Mi alma se consume de deseos
por los atrios del Señor. Mi corazón y mi carne claman ansiosos por
el Dios
viviente.
ORACIÓN COLECTA
Señor, purifica y protege a tu
Iglesia con incesante misericordia, y ya que sin ti no puede
salvarse,
fortalécela siempre con tu gracia.
Por nuestro Señor Jesucristo.
LECTURA 2Rey 5, 1-15
Lectura del segundo libro de los Reyes.
Naamán,
general del ejército del rey de Arám,
era un
hombre prestigioso y altamente estimado por su señor, porque gracias
a él,
el Señor había dado la victoria a Arám.
Pero este
hombre, guerrero valeroso, era leproso. En una de sus incursiones,
los
arameos se habían llevado cautiva del país de Israel a una niña, que
fue
puesta al servicio de la mujer de Naamán.
Ella
dijo entonces a su patrona: “¡Ojalá mi
señor se
presentara ante el profeta que está en Samaría!
Seguramente, él lo libraría de su lepra”.
Naamán
fue y le contó a su señor: “La niña del país de Israel ha dicho esto
y
esto”. El rey de Arám respondió: “Está
bien, ve,
y yo enviaré una carta al rey de Israel”. Naamán
partió llevando consigo diez talentos de plata, seis mil siclos de oro y diez trajes de gala, y presentó al
rey
de Israel la carta que decía: “Junto con esta carta, te envío a Naamán, mi servidor, para que lo libres de su
lepra”.
Apenas el rey de Israel leyó la carta, rasgó sus vestiduras y dijo:
“¿Acaso
yo soy Dios, capaz de hacer morir y vivir, para que este me mande
librar a
un hombre de su lepra? Fíjense bien y verán que él está buscando un
pretexto contra mí”. Cuando Elíseo, el hombre de Dios, oyó que el
rey de
Israel había rasgado sus vestiduras, mandó a decir al rey: “¿Por qué
has
rasgado tus vestiduras? Que él venga a mí y sabrá que hay un profeta
en
Israel”.
Naamán
llegó entonces con sus caballos y su carruaje, y se detuvo a la
puerta de
la casa de Eliseo. Eliseo mandó un mensajero para que le dijera: “Ve
a
bañarte siete veces en el Jordán; tu carne se restablecerá y
quedarás
limpio”. Pero Naamán, muy irritado, se
fue
diciendo: “Yo me había imaginado que saldría él personalmente, se
pondría
de pie e invocaría el nombre del Señor, su Dios; luego pasaría su
mano
sobre la parte afectada y sanaría la lepra. ¿Acaso los ríos de
Damasco, el Abaná y el Parpar, no valen más
que todas las aguas de
Israel? ¿No podía yo bañarme en ellos y quedar limpio?”. Y dando
media
vuelta, se fue muy enojado. Pero sus servidores se acercaron para
decirle:
“Padre, si el profeta te hubiera mandado una cosa extraordinaria ¿no
lo
habrías hecho? ¡Cuánto más si él te dice simplemente: Báñate y
quedarás
limpio!”. Entonces bajó y se sumergió siete veces en el Jordán,
conforme a
la palabra del hombre de Dios; así su carne se volvió como la de un
muchacho joven y quedó limpio. Luego volvió con toda su comitiva
adonde
estaba el hombre de Dios. Al llegar, se presentó delante de él y le
dijo:
“Ahora reconozco que no hay Dios en toda la tierra, a no ser en
Israel.
Acepta, te lo ruego, un presente de tu servidor”.
Palabra de Dios.
COMENTARIO
“Anda a bañarte siete veces en el
Jordán, y tu
carne quedará limpia”. En la curación de Naamán,
Eliseo quiere mostrar una vez más cómo Dios salva. Por medio del
profeta,
la acción salvadora del Señor, salta las fronteras del pueblo que se
sabe
elegido.
Pero salta también las fronteras
que la persona,
en este caso Naamán, pone o ponemos a la
acción
del Señor en la historia.
Ésta no usa medios ni modos
ostentosos, sino
sencillos y que todos pueden percibir. De esa manera el enfermo
renace como
de un baño bautismal.
SALMO Sal 41, 2-3; 42,
3-4
R. ¡Mi alma tiene sed del Dios
viviente!
Como la cierva sedienta busca
las corrientes de agua, así mi alma suspira por ti, mi Dios. R.
Mi alma tiene sed de Dios, del
Dios viviente: ¿Cuándo iré a contemplar el rostro de Dios? R.
Envíame tu luz y tu verdad: que
ellas me encaminen y me guíen a tu santa Montaña, hasta el lugar
donde
habitas. R.
Y llegaré al altar de Dios, el
Dios que es la alegría de mi vida; y te daré gracias con la cítara,
Señor,
Dios mío. R.
VERSÍCULO Cfr.
Sal 129, 5. 7
Espero en el Señor y confío en
su palabra, porque en él se encuentra la misericordia y la redención
en
abundancia.
EVANGELIO Lc 4,
24-30
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san
Lucas.
