." Por falta de atención, Arsenio conservaba al principio ciertas costumbres cortesanas, como la de sentarse con la pierna cruzada, y sus compañeros veían en ello cierta ligereza o falta de recogimiento. Pero los monjes más antiguos, que tenían gran respeto por Arsenio, no querían humillarle en público haciéndoselo notar; así pues, se pusieron de acuerdo en que uno de ellos cruzaría la pierna en una reunión y soportaría sin replicar la reprensión de otro. Arsenio comprendió al punto la lección y no volvió a cruzar la pierna. El nuevo monje pasaba el tiempo tejiendo esteras con hojas de palma. En vez de cambiar el agua en la que humedecía las hojas, se contentaba simplemente con añadir más según se iba consumiendo. Algunos monjes preguntaron a Arsenio por qué no tiraba el agua sucia, y el santo respondió: "con el mal olor del agua sucia hago penitencia por haber empleado, en otro tiempo, perfumes lujosos." Arsenio vivía en la mayor pobreza; durante una enfermedad, hubo de mendigar la pequeña suma que necesitaba para procurarse medicinas. Como la enfermedad se prolongase, el sacerdote del desierto de Esquela trasladó a Arsenio a su propia celda y le recostó en un lecho de pieles de bestias salvajes, con una almohada en la cabecera. Algunos ermitaños condenaron el hecho como un lujo. En cierta ocasión, un empleado del emperador llevó a Arsenio el testamento de un senador que le había dejado por heredero de su fortuna. El santo tomó el documento y lo hizo pedazos, a pesar de que el enviado imperial le previno de que ello podría acarrearle dificultades. Arsenio se contentó con responder: "Yo morí antes que el senador y, por consiguiente, no puedo ser su heredero." El santo debía practicar, sin duda, ayunos muy severos, pues, aunque se le daba una ración muy reducida de grano para lodo el año, él se las arreglaba para regalar a oíros una parte de ella.

   Con frecuencia pasaba toda la noche en oración. Los sábados tenía por costumbre asistir a los rezos del crepúsculo y permanecer con los brazos en cruz hasta la salida del sol. Dos de los discípulos de Arsenio vivían cerca de él; se llamaban Alejandro y Zoilo. Algo más tarde, se añadió a esos dos discípulos un tercero llamado Daniel. Los tres se distinguieron por su santidad y sus nombres aparecen con frecuencia en las historias de los padres del desierto de Egipto. San Arsenio admitía rara vez a los visitantes. En cierta ocasión, fue a visitarle Teófilo, el obispo de Alejandría, con algunos compañeros y le rogó que le diese algunos consejos para bien de sus almas. El santo les preguntó si estaban dispuestos a seguir sus consejos. Cuando los visitantes le respondieron afirmativamente, Arsenio les dijo: "Bien, entonces os mando que, cuando alguien os pregunte dónde vive Arsenio, no se lo digáis o bien, decidles que se eviten la molestia de ir a visitarle y que le dejen en paz." El santo no visitaba nunca a sus hermanos, a los que veía de cuando en cuando en las conferencias espirituales. El abad Marcos le preguntó un día por qué rehuía de esa manera la compañía de sus hermanos. Arsenio replicó: "Dios es testigo de que os amo de lodo corazón. Pero, como no puedo estar con Dios y con los hombres al mismo tiempo, prefiero dedicarme a conversar con Dios." Sin embargo, no dejaba por ello de dirigir espiritualmente a sus hermanos, y todavía se conservan algunos de sus dichos. Con frecuencia repelía: "Muchas veces he tenido que arrepentirme de haber hablado, pero nunca me he arrepentido de haber guardado silencio." Solía también traer a colación lo que San Eutimio y San Bernardo se repetían para renovar su fervor: "Arsenio, ¿por qué abandonaste el mundo y para qué has venido a la religión?" En cierta ocasión, los monjes le preguntaron por qué pedía consejo a un iletrado, puesto que él era tan versado en las ciencias. Arsenio replicó: "Es cierto que conozco un poco de las culturas griega y romana; pero todavía me queda por aprender el "ABC" de la ciencia de los santos, y este monje ignorante lo conoce a la perfección." Evagrio del Ponto, que se había retirado al desierto de Nitria el año 385, después de haberse distinguido en Constantinopla por su saber, preguntó al santo por qué tantos hombres muy versados en las ciencias hacían tan pocos progresos en la virtud, en tanto que algunos egipcios analfabetas alcanzaban un alto grado de contemplación. Arsenio respondió: "Si nosotros no progresamos, es porque nos gloriamos de la vana ciencia que poseemos; en cambio, esos analfabetas egipcios, que conocen perfectamente su debilidad, ceguera e insuficiencia, avanzan en la virtud por el verdadero camino de la humildad." Los autores antiguos hablan muy frecuentemente del gran don de lágrimas de San Arsenio, que lloraba sus propios pecados y los del prójimo, particularmente la debilidad de Arcadio y la falta de juicio de Honorio.

