Recuerdo la primera vez que me preguntaron
¿Qué significa para ti ser Cristiana?
Llamó poderosamente mi atención. Generalmente
me habían dicho: “Cambiaste de religión” …
“Renegaste del legado de tus padres”… “Chaqueta
volteada”. ¿Por qué decidiste cambiar de religión?,
¿Cómo fue que te convencieron? Por lo que esta
ocasión me pareció digno de una amplia respuesta:
medité unos cuantos segundos, no por que me pareciera
difícil responder sino que deseaba ser suficientemente
explícita. ¿Qué significa para mí, ser cristiana?
Respiré profundamente.
“Significa sentirme amada, protegida, escuchada, que
soy muy importante para alguien muy especial,
¿Pero sabes que ha sido lo mas interesante durante
todo este tiempo? Agregué. Mientras mi interlocutora
me miraba atentamente a los ojos, como pretendiendo
sorprender alguna chispa mitológica o mística.
“que en ningún momento se ha detenido el proceso
de renovación en mi vida. Dios ha ido transformando
mi ser segundo a segundo. Tengo acceso a Su
sabiduría para resolver los problemas de la vida
diaria. Me proporciona ideas creativas que
me permiten destacar profesionalmente.
Que en los momentos mas difíciles de mi existencia
puedo recurrir a El sin hacer previa cita. Hemos
tenido encuentros maravillosos; en lo alto de una
montaña, a la orilla del mar, en una cabaña,
en el jardín de mi casa, en la intimidad de mi
alcoba, cuando viajo y voy al volante manejando
sola por la carretera (este es uno de mis momentos
favoritos, ya que fue donde Él me encontró por
primera vez). ¿El te encontró a ti?, ¿Cómo fue eso?
Este capítulo merece que me invites otro
cafecito la próxima semana.
Te aseguro que es un bello pero no breve pasaje.
Me gusta dejar a mi interrogadora en suspenso y
deseosa de conocer más de la historia. Prosigo:
¿Por lo que a la pregunta que me haces yo le añadiría:
¿Disfrutas ser Cristiana? ¡Ah! Nunca había sido tan
feliz, mi vida está llena de retos. He descubierto
que ahora soy muy valiente, cuento con el privilegio
del poder de la Palabra que tan solo expresarla a voz
audible, algo maravilloso sucede, mi fe (confianza)
crece, me llena de paz y aun cuando las circunstancias
no sean plausibles humanamente hablando, mi
interior está rebosando de gozo –¿parece locura verdad?
-la verdad si, me responde boquiabierta. Y eso no
es todo añado: Tengo un amante ¡¿Qué?! -¡Cómo?
¿Pero?… los colores del rostro de mi amiga subían
y bajaban del rojo intenso al blanco pálido.
Sí, contesté tranquilamente.
En Dios he encontrado el verdadero amor, Él es un
amante superlativo. No critica mi peinado, ni mi vestido.
No me hace comentarios sarcásticos respecto a mis
kilos extras. Todo lo contrario es un romántico
incansable: “Hermosas son tus mejillas entre los
adornos, tu cuello entre los collares”
“cuan hermosa eres, amada mía, cuan hermosa eres.
Tus ojos son como palomas”. ¡!WOW!! exclama
con tono de envidia (de la buena, como solemos
decir las mujeres). Y… vuelve a preguntar ahora
titubeante mi asombrada anfitriona. ..
¿Qué se necesita para ser Cristiana?
¿Tienes que hacer algo en especial?
¿Cómo se logra vivir como tu vives?
Su voz demandaba una pronta respuesta, no
soportaba más el no contar con todos esos
atractivos privilegios. ¿Hacer?
Nada, no necesitas hacer nada, le respondí.
¿Pero, y cómo es que tú lo tienes? Bueno, solo
necesitas desearlo –le contesté mirándola
inquisitivamente a los ojos. Desearlo como el agua
cuando tienes sed, el alimento cuando tienes
hambre, el aire cuando te sientes sofocada.
¿Crees tu desearle así? Arremetí con la pregunta.
¡!!Sii!!! su grito desesperado se dejó escuchar en
el interior del Café, provocando que todos los
rostros se volvieran hacia nosotras.
“Vamos todos a predicar y si es necesario….
hablamos”.
Me encanta saber que a mi Amado no le impresiona
cuanto sepa yo de memoria su Escritura, ni cuánto
yo pueda impresionar a mis interlocutores por mi
elocuencia expositiva. Pero si estoy segura de
cuanto alegra su corazón cuando escucha a
Su hija decir cuan enamorada estoy de Él y qué feliz
soy de estar a Su lado. ¡Ah! Cómo disfruto que los
que me escuchan casi me suplican cómo tenerle
ellos también.
..Compartan la buena noticia de la paz;
¡estén siempre listos a anunciarla!
Psic. Patricia Villanueva