Cuando Jesús llegó a Nazaret,
dijo a la multitud en la sinagoga: “Les aseguro que ningún profeta
es bien
recibido en su tierra. Yo les aseguro que había muchas viudas en
Israel en
el tiempo de Elías, cuando durante tres años y seis meses no hubo
lluvia
del cielo y el hambre azotó a todo el país. Sin embargo, a ninguna
de ellas
fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta,
en el país de Sidón. También había
muchos
leprosos en Israel, en el tiempo del profeta Eliseo, pero ninguno de
ellos
fue sanado, sino Naamán, el sirio”. Al
oír estas
palabras, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron y,
levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad, hasta un lugar
escarpado de
la colina sobre la que se levantaba la ciudad, con intención de
despeñarlo.
Pero Jesús, pasando en medio de ellos, continuó su camino.
Palabra del Señor.
COMENTARIO
“Ningún profeta es bien mirado en
su tierra”. Nada
más irritante para una persona que alguien como él venga a darle
lecciones.
¡Cuántas veces el Señor quiere hablarnos a través de alguien
cercano! ¡En
cuántos acontecimientos de la vida desea el Señor darnos un mensaje!
Pero,
¡qué obcecados que somos! Un profeta no es bien recibido entre los
suyos,
porque todos en el pueblo se sienten con el mismo derecho de serlo.
Sin
embargo, la profecía es un don gratuito del Señor y sólo con la fe
se puede
aceptar plenamente.
ORACIÓN SOBRE LAS
OFRENDAS
Señor, te presentamos estas
ofrendas como signo de nuestra entrega; conviértelas en sacramento
de
nuestra salvación.
Por Jesucristo nuestro Señor.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN Sal
116, 1-2
Alabad al Señor, todas las
naciones, porque es inquebrantable su amor por nosotros.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA
COMUNIÓN
Señor, te rogamos que la
comunión de tu sacramento nos purifique y nos conceda la unidad.
Yo te invoco, Dios mío, porque
tú me respondes; inclina tu oído hacia mí y escucha mis palabras.
Protégeme
como a la pupila de tus ojos; escóndeme a la sombra de tus alas.
ORACIÓN COLECTA
Señor, te pedimos que tu gracia
nunca nos abandone, nos haga fieles en tu servicio y nos asegure
siempre tu
protección.
Por nuestro Señor Jesucristo.
LECTURA Dan 3, 25-26.
34-43
Lectura de la profecía de Daniel.
Azarías
tomó la palabra y oró así: Bendito eres, Señor, Dios de nuestros
padres, y
digno de alabanza, que tu Nombre sea glorificado eternamente. No nos
abandones para siempre a causa de tu Nombre, no anules tu Alianza,
no
apartes tu misericordia de nosotros, por amor a Abraham, tu amigo, a
Isaac,
tu servidor, y a Israel, tu santo, a quienes prometiste una
descendencia
numerosa como las estrellas del cielo y como la arena que está a la
orilla
del mar. Señor, hemos llegado a ser más pequeños que todas las
naciones, y
hoy somos humillados en toda la tierra a causa de nuestros pecados.
En este
tiempo, ya no hay más jefe, ni profeta, ni príncipe, ni holocausto,
ni
sacrificio, ni oblación, ni incienso, ni lugar donde ofrecer las
primicias,
y así, alcanzar tu favor. Pero que nuestro corazón contrito y
nuestro
espíritu humillado nos hagan aceptables como los holocaustos de
carneros y
de toros, y los millares de corderos cebados; que así sea hoy
nuestro
sacrificio delante de ti, y que nosotros te sigamos plenamente,
porque no
quedan confundidos los que confían en ti. Y ahora te seguimos de
todo
corazón, te tememos y buscamos tu rostro. No nos cubras de
vergüenza, sino
trátanos según tu benignidad y la abundancia de tu misericordia.
Líbranos
conforme a tus obras maravillosas, y da gloria a tu Nombre, Señor.
Palabra de Dios.
COMENTARIO
El canto de estos jóvenes es de
lamento y
esperanza por la situación del pueblo exiliado. En el despojo total,
en la
ruina, en la oscuridad absoluta del destino del pueblo, hay una luz
que
proviene justamente de la confianza que “Dios nunca abandona”.
SALMO Sal 24, 4-5. 6-9
R. ¡Acuérdate, Señor, de tu ternura!
Muéstrame, Señor, tus caminos,
enséñame tus senderos. Guíame por el camino de tu fidelidad;
enséñame,
porque Tú eres mi Dios y mi salvador. R.
Acuérdate, Señor, de tu compasión
y de tu amor, porque son eternos. Por tu bondad, Señor, acuérdate de
mi según tu fidelidad. R.
El Señor es bondadoso y recto:
por eso muestra el camino a los extraviados; él guía a los humildes
para
que obren rectamente y enseña su camino a los pobres. R.
VERSÍCULO Cf. Jl
2, 12-13
Vuelvan a mí de todo corazón,
porque soy bondadoso y compasivo.
EVANGELIO Mt 18,
21-35
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san
Mateo.
Se acercó Pedro y dijo a Jesús:
“Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas
que me
haga? ¿Hasta siete veces?”. Jesús le respondió: “No te digo hasta
siete
veces, sino hasta setenta veces siete. Por eso, el Reino de los
Cielos se
parece a un rey que quiso arreglar las cuentas con sus servidores.