   San Arsenio era bien parecido y muy alto, aunque con los años se encorvó un poco. Era de figura elegante y su rostro reflejaba a la vez la majestad y la mansedumbre. Su cabello era muy blanco y la barba le llegaba hasta la cintura; pero las lágrimas que derramaba continuamente le habían carcomido los párpados. Tenía cuarenta años cuando abandonó la corte y vivió hasta los noventa y cinco años en la mayor austeridad. Estuvo cuarenta años en el desierto de Esquela, hasta que la irrupción de los bárbaros le obligó a salir de ahí, hacia el año 434. Entonces se retiró a la roca de Troe, que dominaba la ciudad de Menfis y, diez años más tarde, a la isla de Canopo en las costas de Alejandría; pero, no pudiendo soportar la proximidad de dicha ciudad, se retiró a morir a Troe. Sus hermanos, viéndole llorar en sus últimas horas, le preguntaron: "Padre, ¿por qué lloras? ¿Tienes miedo de morir, como tantos otros?" Arsenio respondió: "Sí, tengo miedo y no he dejado de temer ni un solo instante desde que fui al desierto." Sin embargo, Dios le concedió una muerte muy apacible, y el santo pasó al Señor lleno de fe y de la humilde confianza que inspira la caridad perfecta, el año 449 o 450. En el canon de la misa del rito armenio se menciona su nombre.

   En Acta Sanctorum se halla la biografía griega escrita por Teodoro el Estudita, con una traducción latina. En 1920, T. Nissen editó un texto de dicha biografía, que los bolandistas no conocían, en Byzant. Neugriech. Jahrbuch, pp. 241-262. Ver también el comentario de Acta Sanctorum, julio, vol. IV, y DCB., vol. I, pp. 172-174.


Respuesta  Mensaje 6 de 8 en el tema 
De: GAVIOTA LIBERTAD Enviado: 15/07/2009 05:52

19 de julio
SANTA MACRINA LA JOVEN *
Virgen
(379 d. C.)

   Macrina era la mayor de los diez hijos de San Basilio el Mayor [San Basilio el Mayor fue el padre de San Basilio el Grande (14 de junio), hermano de Sta. Macrina la joven (N. de E.)] y Santa Emelia. Nació en Cesárea de Capadocia, hacia el año 330 y su madre la educó con particular esmero, la enseñó a leer y vigilaba cuidadosamente sus lecturas. El libro de La Sabiduría y los Salmos de David eran las obras predilectas de Macrina, quien no descuidaba por ello los deberes domésticos y los trabajos de hilado y costura. A los doce años fue prometida en matrimonio, pero su prometido murió súbitamente y Macrina se negó a aceptar a ninguno de los otros pretendientes para dedicarse a ayudar a su madre en la educación de sus hermanos y hermanas menores. San Basilio el Grande, San Pedro de Sabástea, San Gregorio de Nissa y los otros hermanos de Macrina, aprendieron de ella el desprecio del mundo, el temor a la riqueza y el amor a la oración y la palabra de Dios. Según se dice, San Basilio volvió muy envanecido de sus estudios, y su hermana le enseñó a ser humilde. Por otra parte, Macrina fue "el padre y la madre, el guía, el maestro y el consejero" de su hermano menor, San Pedro de Sebástea, pues San Basilio el Mayor, murió poco después del nacimiento de su último hijo. A la muerte de su padre, San Basilio estableció a su madre y a su hermana Macrina en una casa a orillas del río Iris; las dos santas mujeres se entregaron ahí a la práctica de la ascética con otras compañeras.

