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El “Padre nuestro” el Devocional Hablado
«Cuando usted ore, ¡que su voz salga del fondo del corazón! Todos saben que el menor ruido es inoportuno en el palacio de los reyes de este mundo. ¡Qué silencio reina allí! Piense que usted también entra en un palacio, mucho más importante que todos los de la tierra, el palacio de los cielos. ¡Es de desear que en usted todo respire la más profunda humildad! Usted no se dirige a un hombre, sino a Dios, quien conoce sus pensamientos más secretos.
Si usted ora con semejantes disposiciones, entonces podrá decir: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre”. Observe como de entrada estas palabras elevan nuestra alma. Dar a Dios el nombre de Padre es evocar con una única palabra todo el cristianismo… Si Jesús nos enseña a decir: “que estás en los cielos” es porque quiere apartarnos de las preocupaciones materiales y apegarnos a nuestra patria celestial.
Además, esto sobreentiende que en nuestra oración incluimos a nuestros hermanos, teniendo siempre en vista el interés por el prójimo, y nunca sólo el nuestro. Con la palabra “nuestro”, él suprime las enemistades, reprime la arrogancia, excluye los celos, hace reinar el amor, (fuente de todos los bienes) y hace desaparecer la desigualdad de las condiciones humanas al poner en el mismo nivel de honor al mendigo y al rey. Porque en las más grandes cosas, que son las únicas necesarias, todos estamos en pie de igualdad. Dios otorgó a todos la misma nobleza, habiendo deseado que todos le den el nombre de Padre». - Juan Chrysostomo (siglo IV)
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