Comenzada la tarea, le presentaron a uno que debía diez mil
talentos. Como
no podía pagar, el rey mandó que fuera vendido junto con su mujer,
sus
hijos y todo lo que tenía, para saldar la deuda. El servidor se
arrojó a
sus pies, diciéndole: “Dame un plazo y te pagaré todo”. El rey se
compadeció, lo dejó ir y, además, le perdonó la deuda. Al salir,
este
servidor encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios
y,
tomándolo del cuello hasta ahogarlo, le dijo: “Págame lo que me
debes”. El
otro se arrojó a sus pies y le suplicó: “Dame un plazo y te pagaré
la
deuda». Pero él no quiso, sino que lo hizo poner en la cárcel hasta
que
pagara lo que debía. Los demás servidores, al ver lo que había
sucedido, se
apenaron mucho y fueron a contarlo a su señor. Este lo mandó llamar y
le
dijo: “¡Miserable! Me suplicaste, y te perdoné la deuda. ¿No debías
también
tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de ti?”. E
indignado, el rey lo entregó en manos de los verdugos hasta que
pagara todo
lo que debía. Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes,
si no
perdonan de corazón a sus hermanos”.
Palabra del Señor.
COMENTARIO
Cuaresma es tiempo de perdón, de
volver no sólo a
Dios, sino también de abrirnos a ala reconciliación con los
hermanos. Dios
nos ha perdonado, su amor se depositó gratuitamente sobre nuestras
culpas;
de igual manera es necesario brindar el amor hecho perdón a quien nos ha ofendido y a quien hemos ofendido.
ORACIÓN SOBRE LAS
OFRENDAS
Señor, concédenos que este
sacrificio salvador nos purifique de nuestros pecados y atraiga
sobre
nosotros tu poderosa ayuda.
Por Jesucristo nuestro Señor.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN Sal
14, 1-2
Señor, ¿quién se hospedará en
tu carpa? ¿Quién habitará en tu santa montaña? El que procede
rectamente y
practica la justicia.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA
COMUNIÓN
Señor, te pedimos que la
sagrada participación en este sacramento renueve nuestra vida,
purifique
nuestros pecados y nos otorgue tu protección.
Afirma mis pasos conforme a tu
palabra, para que no me domine la maldad.
ORACIÓN COLECTA
Señor, te pedimos que
entrenados por la práctica cuaresmal y alimentados con tu palabra,
te sirvamos
fielmente con nuestra penitencia y perseveremos unidos en la
oración. Por
nuestro Señor Jesucristo.
LECTURA
Deut
4,1.5-9
Lectura del libro del
Deuteronomio. Moisés habló al pueblo, diciendo: Y ahora, Israel,
escucha
los preceptos y las leyes que yo les enseño para que las pongan en
práctica. Así ustedes vivirán y entrarán a tomar posesión de la
tierra que
les da el Señor, el Dios de sus padres. Tengan bien presente que ha
sido el
Señor, mi Dios, el que me ordenó enseñarles los preceptos y las
leyes que
ustedes deberán cumplir en la tierra de la que van a tomar posesión.
Obsérvenlos y pónganlos en práctica, porque así serán sabios y
prudentes a
los ojos de los pueblos, que al oír todas estas leyes, dirán:
Realmente es
un pueblo sabio y prudente esta gran nación!”.
¿Existe acaso una nación tan grande que tenga sus dioses cerca de
ella,
como el Señor, nuestro Dios, está cerca de nosotros siempre que lo
invocamos? ¿Y qué gran nación tiene preceptos y costumbres tan
justas como
esta Ley que hoy promulgo en presencia de ustedes? Pero presta
atención y
ten cuidado, para no olvidar las cosas que has visto con tus propios
ojos,
ni dejar que se aparten de tu corazón un solo instante. Enséñalas a
tus
hijos y a tus nietos.
Palabra de Dios.
COMENTARIO
‘Escucha, Israel, los mandatos y
decretos que yo
les mando cumplir”. En este pasaje del Deuteronomio, se insta al
pueblo a
cumplir la ley, pero como parte de la fidelidad que requiere la
alianza y
como camino para alcanzar la felicidad y la vida que el Señor
garantiza. Los
preceptos de la alianza no son ley descarnada, sino vías de
respuesta y de
unión con el Dios que liberó y que se dio a su pueblo.
SALMO Sal 147,12-13.15-16.19-20 R. ¡Glorifica al
Señor, Jerusalén,
¡Glorifica al Señor, Jerusalén,
alaba a tu Dios, Sión! El reforzó los cerrojos de tus puertas y
bendijo a
tus hijos dentro de ti. R.
Envía su mensaje a la tierra,
su palabra corre velozmente; reparte la nieve como lana y esparce la
escarcha como ceniza. R.
Revela su palabra a Jacob, sus
preceptos y mandatos a Israel: a ningún otro pueblo trató así ni le
dio a
conocer sus mandamientos. R.
VERSÍCULO Cfr. Jn
6, 63c. 68c
Tus palabras, Señor, son
Espíritu y Vida; tú tienes palabras de vida eterna.
EVANGELIO Mt 5, 17-19
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san
Mateo.
Jesús dijo a sus discípulos: No
piensen que vine para abolirla Ley o los Profetas: Yo no he venido a
abolir, sino a dar cumplimiento. Les aseguro que no quedarán ni una i
ni
una coma de la Ley sin cumplirse, antes que desaparezcan el cielo y
la
tierra. El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y
enseñe a
los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de
los
Cielos. En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado
grande en
el Reino de los Cielos.