   A la muerte de Santa Emelia, Macrina repartió entre los pobres su herencia y vivió del trabajo de sus manos. Su hermano Basilio murió a principios del año 379, y Macrina cayó gravemente enferma nueve meses después. Cuando San Gregorio de Nissa llegó a visitarla después de nueve años de ausencia, la encontró en un lecho de tablas. El santo quedó muy consolado al ver el gozo con que su hermana soportaba la tribulación y muy impresionado del fervor con que se preparaba para la muerte. Santa Macrina exhaló el último suspiro en un transporte de gozo al atardecer. Era tan pobre, que para amortajar el cadáver no se encontró más que un vestido viejo y una tela muy burda; pero San Gregorio regaló con ese fin una túnica de lino. El obispo del lugar, llamado Arauxio, dos sacerdotes y el propio San Gregorio transportaron el féretro y, durante la procesión funeraria, se cantaron los salmos; pero la afluencia de la multitud y las lamentaciones del pueblo, especialmente de algunas mujeres, perturbaron mucho la ceremonia.

   En un diálogo sobre el alma y la resurrección y en un panegírico dedicado al monje Olimpio, San Gregorio dejó trazada la biografía de su hermana Macrina, con muchos detalles sobre su virtud, su vida y su entierro. En el panegírico mencionado, el santo habla de dos milagros: el primero de ellos fue que Santa Macrina recobró la salud cuando su madre trazó sobre ella la señal de la cruz; en el segundo caso, la santa curó de una enfermedad de los ojos a la hijita de un militar. San Gregorio añade: "Creo que no es necesario que repita aquí todas las maravillas que cuentan los que vivieron con ella y la conocieron íntimamente... Por increíbles que parezcan esos milagros, puedo asegurar que los consideran como tales quienes han tenido ocasión de estudiarlos a fondo. Sólo los hombres carnales se rehúsan a creerlos y los consideran imposibles. Así pues, para evitar que los incrédulos sean castigados por negarse a aceptar la realidad de esos dones de Dios, he preferido abstenerme de repetir aquí esas maravillas sublimes..." Este comentario confirma, una vez más, el dicho de que sólo un santo puede escribir la vida de otro santo.

   Apenas si sabemos algo sobre Santa Macrina, fuera de lo que cuenta su hermano, San Gregorio de Nissa. El texto griego se halla en las obras del santo. En Acta Sancionan, julio, vol. IV, hay una traducción latina. También existe una traducción inglesa hecha por W. K. Lowther Clarke (1916). En el rito bizantino se celebra la fiesta de Santa Macrina


Respuesta  Mensaje 7 de 8 en el tema 
De: GAVIOTA LIBERTAD Enviado: 15/07/2009 05:52

19 de julio
SAN SÍMACO *
Papa
(514 d. C.)

   El Líber Pontificalis afirma que San Símaco era hijo de un tal Fortunato y que nació en Cerdeña. Recibió el bautismo en Roma, donde llegó a ser archidiácono del Papa Anastasio II, a quien sucedió en el pontificado el año 49o. Pero el día mismo de la elección de San Símaco, una minoría del clero, que simpatizaba con Bizancio, se reunió en Santa María la Mayor y eligió Papa a Lorenzo, arcipreste de Santa Práxedes. En la empresa les ayudó, con dinero, un senador llamado Festo, a quien Anastasio, el emperador de Constantinopla que debía proteger más tarde a los monofisitas, había pagado para que procurase que el nuevo Papa confirmase el documento imperial conocido con el nombre de "Nenótikon de Zenón", condenado por su predecesor. Tanto San Símaco como Lorenzo apelaron al arriano Teodorico, rey de Ravena, quien zanjó la cuestión en favor de San Símaco, porque éste había sido elegido antes que Lorenzo y por un número mayor de miembros del clero. Teodorico aprovechó la ocasión para afirmar que Símaco "amaba al clero y al pueblo y era bueno, prudente, amable y gracioso." Sin embargo, la sentencia de Teodorico no puso fin a las dificultades que habían de perturbar la primera mitad del pontificado de San Símaco.

