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Conciencia del cuerpo.
Una cosa que sucede cuando estamos
ocupados en el mundo exterior o preocupados
con nuestros pensamientos es que perdemos
conciencia de nuestros cuerpos. Toda nuestra
energía se dedica a aquello a lo que estamos
prestando atención, ya sean cosas o pensamientos.
Es como si nuestros cuerpos dejasen de
existir temporalmente y mientras sólo fuéramos
cabezas parlantes.
Cuando meditamos y desconectamos la mente,
la energía tiene que ir a alguna parte y comienza
a ir hacia abajo. De nuevo llegamos a ser
conscientes de nuestras sensaciones corporales,
de nuestro cuerpo. Uno de los objetivos al adoptar
la posición de sentado es que detiene el escape
de energía. Al no tener ningún lugar al que ir
excepto hacia adentro y alrededor del circuito
corporal cerrado que hemos formado al sentarnos
(con las manos juntas), la energía se intensifica.
Nos sentimos recargados, con más fundamento
y más centrados. Con más consciencia de
nuestro cuerpo no sólo nos sentimos más vivos,
sino también más relajados. Pues consciencia
corporal es lo mismo que relajación. Relajar
el cuerpo ayuda a relajar la mente. Es así
pues en realidad el cuerpo y la mente no
están separados, somos Mentes-cuerpos.
Es muy importante cultivar la conciencia
corporal como un sendero para aquietar la
mente, hasta llegar a lo máximo en relajación:
una liberación de toda la ansiedad y tensión,
viviendo plenamente el momento.