Palabra del Señor.
COMENTARIO
‘No he venido a abolir la ley, sino
a darle
plenitud”. La actitud del Maestro contra la interpretación farisaica
de la
ley, podría hacerlo acreedor del apelativo de ‘gente de manga
ancha”. Nada
más lejos de la intención del Maestro. Lo que él pide es tener un
corazón
tan ancho como el océano que quepa toda la ley hasta la plenitud. Es
decir,
un corazón que se ensanche hasta que quepa el amor grande y generoso
a Dios
y al hermano. Un corazón así nunca mide su responsabilidad con
cuentagotas.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor, con la ofrenda de este
sacrificio, recibe las súplicas de tu pueblo, y defiende de todo
peligro a
quienes celebramos tus misterios. Por Jesucristo nuestro Señor.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN Sal 15, 11
Me harás conocer el camino de la
vida, saciándome de gozo en tu presencia, Señor.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, santifícanos por la mesa
celestial en que fuimos alimentados, para que, libres de todo
pecado,
seamos dignos de tus divinas promesas. Por Jesucristo nuestro Señor.
Yo soy el salvador de mi
pueblo, dice el Señor. Lo escucharé cuando me invoque en su angustia
y seré
su Señor para siempre.
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso, te pedimos humildemente
que, a medida que se acerca la fiesta de nuestra salvación, se
acreciente
nuestra entrega, para celebrar con fruto el misterio pascual. Por
nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
LECTURA Jer 7,
23-28
Lectura del libro de Jeremías.
Así habla el Señor: Ésta fue la
orden que les di a sus padres el día que los hice salir de Egipto:
“Escuchen mi voz, así Yo seré su Dios y ustedes serán mi Pueblo;
sigan por
el camino que Yo les ordeno, a fin de que les vaya bien”. Pero ellos
no
escucharon ni inclinaron sus oídos, sino que obraron según sus
designios,
según los impulsos de su corazón obstinado y perverso; se volvieron
hacia
atrás; no hacia adelante. Desde el día en que sus padres salieron de
Egipto
hasta el día de hoy, Yo les envié a todos mis servidores los
profetas, los
envié incansablemente, día tras día. Pero ellos no me escucharon ni
inclinaron sus oídos, sino que se obstinaron y obraron peor que sus
padres.
Tú les dirás todas estas palabras y no te escucharán; los llamarás y
no te
responderán. Entonces les dirás:
“Esta es la nación que no ha
escuchado la voz del Señor, su Dios, ni ha recibido la lección. La
verdad
ha desaparecido, ha sido arrancada de su boca”.
Palabra de Dios.
COMENTARIO
Jeremías repite las advertencias
del Deuteronomio
que se acaba de descubrir. El pueblo elegido sólo tendrá paz si
escucha la
Palabra de su Dios, si sabemos ir más allá de las prácticas
religiosas.
SALMO Sal 94, 1-2. 6-9
R. ¡Ojalá
hoy escuchen la voz del Señor! Vengan, cantemos con júbilo al Señor,
aclamemos a la Roca que nos salva!
Lleguemos hasta
El dándole gracias, aclamemos con música al Señor!
R.
Entren, inclinémonos para
adorarlo! Doblemos la rodilla ante el
Señor que
nos creó! Porque El es, nuestro Dios, y
nosotros,
el pueblo que El apacienta, las ovejas conducidas por su mano. R.
Ojalá
hoy escuchen la voz del Señor: “No endurezcan su corazón como en Meribá, como en el día de Masá,
en el desierto, cuando sus padres me tentaron y provocaron, aunque
habían
visto mis obras”. R.
VERSÍCULO ANTES DEL
EVANGELIO Cfr. J12, 12-13:
Vuelvan a mí de todo corazón,
porque soy bondadoso y compasivo.
EVANGELIO Lc 11,
14-23
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san
Lucas.
Jesús estaba expulsando a un
demonio que era mudo. Apenas salió el demonio, el mudo empezó a
hablar. La
muchedumbre quedó admirada, pero algunos de ellos decían: “Este
expulsa a
los demonios por el poder de Belzebul,
el
Príncipe de los demonios”. Otros, para ponerlo a prueba, exigían de
El un
signo que viniera del cielo. Jesús, que conocía sus pensamientos,
les dijo:
“Un reino donde hay luchas internas va a la ruina y sus casas caen
una
sobre otra. Si Satanás lucha contra sí mismo, ¿cómo podrá subsistir
su
reino? Porque —como ustedes dicen— Yo expulso a los demonios con el
poder
de Belzebul. Si Yo expulso a los
demonios con el
poder de Belzebul, ¿con qué poder los
expulsan
los discípulos de ustedes? Por eso, ustedes los tendrán a ellos como
jueces. Pero si Yo expulso a los demonios con la fuerza de Dios,
quiere
decir que el Reino de Dios ha llegado a ustedes. Cuando un hombre
fuerte y
bien armado hace guardia en su palacio, todas sus posesiones están
seguras,
pero si viene otro más fuerte que él y lo domina, le quita las armas
en las
que confiaba y reparte sus bienes. El que no está conmigo, está
contra mí;
y el que no recoge conmigo, desparrama”.