   El nombre del santo no figura en los martirologios más antiguos, y apenas sabemos algo sobre su vida. Cuando Trasimundo, el rey arriano, desterró a Cerdeña a muchos obispos del África, San Símaco les envió dinero y vestidos para ellos y sus fieles. Todavía se conserva la carta que les escribió para consolarlos y que les envió junto con algunas reliquias de mártires. San Símaco fundó tres posadas para los pobres, socorrió a las víctimas de las incursiones de los bárbaros en el norte de Italia y rescató a numerosos cautivos. También decoró o restauró varias iglesias de Roma y construyó las basílicas de San Andrés, de San Pancracio extra muros y de Santa Inés, en la Vía Aurelia. Según la costumbre de la época, todos estos hechos se conmemoraron en inscripciones. En una de ellas, refiriéndose al fin de las dificultades con el antipapa Lorenzo, San Símaco dice: "Los lobos han cesado de mordernos." El santo Pontífice murió el 19 de julio de 514 y fue sepultado en San Pedro.

   La figura de San Símaco pertenece a la historia general de la Iglesia, de suerte que su biografía detallada puede verse en obras como la de Hefele-Leclerq, Conciles, vol. II, pp. 957-973, 1349-1372; Grisar, Geschichte Roms und der Päpstum, etc. Cf. Duchesne, L´Eglise au VIe. siécle (1925), pp. 113-130. Véase también el Líber Pontificalis (Duchesne), vol. I, pp. CXXXIII ss., 44-46 y 260-263. Las cartas de San Símaco se hallan en Thiel, Epp. Rom. Pont.


Respuesta  Mensaje 8 de 8 en el tema 
De: GAVIOTA LIBERTAD Enviado: 15/07/2009 05:52

19 de julio
SAN VICENTE DE PAUL,*
Confesor

Quien diere a uno de estos pequeñuelos un vaso de
agua fresca solamente por razón de ser discípulo
mío, os doy mi palabra que no perderá su recompensa.
(Mateo, 10, 42).

   ¡Cómo hablar de todos los infortunios que este santo ha aliviado! Ninguno, al parecer, podría sustraerse de los ardores de su caridad. Expósitos, jóvenes extraviados, niñas en peligro de perderse, mujeres pervertidas, galeotes, cautivos de los moros, obreros inválidos, alienados, mendigos sin techo, todos los infortunados, fueron objeto de su infatigable solicitud. ¡Cuántas obras ha fundado, cuántas se han establecido bajo su patrocinio después de su muerte! ¡Ah! ¡sí, un vaso de agua dado a un pobre da derecho a una recompensa, cuál no debe ser la gloria de Vicente en el cielo!

MEDITACIÓN SOBRE EL AMOR AL PRÓJIMO

   I. Dios promete recompensar a los que dieren por amor a Él un vaso de agua al prójimo. ¡Qué recompensa no dará a los que hayan hecho grandes limosnas y aliviado a sus hermanos en sus necesidades temporales y espirituales! ¡Cuántas ocasiones dejamos escapar de ejercer la caridad! Jesucristo nos pedirá cuenta de ello en el día del juicio. Parece que nuestra salvación depende únicamente del bien o del mal que hubiéramos hecho a nuestro prójimo.

   II. Jesucristo mira como hecho a Él mismo to do el bien o todo el mal que hacemos a nuestro próji mo. Todos los cristianos forman un cuerpo cuya cabeza es Cristo; quien hiere los miembros hiere también la cabeza. ¡Cuál no sería tu dicha, si pudieses dar de comer a Jesucristo, vestirlo y consolarlo! Todo esto haces cuando realizas tus obras de caridad para con los pobres. Aviva tu fe a fin de ver siempre a Jesucristo en la persona de tu prójimo. Fácil te será entonces amarlo, honrarlo y hacerle el bien.

   III. Parece que Dios ha querido hacernos dueños de nuestro destino cuando dijo, en varios lugares del Evangelio, que se nos tratará como nosotros hayamos tratado a nuestro prójimo. Se nos juzgará como hayamos juzgado a los demás; se nos dará si damos; se nos perdonará como hayamos perdonado. Así, pues, sobre nosotros mismos recaerá todo el bien o el mal que hacemos a los demás. ¡Cuán extraño, dice San Agustín, es ver a los hombres maltratarse recíprocamente! ¿Las otras creaturas no proporcionan ya bastantes ocasiones de sufrir?

La caridad para con los pobres
Orad por las Conferencias Vicentinas.

ORACIÓN

   Oh Dios, que para evangelizar a los pobres y real zar el brillo del sacerdocio cristiano, habéis revestido al bienaventurado Vicente de una caridad y una fortaleza verdaderamente apostólicas, haced, os lo suplicamos, que honrando sus méritos, seamos fortifica dos por el ejemplo de sus virtudes. Por J. C. N. S Amén.



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