Palabra del Señor.
COMENTARIO
Se acusa a Jesús de actuar en
colaboración o por
orden del príncipe de los demonios. No se puede estar a favor y en
contra
al mismo tiempo. Jesús está contra los demonios y no puede estar con
ellos.
Una rivalidad entre los malos facilitaría notablemente la victoria
del bien
sobre el mal en el mundo.
ORACIÓN SOBRE LAS
OFRENDAS
Señor, para que nuestra ofrenda
sea de tu agrado, purifica a tu pueblo de toda maldad y no permitas
que nos
entreguemos a falsos placeres quienes poseemos la promesa de la
verdadera
felicidad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN Sal
118, 4-5
Tú promulgaste tus mandamientos
para que se cumplieran íntegramente. Ojalá,
yo me
mantenga firme en la observancia de tus preceptos.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA
COMUNIÓN
Alimentados con la Eucaristía,
te pedimos, Señor, que nos animes con tu ayuda, para que
experimentemos la
salvación, tanto en la celebración de tus misterios como en lavida cotidiana. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO
(Facultativa)
Padre, confiando en tu
misericordia, imploramos tu bondad y, ya que hemos recibido de ti la
existencia,
haz que, por tu gracia, tengamos siempre recta intención y
realicemos el
bien que anhelamos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
No hay otro dios igual a ti,
Señor, porque tú eres grande, Dios mío, y eres el único que hace
maravillas.
ORACIÓN COLECTA
Señor, infunde tu gracia en
nuestros corazones para que evitemos siempre todo pecado y, con tu
ayuda,
seamos fieles a tus divinas enseñanzas.
Por nuestro Señor Jesucristo.
LECTURA Os 14, 2-10
Lectura del profeta Oseas
Así habla el Señor: Vuelve,
Israel, al Señor tu Dios, porque tu falta
te ha
hecho caer. Preparen lo que van a decir y vuelvan al Señor. Díganle:
“Borra
todas las faltas, acepta lo que hay de bueno, y te ofreceremos el
fruto de
nuestros labios.
Asiria no nos salvará, ya no
montaremos a caballo, ni diremos más «¡Dios
nuestro! » a la obra de nuestras manos, porque sólo en ti el
huérfano
encuentra compasión”.
Yo los sanaré de su apostasía,
los amaré generosamente, porque mi ira se ha apartado de ellos. Seré
como
rocío para Israel: él florecerá como el lirio, hundirá sus raíces
como el
bosque del Líbano; sus retoños se extenderán, su esplendor será como
el del
olivo y su fragancia como la del Líbano. Volverán a sentarse a mi
sombra,
harán revivir el trigo, florecerán como la viña, y su renombre será
como el
del vino del Líbano. Efraím, ¿qué tengo
aún que
ver con los ídolos? Yo le respondo y velo por él. Soy como un ciprés
siempre verde, y de mí procede tu fruto. ¡Que el sabio comprenda
estas
cosas! ¡Que el hombre inteligente las entienda! Los caminos del
Señor son
rectos: por ellos caminarán los justos, pero los rebeldes tropezarán
en
ellos.
Palabra de Dios.
COMENTARIO
“Los amaré sin que lo merezcan”. En
la severa
palabra del profeta hay un principio de esperanza. Oseas presenta a
Yahvé
llamando a la conversión y ofreciendo la vida florecida para su
pueblo.
Todo ello por puro amor e iniciativa del Señor: “Seré rocío para
Israel”, dice
Yahvé. No es la flor la que se abre por su cuenta. Es el rocío que
la
acaricia y le invita a abrir sus pétalos. No es el hombre el que se
merece
el perdón. Es el amor del Señor el que lo ofrece.
SALMO Sal 80, 6-11. 14.
17
R. ¡Ojalá escuchemos
la voz del Señor!
Oigo una voz desconocida que
dice: “Yo quité el peso de tus espaldas y tus manos quedaron libres
de la
carga. Clamaste en la aflicción, y te salvé. R.
Te respondí oculto entre los
truenos, aunque me provocaste junto a las aguas de Meribá.
Oye, pueblo mío, Yo atestiguo contra ti, ¡ojalá
me escucharas, Israel! R.
No tendrás ningún dios extraño,
no adorarás a ningún dios extranjero: Yo, el Señor, soy tu Dios, que
te
hice subir de la tierra de Egipto. R.
¡Ojalá
mi pueblo me escuchara, e Israel siguiera mis caminos! Yo
alimentaría a mi
pueblo con lo mejor del trigo y lo saciaría con miel silvestre”. R.
VERSÍCULO Mt 4,
17
Conviértanse, porque el Reino
de los Cielos está cerca.
EVANGELIO Mc 12,
28-34
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san
Marcos.
Un escriba se acercó a Jesús y
le preguntó: “¿Cuál es el primero de los mandamientos?” Jesús
respondió: “El
primero es: “Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único
Señor; y tú
amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma,
con todo
tu espíritu y con todas tus fuerzas”. El segundo es: “Amarás a tu
prójimo
como a ti mismo”. No hay otro mandamiento más grande que éstos”. El
escriba
le dijo: “Muy bien, Maestro, tienes razón al decir que hay un solo
Dios y
no hay otro más que Él, y que amarlo con todo el corazón, con toda
la
inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí
mismo,
vale más que todos los holocaustos y todos los sacrificios”. Jesús,
al ver
que había respondido tan acertadamente, le dijo: “Tú no estás lejos
del
Reino de Dios”. Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
Palabra del Señor.
COMENTARIO
“Amar a Dios y al prójimo: no hay
mandamiento
mayor”. Cuando el Maestro habla de amor no se va por las ramas como
solemos
hacer nosotros. Más de seiscientos preceptos formaban el código
legal
judío. Pero no nos creamos exentos de no caer en el legalismo, ya
que son
muchos los instrumentos de orden normativo que tenemos en la Iglesia
y que
nos pueden distraer de la sabia vital del creyente: el amor a Dios y
el
amor al prójimo. “No hay mandamiento mayor que éstos”, concluye el
Maestro,
resumiendo ambos en uno solo. Más tarde nos lo recordará el apóstol
Pablo
en el capítulo trece de la primera carta a los cristianos de
Corinto.
ORACIÓN SOBRE LAS
OFRENDAS
Señor, mira con bondad los
dones que ofrecemos, para que sean gratos a tus ojos y nos alcancen
la
salvación. Por Jesucristo nuestro
Señor.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN Cf.
Mc 12, 33
Amar a Dios con todo el
corazón, y al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los
sacrificios.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA
COMUNIÓN
Señor, te pedimos que la
eficacia de tu poder penetre todo nuestro ser, para que obtengamos
la
plenitud de la redención cuyo anticipo hemos recibido en este
sacramento.
Bendice al Señor, alma mía, y
nunca olvides sus beneficios. El perdona todas tus culpas y cura
todas tus
dolencias.
ORACIÓN COLECTA
Señor, alegres por la
celebración de esta Cuaresma, te pedimos que, compenetrados de los
misterios pascuales, nos gocemos de la
plenitud
de sus frutos. Por nuestro Señor Jesucristo.
LECTURA Os 6, 1-6
Lectura de la profecía de Oseas.
“Vengan, volvamos al Señor: Él
nos ha desgarrado, pero nos sanará; ha golpeado, pero vendará
nuestras
heridas. Después de dos días nos hará revivir, al tercer día nos
levantará,
y viviremos en su presencia. Esforcémonos por conocer al Señor: su
aparición es cierta como la aurora. Vendrá a nosotros como la
lluvia, como
la lluvia de primavera que riega la tierra”. ¿Qué haré contigo, Efraím? ¿Qué haré contigo, Judá? Porque el amor
de
ustedes es como nube matinal, como el rocío que pronto se disipa.
Por eso
los hice pedazos por medio de los profetas, los hice morir con las
palabras
de mi boca, y mi juicio surgirá como la luz. Porque Yo quiero amor y
no
sacrificios, conocimiento de Dios más que holocaustos.
Palabra de Dios.
COMENTARIO
“Quiero misericordia y no
sacrificios”. Oseas
recoge aquí una celebración penitencial del pueblo. Pero el pueblo
no busca
la conversión sincera, sino que el Señor los libre de un peligro
inminente
de invasión y les solucione los problemas “en dos días”, para luego
volver
a “las viejas andanzas”.
Y eso no tiene valor. El Señor no
puede aceptar
una oración y unos holocaustos faltos de contenido interior. No, el
Señor
no acepta “coimas”. La conversión a la que el pueblo alude es
interesada y
se apoya en el mérito de un ejercicio ritual que no tiene valor,
porque le
falta la obra de caridad y de justicia con el prójimo. El Señor no
acepta
una religión que carece de ética, ya que él prefiere la misericordia
a los
sacrificios.
SALMO Sal 50, 3-4. 18-21
R. El Señor quiere amor y no sacrificios.
¡Ten piedad de mí, Señor, por
tu bondad, por tu gran compasión, borra mis faltas! ¡Lávame
totalmente de
mi culpa y purifícame de mi pecado! R.
Los sacrificios no te
satisfacen; si ofrezco un holocausto, no lo aceptas: mi sacrificio
es un
espíritu contrito, Tú no desprecias el corazón contrito y humillado.
R.
Trata bien a Sión, Señor, por
tu bondad; reconstruye los muros de Jerusalén. Entonces aceptarás
los
sacrificios rituales: las oblaciones y los holocaustos. R.
VERSÍCULO Cf. Sal 94, 8.
7
No endurezcan su corazón, sino
escuchen la voz del Señor.
EVANGELIO Lc 18,
9-14
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san
Lucas.
Refiriéndose a algunos que se
tenían por justos y despreciaban a los demás, Jesús dijo esta
parábola: Dos
hombres subieron al Templo para orar; uno era fariseo y el otro,
publicano.
El fariseo, de pie, oraba así: “Dios mío, te doy gracias porque no
soy como
los demás hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros; ni
tampoco como
ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago la décima parte de
todas
mis entradas”. En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no
se
animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba
el
pecho, diciendo: “¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!
Les
aseguro que este último volvió a su casa justificado,
pero no el primero. Porque todo el que se eleva será humillado, y el
que se
humilla será elevado.
Palabra del Señor.
COMENTARIO
“Todo el que se enaltece será
humillado y todo el
que se humilla será enaltecido”. Para alcanzar una genuina relación
con el
Señor, no podemos equivocar el punto de partida: todo es obra del
amor del
Señor. Él es quien nos busca, nos mueve y nos envuelve hasta
estrecharse
con nosotros. Por eso, el fariseo que se cree incontaminado, está
tan lleno
de sí mismo, que ya no le cabe nada ni nadie dentro de sí: el Señor y
el
prójimo quedan al margen de su vida. En cambio el publicano, se
siente
pecador, vacío y necesitado; abre su corazón de par en par y vuelve
repleto
del Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS
OFRENDAS
Señor, es por tu gracia que
podemos acercarnos purificados a tus santos misterios, concédenos
que al
venerar solemnemente su institución te rindamos una perfecta
alabanza.
Por Jesucristo nuestro Señor.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN Lc
18, 13
El publicano, manteniéndose a
distancia, se golpeaba el pecho, diciendo: Dios mío, ten piedad de
mí, que
soy un pecador.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA
COMUNIÓN
Dios misericordioso, sin cesar
nos alimentas con tu santa Eucaristía, concédenos venerarla con
verdadero
amor y recibirla siempre con profunda fe.
Alégrese, Jerusalén, y que se
congreguen cuantos la aman. Compartan su alegría los que estaban
tristes,
vengan a saciarse con su felicidad.
ACTO PENITENCIAL
— Tú no has venido a condenar
sino a perdonar. Señor, ten piedad.
— Tú quieres reconciliarnos
contigo. Cristo, ten piedad.
— Tú sales al encuentro de tus
hijos perdidos. Señor, ten piedad.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que reconcilias
maravillosamente al género humano por tu Palabra hecha carne; te
pedimos
que el pueblo cristiano se disponga a celebrar las próximas fiestas pascuales con una fe viva y una entrega generosa.
Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad
del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
II. LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA Jos
4, 19; 5, 10-12
La
misericordia y la providencia de Dios hacia su pueblo se manifiestan
acompañándolo y dándole lo necesario en todo momento. El maná los
alimentó
durante todo el camino por el desierto. Una vez llegados a la tierra
prometida, no hubo más maná, porque ya podían alimentarse de los
productos
del suelo. Proveer el alimento es una forma concreta en la cual Dios
nos
dice que quiere la vida.
Lectura del libro de Josué.
Después de atravesar el Jordán,
los israelitas entraron en la tierra prometida el día diez del
primer mes,
y acamparon en Guilgal. El catorce de
ese mes,
por la tarde, celebraron la Pascua en la
llanura
de Jericó. Al día siguiente de la Pascua, comieron de los productos
del
país —pan sin levadura y granos tostados— ese mismo día. El maná
dejó de
caer al día siguiente, cuando comieron los productos del país. Ya no
hubo
más maná para los israelitas, y aquel año comieron los frutos de la
tierra
de Canaán.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 33, 2-7
En
respuesta a la obra de Dios el salmo nos invita a agradecer y alabar
al
Señor. Participamos de esta oración aclamando: Gusten y vean qué
bueno es
el Señor.
R. ¡Gusten y vean que bueno es
el Señor!
Bendeciré al Señor en todo
tiempo, su alabanza estará siempre en mis labios. Mi alma se gloría
en el
Señor: que lo oigan los humildes y se alegren. R.
Glorifiquen conmigo al Señor,
alabemos su Nombre todos juntos. Busqué al Señor:
El me respondió y me libró de
todos mis temores. R.
Miren hacia Él y quedarán
resplandecientes, y sus rostros no se avergonzarán. Este pobre
hombre
invocó al Señor: El lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R.
SEGUNDA LECTURA 2Cor 5,
17-21
Es
Jesucristo quien transforma nuestro hombre viejo en nuevo. Es El
quien vino
a sentarse a la mesa con !os pecadores
para
traerla reconciliación. El es el rostro visible de la misericordia
del
Padre, que nos invita una y otra a la vida con El.
Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pablo a
los cristianos
de Corinto.
Hermanos: El que vive en Cristo
es una nueva criatura: lo antiguo ha desaparecido, un ser nuevo se
ha hecho
presente. Y todo esto procede de Dios, que nos reconcilió con El por
intermedio de Cristo y nos confió el ministerio de la
reconciliación.
Porque es Dios el que estaba en Cristo, reconciliando al mundo
consigo, no
teniendo en cuenta los pecados de los hombres, y confiándonos la
palabra de
la reconciliación. Nosotros somos, entonces, embajadores de Cristo, y
es
Dios el que exhorta a los hombres por intermedio nuestro. Por eso,
les
suplicamos en nombre de Cristo: déjense reconciliar con Dios. A
Aquél que
no conoció el pecado, Dios lo identificó con el pecado en favor
nuestro, a
fin de que nosotros seamos justificados por El.
Palabra de Dios.
ACLAMACIÓN Lc 15,
18
Iré a la casa de mi padre y le
diré: Padre, pequé contra el Cielo y contra ti.
EVANGELIO Lc 15,
1-3. 11-32
El
Maestro comparte el alimento con los despreciados por los
‘cumplidores de
la ley’ pecadores, impuros, recaudadores de impuestos. La praxis del
Maestro es signo de la misericordia y de la providencia del Padre.
El padre
de la parábola hace fiesta por el regreso del hijo a casa, el
considerado
pecador. Y cuando el hijo ‘cumplidor” rechaza participar en la
fiesta, el
padre sale para invitarlo también a él. El Padre quiere que todos
sus hijos
y todas sus hijas compartamos el alimento en una mesa de fiesta.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san
Lucas.
Todos los publicanos y
pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo. Pero los fariseos y
los
escribas murmuraban, diciendo: “Este hombre recibe a los pecadores y
come
con ellos”. Jesús les dijo entonces esta parábola: “Un hombre tenía
dos
hijos. El menor de ellos dijo a su padre: ‘Padre, dame la parte de
herencia
que me corresponde’. Y el padre les repartió sus bienes. Pocos días
después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país
lejano,
donde malgastó sus bienes en una vida inmoral. Ya había gastado
todo,
cuando sobrevino mucha miseria en aquel país, y comenzó a sufrir
privaciones.
Entonces se puso al servicio de uno de los habitantes de esa región,
que lo
envió a su campo para cuidar cerdos. El hubiera deseado calmar su
hambre
con las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba.
Entonces
recapacitó y dijo: ‘Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en
abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre!’.
Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: ‘Padre, pequé
contra el
Cielo y contra ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como
a uno
de tus jornaleros’. Entonces partió y volvió a la casa de su padre.
Cuando
todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente,
corrió a
su encuentro, lo abrazó y lo besó. El joven le dijo: ‘Padre, pequé
contra
el Cielo y contra ti; no merezco ser llamado hijo tuyo’. Pero el
padre dijo
a sus servidores: ‘Traigan enseguida la mejor ropa y vístanlo,
pónganle un
anillo en el dedo y sandalias en los pies. Traigan el ternero
engordado y
mátenlo. Comamos y festejemos, porque mi hijo estaba muerto y ha
vuelto a
la vida, estaba perdido y fue encontrado’. Y comenzó la fiesta. El
hijo
mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la
música y
los coros que acompañaban la danza. Y llamando a uno de los
sirvientes, le
preguntó qué significaba eso. El le respondió: ‘Tu hermano ha
regresado, y
tu padre hizo matar el ternero engordado,,
porque
lo ha recobrado sano y salvo’. El se enojó y no quiso entrar. Su
padre
salió para rogarle que entrara, pero él le respondió: ‘Hace tantos
años que
te sirvo sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y
nunca
me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos. Y ahora
que ese
hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con
mujeres, haces
matar para él el ternero engordado!’.
Pero el
padre le dijo: ‘Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es
tuyo.
Es justo que haya fiesta y alegría, porque este hermano tuyo estaba
muerto
y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado”.
Palabra del Señor.
EL CREDO
Creo en Dios Padre todopoderoso.
Creador del cielo y de la tierra. Y en Jesucristo, su único Hijo,
nuestro
Señor; que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació
de
Santa María Virgen; padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue
crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos; al
tercer día
resucitó de entre los muertos; subió a los cielos y está sentado a
la
derecha de Dios Padre todopoderoso; desde allí ha de venir a juzgar a
los
vivos y a los muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la
Santa Iglesia Católica, la comunión de los Santos, el perdón de los
pecados, la resurrección de la carne, y la vida eterna. Amén.
ORACIÓN DE LOS FIELES
A cada intención pedimos: Iremos a ti,
Padre, a reconciliarnos.
·Para que los
ministros del sacramento de la reconciliación sientan la alegría de
ser
dispensadores del perdón de Dios. Oremos.
·Para que los
sectores de nuestra sociedad enfrentados por dolorosos recuerdos
pasados
vivan una fuerte experiencia de reconciliación. Oremos.
·Para que
quienes se indignan como el hijo mayor de la parábola sepan
comprender y
reconciliarse. Oremos.
·Para que
nosotros, pecadores imitemos al hijo menor de la parábola y corramos
arrepentidos, a la casa del Padre. Oremos.
III. LITURGIA EUCARÍSTICA
ORACIÓN SOBRE LAS
OFRENDAS
Te presentamos con alegría, Señor,
estos dones para la salvación eterna; ayúdanos a celebrarlos con
fidelidad
y a ofrecerlos dignamente por la redención del mundo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO DE CUARESMA
RITO DE COMUNIÓN
PADRE NUESTRO
Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre;
venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en
el
cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas,
como
también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer
en la
tentación, y líbranos del mal.
LA PAZ
Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles:
“La paz os dejo, mi
paz os doy”. No tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu
Iglesia, y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad. Tú
que
vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
CORDERO
Cordero de Dios, que quitas el pecado del
mundo, ten piedad de
nosotros. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten
piedad de
nosotros. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la
paz.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN Lc
15, 32
Es justo que haya fiesta y
alegría porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida,
estaba
perdido y ha sido encontrado.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA
COMUNIÓN
Padre, que iluminas a todo
hombre que viene a este mundo, te pedimos que alumbres nuestros
corazones
con el esplendor de tu gracia, para que nuestros pensamientos sean
dignos
de ti y aprendamos a amarte de todo corazón.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
IV. RITO DE
CONCLUSIÓN
ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO
Padre, protege a quienes te
suplican, sostén a los débiles y vivifica siempre con tu luz a
quienes
caminan en las sombras de la muerte; con tu clemencia, apártalos de
todo
mal y hazlos llegar a la plenitud de tus bienes.